Las ciudades de la furia

Las ciudades de la furia
Luis Benítez
Moglia Ediciones, 2016
Cuento, 120 pp.

por Rubén Sacchi

Cuando hablamos de Las ciudades de la furia, inmediatamente pensamos en las gigantes e impersonales urbes que se erigen idénticas más allá de la geografía que las contenga y que atraviesan paisajes y humanidades con igual desprecio, pero no es este el caso. El libro habla de otras construcciones, más privadas e interiores, ajenas a lo edilicio que las contenga, sea ya la gran ciudad, el suburbio o un pueblito de referencia olvidada en los datos de catastro.
Benítez, con fino trazo, describe esos escenarios habitados de personajes que conviven con sus propios fantasmas y deseos. Instala atmósferas espesas, opacas, como la de Hola, Darcy; atraviesa la candidez de quien cree que, en un sistema más salvaje que la jungla, carente de reglas perdurables, el trabajo puede asegurar el futuro, en el cuento Los buenos, y llega hasta la cristalina y tierna página de El geko, un fresco de la niñez que aplaca, con su fantasía, la sordidez y crueldad de otros relatos, como La radio roja, tremendo manifiesto de denuncia social.
Hay un evidente rechazo a lo políticamente correcto. Lejos de idealizar la condición de discapacidad, la coloca en un plano de igualdad junto a la plenitud y desnuda los actos de perversión que tanto un enano como un ciego pueden pergeñar, sin envidia de aquellos cuyas aptitudes son tomadas por normales por las consideraciones sociales reinantes.
Las historias deslizan textos profundamente reflexivos, así el detective privado razona “la demencia era aquello: seguir una pista falsa que lleva lejos de uno mismo hasta que desaparece a nuestras espaldas el camino de regreso”; o el sobrino del tío Edmond, sentencia: “La vejez nos hace recordar a los tantos hombres que no fuimos –los que postergamos para ser aquél que todos conocieron-…”, para agregar más tarde “La historia, todas las historias de los hombres, son sólo la cáscara de motivos secretos”, inserta en un párrafo sin desperdicio, impecable y propio de un digesto filosófico que pone en evidencia al poeta humanista, al observador crítico de la especie que hay detrás de las ficciones.
El libro debe leerse con la naturalidad que propicia el protagonista de El coleccionista, olvidando que algún día habrá de morir “para dejar fluir el poderoso mar de las ideas, otra de las formas de la eternidad”.

Eva Perón resucitada

Eva Perón resucitada
de Vicente Zito Lema
Museo IMPA
Querandíes 4290, CABA

por María Antonacci García

“¿Desde dónde hablar de Eva?”, se pregunta el relator-poeta-Vicente, “¿desde la frágil muchacha del cabello suelto que embiste hasta que un buitre le clava su pico entre los ojos? ¿desde la mansa plaza de su pueblo?” Porque eso fue ella: una frágil muchacha de pueblo con el cabello suelto como sus sueños. “¿Desde dónde hablar de Eva? ¿desde el amor del que tanto hablaba? ¿de qué amor? ¿el amor de los cuerpos de la pobreza? ¿de los cuerpos humillados, prostituidos… porque todo en la vida es así…? ¿el amor que se frustra y engendra rencor? ¿ese pájaro perverso que se cuela en el alma y no se va? ” Porque ella sabía de amor y de rencor como hija bastarda en una sociedad que, en lugar de juzgar al hombre hipócrita que lleva doble vida juzga a los inocentes y les hace pagar culpas ajenas “¿Desde el poder que tuvo y dejó escapar? ¿desde la revolución que igual soñó y también se fue?” Porque ella fue todo eso, una muchacha frágil que encontró su destino en Buenos Aires, que creció hasta hacerse gigante y convertirse en abanderada de los humillados, de los que eran menos que nada para los poderosos, para reivindicarlos y reivindicarse. Esta Eva que trae Vicente Zito Lema es la que resucita en cada injusticia, en cada dolor que soportan los de abajo, los descamisados, sus grasitas.
Entrando a Impa el impacto es fuerte, cada recoveco de la fábrica, en el camino a la sala donde se lleva a cabo la obra, tiene fotos de Eva, en el suelo, apoyadas en las columnas, con velas encendidas a su alrededor, más que para recordarla como santa (como algunos la nombran) para mantener viva la llama de su espíritu sediento de justicia.


No es casual que Eva Perón Resucitada se presente en una fábrica recuperada y en estos tiempos. Entre maquinaria en desuso, ella dice, grita, jura “con los dedos en cruz sobre mis labios igual que de niña: hasta el fin de la pobreza seguiré alerta con mi espada… ¡que el cielo me asista!” Por eso, la poesía de Zito Lema se hace presente justamente allí, para impedir el olvido, como dicen los trabajadores de la empresa, “frente a estos tiempos duros para los pueblos del mundo y el nuestro en particular, donde solo se podrá salir si entre todos asumimos el compromiso y la entrega que Evita tuvo con su pueblo”.

