Bicho de luz

Bicho de luz
Jorge Dana
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 272 pp.

 por Rubén Sacchi

El novel autor de este volumen es cineasta. Su debut en el papel, sin embargo, debe sustentarse en una larga historia de guiones que le han
dado a su pluma la suficiente ductilidad para plasmar esta historia.
El trabajo, no deja de nutrirse de aquella disciplina. No ya en las fotografías que, como storyboard, acompañan estas páginas, sino que se evidencia en la minuciosidad de las descripciones, algo que convierte este libro en una obra cuasi visual.
Jorge Dana escribe su biografía. Lo hace como un racconto de su vida. Por allí desfilan personajes que lo marcaron y situaciones entrañables. Para quienes cargamos unos cuantos años, es inevitable conmovernos con esa pelota de goma, marca Pulpo, que solía colgar en bolsas de redecillas en los escaparates de quioscos y librerías y que comprábamos en grupo, rascando monedas del fondo de nuestros magros bolsillos.
Una ópera prima de buen nivel, de gran atractivo para los amantes del cine y el fútbol, máxime si de hinchas de San Lorenzo se habla, pero también ofrece una prosa cuidada, fresca y precisa, quizás debido a las sutilezas que los cineastas logran hacer con el montaje.

Los arrecifes de coral

Los arrecifes de coral
Horacio Quiroga
Editorial Punto de encuentro, 2012
Poesía, 136 pp.

por Rubén Sacchi

Horacio Quiroga es uno de esos autores reeditados hasta el cansancio. Sus obras se incluyen en variadas colecciones de literatura, ya sean argentinas, uruguayas o latinoamericanas. También fue traducido a diferentes idiomas y llevado al cine. Este caso es diferente. La edición que nos ocupa rescata una faceta poco conocida del gran escritor: la de poeta.
La obra solo vio la luz en dos momentos: en 1901, año de su primera edición dedicada a Leopoldo Lugones y en 1943, única reedición realizada en Uruguay. Con pésima recepción de la crítica, salvo honrosas excepciones, el libro quedó en el olvido.
Por fortuna, con estudios de Gito Minore y Stella Calloni, hoy accedemos a esta reimpresión, que viene a cubrir un bache inexplicable en el quehacer editorial.
El escritor Pedro Orgambide, su biógrafo, escribó que “la poesía fue para Quiroga un refugio, no una morada; un refugio demasiado frágil para albergar su vida”. Esas palabras encierran solo parte de la verdad, porque en realidad en la literatura no encontró su morada, como tampoco la halló en la locura o el ostracismo, por eso buscó más allá.

Cálculo y presentimiento

Cálculo y presentimiento
Silvia López
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 192 pp.

por Rubén Sacchi

Una vieja casona de estilo Tudor sobre la calle Bonorino, en el barrio de Flores es el marco que Silvia López elige para desarrollar su novela, un thriller que se mezcla con el grotesco de manera equilibrada, desdramatizando situaciones que de otra manera resultarían terribles.
Relata la historia de una pareja de diferente extracción social que, sin puntos en común, deciden el matrimonio. Ella, de la rancia oligarquía de Martínez y él, miembro de una familia de la burguesía acomodada añorante, quizás, de mejores épocas, que se dedica al arte de fabricar y restaurar muñecas.
Las costumbres vulgares del marido -y de su círculo de amigos- incluyen extrañas salidas nocturnas, con sus manos enfundadas en guantes grises. Lo que podría parecer una aventura, se va mostrando de una manera macabra en su realidad.
Con un estilo trabajado, va tejiendo diferentes líneas narrativas con la incorporación de nuevos personajes, que no hacen más que atizar la hoguera que enciende la curiosidad del lector.
Interesante trama, donde nada es como se muestra y una sucesión de engaños, nos conduce hasta el final.

Virgencita de los muertos

Virgencita de los muertos
Nicolás Correa
Libros de la Talita Dorada, 2012
Poesía, 44 pp.

por Rubén Sacchi

Nicolás Correa es un joven narrador que viene haciendo surco desde hace unos años. De ese trabajo febril, tres brotes fructificaron en sendos libros de cuentos. Este, su primera entrega en el género, lejos de apartarlo de ese camino, no hace más que ir consolidándolo como un escritor versátil, que pone el cuerpo donde hay que ponerlo y, para ello, busca la manera expresiva que considera más apropiada.
Los poemas muestran a un observador que, desde el purgatorio de la infancia, ve transcurrir un tiempo suave, al que inevitablemente sucederá “...la vida/ ese dolor” y ese planteo se corresponde con la dedicatoria: “A Candela”, la niña de Hurlingham salvajemente asesinada un año atrás sin que haya un sólo culpable preso y un estado que, a veces, en su solemnidad, excluye: “entre tanto ruido de himno/ te caíste de la bandera”.
Virgencita de los muertos exorciza la vida humilde de tanto dolor “hoy vamos a enterrar a nuestros muertos/ que dejen de estar/ el sueño de muertos que le han confinado” porque “el olor a polvo de la tierra calle/ lo único que lo calla es la lluvia” y “la insoportable magia de los hombres/ cae con el manto negro de plástico”.

