Remos de cartón

Remos de cartón
Roberto Goijman
Ediciones Camelot América, 2018
Poesía, 102 pp.

por Rubén Sacchi

Con el libro en mis manos, no pude menos que recordar esa vieja canción de Javier Martínez, interpretada por el grupo Manal, que decía: “Si no hablo de mí/ ¿de quién voy a hablar?/ Yo ya soy otro hombre,/ diferente a otro igual”. Es que, más allá de que todos siempre hablen de sí mismos, este libro representa un momento muy personal, muy íntimo en la vida de Goijman, que refiere a la pérdida de su audición.
El título del libro es una metáfora perfecta del drama que lo sobrevuela. Una oreja que no escucha puede ser estéticamente útil, pero no representa la esencia vital. Un remo de cartón es un remo, pero en el agua se disolvería y sería algo inútil, sin función.
El libro se divide en siete partes que abarcan el último año de su sordera y comienzan con un amor en Chile, al que sigue el proceso de adaptación en que la vista reemplaza al oído y hasta el tacto vibra como un tímpano en el momento del amor. Nos dice: “todo comienzo genera un límite/ y lo rompe”.
Hay momentos de reflexión política en ese exilio sonoro; lo erótico es plasmado de la manera más sublime. Directo y metafórico, salvaje y culto; contradictorio, como lo es el hombre.
Luego de lamentar: “No más música, ni grandes charlas/ ni voces o gemidos”, la esperanza lo cubre todo, y se hace realidad.

De amor y de hambre

De amor y de hambre
Julian Maclaren Ross
La Bestia Equilátera, 2018
Novela, 320 pp.

por Rubén Sacchi

Pasé mi adolescencia y juventud entre las convulsionadas décadas de los 60 y 70 signadas, entre otros hechos, por la guerra de Vietnam. Entonces, era famoso un cartel del viejo Tío Sam con cara de pirata, que señalaba a cámara y rezaba: “I want you for U.S. Army”. Como mucho en su apócrifa imaginación, no era una invención yankee, su inspiración la aportó el ilustrador Alfred Leete medio siglo atrás, cuando, con la leyenda “Your country needs you” retrató al Secretario de Estado de la Guerra británico, reclutando en septiembre del 14 para la Primera Gran Guerra en idéntica actitud. Desastre y propaganda se repetirían 25 años más tarde con otra confrontación internacional.
Este dato nos pone en contexto. Los años de la depresión, la desocupación creciente y los primeros cimbronazos de un capitalismo que, muy joven, ya mostraba su seria ineficacia para sostener sin balas un estado de cosas.
Maclaren Ross sabe de lo que habla. El protagonista es un vendedor de aspiradoras, endeudado y de vida azarosa, características que acompañaron en vida al autor. Reparte su tiempo entre demostraciones domiciliarias y la compañía de la esposa de un amigo, empleado a bordo de un mercante, que lo ausenta por un buen tiempo.
En medio de la aventura cotidiana, esgrime posiciones filosóficas acerca de la vida y va desgranando una crítica a la sociedad de su época, no muy diferente de la actual. Con definiciones como “la escuela privada enseña a no pensar”, muestra la yuxtaposición de dos mundos que conviven en permanente tensión, esos que habitan las diferentes clases sociales.

Tabaco

Tabaco
Jeanette Lococo
Hojas del sur, 2018
Novela, 224 pp.

