Siete cuentos ilustrados

Siete cuentos ilustrados
Raúl Prchal
Ediciones Huayra Huasi, 2015
Cuento, 40 pp.

por Rubén Sacchi

“Lo importante es moverse, en cuanto uno se queda quieto se muere”, escribe el autor en el cuento Todo tiempo pasado fue mejor y refleja no sólo un axioma de la medicina sino también una síntesis de su propia vida que, desde los primeros años de su juventud, echó a rodar por el mundo con la decisión, un tiempo después, de anclar en Humahuaca, donde creó la comunidad Huayra Huasi (Casa del Viento en quechua).
Siete cuentos ilustrados es su séptima publicación y, más allá de especulaciones cabalísticas, místicas o míticas, tiene el poder de reunir sendos relatos de diversa fecha de factura. Los hay de larga data atrás y otros más recientes, pero todos superan la década largamente.
La presente recopilación se acompaña de siete ilustraciones, que otros tantos artistas plásticos realizaron de manera original para el libro. De ellos, los cuentos y el autor, no hace falta realizar mayores referencias, pues quien se tope con un ejemplar, encontrará información detallada y profusa de ellos, a modo de apéndice. También la obtendrá de los ilustradores que participaron de la obra.
Este libro, como todo lo que surge de las manos de Prchal es un producto autogestionado, realizado con materiales reciclados que, aunque incursionando un tanto en la informática, tiene todos los componentes y el atractivo de una pieza artesanal. Armado y cosido a mano: Arte por amor al arte.

Aviones de papel

Aviones de papel
Ariel Aloi
Ediciones Septiembre, 2015
Novela, 64 pp.

por Rubén Sacchi

Tres advertencias resguardan este libro, sorteadas las cuales el lector puede sumergirse en los intrincados laberintos de la mente humana. Para que eso ocurra, la dosis de fantasía que posea esa persona debe ser suficiente como para comprender que la locura es un estado más de la percepción, a veces inocuo, otras dañino, pero no muy diferente de las distintas formas de eso que llamamos “normalidad”, entre las que contamos a quienes toman sol bajo un árbol o arrojan bombas sobre pueblos indefensos. La insania, entonces, sólo determina a qué mundo pertenecen tales o cuáles habitantes, mundos que por carencia de vuelo dividimos en realidad y fantasía, pero que coexisten y contienden pues, como dice el narrador, la tragedia “es el fruto más sembrado de todos los tiempos”.
Aviones de papel nos cuenta la historia de Antonino De la Vega, un hombre que elige ser verbo, de la misma manera que La Biblia nos cuenta el principio de Dios o, con mucha más humildad, la elección que hacen los hombres cuando valoran profundamente la palabra y asumen sus consecuencias. Antonino no elige cualquier verbo, sino el verbo amar; pero sucede que ese vocablo es tan amplio que incluye casi todo. Por ello, a través del personaje, denuncia la realidad de los hospitales y la salud pública; el avance de la ciudad sobre la naturaleza, pudiendo ver en un añoso árbol “la idea de la convivencia y de la usurpación”; la deshumanización de la enseñanza, donde la educación forma máquinas de oprimir y enriquecerse; la transformación del arte como propiedad privada. Se lamenta: “triste vive la humanidad”.
Antonino desea profundamente cambiar el mundo, es en su fuero íntimo un revolucionario cuyo predicamento transmite certeza y tranquilidad a quienes lo acompañan en la empresa. Pero sabe que un líder solo jamás podría con ello. En solitario, quizás lograría la necesaria transformación personal, que no es poco, pero a la postre resultaría egoísta y débil, el mejor resultado probable sería igual a una gota de perfume en medio de un estercolero. Consciente de esa realidad, valora a sus pares mientras comprende: “El uno es un número necesario para recordarnos en cada comienzo y en cada final que andamos aislados, perdidos, ciegos, sin el dos”.
El libro de Ariel Aloi es un pequeño compendio de poesía y lucidez; de amor y coraje que, a través de la metáfora de la locura, plantea la lucha entre dos mundos posibles: el de la libertad y el de la opresión. Con sencilla audacia se pregunta “si todo ya ha fallado ¿qué puede fallar?”, y es inevitable la asimilación de ese interrogante a la aseveración marxista, donde los esclavos en la lucha por su liberación, nada tienen que perder sino sus cadenas.
“Creo que, para su evasión, aprovechó una migración de pájaros silvestres”, escribía Antoine de Sant-Exupery en ese maravilloso libro sin edades llamado El Principito, tal vez el antecedente más cercano de la novela que hoy nos ocupa. Aquí, la fantasía de quienes buscan fugarse de su presidio acude a la papiroflexia, y en ella a la forma más sencilla y difundida en cada rincón del planeta: un avión de papel.
La novela, ilustrada por el artista plástico Jorge Gessaga y próxima a reeditarse en Guadalajara, México, es un vivo ejemplo de que las letras no son asunto de élite, sino de talento y voluntad.