Gira la noche

Gira la noche
Lucía Mazzinghi
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 200 pp.

por Rubén Sacchi

Pocos títulos explicitan el contenido de una obra como el que nos ocupa. En estas páginas, la vuelta completa de una semana incluye otras rotaciones: ¿gira la noche o el día? ¿o lo que gira es la tierra y todas nuestras vidas dan vueltas asumiéndose como metáfora de ese movimiento cósmico?
Lucía Mazzinghi juega con el lenguaje, gira con las palabras: “Amén. Amen. Amense los unos a los otros...”, despliega un arte de asociaciones expresivas que llevan a una situación lúdica donde el drama está latente.
En la historia, gira la vida de Carmelo, un músico bohemio que se mantiene fiel a sus postulados de vida y, a su alrededor, giran un sinfín de personajes y situaciones en el pago chico de San Telmo y aledaños.
Todo se sucede en la semana de carnaval y la atmósfera está preñada de la magia propia de la celebración. El tiempo del relato se altera, imbuído en “ese terreno salvaje que es la memoria”.
Compuesta mayormente de imágenes, permanentes postales que grafican la escena donde se desarrolla, la acción nos inunda de magia, dejando claro que “los fantasmas no siempre se desvanecen con la luz del sol”.

En este nombre y en este cuerpo

En este nombre y en este cuerpo
Eugenia Cabral
Babel Editorial, 2012
Poesía, 60 pp.

por Rubén Sacchi

Através de los poemas, Eugenia Cabral exhibe un tratado erótico basado en supuestos libros ancestrales
que versan sobre el arte de amar y ser amado.
A través de los versos, pone el cuerpo en una erótica que raya lo mitológico. Una especie de Kamasutra poético que propone, en un cuidado lenguaje de época, los placeres más delicados del sexo.
Como una experimentada Afrodita, delinea las sutilezas de la carne, pero lo hace desde lo más profundo del alma, que es la lírica. Desde esa mirada se hace cargo personal de la vivencia y la ubica de manera personalísima.
Estos escritos, que intentan una antigüedad tal que los plantea como códices, comienzan con el concepto de ars erótica, tan estudiado por Michael Foucault, para culminar en el poema Domus aurea, que recuerda el recinto exótico erigido por Nerón, aquel considerado por la historia como el emperador de los excesos.
Dice Víctor Redondo: “la autora atestigua, interroga, examina y deja entre poema y poema el lapso oportuno para reflexionar sobre lo leído”, imprescindible actitud para la libre elaboración de nuestras subjetividades.

Se fue con su padre

Se fue con su padre
de Luis Cano
Teatro San Martín
Sala Cunill Cabanellas
Avda. Corrientes 1530, C.A.B.A.
Miércoles a sábados, 21:00 Domingos, 20:00
Duración: 75'

por Rubén Sacchi

Un paraje alejado en algún lugar de la costa. Un pueblo chico que inevitablemente encierra un infierno grande. Secretos y mentiras que se guardan a medias en un lugar donde, por el hecho de repetirse, todo se torna evidente. En el tema La lección del viajero, que cantaba Litto Nebbia, Mirtha Defilpo escribía: "El viajero me dijo que la boca se rompe si uno come palabras. Todo nuevo refugio es una antigua trampa”, y así, a fuerza de callar, la historia se construye en una jaula, como la que encierra a las cotorras, la silla colgante que usa la Hija, que pareciera tener barrotes y otros elementos de la escenografía que, más allá del clima opresivo general, transmiten la idea de encierro.
Se fue con su padre trata de la identidad pero fundamentalmente de la apropiación y, aunque ambientada en 1920, es inevitable establecer un vínculo con nuestro pasado reciente. En un juego esquizofrénico, el apropiador proteje la posesión hasta el crimen aunque, en contrapartida, castiga lo apropiado como reflejo de una absoluta ignominia.


La historia transcurre en un establo pero, a diferencia del mítico pesebre, nada hay de celestial en el comportamiento de seres embrutecidos por la miseria, lejos de cualquier redención que no sea la locura o la muerte.
La obra no tiene desperdicio. Cuatro actrices impecables atraviesan el drama de la vida evidenciando gran maestría, con una María Eugenia López excelente en sus alteraciones de ánimo e impostación de voz. El trabajo de marcación y el despliegue en escena logran un aprovechamiento del espacio que mantiene la atención en cada punto, absorben al espectador.
Las luces y el sonido no van en zaga y trabajan reforzando la carga argumental. La escenografía se muestra muy lograda en ambientación e incluye una tormenta real que le da un toque distintivo impactando en la participación del espectador. En síntesis: un hermoso libro y una puesta bien lograda.

















Elenco:
Hija: María Eugenia López 
Tía: Elida Schinocca
Madre: Mercedes Fraile
Madia hermana: Lola Banfi

Equipo:
Coordinación de producción: Macarena Mauriño
Asistencia de dirección: María Leiva y Juan Quiroga Lavié
Asistencia de escenografía y Vestuario: Agustina Filipini
Asistencia artística: Mailen Niño
Supervisión de voces: Tian Brass
Supervisión de movimiento: Luciana Acuña
Diseño sonoro y música original: Pablo Bronzini
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Vestuario y Escenografía: Cecilia Zuvialde
Dramaturgia: Luis Cano
Dirección: Lorena Ballestrero