Eva Perón resucitada

Eva Perón resucitada
de Vicente Zito Lema
Museo IMPA
Querandíes 4290, CABA

por María Antonacci García

“¿Desde dónde hablar de Eva?”, se pregunta el relator-poeta-Vicente, “¿desde la frágil muchacha del cabello suelto que embiste hasta que un buitre le clava su pico entre los ojos? ¿desde la mansa plaza de su pueblo?” Porque eso fue ella: una frágil muchacha de pueblo con el cabello suelto como sus sueños. “¿Desde dónde hablar de Eva? ¿desde el amor del que tanto hablaba? ¿de qué amor? ¿el amor de los cuerpos de la pobreza? ¿de los cuerpos humillados, prostituidos… porque todo en la vida es así…? ¿el amor que se frustra y engendra rencor? ¿ese pájaro perverso que se cuela en el alma y no se va? ” Porque ella sabía de amor y de rencor como hija bastarda en una sociedad que, en lugar de juzgar al hombre hipócrita que lleva doble vida juzga a los inocentes y les hace pagar culpas ajenas “¿Desde el poder que tuvo y dejó escapar? ¿desde la revolución que igual soñó y también se fue?” Porque ella fue todo eso, una muchacha frágil que encontró su destino en Buenos Aires, que creció hasta hacerse gigante y convertirse en abanderada de los humillados, de los que eran menos que nada para los poderosos, para reivindicarlos y reivindicarse. Esta Eva que trae Vicente Zito Lema es la que resucita en cada injusticia, en cada dolor que soportan los de abajo, los descamisados, sus grasitas.
Entrando a Impa el impacto es fuerte, cada recoveco de la fábrica, en el camino a la sala donde se lleva a cabo la obra, tiene fotos de Eva, en el suelo, apoyadas en las columnas, con velas encendidas a su alrededor, más que para recordarla como santa (como algunos la nombran) para mantener viva la llama de su espíritu sediento de justicia.


No es casual que Eva Perón Resucitada se presente en una fábrica recuperada y en estos tiempos. Entre maquinaria en desuso, ella dice, grita, jura “con los dedos en cruz sobre mis labios igual que de niña: hasta el fin de la pobreza seguiré alerta con mi espada… ¡que el cielo me asista!” Por eso, la poesía de Zito Lema se hace presente justamente allí, para impedir el olvido, como dicen los trabajadores de la empresa, “frente a estos tiempos duros para los pueblos del mundo y el nuestro en particular, donde solo se podrá salir si entre todos asumimos el compromiso y la entrega que Evita tuvo con su pueblo”.

Excelente es la actuación de Nara Carreira, que emociona profundamente en el difícil papel de recordar a la abanderada de los humildes, en el que no cabe buscar la imitación sino una gran elaboración interior. El coro de mujeres, como en una tragedia griega, se destaca tanto en la textura dramática como en las maravillosas voces de sus integrantes, al igual que la música en vivo de Thono Báez, en brillante acompañamiento a la obra.

Ficha técnica

Libro y dirección: Vicente Zito Lema
Actuación:  Nara Carreira y Vicente Zito Lema
Dirección de coro: Josefina Lamarre
Asistente de dirección: Alan Robinson
Músico en vivo: Thono Báez
Sonido y proyecciones: Daniel Malnati
Iluminación: Sergio Iriarte, Gianni Foschiatti
Vestuario: Gina Peiretti
Filmación: Ricardo V. Muhlenbrock
Producción: Regine Bergmeijer, Daniela Sánchez
Prensa: Federico Frau Barros, Facundo Moro, Juan Mineldin
Facebook: evaperonresucitada