Poemas para leer en soledad

Poemas para leer en soledad
Primera selección
María de los Angeles Durante
Ediciones AqL, 2014
Poesía, 58 pp.

por Rubén Sacchi

La presente selección de poemas de esta autora del norte bonaerense, antologa sus anteriores libros con algunos agregados. Hace un raconto de toda su obra y, como escribe en Cáliz: “destellos de luces humean los versos/ más añejos de mi alma”.
Su poesía está construida en la modalidad de verso y rima libres, a excepción del poema Hambrientos, enmarcado en la estructura del soneto. No obstante, la cadencia y la musicalidad habitan las líneas de sus demás trabajos.
Un clima de melancolía y un dejo de dolor recorren los poemas de Durante sin llegar a la tragedia, más allá de la que importa la existencia misma. El otoño es la estación reinante en espíritu aún cuando su pluma pinte un fresco estival, como lo representa la imagen de la portada del volumen, también de su autoría: un desierto ardiente de fría soledad, “una postal fría y deshabitada”, tal sus palabras, sintetizan su sentir al igual que el verso “mi pensamiento es una carga arrastrada y larga”, expone toda una cuestión existencial.
El tiempo y su paso ocupan también el espacio de la pérdida. Hay un reflejo de volver atrás, pero no manifiesta el ansia de revivir lo vivido, sólo hay la intención de reasir el pasado en el momento del desgarro último: “¡Cuánto me han herido las agujas del reloj!/ En todas las cosas que han partido,/ volver a cada segundo en el momento del adiós”, conciente de la inapelable finitud: “...el ignorado goteo de las agujas fatales,/ sin querer morir pero muriendo”.
En un cosmos metafísico, lo humano, y por ende lo político, se diluye en una utopía universal cuando toma conciencia de la propia pequeñez y su fugacidad: “...despienso la patria y destejo los límites de la tierra,/ lo humano pareciera insignificante”.

Entrevista a Horacio González

Entrevista a Horacio González
Conrado Yasenza
Bola sin manija y otros, Editores, 2016
Reportaje, 66 pp.

por Rubén Sacchi


Hay dos reductos preciados para los amantes del libro, casi sagrados, que no pueden sustituirse con nada: las librerías y las bibliotecas. Estas últimas como místicos santuarios a los que peregrinan fieles tan
diversos que podrían dar origen a una religión universal y donde conviven todas las ideas de los hombres, codo a codo.
Su funcionamiento y organización, su objetivo y su inserción en el sujeto social o, lo que puede englobarse como su “proyecto”, obedecerá no sólo a las capacidades e idoneidad de quien esté encargado de conducir sus rumbos sino, y fundamentalmente, a su
ideología.
En esta entrevista, Horacio González hace un repaso de su gestión al frente de la Biblioteca Nacional,
la vicisitudes que la rodearon, los desafíos que debió enfrentar y la contrapone al esquema neoliberal que vino a cambiar la orientación a manos del nuevo Gobierno Nacional, asumido el pasado diciembre, pero cuya mano ya perfilaba alguna sombra encarnada en determinada línea interna, aún en la era kirchnerista.
A través de un interrogatorio dinámico e inteligente de Conrado Yasenza, el entrevistado expone las profundas diferencias entre su propio papel como bibliotecario y su reemplazante, el actual funcionario de Cambiemos, Alberto Manguel, que inauguró la gestión con el despido de 240 empleados. Dos proyectos donde sólo uno contempla al individuo y a la biblioteca como partícipes de idéntico propósito y confundidos en lo que puede llegar a definirse como una simbiosis motorizante.