Excelente es la actuación de Nara Carreira, que emociona profundamente en el difícil papel de recordar a la abanderada de los humildes, en el que no cabe buscar la imitación sino una gran elaboración interior. El coro de mujeres, como en una tragedia griega, se destaca tanto en la textura dramática como en las maravillosas voces de sus integrantes, al igual que la música en vivo de Thono Báez, en brillante acompañamiento a la obra.

Ficha técnica

Libro y dirección: Vicente Zito Lema
Actuación:  Nara Carreira y Vicente Zito Lema
Dirección de coro: Josefina Lamarre
Asistente de dirección: Alan Robinson
Músico en vivo: Thono Báez
Sonido y proyecciones: Daniel Malnati
Iluminación: Sergio Iriarte, Gianni Foschiatti
Vestuario: Gina Peiretti
Filmación: Ricardo V. Muhlenbrock
Producción: Regine Bergmeijer, Daniela Sánchez
Prensa: Federico Frau Barros, Facundo Moro, Juan Mineldin
Facebook: evaperonresucitada

Las dos en punto

Las dos en punto
de Walther Sánchez Rodríguez
Auditorio Kraft
Florida 681, CABA

por María Antonacci García
 
Para los argentinos que descendemos de inmigrantes europeos, la historia de sus tierras nos llega muy de cerca, y sus luchas y sufrimientos nos duelen en carne propia. Cuántos de nuestros abuelos llegaron después de un penoso viaje escapando del hambre y la miseria, o tal vez perseguidos por ideales diferentes a los de aquellos que detentaban el poder en su país. Algunos pudieron huir y venir a ganarse el pan, no sin enormes sacrificios, a América. Otros, en cambio, víctimas de la violencia política, sufrieron la persecución, el tormento físico, el hambre y el desprecio en su suelo natal. Tal el caso de la familia española, oriunda de Galicia, Fandiño Ricart, cuyos hijos mayores eran militantes anarquistas y, luego de la toma del poder por Francisco Franco, fueron encarcelados y torturados. Pero no menos terrible fue lo que les sucedió a las hermanas, Maruxa y Coralia, que vivían en el hogar paterno y sufrieron su violencia simplemente por el lazo familiar que las unía a ellos pero también por ser mujeres, en una época en que la iglesia enseñoreaba sus valores machistas y dejaba para el género femenino las tareas domésticas y el culto religioso, castigando duramente a las que osaran transgredir las normas. La irrupción en la casa a cualquier hora de la noche por parte de las huestes falangistas, los golpes y las violaciones fueron moneda corriente para las dos. El miedo logró que los vecinos dejaran de relacionarse con ellas, quienes envejecieron solas y en la miseria. Pero, como la vida continuaba, encontraron en la locura la forma de defenderse y rebelarse. En la oscuridad de la España franquista, ellas se vestían de vivos colores y salían a las dos en punto a la plaza del pueblo para piropear a los estudiantes universitarios.

Al comenzar la obra, Zapatones, el mítico peregrino gallego, introduce la historia y, de manera poética, la pone en contexto; reaparece otras veces acompañando la transformación de las hermanas, desde su juventud, cuando trabajaban en la costura, hasta su fuga hacia la locura y la libertad.

Pese a la dramaticidad de la historia, la obra es fresca porque no asesta golpes bajos y muestra a las protagonistas con una mezcla de ternura e inocencia, aunque el final nos arranque lágrimas. La dramaturgia no esconde el oscurantismo del momento en la península ibérica, revelándolo sutilmente en el cambio operado en las Fandiño. Las actuaciones demuestran una gran ductilidad, con un vasto trabajo interior de las actrices, sacando a la luz la decisión y el coraje para resistir la dureza de sus vidas, sin caer en estereotipos. Muy buena y sencilla la puesta que dice lo necesario dejando el lucimiento a los actores. El vestuario, acertado, recuerda la estatua erigida en su recuerdo en la plaza de su pueblo natal. Un espectáculo necesario para mantener viva la memoria colectiva.

Elenco:

Maruxa Fandiño Ricart: Marcela Fernández Señor
Coralia Fandiño Ricart: Liliana Olmo
Peregrino: Walther Sánchez Rodríguez

Equipo:

Dramaturgia: Walther Sánchez Rodríguez
Colaboración Artística: Marisa Villar
Vestuario y Escenografía: Lucía Trebisacce
Diseño de Iluminación: Débora Ruiz y Lucía Trebisacce
Asesoría en Maquillaje: Mercedes Lagunas
Música: Xeito Novo
Fotografía: Joaquín Amoia
Video: Pamela Fadiga
Diseño gráfico: Florencia Pignataro
Producción: Verónica Torres Bugallo
Dirección: Débora Ruiz

Antes del encuentro feroz

Antes del encuentro feroz
Agustina María Bazterrica
Alción Editora, 2016
Cuento, 188 pp.