Las dos en punto

Las dos en punto
de Walther Sánchez Rodríguez
Auditorio Kraft
Florida 681, CABA

por María Antonacci García
 
Para los argentinos que descendemos de inmigrantes europeos, la historia de sus tierras nos llega muy de cerca, y sus luchas y sufrimientos nos duelen en carne propia. Cuántos de nuestros abuelos llegaron después de un penoso viaje escapando del hambre y la miseria, o tal vez perseguidos por ideales diferentes a los de aquellos que detentaban el poder en su país. Algunos pudieron huir y venir a ganarse el pan, no sin enormes sacrificios, a América. Otros, en cambio, víctimas de la violencia política, sufrieron la persecución, el tormento físico, el hambre y el desprecio en su suelo natal. Tal el caso de la familia española, oriunda de Galicia, Fandiño Ricart, cuyos hijos mayores eran militantes anarquistas y, luego de la toma del poder por Francisco Franco, fueron encarcelados y torturados. Pero no menos terrible fue lo que les sucedió a las hermanas, Maruxa y Coralia, que vivían en el hogar paterno y sufrieron su violencia simplemente por el lazo familiar que las unía a ellos pero también por ser mujeres, en una época en que la iglesia enseñoreaba sus valores machistas y dejaba para el género femenino las tareas domésticas y el culto religioso, castigando duramente a las que osaran transgredir las normas. La irrupción en la casa a cualquier hora de la noche por parte de las huestes falangistas, los golpes y las violaciones fueron moneda corriente para las dos. El miedo logró que los vecinos dejaran de relacionarse con ellas, quienes envejecieron solas y en la miseria. Pero, como la vida continuaba, encontraron en la locura la forma de defenderse y rebelarse. En la oscuridad de la España franquista, ellas se vestían de vivos colores y salían a las dos en punto a la plaza del pueblo para piropear a los estudiantes universitarios.

Al comenzar la obra, Zapatones, el mítico peregrino gallego, introduce la historia y, de manera poética, la pone en contexto; reaparece otras veces acompañando la transformación de las hermanas, desde su juventud, cuando trabajaban en la costura, hasta su fuga hacia la locura y la libertad.

Pese a la dramaticidad de la historia, la obra es fresca porque no asesta golpes bajos y muestra a las protagonistas con una mezcla de ternura e inocencia, aunque el final nos arranque lágrimas. La dramaturgia no esconde el oscurantismo del momento en la península ibérica, revelándolo sutilmente en el cambio operado en las Fandiño. Las actuaciones demuestran una gran ductilidad, con un vasto trabajo interior de las actrices, sacando a la luz la decisión y el coraje para resistir la dureza de sus vidas, sin caer en estereotipos. Muy buena y sencilla la puesta que dice lo necesario dejando el lucimiento a los actores. El vestuario, acertado, recuerda la estatua erigida en su recuerdo en la plaza de su pueblo natal. Un espectáculo necesario para mantener viva la memoria colectiva.

Elenco:

Maruxa Fandiño Ricart: Marcela Fernández Señor
Coralia Fandiño Ricart: Liliana Olmo
Peregrino: Walther Sánchez Rodríguez

Equipo:

Dramaturgia: Walther Sánchez Rodríguez
Colaboración Artística: Marisa Villar
Vestuario y Escenografía: Lucía Trebisacce
Diseño de Iluminación: Débora Ruiz y Lucía Trebisacce
Asesoría en Maquillaje: Mercedes Lagunas
Música: Xeito Novo
Fotografía: Joaquín Amoia
Video: Pamela Fadiga
Diseño gráfico: Florencia Pignataro
Producción: Verónica Torres Bugallo
Dirección: Débora Ruiz

Antes del encuentro feroz

Antes del encuentro feroz
Agustina María Bazterrica
Alción Editora, 2016
Cuento, 188 pp.

por Rubén Sacchi

Es sábado. Pasada la medianoche me sumerjo en el libro de Bazterrica. A mi lado mi mujer, que bajo una lluvia torrencial participó en un homenaje a su compañera detenida-desaparecida Marie Anne Erize, revisa su postergado facebook. La oigo putear. La interrogo.En sus palabras se entremezclan el maltrato a un pobre potrillo -explotado y sin leyes laborales a las que apelar- con la reciente ley prohibitiva de las carreras de galgos. Yo estoy leyendo el cuento Sonido y una frase, por repetida, retumba en mi cabeza en toda su universalidad: “La maldad del ser humano no tiene límites”; y veo como ese pensamiento puede abarcar desde el accionar de un genocida hasta el maltrato animal. La historia, un pequeño compendio se subjetividad y paranoia, podría no ser más que eso, sin embargo, unas líneas hacia atrás, bajo el título Lobo, deja claro que “cada uno de nosotros es un lobo que, con una eternidad exquisita, devora al otro”. Toda una posición tomada.
Al igual que en su novela Matar a la niña, la autora apela a la fantasía como herramienta metafórica de la realidad, lo que resulta ser un buen artilugio para suavizar todo lo que de cruel la impregna.
El cuento corto, estilo del volumen, posee la particularidad de que, en ese breve espacio, se desarrolle todo el proceso narrativo y en esa misma característica radica su desafío, máxime si los textos están cargados de una buena dosis de dramatismo. Antes del encuentro feroz reúne cuentos voraces, no hay finales felices ni situaciones placenteras porque, si existen, proceden de hechos truculentos, tortuosos pero que cierta esperanza, o quizás morbosidad, invitan a leer hasta el final.

