El libro de los monstruos

El libro de los monstruos
J.Rodolfo Wilcock
La Bestia Equilátera, 2019
Relato, 168 pp.

por Rubén Sacchi

Una nómina desopilante de personajes abre el libro a manera de índice, pero lo llamativo no acaba en sus nombres, también se extiende a sus descripciones. No es subjetividad del lector, ya que el mismo autor los describe como “monstruos” y, como expresa uno de ellos, Mario Obradour, “Siempre nos toman por lo que parecemos ser”.

El libro compendia una serie de seres fenomenales en descripciones absurdas, si es que ello es posible en un mundo donde la mayoría de la humanidad adora y cree en la existencia de dioses y santos, algunos de los cuales superan ampliamente la fantasía de Wilcock.

Todos están unidos y atravesados por una misma suerte: sus semejantes (de especie) los arrojan al abandono y al olvido. Cada texto acerca miradas metafóricas de la realidad: Pelagra Rete avizora un negro porvenir; Erbo Meglio remata en una visión crítica de la TV y el Mariscal Cono Liscarello hace una particular alegoría del comunismo. ¿Será que, como se pregunta en Elviridio Tatti, “todos estamos mantenidos con vida en terapia intensiva, hasta la inevitable muerte biológica?”.



J. Rodolfo Wilcock nació en Buenos Aires en 1919. Se recibió de ingeniero civil en 1943. Vivió un tiempo en Mendoza, donde trabajó en la construcción del  ferrocarril trasandino, pero abandonó su profesión para dedicarse a la literatura. A partir de 1957 se estableció en Italia, y allí permaneció hasta su muerte, veintiún años después. En ese lapso escribió una obra narrativa admirable, que se agrega a una carrera poética brillante, pero inadvertida en la Argentina.
 Incursionó en todos los géneros literarios: poesía, relatos, novelas, teatro. También se desempeñó como traductor. De su obra narrativa, se destacan El caos (La Bestia Equilátera, 2015), El ingeniero, La sinagoga de los iconoclastas, El estereoscopio de los solitarios (La Bestia Equilátera, 2017), Hechos inquietantes y Los dos indios alegres.

Cuando murió en 1978, Wilcock había convocado ya la curiosidad o provocado la admiración de la intelligentsia italiana (Pasolini, Calvino, Elsa Morante, Ruggero Guarini), pero nada había podido hacer con la local, provista siempre, en los casos en que debería suspenderla, de un solícito grado de suspicacia.
 

Ñoquis: para romper los estigmas


Los Ñoquis
Documental de María Laura Cali
Duración: 76’