por Rubén Sacchi

Es sábado. Pasada la medianoche me sumerjo en el libro de Bazterrica. A mi lado mi mujer, que bajo una lluvia torrencial participó en un homenaje a su compañera detenida-desaparecida Marie Anne Erize, revisa su postergado facebook. La oigo putear. La interrogo.En sus palabras se entremezclan el maltrato a un pobre potrillo -explotado y sin leyes laborales a las que apelar- con la reciente ley prohibitiva de las carreras de galgos. Yo estoy leyendo el cuento Sonido y una frase, por repetida, retumba en mi cabeza en toda su universalidad: “La maldad del ser humano no tiene límites”; y veo como ese pensamiento puede abarcar desde el accionar de un genocida hasta el maltrato animal. La historia, un pequeño compendio se subjetividad y paranoia, podría no ser más que eso, sin embargo, unas líneas hacia atrás, bajo el título Lobo, deja claro que “cada uno de nosotros es un lobo que, con una eternidad exquisita, devora al otro”. Toda una posición tomada.
Al igual que en su novela Matar a la niña, la autora apela a la fantasía como herramienta metafórica de la realidad, lo que resulta ser un buen artilugio para suavizar todo lo que de cruel la impregna.
El cuento corto, estilo del volumen, posee la particularidad de que, en ese breve espacio, se desarrolle todo el proceso narrativo y en esa misma característica radica su desafío, máxime si los textos están cargados de una buena dosis de dramatismo. Antes del encuentro feroz reúne cuentos voraces, no hay finales felices ni situaciones placenteras porque, si existen, proceden de hechos truculentos, tortuosos pero que cierta esperanza, o quizás morbosidad, invitan a leer hasta el final.

Muerte en las calles de Buenos Ayres

Muerte en las calles de Buenos Ayres
Jorge A. Colombo
Grupo Editor Latinoamericano, 2015
Novela, 208 pp.

por Rubén Sacchi

En una nota previa, el autor confiesa su deseo para con esta historia. Propone al lector “salir por un instante de las urgencias de una urbanidad actual a menudo agobiante y con una memoria urbana mutilada”. Y para ello él se propone trasladarnos a esa otra Buenos Aires, la colonial, con un ritmo más lento pero con otro tipo de ebulliciones.
El encargado de guiarnos en esas peripecias vuelve a ser Jorge Ferrari, quizás un alter ego del autor, devenido viajero del tiempo. Aventuras de un porteño en tiempos de la colonia, El oráculo de la recova o La logia de los anillos de amatista, son algunos de los títulos que años atrás nos introdujeron en las aventuras de este intrépido personaje que se traslada a través de los pozos de descartes -vaciaderos de desechos de antaño- que fueron recuperados en la actualidad, en algunos solares, por arqueólogos urbanos.
Con un pantallazo de la primera invasión inglesa y la rendición de nuestra soberanía de manos de las autoridades virreinales, hace pie en la visita a la ciudadela del anatomista alemán Franz Gall, creador de la frenología, una de las tantas teorías que intentaban relacionar la morfología humana con la predisposición al delito, una especie de antecedente del positivismo criminológico, creado por Césare Lombroso y sostenido por Ferri y Garófalo, todos profesionales italianos.
A esta altura, la serie propuesta por Colombo constituye una suerte de saga que puede apuntar no sólo al público adulto, sino que se evidencia apropiada para la franja etaria juvenil, pues las historias, además de resultar entretenidas, acercan al lector a un escenario propio y a personajes que construyeron la Patria que habitamos, sin necesidad de acudir a héroes de otras latitudes.

Zona caliente

Zona caliente
Charles Williams
La Bestia Equilátera, 2016
Novela, 272 pp.

por Rubén Sacchi

En 1991, el director de animación Bill Plympton creó, para su película The Tune, una secuencia en la que un aspirante a compositor termina en un bar de mala muerte lamentando sus pérdidas. Allí, un negro, bajo el interrogante “¿querés saber lo qué es perder?” le canta No nose blues, afligido por la pérdida de su nariz. Esa frase bien podría ser de Harry Madox, protagonista de Zona Caliente quien, queriendo abrazar el Paraíso, se va hundiendo cada vez más en el Infierno.
La novela expone la mejor tradición del policial negro, donde el crimen en sí mismo es sólo el escenario en el que los personajes se mueven y lo que realmente interesa, y relata la historia, es lo que acontece en sus vidas y los motivos que motorizan sus acciones, como en todo ser humano: no siempre evidentes, no siempre puros ni transparentes.
Hay un manejo interesante de varias líneas de conflicto, que se desarrollan de manera alterna y crean una tensión permanente desde el inicio del relato. Nunca un momento de relativa calma transcurre sin esbozar un clima de zozobra, aunque puede no ser explícito, ya que muchas veces es trabajado con anterioridad y persiste en la mente del lector.
Nada falta en esta receta magistral. Mujeres enamoradas, chantajes, robos y asesinatos.Engaños y policías duros. Tampoco un hombre que, con un pasado a cuestas, piensa que no tiene más nada que perder y no se contenta con la apacible atmósfera de un oscuro pueblo sureño.