Muerte en las calles de Buenos Ayres

Muerte en las calles de Buenos Ayres
Jorge A. Colombo
Grupo Editor Latinoamericano, 2015
Novela, 208 pp.

por Rubén Sacchi

En una nota previa, el autor confiesa su deseo para con esta historia. Propone al lector “salir por un instante de las urgencias de una urbanidad actual a menudo agobiante y con una memoria urbana mutilada”. Y para ello él se propone trasladarnos a esa otra Buenos Aires, la colonial, con un ritmo más lento pero con otro tipo de ebulliciones.
El encargado de guiarnos en esas peripecias vuelve a ser Jorge Ferrari, quizás un alter ego del autor, devenido viajero del tiempo. Aventuras de un porteño en tiempos de la colonia, El oráculo de la recova o La logia de los anillos de amatista, son algunos de los títulos que años atrás nos introdujeron en las aventuras de este intrépido personaje que se traslada a través de los pozos de descartes -vaciaderos de desechos de antaño- que fueron recuperados en la actualidad, en algunos solares, por arqueólogos urbanos.
Con un pantallazo de la primera invasión inglesa y la rendición de nuestra soberanía de manos de las autoridades virreinales, hace pie en la visita a la ciudadela del anatomista alemán Franz Gall, creador de la frenología, una de las tantas teorías que intentaban relacionar la morfología humana con la predisposición al delito, una especie de antecedente del positivismo criminológico, creado por Césare Lombroso y sostenido por Ferri y Garófalo, todos profesionales italianos.
A esta altura, la serie propuesta por Colombo constituye una suerte de saga que puede apuntar no sólo al público adulto, sino que se evidencia apropiada para la franja etaria juvenil, pues las historias, además de resultar entretenidas, acercan al lector a un escenario propio y a personajes que construyeron la Patria que habitamos, sin necesidad de acudir a héroes de otras latitudes.

Zona caliente

Zona caliente
Charles Williams
La Bestia Equilátera, 2016
Novela, 272 pp.

por Rubén Sacchi

En 1991, el director de animación Bill Plympton creó, para su película The Tune, una secuencia en la que un aspirante a compositor termina en un bar de mala muerte lamentando sus pérdidas. Allí, un negro, bajo el interrogante “¿querés saber lo qué es perder?” le canta No nose blues, afligido por la pérdida de su nariz. Esa frase bien podría ser de Harry Madox, protagonista de Zona Caliente quien, queriendo abrazar el Paraíso, se va hundiendo cada vez más en el Infierno.
La novela expone la mejor tradición del policial negro, donde el crimen en sí mismo es sólo el escenario en el que los personajes se mueven y lo que realmente interesa, y relata la historia, es lo que acontece en sus vidas y los motivos que motorizan sus acciones, como en todo ser humano: no siempre evidentes, no siempre puros ni transparentes.
Hay un manejo interesante de varias líneas de conflicto, que se desarrollan de manera alterna y crean una tensión permanente desde el inicio del relato. Nunca un momento de relativa calma transcurre sin esbozar un clima de zozobra, aunque puede no ser explícito, ya que muchas veces es trabajado con anterioridad y persiste en la mente del lector.
Nada falta en esta receta magistral. Mujeres enamoradas, chantajes, robos y asesinatos.Engaños y policías duros. Tampoco un hombre que, con un pasado a cuestas, piensa que no tiene más nada que perder y no se contenta con la apacible atmósfera de un oscuro pueblo sureño.

Todos contra todos y cada uno contra sí mismo

Todos contra todos y cada uno contra sí mismo
Bob Chow
La Bestia Equilátera, 2016
Novela, 208 pp.