Por Eduardo Silveyra

Un documental realizado a pulmón por trabajadores despedidos del Ministerio de Cultura, muestra las prácticas siniestras del gobierno de Macri en cuanto a despidos y achique del estado. Con una difusión a través de las redes y el boca en boca, hay que estar atentos a su proyección y al debate.
¡Ñoquis! El plato de pasta que por tradición se come los días 29 de cada mes, también pasó a ser el calificativo despectivo con el cual se nombra a los trabajadores estatales en la jerga popular, dado que el mito instalado en el inconsciente colectivo indica que no trabajan y sólo se presentan ese día para cobrar sus haberes. Esta falacia comenzó a encarnarse socialmente a partir de un sketch, en el cual el cómico Antonio Gasalla interpretaba a una empleada pública que maltrataba y desatendía al público, el que se acercaba a solicitar turno en la mesa de entradas de un hospital. Cabe indicar que esto no fue casual, el programa media buenos puntos de rating en la pantalla de los 90, los años donde el menemismo realizó el primer achique del estado, al aplicar las recetas neo liberales del FMI. Con un racconto necesario sobre este accionar, comienza el documental Los ñoquis, dirigido por María Laura Cali quien, además de ser documentalista y actriz, es trabajadora del estado en la actual Secretaría de Cultura de la Nación. Ella misma fue despedida y luego reincorporada a su trabajo.
Sí bien el documental está centrado sobre el desguace llevado adelante por el gobierno de Cambiemos en la Secretaría de Cultura muestra, en los diversos testimonios, como se fueron implementando los despidos y el desmantelamiento de las políticas públicas propias de esa área y para cuya concreción no se escatimaron medios, que fueron desde la persecución personal, el amedrentamiento, el acoso y el robo de herramientas de trabajo por parte de funcionarios, con el mero fin de dejar sin tareas a los trabajadores. Tampoco se deja de lado el hecho relativo a la precarización laboral dentro del estado, una práctica maliciosa que durante la gestión del gobierno nacional y popular se aplicó y que la administración cambiemita agudizó a extremos inescrupulosos, al llevar a la mayoría de los trabajadores y trabajadoras estatales a sueldos que se ubican por debajo de la línea de pobreza, según datos de las organizaciones gremiales. En ese sentido, este apuntamiento es un llamado a la reflexión acerca de cómo encarar el tema del empleo público en el próximo gobierno.
Otro de los fines que persiguió la directora María Laura Cali y su equipo, fue comenzar a romper la estigmatización que pesa sobre los trabajadores estatales. En ese aspecto se puede señalar que, en parte, ha logrado su cometido y es de lamentar que no se haya podido visualizar lo sucedido en otros ministerios, como el de Agroindustria, donde el desmantelamiento de las políticas ha llevado a miles de agricultores familiares a la ruina, que la eliminación de muchos proyectos ha hecho sucumbir a las economías regionales y que el despido de 35 mil trabajadores y técnicos, no solo ha contribuido a esto, sino que ha beneficiado al sector monopólico de la agricultura industrial y el agro negocio. Vale mencionar también, la muerte y el suicidio de trabajadores y trabajadoras, tanto en la sede de Paseo Colón, en capital y las sucedidas en las delegaciones del interior. Pero esta limitación se torna relativa, si tenemos en cuenta que la obra fue hecha sin apoyo del estado ni de otras instituciones, lo que soslaya la merma. Se trata de una realización hecha por trabajadoras y trabajadores que en su momento fueron despedidos, algunos reincorporados y otros no.
Ver Los ñoquis es casi una obligación, para todos aquellos que asumimos al estado como una herramienta de transformación social cuyo rol, en un país que proyectamos con derechos, es garantizar la justicia social y las políticas redistributivas que permitan consolidar esos anhelos. Abrir las puertas de todos los espacios populares, sean estos centros culturales, locales políticos, sindicatos, es una obligación militante, para ejercer el debate y la discusión y comenzar, desde abajo, el cambio necesario que nos permita construir una patria justa, libre y soberana, lo cual es decir una patria con un estado popular presente en cada necesidad.

Poesías alrededor de la noche

Poesías alrededor de la noche
Patricia Nadia González
De los Cuatro Vientos, 2018
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

Tres partes integran este libro. De ellas la más extensa, y como su nombre alude, está dedicada al amor. Con un lenguaje sencillo, que roza la inocencia de quien recién asoma al amor pensándolo ideal, Patricia González se topa con los sinsabores de la no correspondencia. El amor, entonces, pasa a ser una mezcla de felicidad y dolor. Una especie de cárcel a la que entra por su propia voluntad.
El libro cierra con Alrededor de la poesía, un atado de poemas donde aborda otro tipo de vivencias: “te olvidaste que mis sueños/ son reales cuando duermo”, reflexiona.
El capítulo restante es el más breve, de tan sólo tres poemas, pero sin embargo concentra todo el peso de la obra. Hablo de Poesía social, en donde la autora desarrolla toda su sensibilidad y empatía por quienes la rodean y fueron marginados por lo inhumano del sistema capitalista.
Allí puede leerse Si Dios fuera mujer, una especie de manifiesto feminista en el que se empodera y toma posición respecto de los derechos reproductivos.

Mujer deshabitada

Mujer deshabitada
María Sola
Muerde Muertos Editorial, 2019
Relato, 240 pp.

por Rubén Sacchi

Si algo particulariza el estilo de esta obra es que prescinde de lo superfluo. Las historias, cual cortos cinematográficos, son fotogramas con encuadres caprichosos, donde algo queda fuera de cuadro y el lector-espectador debe resolver esas situaciones.
Hay fantasía, pero no sobrenatural sino que, por el contrario, toma lo cotidiano y lo trastoca, dando lugar a otros universos. Parece no hallarse cómoda en este mundo: le sobra su piel, mientras que su tamaño resulta un estorbo para María Sola, por lo que en sus relatos sacude el polvo de una realidad que en la vida se presenta enmarcada en parámetros inamovibles.
Los textos atrapan, La voz, una metáfora de la dominación y la entrega, muy asimilable a la Argentina actual; El bronce, un canto a la rebelión y a la resistencia; ¡Bummm!, nos habla de la tragedia de la guerra y Sin voz ni voto, nos acerca a la perversión de los manicomios. Todos asumen un compromiso, como en el allanamiento de La manzana, donde leemos: “Se necesita mucha perversión para transformar a un humano en objeto de carne anestesiado, amputar su cerebro y detenerse justo antes de matarlo”.
Un trabajo interesante, para tener en cuenta a la hora de apostar a un novel.