Todos contra todos y cada uno contra sí mismo

Todos contra todos y cada uno contra sí mismo
Bob Chow
La Bestia Equilátera, 2016
Novela, 208 pp.

por Rubén Sacchi

Quizás decir que esta novela habla de la humanidad, de lo que fue y en lo que se convirtió, sea insuficiente porque, además, abre un inmenso interrogante hacia el porvenir de la misma, si es que lo hubiese. Una tensión permanente entre lo arcaico y un futuro automatizado sobrevuela la vida del ingeniero informático Martín Orlog, sobre la suya y la de un puñado de personajes de lo más singulares, en un escenario poco trabajado por los narradores: el Estado Plurinacional de Bolivia.
La historia transcurre en un futuro inmediato, lo que le aporta ribetes de una realidad siempre sujeta a las hipótesis. El enfrentamiento del hombre y la máquina y la noción de inmortalidad acompaña un relato que lleva la acción a sus extremos. ¿Qué son el amor, la vida y la muerte, sino exageraciones para la percepción de un simple mortal? Tanto como la selva, los montes o, más aún, el Universo y las profundidades de la Tierra. Tampoco descarta pequeños mensajes subyacentes, como la crítica a la sociedad de consumo que expone “afiches de productos para nuevas necesidades”.
Hay una distancia morosa en la mirada del protagonista. Analiza con resignación la realidad, como si esta pasara por su lado sin rozarlo pues, sostiene: “La angustia solo parasita el alma de los que albergan una mísera esperanza”. Pero no resuelve el viejo dilema de la existencia humana, mientras que profetiza que “esos pensamientos de sangre que caen igual que piedras de una montaña no serán eternos”, asume que “ninguna otra especie derrama lágrimas emotivas”, mientras se interpela “¿por qué perpetuar una especie que no sabe para qué existe?”.
Afirmando cierto hermetismo del texto, cita a Rainer M. Rilke: “prefiero estar con los que conocen cosas secretas; si no prefiero estar solo”, y marca el derrotero planteado, como la canción que suena en la radio: “encontré lo que quería,/ pero lo volví a esconder”. Hay muchas puntas que asoman y se esconden, un gran manejo de la información, un exhibir escamoteado que obliga al lector a participar decididamente con su imaginación.

El ciudadano

El ciudadano
Florencia L. Ghio
Ediciones Deldragón, 2016
Novela, 240 pp.

por Rubén Sacchi

Franz Kafka dedicó buena parte de su talento a la crítica de las instituciones. Superando la catarsis, desarrolló verdaderos ensayos en los que evidenciaba los laberintos irresolubles de la justicia y mostraba a la ciudad como una maquinaria devoradora. De eso trata El ciudadano, una novela de la Patria Grande, que a veces no es más que una hermosa aspiración.
El libro cuenta las vicisitudes de un joven peruano, aspirante a poeta, que intenta escapar de su pequeño infierno hacia el espejismo de la metrópolis. Huye de una madre que “no le había dado la vida, lo había traído a ella para dejarlo librado a su propia suerte”, de la falta de horizonte, del flagelo de la droga. Buenos Aires exhibe, sin solución de continuidad, sus dos caras: la solidaria y la represiva.
El azar lo cruza con una defensora oficial que hará todo lo posible para sacarlo de la gran trampa burocrática donde las personas son fojas de un expediente y su salvación o su condena no pasan de ser un trámite más.
De una prosa cuidada, Ghio va armando la trama que termina por convertirse en la tela de araña donde, al decir del Martín Fierro, sólo se enredan los pobres.
Con una buena cuota de agnosticismo, propia de quien padece la injusticia cuestiona, en más de una oportunidad, la existencia divina. Ante la ignominia, interpela: “¿Era necesario? ¿Esa era Tu voluntad?” para, más adelante, concluir: “Evidentemente no estaba en los planes del Creador -si es que existía- que él fuera feliz”.
Por veraz, la historia deja un sabor amargo, desnudando un sistema inhumano que es menester cambiar.

Acá se juzga genocidas

Acá se juzga genocidas
Graciela Daleo y otros
Editorial de la Fac. de Filosofía y Letras, 2012
Ensayo DD.HH., 180 pp.