por Rubén Sacchi

Quizás decir que esta novela habla de la humanidad, de lo que fue y en lo que se convirtió, sea insuficiente porque, además, abre un inmenso interrogante hacia el porvenir de la misma, si es que lo hubiese. Una tensión permanente entre lo arcaico y un futuro automatizado sobrevuela la vida del ingeniero informático Martín Orlog, sobre la suya y la de un puñado de personajes de lo más singulares, en un escenario poco trabajado por los narradores: el Estado Plurinacional de Bolivia.
La historia transcurre en un futuro inmediato, lo que le aporta ribetes de una realidad siempre sujeta a las hipótesis. El enfrentamiento del hombre y la máquina y la noción de inmortalidad acompaña un relato que lleva la acción a sus extremos. ¿Qué son el amor, la vida y la muerte, sino exageraciones para la percepción de un simple mortal? Tanto como la selva, los montes o, más aún, el Universo y las profundidades de la Tierra. Tampoco descarta pequeños mensajes subyacentes, como la crítica a la sociedad de consumo que expone “afiches de productos para nuevas necesidades”.
Hay una distancia morosa en la mirada del protagonista. Analiza con resignación la realidad, como si esta pasara por su lado sin rozarlo pues, sostiene: “La angustia solo parasita el alma de los que albergan una mísera esperanza”. Pero no resuelve el viejo dilema de la existencia humana, mientras que profetiza que “esos pensamientos de sangre que caen igual que piedras de una montaña no serán eternos”, asume que “ninguna otra especie derrama lágrimas emotivas”, mientras se interpela “¿por qué perpetuar una especie que no sabe para qué existe?”.
Afirmando cierto hermetismo del texto, cita a Rainer M. Rilke: “prefiero estar con los que conocen cosas secretas; si no prefiero estar solo”, y marca el derrotero planteado, como la canción que suena en la radio: “encontré lo que quería,/ pero lo volví a esconder”. Hay muchas puntas que asoman y se esconden, un gran manejo de la información, un exhibir escamoteado que obliga al lector a participar decididamente con su imaginación.

El ciudadano

El ciudadano
Florencia L. Ghio
Ediciones Deldragón, 2016
Novela, 240 pp.

por Rubén Sacchi

Franz Kafka dedicó buena parte de su talento a la crítica de las instituciones. Superando la catarsis, desarrolló verdaderos ensayos en los que evidenciaba los laberintos irresolubles de la justicia y mostraba a la ciudad como una maquinaria devoradora. De eso trata El ciudadano, una novela de la Patria Grande, que a veces no es más que una hermosa aspiración.
El libro cuenta las vicisitudes de un joven peruano, aspirante a poeta, que intenta escapar de su pequeño infierno hacia el espejismo de la metrópolis. Huye de una madre que “no le había dado la vida, lo había traído a ella para dejarlo librado a su propia suerte”, de la falta de horizonte, del flagelo de la droga. Buenos Aires exhibe, sin solución de continuidad, sus dos caras: la solidaria y la represiva.
El azar lo cruza con una defensora oficial que hará todo lo posible para sacarlo de la gran trampa burocrática donde las personas son fojas de un expediente y su salvación o su condena no pasan de ser un trámite más.
De una prosa cuidada, Ghio va armando la trama que termina por convertirse en la tela de araña donde, al decir del Martín Fierro, sólo se enredan los pobres.
Con una buena cuota de agnosticismo, propia de quien padece la injusticia cuestiona, en más de una oportunidad, la existencia divina. Ante la ignominia, interpela: “¿Era necesario? ¿Esa era Tu voluntad?” para, más adelante, concluir: “Evidentemente no estaba en los planes del Creador -si es que existía- que él fuera feliz”.
Por veraz, la historia deja un sabor amargo, desnudando un sistema inhumano que es menester cambiar.

Acá se juzga genocidas

Acá se juzga genocidas
Graciela Daleo y otros
Editorial de la Fac. de Filosofía y Letras, 2012
Ensayo DD.HH., 180 pp.

por Rubén Sacchi

En los tiempos que corren, plenos de liberalismo y banalidad, rescatar esta publicación impone la cuestión de la memoria sobre tanto mensaje lavado y engañoso.
La problemática de la violencia estatal cobra hoy nueva significación a la luz de las luchas sociales y sindicales, que se multiplican a lo largo y ancho del país, producto de las salvajes políticas de ajuste y la consabida represión por parte del aparato del estado.
La frase con que inicia el volumen: “Van a sepultar a tus verdugos en el tacho de basura de la historia”, del desaparecido periodista y escritor Rodolfo Walsh, es poco menos que una declaración de principios para un pueblo que ha decidido protagonizar su futuro.
El trabajo reúne páginas con un valiosísimo material, tanto escrito como fotográfico. Con testimonios de los diferentes actores que participaron de las luchas por los DD. HH., extractos de las audiencias en los juicios a los genocidas, apuntes de la Cátedra Libre de DD. HH., entre otros; aporta un material invalorable para que los colectivos se interesen en profundizar acerca de la historia reciente.
Una galería fotográfica de represores, exhibe los rostros de la peor tragedia que, quienes debieran propender al bien común, le infligieron a la sociedad toda. Pero también hay una enorme cantidad de imágenes que nos muestran la alegría en la lucha, a veces con risas, otras con llanto, pero siempre en la certeza de que no hay otro camino posible que el de juicio y castigo para hacer realidad el Nunca Más.