por Rubén Sacchi

Al comienzo de la novela el personaje, un piloto aeronáutico expulsado de la línea donde navegaba, se pregunta “si uno vive toda una vida nada más que para justificar unos pocos momentos en los que pasa todo lo que la define”. Eso a lo que alude es el amor, pero no el amor en su expresión vulgar, sino ese otro, prohibido, contradictorio, inabarcable, al que muy pocos se animan.
El fondo en el que los protagonistas se mueven es el del contrabando. Un mundo con sus propios códigos y sus vicisitudes que obedece a múltiples variables que pasan por los vaivenes económicos, políticos y morales, temáticas que Lococo trabaja con soltura, aportando una profusa información de lugares y situaciones tan diversos que sugieren un tremendo trabajo de campo y gran conocimiento de la materia, hecho que confiere solidez a la obra. La ruta del tabaco es una parábola con su auge y decadencia, análoga a la relación que obsesiona al protagonista.
Estructurada como un raconto, el piloto va plasmando recuerdos con cierta morosidad de la memoria, en la que no confía: “Ahora, al recordarlo, tal vez le estoy prestando palabras que acaso no fueron las que ella dijo”. Hay algo de psicoterapia en el relato, con un personaje que ocupa, a la vez, el lugar del profesional y del paciente.
Mientras reflexiona que “el dolor emocional puede tener el tremendo filo del dolor físico”, pone en palabras la clave de esta tan atrapante como íntima historia: “En la vida hay algunas encrucijadas que definen el rumbo que va a tomar nuestro destino”, eso lo empuja a considerar la enorme distancia entre las posibilidades de tener que, deber y querer hacer. En eso, se juega la felicidad.

Tercer Festival de Poesía Política

Tercer Festival de Poesía Política
Centro Cultural Pepa Noia
Brasil 444, CABA

por Rubén Sacchi

El viernes 5 de abril se llevó a cabo, en el Centro Cultural Pepa Noia, el Tercer Festival de Poesía Política, que en sus dos capítulos anteriores tuvo como escenario el célebre Palacio El Victorial, hoy devenido Centro Cultural Padre Mugica.

"Porque sin poesía no hay batalla cultural y desde la diversidad y la pluralidad ideológica y política, las poetas y los poetas decimos presente, para crear conciencia y alegría, y enfrentar, desde ese lugar de la palabra y la cultura, a los monstruos del neoliberalismo que hoy asolan nuestra patria". Con estas palabras se definió el caracter del evento, que nucleó a los reconocidos poetas Hilda Guerra, Patricia Berho, Gloria Arcuschin, María Rosa Montes, Stella Matute, Paula Giménez España, Luis Tedesco, Luis Bacigalupo, Rubén Sacchi, Carmen Iriondo, Alejandro Méndez, Javier Galarza y Claudia Schvartz. La performer Marcela Brito y el músico Andrés Chañar, matizaron la velada.

El poeta Eduardo Silveyra ofició de presentador y realizó la apertura con un emotivo trabajo, en memoria de Maximiliano Taddeo, trabajador estatal suicidado en el Ministerio de Agroindustria, luego de ser incluido en una lista masiva de despidos. Desde el blog, queremos sumarnos al homenaje reproduciendo esos versos:

EL MUERTO DICE:

El hilo se corta por lo más delgado,
si a la vida la acucian con deudas impagas,
trabajos cesados
y las cruciales desesperaciones
que alimentan la voracidad del insomnio.
El muerto desvela con la soga al cuello:
Las amenazas latentes del jefe corrupto
y a las horas marchitas
vividas bajo el inmenso cielo desolado,
vacías y apretadas como la casilla de un archivo Excel.
La vida, entonces, amigo, amiga,
se columpia colgada de una rama.
Y el viento arrastra bajo los pies tiesos,
de Maximiliano Taddeo,
a la humedad del rocío,
a las voces azoradas,
a los llantos intrusos,
a la mudez del ministro,
a la complicidad del funcionario,
al discurso asesino de reducción del gasto público
y a las cifras económicas del futuro escuálido,
fabricado con pobres y miseria.
Todo eso se arrastra y vibra,
bajo los pies del muerto,
y en la sombra derramada sobre la hierba,
como la violenta levedad de una semilla.
Y así, se vive o se muere,
bajo la luz del día o sobre la noche negra,
en este tiempo atroz,
gobernado por monstruos de inusitada elegancia,
donde la vida vale todo o vale nada.
Como en la cara o cruz de una moneda.

Eduardo Silveyra: Poeta y escritor. Nacido en Uruguay en 1955; reside en Buenos Aires desde 1973. Publicó: Ave fénix, en 1986; Poema del pez amarillo, en 2004 y las novelas Esta puta memoria, en 2009; El baile de la yegua, en 2017 y El agua ardiente, en 2018. Colabora como periodista en distintos medios y es integrante de la Usina del Pensamiento Nacional y Popular.