Golpes a mi puerta

Golpes a mi puerta
de Juan Carlos Gené
CELCIT, Moreno 431 CABA
Domingos 19 hs

por Eva Candendo

Durante su exilio en Venezuela, Juan Carlos Gené escribió y estrenó su obra Golpes a mi puerta, sobre la complicidad de las jerarquías eclesiásticas con las feroces dictaduras que asolaron Latinoamérica en aquellos tiempos, y la fe en la palabra del evangelio, llevada adelante con firmeza por curas y monjas que adscribían al movimiento de opción por los pobres. Las protagonistas son dos monjas que visten de civil y viven de manera austera para sentir en carne propia lo que sienten los humildes, prestas para ayudar a quienes lo necesiten. Ana, la mayor, protege como una madre a Úrsula, más joven e inocente porque, a pesar de que no hay lazos de sangre, conviven y se aman como una familia. Dos personajes creíbles, con carnadura, dos mujeres que eligieron el camino del amor a Dios y lo vuelcan a sus semejantes, que se plantean los mismos interrogantes del común de los mortales, el tema de la pareja y los hijos a los que han renunciado , que les aparece en algún momento y les sirve para reafirmar su elección.


Mientras tanto, afuera, hay patrullas que se pasean por las calles amenazadoramente, deteniendo adversarios y sospechosos y es por esa circunstancia que aparece en sus vidas un fugitivo que huye de estas fuerzas militares. Esta aparición y su desenlace plantea el conflicto, el nudo central de la obra porque una de las dos protagonistas deberá hacer uso de su libertad de elección y, a pesar de las dudas y los miedos y de la sumisión a la autoridad religiosa, tomar un camino difícil y sin retorno.

Dan vida a estas mujeres sensibles y en apariencia frágiles, pero llenas de coraje, dos actrices de probado talento, Patricia Palmer y María Marta Guitart, que se mueven en el escenario con solvencia provocando en el espectador empatía y cariño, manteniéndolo en el límite de la emoción.


El resto del elenco acompaña con acierto, con buenas, actuaciones parejas en calidad. La escenografía es sencilla pero eficaz para lograr la atención en el conflicto y hacer rápido el cambio de escenario.

Una obra para no dejar pasar, que invita a la reflexión sobre temas sensibles a la memoria del país.

Ficha Técnica:

Actúan: Patricia Palmer, María Marta Guitart, Rodrigo Alvarez, Pablo Caramelo, Jorge Duarte, Livia Fernán, Lucas Méndez, Silvia Muzzanti, César Repetto, Leandra Rodríguez.


Diseño de vestuario: Alejandro Mateo
Diseño de espacio: Marcelo Valiente
Diseño de luces: Leandra Rodríguez
Diseño sonoro: Marcelo Andino, Julieta Milea
Realización de utilería: Augusto Latorraca
Fotografía: Adrián Arellano, Gianni Mestichelli
Diseño gráfico: Adrián Arellano
Asistencia de iluminación: Sofía Montecchiari
Asistencia de dirección: Mauro J. Pérez
Prensa: Marcos Mutuverría
Producción ejecutiva: Ale García

Dirección: Dora Milea

El Paso del Chaltén


El Paso del Chaltén
de Marcelo Mangone
Teatro La Máscara
Piedras 736 CABA
Sábados de agosto, 18 00 hs.

por Eva Candendo

En la jerga barrial qué significa ser perdedor. Será aquel que dejó pasar las oportunidades que la vida le brindó. O tal vez quien nunca las tuvo. El pensamiento meritocrático indica que seguramente el primero, ya que quien así lo quiere, puede lograr superar las adversidades y obtener un triunfo económico. Para ese pensamiento, tan corto de miras que solo entiende de apetencias pecuniarias, las oportunidades se brindan a todos por igual, basta poner en juego el deseo y la imaginación. Sin embargo, la realidad cotidiana en nuestra sociedad demuestra que no hay en ella espacio para todos. Concretarán sus aspiraciones solo un grupo cada vez más reducido, miembros de familias que detentan los hilos del poder desde siempre. No habrá lugar para el pobre, para el que tenga que ocupar su tiempo luchando por la mera subsistencia.