por Rubén Sacchi

En los tiempos que corren, plenos de liberalismo y banalidad, rescatar esta publicación impone la cuestión de la memoria sobre tanto mensaje lavado y engañoso.
La problemática de la violencia estatal cobra hoy nueva significación a la luz de las luchas sociales y sindicales, que se multiplican a lo largo y ancho del país, producto de las salvajes políticas de ajuste y la consabida represión por parte del aparato del estado.
La frase con que inicia el volumen: “Van a sepultar a tus verdugos en el tacho de basura de la historia”, del desaparecido periodista y escritor Rodolfo Walsh, es poco menos que una declaración de principios para un pueblo que ha decidido protagonizar su futuro.
El trabajo reúne páginas con un valiosísimo material, tanto escrito como fotográfico. Con testimonios de los diferentes actores que participaron de las luchas por los DD. HH., extractos de las audiencias en los juicios a los genocidas, apuntes de la Cátedra Libre de DD. HH., entre otros; aporta un material invalorable para que los colectivos se interesen en profundizar acerca de la historia reciente.
Una galería fotográfica de represores, exhibe los rostros de la peor tragedia que, quienes debieran propender al bien común, le infligieron a la sociedad toda. Pero también hay una enorme cantidad de imágenes que nos muestran la alegría en la lucha, a veces con risas, otras con llanto, pero siempre en la certeza de que no hay otro camino posible que el de juicio y castigo para hacer realidad el Nunca Más.

El cazador

El cazador
Theodosio A. Barrios
th Barrios Rocha Ediciones, 2004
Cuento, 228 pp.

por Rubén Sacchi

Hay libros que escapan al histrionismo, que guardan con humildad su contenido que, puestos en los anaqueles, pasan desapercibidos a la vista y, sin embargo, atesoran jugosas historias y tradiciones. Es el caso de El cazador, de Theodosio Barrios, editor y escritor misionero, que compendia más de una veintena de cuentos en formato de 7 x 10 cm. lo que, sin dudas, es más pequeño que un libro de bolsillo, práctico y afirmativo de aquello de que “el saber no ocupa lugar”.
El autor desgrana relatos, ora universales ora folklóricos, en los que la mitología de la tierra colorada se expone en toda su riqueza, dando vida a seres fabulosos, que habitan las tradiciones de los pueblos del litoral y que en más de una ocasión se originan en ancestrales culturas originarias. Para el lector que desconoce algunos términos específicos, un glosario acompaña los textos y lo acerca a la diversidad lingüística propia de esas latitudes.
Las páginas encierran un gran poder descriptivo, de la mano de metáforas de gran riqueza plástica, como en el cuento que da nombre al libro: “un metro ochenta y cinco de músculos malolientes a tabaco y caña”.
Sabemos que las políticas culturales distan de ser democráticas. Difícil es hacerse de estos libros en los sitios habituales, pero bien vale la pena rastrear en las Ferias del Libro, estas perlitas de producción regional

El preludio de los truenos

El preludio de los truenos
Carlos Splausky
Ediciones El Escriba, 2016
Poesía, 204 pp.

por Rubén Sacchi

Como ya nos tiene acostumbrados, este prolífico hombre de letras nos entrega un nuevo volumen de su producción, sin desperdicio. Esta vez con una selección de su poesía, datada en 2016.
En sus versos sobrevuelan los espíritus de Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana ó Damián Sánchez, reencarnados en la personalísima voz del poeta, donde un paisaje vegetal y de incendios abraza el amor y la vida toda.
Metáforas deliciosas describen con maestría los paisajes más sencillos. Así, el amanecer es “la cresta fugaz del horizonte”, en Los tientos de la bruma o el ocaso contiene “los tizones del día que se apaga”. Entre esas bellas figuras transcurre la poesía de Carlos Splausky.
El autor es conciente de la función constructora de la lírica, de su necesaria existencia, de su sino refundante y combativo. No se entrega a una realidad adversa y declama: “Buscamos desde las sombras.../ los estandartes de luz - derrumbados en la tormenta”, porque “Venimos olfateando la vida/ (...)/ ...Empujados por el hierro y la malicia”.
El trueno ocurre desde su denominación y transita los poemas del libro, es su leit motiv. El trueno, como el sonido final del escarmiento a los traidores del género humano, vistiendo “Los atuendos vistosos de la rebeldía” porque, como escribieron esos viejos pensadores, con tan intencionada mala prensa, que fueron Carlos Marx y Federico Engels: “Si el carácter del hombre se forma por la circunstancia, hay que hacer, por consiguiente, que las circunstancias sean humanas”.

Agujero negro

Agujero negro
Andrei Bourbaki
Editorial Dunken, 2016
Ensayo, 192 pp.

por Rubén Sacchi

Publicitado como un ensayo humorístico acerca de la burocracia, Agujero negro más parece en medio para tomar posición frente a diferentes tópicos sensibles a la sociedad.
¿Quién de nosotros no sufrió los avatares que cualquier mortal soporta frente a la necesidad de realizar un trámite? La práctica parecería indicar que si algo es sencillo, siempre se lo puede dificultar, pero asimilar esto al Estado es de una mirada parcial ya que, desde las tan aplaudidas privatizaciones de los 90 vemos que el libre mercado, lejos de solucionar la cuestión de fondo, la complica, mientras nuestros dinerillos van a parar a lejanas latitudes.
Es muy cierto que todo podría funcionar más amigablemente, sobre todo si en vez de máquinas o call centers la gestión fuese cara a cara y con ánimo expeditivo, pero hay cuestiones que ameritan su tiempo, sobre todo cuando hablamos del garantismo en la justicia o el régimen de “tolerancia cero”. Esos casos, donde se juegan los dos bienes fundamentales del hombre como lo son la vida y la libertad, son materia de los Derechos Humanos, por ende, inalienables.