Muerte accidental de un anarquista

Muerte accidental de un anarquista
de Dario Fo (Versión: Alfredo Zemma)
Teatro El Tinglado
Mario Bravo 948, CABA
viernes a las 22:15 hs.

por Rubén Sacchi

Si hay frases célebres que se arraigan en la cultura popular, una de ellas es, sin dudas, “que parezca un accidente”. Ha sido objeto de bromas de todo calibre, tituló un film del español Gerardo Herrero y hasta nombró un micro de Roberto Pettinato que emitía la señal TN a medianoche. Pero su historia, sin un origen cierto, la adjudica a la mafia, a esas organizaciones que actúan fuera de la ley y que persiguen que sus delitos no sean evidentes.




Claro que cualquier organización que monopolice la violencia encontrará en “un accidente” la coartada perfecta para su accionar; también las fuerzas represivas estatales. De esa manera, Santiago Maldonado murió ahogado en el río Chubut, el joven de casi dos metros Matías Pena, se ahorcó con su propia remera de un ventiluz colocado a 50 cm en una comisaría de Lanús y el ferroviario anarquista Giuseppe Pinelli cayó por una ventana del cuarto piso de la Jefatura de Policía de Milán.

En este último “accidente”, se basó Darío Fo para denunciar el salvaje accionar policial y los escenarios que pueden llegar a ser montados en aras de mantener el status quo de una sociedad signada por la desigualdad. La utilización de infiltrados paraestatales es la herramienta habitual con la que los gobiernos generan el caos y el necesario consenso social que justifique cualquier medida para volver al anterior equilibrio aparente. En ese proceso, los elementos revolucionarios y progresistas son perseguidos y combatidos, muchas veces hasta el exterminio.

La versión pone blanco sobre negro en cuanto al accionar policial y retrata con mucho humor qué puede pasar cuando un elemento transversal pone en riesgo un andamiaje tan rígido. El control absoluto que da la impunidad avalada por la Justicia, tan común en nuestros días, se ve jaqueado por la presencia inesperada de un supuesto loco que, como justiciero solitario, desmorona la estructura de ignominia que protege el crimen.

Fo fue básicamente un comediante, esa característica le permite abordar los temas más dramáticos con la necesaria cuota de humor que modere la angustia que generan. Provocador en extremo, arremetió contra los pilares del estado burgués, sufriendo graves represalias, lo que no le impidió mantener una línea de conducta coherente y ser coronado con el premio Nobel.

El trabajo de Leonardo Prestia es para destacar. Una puesta precisa que mantiene la tensión y la hilaridad en equilibrio permanente. La buena resolución escenográfica y de vestuario dan solidez a la obra que se desarrolla con natural fluidez. El elenco es impecable. No se observan baches de actuación y la suma de las partes compone un todo armónico y magistral. Es de resaltar el dominio del parlamento y la dinámica de cuadro de los actores, lo que habla de largas horas de ensayo y buen trabajo de equipo. En definitiva, una pieza muy recomendable en la que el espectador disfruta de cada uno de sus 75 minutos de duración.


Elenco:

Gaston Padovan: el loco
Carlos Scrilatti: comisario Bertozzo
Gustavo Ingilde: agente de policía
Adrian Molteni: comisario Spadafora
Gerardo Baamonde: jefe de policía
Valeria de Luque: periodista

Equipo:

Escenografía: Ivan Salvioli
Realización de escenografía: Sergio Bottarro
Vestuario: Cecilia Carini
Diseño de luces: Mariano Alejo Bruno
Fotografía: Claudio Margolín
Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia
Prensa & comunicación: Alfredo Monserrat
Comunity manager: Gastón Rivarola
Asistente de producción: Natalia Gauna
Producción ejecutiva: Valeria de Luque
Producción general: Gastón Padovan
Dirección musical: Martin Bianchedi
Asistente de dirección: Oscar Laricchia
Dirección general: Leonardo Prestia