 En El Paso del Chaltén, la nueva obra que ofrece el ciclo Teatro Desocupado, dos hombres esperan desde hace mucho tiempo el tren en un andén anegado por el agua de la tormenta que parece no tener fin. La lluvia arrecia e inunda el Paso, por lo que el futuro viaje se vuelve incierto. Hace ya varios días con sus noches que están allí esperando, aunque uno de ellos, Villegas, no quiera reconocerlo y prefiera el llanto y la soledad. Mientras su verborrágico compañero, en una clara definición de su estado, dice de sí mismo que es cuentapropista sin cuenta propia, la mujer de Villegas aparece para sacarlo de su aislamiento y convencerlo de la necesidad de dar pelea a esa tormenta que les está arruinando la vida, con el coraje pero también con el amor imprescindibles.
 
Dos perdedores, dos seres desamparados en medio del temporal, clara metáfora de la terrible dureza a la que están sometidos en este momento neoliberal de la historia, en el que la vida en sí misma no vale sino como recurso económico, no importa cuántos queden en el camino. La historia vislumbra la esperanza, porque el viento del sur despejará el cielo y se podrá volver a soñar.

Si bien su autor, Marcelo Mangone, marca una línea ideológica definida, no cae en ningún momento en lo panfletario. Su obra es poesía pura que fluye tanto en el texto como en la actuación. Los tres protagonistas demuestran su excelencia en el escenario con un desempeño parejo en calidad, emocionando y, por momentos, también logrando algunas risas. Es de destacar la dirección de Walter Ferreyra Ramos quien, con el único recurso escenográfico de un banco de estación, logra concentrar la atención del público exclusivamente en el drama de estos tres seres.


Elenco:
Fiorella Fidani, Eduardo Paglieri, Gonzalo Moreno

Equipo:
Asistencia de dirección: Cecilia Torres
Dirección: Walter Ferreyra Ramos
Operación técnica: Alejandra Dziewguc

La voz humana


La voz humana
de Jean Cocteau y Francis Poulenc
Teatro Empire
Hipólito Yrigoyen 1934, CABA
Jueves 20:30 hs, sábado 17:30 hs
hasta el 22 de agosto

por Rubén Sacchi

Sesenta años atrás, el servicio de telefonía francesa era famoso por su pésima calidad. Fue entonces que, en la Opéra-Comique salle Favart de París, se estrenó La voz humana, una composición lírica que Francis Poulenc realizó para la soprano Denise Duval, sobre un texto homónimo de Jean Cocteau. La orquesta estuvo bajo la dirección de Georges Prêtre.


El mal funcionamiento de las líneas fue utilizado por el escritor para cargar de dramatismo un texto que de por sí es desgarrador. La pieza consta de un monólogo que representa la mitad de una conversación telefónica, ya que la voz de su interlocutor no aparece y debe ocupar el terreno de la deducción.

Allá por los años 30, Miguel Matamoros escribía el bolero Lágrimas negras, casi un fresco en el que pareciera haberse inspirado Cocteau para desarrollar la historia de una joven y bella mujer que no atina a aceptar el abandono de su amado. Durante una charla telefónica con frecuentes interrupciones se va desentrañando la situación y la protagonista va cayendo cada vez más en un estado de desesperación. Su frágil equilibrio emocional la acerca peligrosamente al suicidio.

Con una escenografía cuidada y luces adecuadas, la soprano Elisa Calvo pone en su maravillosa voz toda la tragedia del amor no correspondido. La artista, que cuenta con una abundante currícula, tanto en el país como en el extranjero, logra interpretar el personaje con suficiencia y transmite el rosario de emociones que lo atraviesan.