Siete cuentos ilustrados

Siete cuentos ilustrados
Raúl Prchal
Ediciones Huayra Huasi, 2015
Cuento, 40 pp.

por Rubén Sacchi

“Lo importante es moverse, en cuanto uno se queda quieto se muere”, escribe el autor en el cuento Todo tiempo pasado fue mejor y refleja no sólo un axioma de la medicina sino también una síntesis de su propia vida que, desde los primeros años de su juventud, echó a rodar por el mundo con la decisión, un tiempo después, de anclar en Humahuaca, donde creó la comunidad Huayra Huasi (Casa del Viento en quechua).
Siete cuentos ilustrados es su séptima publicación y, más allá de especulaciones cabalísticas, místicas o míticas, tiene el poder de reunir sendos relatos de diversa fecha de factura. Los hay de larga data atrás y otros más recientes, pero todos superan la década largamente.
La presente recopilación se acompaña de siete ilustraciones, que otros tantos artistas plásticos realizaron de manera original para el libro. De ellos, los cuentos y el autor, no hace falta realizar mayores referencias, pues quien se tope con un ejemplar, encontrará información detallada y profusa de ellos, a modo de apéndice. También la obtendrá de los ilustradores que participaron de la obra.
Este libro, como todo lo que surge de las manos de Prchal es un producto autogestionado, realizado con materiales reciclados que, aunque incursionando un tanto en la informática, tiene todos los componentes y el atractivo de una pieza artesanal. Armado y cosido a mano: Arte por amor al arte.

Aviones de papel

Aviones de papel
Ariel Aloi
Ediciones Septiembre, 2015
Novela, 64 pp.

por Rubén Sacchi

Tres advertencias resguardan este libro, sorteadas las cuales el lector puede sumergirse en los intrincados laberintos de la mente humana. Para que eso ocurra, la dosis de fantasía que posea esa persona debe ser suficiente como para comprender que la locura es un estado más de la percepción, a veces inocuo, otras dañino, pero no muy diferente de las distintas formas de eso que llamamos “normalidad”, entre las que contamos a quienes toman sol bajo un árbol o arrojan bombas sobre pueblos indefensos. La insania, entonces, sólo determina a qué mundo pertenecen tales o cuáles habitantes, mundos que por carencia de vuelo dividimos en realidad y fantasía, pero que coexisten y contienden pues, como dice el narrador, la tragedia “es el fruto más sembrado de todos los tiempos”.
Aviones de papel nos cuenta la historia de Antonino De la Vega, un hombre que elige ser verbo, de la misma manera que La Biblia nos cuenta el principio de Dios o, con mucha más humildad, la elección que hacen los hombres cuando valoran profundamente la palabra y asumen sus consecuencias. Antonino no elige cualquier verbo, sino el verbo amar; pero sucede que ese vocablo es tan amplio que incluye casi todo. Por ello, a través del personaje, denuncia la realidad de los hospitales y la salud pública; el avance de la ciudad sobre la naturaleza, pudiendo ver en un añoso árbol “la idea de la convivencia y de la usurpación”; la deshumanización de la enseñanza, donde la educación forma máquinas de oprimir y enriquecerse; la transformación del arte como propiedad privada. Se lamenta: “triste vive la humanidad”.
Antonino desea profundamente cambiar el mundo, es en su fuero íntimo un revolucionario cuyo predicamento transmite certeza y tranquilidad a quienes lo acompañan en la empresa. Pero sabe que un líder solo jamás podría con ello. En solitario, quizás lograría la necesaria transformación personal, que no es poco, pero a la postre resultaría egoísta y débil, el mejor resultado probable sería igual a una gota de perfume en medio de un estercolero. Consciente de esa realidad, valora a sus pares mientras comprende: “El uno es un número necesario para recordarnos en cada comienzo y en cada final que andamos aislados, perdidos, ciegos, sin el dos”.
El libro de Ariel Aloi es un pequeño compendio de poesía y lucidez; de amor y coraje que, a través de la metáfora de la locura, plantea la lucha entre dos mundos posibles: el de la libertad y el de la opresión. Con sencilla audacia se pregunta “si todo ya ha fallado ¿qué puede fallar?”, y es inevitable la asimilación de ese interrogante a la aseveración marxista, donde los esclavos en la lucha por su liberación, nada tienen que perder sino sus cadenas.
“Creo que, para su evasión, aprovechó una migración de pájaros silvestres”, escribía Antoine de Sant-Exupery en ese maravilloso libro sin edades llamado El Principito, tal vez el antecedente más cercano de la novela que hoy nos ocupa. Aquí, la fantasía de quienes buscan fugarse de su presidio acude a la papiroflexia, y en ella a la forma más sencilla y difundida en cada rincón del planeta: un avión de papel.
La novela, ilustrada por el artista plástico Jorge Gessaga y próxima a reeditarse en Guadalajara, México, es un vivo ejemplo de que las letras no son asunto de élite, sino de talento y voluntad.

