Muerte accidental de un anarquista
de Dario Fo
(Versión: Alfredo Zemma)
Teatro El
Tinglado
Mario Bravo 948, CABA
viernes a las 22:15 hs.
por Rubén Sacchi
Si hay frases célebres que se arraigan
en la cultura popular, una de ellas es, sin dudas, “que parezca un
accidente”. Ha sido objeto de bromas de todo calibre, tituló un film del
español Gerardo Herrero y hasta nombró un micro de Roberto Pettinato que emitía
la señal TN a medianoche. Pero su historia, sin un origen cierto, la adjudica a
la mafia, a esas organizaciones que actúan fuera de la ley y que persiguen que
sus delitos no sean evidentes.
Claro que cualquier organización que
monopolice la violencia encontrará en “un accidente” la coartada
perfecta para su accionar; también las fuerzas represivas estatales. De esa
manera, Santiago Maldonado murió ahogado en el río Chubut, el joven de casi dos
metros Matías Pena, se ahorcó con su propia remera de un ventiluz colocado a 50 cm en una comisaría de
Lanús y el ferroviario anarquista Giuseppe Pinelli cayó por una ventana del
cuarto piso de la Jefatura de Policía de Milán.
En este último “accidente”, se
basó Darío Fo para denunciar el salvaje accionar policial y los escenarios que
pueden llegar a ser montados en aras de mantener el status quo de una sociedad
signada por la desigualdad. La utilización de infiltrados paraestatales es la
herramienta habitual con la que los gobiernos generan el caos y el necesario
consenso social que justifique cualquier medida para volver al anterior
equilibrio aparente. En ese proceso, los elementos revolucionarios y
progresistas son perseguidos y combatidos, muchas veces hasta el exterminio.
La versión pone blanco sobre negro en
cuanto al accionar policial y retrata con mucho humor qué puede pasar cuando un
elemento transversal pone en riesgo un andamiaje tan rígido. El control
absoluto que da la impunidad avalada por la Justicia, tan común en nuestros
días, se ve jaqueado por la presencia inesperada de un supuesto loco que, como
justiciero solitario, desmorona la estructura de ignominia que protege el
crimen.
Fo fue básicamente un comediante, esa
característica le permite abordar los temas más dramáticos con la necesaria
cuota de humor que modere la angustia que generan. Provocador en extremo,
arremetió contra los pilares del estado burgués, sufriendo graves represalias,
lo que no le impidió mantener una línea de conducta coherente y ser coronado
con el premio Nobel.
El trabajo de Leonardo Prestia es para
destacar. Una puesta precisa que mantiene la tensión y la hilaridad en equilibrio
permanente. La buena resolución escenográfica y de vestuario dan solidez a la
obra que se desarrolla con natural fluidez. El elenco es impecable. No se
observan baches de actuación y la suma de las partes compone un todo armónico y
magistral. Es de resaltar el dominio del parlamento y la dinámica de cuadro de
los actores, lo que habla de largas horas de ensayo y buen trabajo de equipo.
En definitiva, una pieza muy recomendable en la que el espectador disfruta de
cada uno de sus 75 minutos de duración.
Elenco:
Gaston Padovan: el loco
Carlos Scrilatti: comisario Bertozzo
Gustavo Ingilde: agente de policía
Adrian Molteni: comisario Spadafora
Gerardo Baamonde: jefe de policía
Valeria de Luque: periodista
Equipo:
Escenografía: Ivan Salvioli
Realización de
escenografía: Sergio Bottarro
Vestuario: Cecilia Carini
Diseño de luces: Mariano Alejo Bruno
Fotografía: Claudio Margolín
Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia
Prensa
& comunicación:
Alfredo Monserrat
Comunity manager: Gastón Rivarola
Asistente de producción: Natalia Gauna
Producción ejecutiva: Valeria de Luque
Producción general: Gastón Padovan
Dirección musical: Martin Bianchedi
Asistente de dirección: Oscar Laricchia
Dirección general: Leonardo Prestia
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