La interesante propuesta se precede de la micro-ópera Mientras el auto espera, de Mario Dardis, interpretada por la soprano Martina Gioiosa, el barítono Lautaro Nolli, bajo la dirección musical de Rosana Santoro y la puesta en escena de Antonio Leiva, que representa, en el vestíbulo del teatro, el encuentro fortuito de dos jóvenes que, debido a los mutuos engaños en sus discursos, verán separado su devenir. También participan de la breve obra: Juan C. Ucello, Melina Otero y Cecilia Otero.

Elenco:

Soprano: Elisa Calvo (Elle)

Orquesta de la Fundación Misizap:

Director: Maestro Claudio Espector
Violín 1: Victoria Ramos y Santiago More
Violín 2: Saúl Zárate y Malena Gómez
Viola: Sara Montañez
Violoncello: Ayelén Espíndola
Contrabajo: Lucas Velásquez
Flauta: Gastón Oviedo
Clarinete: Bruno Flores
Fagot: Martín Nizienzza
Percusión: Iván Maniuch y Diego Hernández Contardo
Piano: Mario Dardis
Dirección musical: Silvana D'Onofrio
Régie: Antonio Leiva

Equipo:

Traducción y sobretitulado: Ana María Rozzi de Bergel
Pianista de ensayo: Mario Dardis
Maestro interno: Melina Otero
Diseño de luces: Lautaro Romano
Diseño de maquillaje: Angeles de Jesús
Diseño gráfico: Aylén Pérez Levitzky
Prensa y difusión: Analía Cobas y Cecilia Delatorre



Era tan oscuro el monte

Era tan oscuro el monte
Natalia Rodríguez Simón
Ediciones Mardulce, 2019
Novela, 160 pp.

por Rubén Sacchi

El poeta patagónico Vildo Pioppi escribe: “ser una gota de rocío sobre una hoja en este desierto habla de la testarudez y los intentos”. Esa idea sobrevoló mi lectura de Era tan oscuro el monte, sólo que en el libro la testarudez está marcada por la condición humana de los personajes y sus constantes intentos irán tan lejos como el sistema que los embrutece les permita. No se necesitan alas para chapotear en el fango.
La novela es una historia dura, lacerante, quizás no más que otras miles que ocurren a diario signadas por la miseria y la imposibilidad de salir de los márgenes, en los que la ignorancia y la falta de oportunidades es la materia prima de todas las desgracias ¿Cómo podrían trastocar su historia sin contar con las herramientas necesarias para ello?
Allí el amor se enmarca en los parámetros del patriarcado, donde la mujer es sólo un eslabón necesario para satisfacer las necesidades del hombre y reproducir un esquema que la cultura se obstina en llamar familia. La palabra “patrón” infunde temor y respeto casi atávicos. La vida es siempre la ilusión de algo mejor, pero se desarrolla en un presente continuo como si fuese una rueda que jamás se detiene y repitiera situaciones: “dolió tanto que pensó que no había otro dolor posible. Y tanto faltaba”, reflexiona la protagonista.
Mediante un relato que va alternando en la visión de los diferentes actores, Natalia Rodríguez Simón logra una historia atrapante en la que cada victimario es a la vez víctima de un cruel laberinto. Su precisa construcción da un equilibrio a las tensiones en permanente disputa; mantiene el interés en cada línea y deja en el lector el sabor de la buena literatura.

Hocus Pocus

Hocus Pocus
Kurt Vonnegut
La Bestia Equilátera, 2019
Novela, 352 pp.

por Rubén Sacchi

Las viejas máximas no pierden vigencia. “Pinta tu aldea y pintarás el mundo” es una verdad que no termina de gastarse y envuelve a Hocus Pocus, si vemos cuántos puntos en común hay con estas tierras. Es algo inevitable, ya que ambas latitudes se encuentran bajo el régimen capitalista, que todo lo uniforma, menos los derechos.
Al inicio, una ficticia dedicatoria en la que se lee “mientras haya siquiera un alma en prisión no seré libre”, es una declaración de principios que recaerá sobre Eugene Debs Hartke, un descendiente de su autor que a través de todo el libro narrará, a modo de diario, su vida, la que resultará una cadena de contradicciones y eventos desafortunados. Aseverará: “Si existe una Divina Providencia, también hay una que es cruel”.
La historia es un claro ejemplo de cómo la formación recibida moldea lo que somos y que, en ella, los padres tienen el privilegio. Deja entrever la doble cara del imperialismo que, habiendo ganado la guerra contra las potencias del Eje, termina dejando en manos de los alemanes una fábrica de armas y a los japoneses les confía el manejo de las cárceles.
Profundo en ironía, construye un personaje que pasa de ser oficial del ejército norteamericano en Vietnam a profesor de una escuela especial y que en su vida exhibe un gran sentido práctico: “si los hechos no te causan gracia ni miedo, ni pueden hacerte rico, al diablo con ellos”, y comparándose con un múltiple asesino, agrega: “él no había contado con mi ventaja, que era la total cooperación de nuestro Gobierno”.
Va reflexionando sobre la vida, la libertad y las diferentes facetas de la idiotez humana. También acerca de la vida en prisión y el racismo: “cualquier varón Negro tenía que ser forzosamente un fugitivo”.
Fiel a su estilo, Vonnegut nos confirma “que la Humanidad se encamina hacia algo realmente bonito es un mito para niños de menos de 6 años, como el Ratón Pérez, el Conejo de Pascua y Papá Noel".