Poemas para leer en soledad

Poemas para leer en soledad
Primera selección
María de los Angeles Durante
Ediciones AqL, 2014
Poesía, 58 pp.

por Rubén Sacchi

La presente selección de poemas de esta autora del norte bonaerense, antologa sus anteriores libros con algunos agregados. Hace un raconto de toda su obra y, como escribe en Cáliz: “destellos de luces humean los versos/ más añejos de mi alma”.
Su poesía está construida en la modalidad de verso y rima libres, a excepción del poema Hambrientos, enmarcado en la estructura del soneto. No obstante, la cadencia y la musicalidad habitan las líneas de sus demás trabajos.
Un clima de melancolía y un dejo de dolor recorren los poemas de Durante sin llegar a la tragedia, más allá de la que importa la existencia misma. El otoño es la estación reinante en espíritu aún cuando su pluma pinte un fresco estival, como lo representa la imagen de la portada del volumen, también de su autoría: un desierto ardiente de fría soledad, “una postal fría y deshabitada”, tal sus palabras, sintetizan su sentir al igual que el verso “mi pensamiento es una carga arrastrada y larga”, expone toda una cuestión existencial.
El tiempo y su paso ocupan también el espacio de la pérdida. Hay un reflejo de volver atrás, pero no manifiesta el ansia de revivir lo vivido, sólo hay la intención de reasir el pasado en el momento del desgarro último: “¡Cuánto me han herido las agujas del reloj!/ En todas las cosas que han partido,/ volver a cada segundo en el momento del adiós”, conciente de la inapelable finitud: “...el ignorado goteo de las agujas fatales,/ sin querer morir pero muriendo”.
En un cosmos metafísico, lo humano, y por ende lo político, se diluye en una utopía universal cuando toma conciencia de la propia pequeñez y su fugacidad: “...despienso la patria y destejo los límites de la tierra,/ lo humano pareciera insignificante”.

Entrevista a Horacio González

Entrevista a Horacio González
Conrado Yasenza
Bola sin manija y otros, Editores, 2016
Reportaje, 66 pp.

por Rubén Sacchi


Hay dos reductos preciados para los amantes del libro, casi sagrados, que no pueden sustituirse con nada: las librerías y las bibliotecas. Estas últimas como místicos santuarios a los que peregrinan fieles tan
diversos que podrían dar origen a una religión universal y donde conviven todas las ideas de los hombres, codo a codo.
Su funcionamiento y organización, su objetivo y su inserción en el sujeto social o, lo que puede englobarse como su “proyecto”, obedecerá no sólo a las capacidades e idoneidad de quien esté encargado de conducir sus rumbos sino, y fundamentalmente, a su
ideología.
En esta entrevista, Horacio González hace un repaso de su gestión al frente de la Biblioteca Nacional,
la vicisitudes que la rodearon, los desafíos que debió enfrentar y la contrapone al esquema neoliberal que vino a cambiar la orientación a manos del nuevo Gobierno Nacional, asumido el pasado diciembre, pero cuya mano ya perfilaba alguna sombra encarnada en determinada línea interna, aún en la era kirchnerista.
A través de un interrogatorio dinámico e inteligente de Conrado Yasenza, el entrevistado expone las profundas diferencias entre su propio papel como bibliotecario y su reemplazante, el actual funcionario de Cambiemos, Alberto Manguel, que inauguró la gestión con el despido de 240 empleados. Dos proyectos donde sólo uno contempla al individuo y a la biblioteca como partícipes de idéntico propósito y confundidos en lo que puede llegar a definirse como una simbiosis motorizante.

Tango y psicoanálisis... Psicoanálisis y tango

Tango y psicoanálisis... Psicoanálisis y tango
Varios autores
Marcelo Héctor Oliveri Editor, 2016
Ensayo, 112 pp.

por Rubén Sacchi

Freud decía que “los poetas y los novelistas son aliados preciosos (...) Son, en el conocimiento del alma, los maestros de nosotros, hombres vulgares, pues abrevan en fuentes que todavía no hemos podido hacer accesibles a la ciencia”. Se refería al psicoanálisis aplicado, que hacía interactuar esa disciplina con otras exteriores al campo de la cura, en este caso, a la literatura.
En Tango y psicoanálisis... siete profesionales se abocan a esa tarea en relación a las letras del popularmente mal llamado 2x4 y, dentro de su inmensa variedad temática, abordan el emblemático tópico de La mujer en las letras del tango, precedido de un artículo sobre Angustia, nostalgia y melancolía.
La historia determina la posición del sujeto, por eso hoy no es el mismo que en el pasado y su visión y acción obedecen a diferentes factores variables en el tiempo que van a demarcar los usos y costumbres sociales a su través. La imagen de la mujer que se forjó en los primeros años del tango fue modificándose con la época, pero llegó a imponer fuertes estereotipos, comúnmente dados por válidos que, precisamente, no ponían al género femenino en un pedestal admirable. La madre idolatrada, idealizada y prohibida se contraponía a la mujer objeto de deseo y denigrada.
Con buenos análisis, los profesionales diseccionan la mística tanguera subrayando apreciaciones interesantes a la hora de estudiar las relaciones sociales descriptas. Además, los apéndices reúnen buena cantidad de letras que nos permiten saber de qué se habla y ahondar en esa temática tan rioplatense.