El cazador

El cazador
Theodosio A. Barrios
th Barrios Rocha Ediciones, 2004
Cuento, 228 pp.

por Rubén Sacchi

Hay libros que escapan al histrionismo, que guardan con humildad su contenido que, puestos en los anaqueles, pasan desapercibidos a la vista y, sin embargo, atesoran jugosas historias y tradiciones. Es el caso de El cazador, de Theodosio Barrios, editor y escritor misionero, que compendia más de una veintena de cuentos en formato de 7 x 10 cm. lo que, sin dudas, es más pequeño que un libro de bolsillo, práctico y afirmativo de aquello de que “el saber no ocupa lugar”.
El autor desgrana relatos, ora universales ora folklóricos, en los que la mitología de la tierra colorada se expone en toda su riqueza, dando vida a seres fabulosos, que habitan las tradiciones de los pueblos del litoral y que en más de una ocasión se originan en ancestrales culturas originarias. Para el lector que desconoce algunos términos específicos, un glosario acompaña los textos y lo acerca a la diversidad lingüística propia de esas latitudes.
Las páginas encierran un gran poder descriptivo, de la mano de metáforas de gran riqueza plástica, como en el cuento que da nombre al libro: “un metro ochenta y cinco de músculos malolientes a tabaco y caña”.
Sabemos que las políticas culturales distan de ser democráticas. Difícil es hacerse de estos libros en los sitios habituales, pero bien vale la pena rastrear en las Ferias del Libro, estas perlitas de producción regional

El preludio de los truenos

El preludio de los truenos
Carlos Splausky
Ediciones El Escriba, 2016
Poesía, 204 pp.

por Rubén Sacchi

Como ya nos tiene acostumbrados, este prolífico hombre de letras nos entrega un nuevo volumen de su producción, sin desperdicio. Esta vez con una selección de su poesía, datada en 2016.
En sus versos sobrevuelan los espíritus de Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana ó Damián Sánchez, reencarnados en la personalísima voz del poeta, donde un paisaje vegetal y de incendios abraza el amor y la vida toda.
Metáforas deliciosas describen con maestría los paisajes más sencillos. Así, el amanecer es “la cresta fugaz del horizonte”, en Los tientos de la bruma o el ocaso contiene “los tizones del día que se apaga”. Entre esas bellas figuras transcurre la poesía de Carlos Splausky.
El autor es conciente de la función constructora de la lírica, de su necesaria existencia, de su sino refundante y combativo. No se entrega a una realidad adversa y declama: “Buscamos desde las sombras.../ los estandartes de luz - derrumbados en la tormenta”, porque “Venimos olfateando la vida/ (...)/ ...Empujados por el hierro y la malicia”.
El trueno ocurre desde su denominación y transita los poemas del libro, es su leit motiv. El trueno, como el sonido final del escarmiento a los traidores del género humano, vistiendo “Los atuendos vistosos de la rebeldía” porque, como escribieron esos viejos pensadores, con tan intencionada mala prensa, que fueron Carlos Marx y Federico Engels: “Si el carácter del hombre se forma por la circunstancia, hay que hacer, por consiguiente, que las circunstancias sean humanas”.

Agujero negro

Agujero negro
Andrei Bourbaki
Editorial Dunken, 2016
Ensayo, 192 pp.

por Rubén Sacchi

Publicitado como un ensayo humorístico acerca de la burocracia, Agujero negro más parece en medio para tomar posición frente a diferentes tópicos sensibles a la sociedad.
¿Quién de nosotros no sufrió los avatares que cualquier mortal soporta frente a la necesidad de realizar un trámite? La práctica parecería indicar que si algo es sencillo, siempre se lo puede dificultar, pero asimilar esto al Estado es de una mirada parcial ya que, desde las tan aplaudidas privatizaciones de los 90 vemos que el libre mercado, lejos de solucionar la cuestión de fondo, la complica, mientras nuestros dinerillos van a parar a lejanas latitudes.
Es muy cierto que todo podría funcionar más amigablemente, sobre todo si en vez de máquinas o call centers la gestión fuese cara a cara y con ánimo expeditivo, pero hay cuestiones que ameritan su tiempo, sobre todo cuando hablamos del garantismo en la justicia o el régimen de “tolerancia cero”. Esos casos, donde se juegan los dos bienes fundamentales del hombre como lo son la vida y la libertad, son materia de los Derechos Humanos, por ende, inalienables.