El viento escribe



El viento escribe
de Enrique Papatino
Espacio IFT
Boulogne Sur Mer 549, CABA
Viernes 20 hs.

por Rubén Sacchi

El poeta y dramaturgo francés, Jean Tardieu, escribió en 1951 Problemas y trabajos prácticos, cuyo apartado 15, La sinceridad, plantea: “Dado que usted me presenta un tarjeterito afirmándome que está vacío, si al abrirlo bruscamente me encuentro con un cocodrilo de gran tamaño, ¿quién ha mentido: usted o yo? Adivine lo que quiero decir”.


El texto, de contenido surrealista y aparente hermetismo, no hace más que exponer la conducta de cientos de personas cuyo posicionamiento frente a la realidad los lleva al análisis erróneo de la misma, a trocar verdad por mentira y viceversa con resultados no siempre inocuos.

Una frase que recorre el imaginario local desde hace años, nos trae una verdad de Perogrullo: “La única verdad es la realidad” pero, ¿cuál y qué es la realidad? ¿hay una única realidad o tantas como seres se la disputan? La realidad será, para cada quien, lo que éste se apropie o construya con parte de ese todo que agrupa a todas sus fragmentaciones.

Esta disquisición de ribetes filosóficos es la base argumental de El viento escribe, y digo la base porque bajo ese gran tema subyacen otras tantas cuestiones no menores, la obsesión, el poder, las jerarquías, la defensa del status quo y la supuesta sacralidad de la Historia sazonan una obra que engalana el circuito alternativo.

Un profesor de la Academia Francesa, dedica su buen pasar a coleccionar cartas antiguas. Su permanente proveedor es el heraldo de un viejo coleccionista, que debe desprenderse de algunos documentos para sobrevivir. Muchos son asombrosos y refieren a Juana de Arco, Napoleón y Corneille, pero lo que más lo sorprende es la correspondencia entre Isaac Newton y Blas Pascal, acerca de la Ley de Gravedad, que pone en jaque su autoría. Su jefe y director de la Academia, duda de su autenticidad, dando lugar a una serie de confrontaciones que llevarán a un desenlace dramático.

La obra no tiene baches y es representada por un trío talentoso, que lo viene haciendo desde hace casi un año, cuando la pieza se estrenara en el Teatro Payró. Cada uno logra componer su personaje con gran introspección, lo que no sólo se evidencia en lo corporal, sino que hay un gran trabajo en las miradas, que agregan un rico subtexto a las palabras.

La escenografía y el vestuario acompañan la ambientación necesaria y que no hace hincapié en las luces. Ni estas ni el sonido son elementos que agreguen emociones y se reducen a lo formal. Por ello, con una misma puesta siempre a la vista, los cambios de escena se dan por corte directo, el montaje interno se produce saltando de una a otra y mostrándolas en simultáneo.

Muy buen trabajo individual y grupal que pone en el tapete un tema siempre necesario de debatir, más aún en estos días en que la llamada posverdad es quien escribe nuestra historia.

Elenco:
Marcelo Nacci: profesor
Victor Hugo Vieyra: director
Manuel Longueira: heraldo

Equipo:
Escenografía y vestuario: Julieta Capece
Prensa y comunicación: Alfredo Monserrat
Producción ejecutiva: Paula Colombo – Cecilia Larumbe
Asistencia de Dirección: Paula Colombo
Dirección: Enrique Dacal