Después de todo

Después de todo
Juan Pablo De Lucca
Quinteto de tango
Edición independiente, 2016
Tango, 8 temas


por Rubén Sacchi

Cuando a mediados del siglo pasado los tangueros ortodoxos arremetieron contra Astor Piazzola, llamándolo “asesino del tango”, éste les respondió que él hacía “música contemporánea de Buenos Aires”. Desde entonces, diferentes eufemismos se aplicaron para denominar lo que no era otra cosa que un magistral trabajo, que tomaba una estructura anquilosada y transformaba su ritmo, melodía y orquestación.

En esa línea y con un perfil propio que parece definirlo, trabaja el pianista y compositor Juan Pablo De Lucca, que acaba de lanzar su primer compacto con siete temas de su autoría y una notable versión arreglada de La que murió en París, de Maciel y Blomberg. De Lucca se atreve a esa impronta y se lanza a la difícil tarea de la innovación en medio de un universo que abraza lo fácil y efímero o se aferra con uñas y dientes a las viejas tradiciones.

De familia tanguera (es nieto de Alberto Castillo), el músico ostenta una sólida formación profesional que abrevó de los maestros Jorge Dragone, Beba Pugliese, Nicolás Ledesma, Julián Peralta y Pablo Fraguela.

El disco fue grabado, mezclado y masterizado por Mariano Cuello y Hernán Caratazzolo en Casa Frida, en septiembre 2015. El quinteto se integra por: Juan Pablo de Lucca en piano, la batería a  cargo de Mauro Caracotche, Santiago Cirmi y Luis Caruana (∞) en bandoneón, Juan Pablo di Leone y Maia Perduca (∞) en flauta, blandiendo el contrabajo Manuel Villar Lifac y Emiliano Lorenzo (∞). Contó con la participación de Gabriel Wolff y Emanuel Aguirrez (track 1) y Luciano Sellan (track 6), como invitados, quedando el arte de tapa en manos de Tomás Bres Bullrich.

(∞) Tracks 7 y 8.
Podés escucharlo en: www.juanpablodelucca.com

Los Guardiola Tango Show



Los Guardiola Tango Show
Teatro Maipo Kabaret
Esmeralda 443, CABA
Miércoles de septiembre 21 hs.

por María Antonacci García 



Como en una máquina del tiempo, se abre el telón y aparece el organillero y su muñeca, que reparte la suerte a la platea y baila al compás de la música. La magia sigue y, cual película muda, sobre el escenario oscuro una luz ilumina al bailarín que muestra un cartel anunciando el próximo número. Basados en tangos de la década del 20, que ya casi no se escuchan, los Guardiola no solo los bailan sino que interpretan sus letras convirtiendo cada uno de ellos en una pequeña pieza teatral. Eximios bailarines pero no menos calificados mimos, dueños de una destreza corporal impecable, nos sumergen en la escena, tragicómica y plena de poesía. Cuentan las historias desde sus cuerpos, con la plasticidad de movimientos y la máscara de sus rostros sumamente expresivos.

El trabajo sobre el escenario, que asombra y maravilla, es el fruto de años de investigación y experimentación a través de la música, la danza, el mimo, el teatro físico y la antropología, demostrando en sus creaciones originalidad y una profunda identidad rioplatense que la pareja paseó por distintos países de Europa y América. Detrás de la aparente simpleza del mimo, que nos recuerda a Charles Chaplin y Buster Keaton y también a nuestros maestros Roberto Escobar e Igón Lerchundi, hay una labor cotidiana, un esfuerzo de quienes están en la búsqueda constante de nuevos caminos de expresividad. Marcelo Guardiola, creador de la compañía Tango Teatro, es músico desde los diez años y desde ese momento trabajó ininterrumpidamente en el campo del tango, tanto desde la música y la danza como desde lo literario. Giorgia Marchiori es bailarina, actriz, coreógrafa y doctora en filosofía. El logro de esta conjunción son sus espectáculos singulares y plenos de talento, para recomendar a viva voz.

Dramaturgia e interpretación: Los Guardiola

Equipo técnico Teatro Maipú Kabaret:

Jefe de Iluminación: Adolfo Gómez
Operación de Luces: Edgardo César Rodas
Jefe de Sonido: Guillermo Perulan
Operación de Sonido: Cristian Belvedere
Jefe de Maquinaria: Gustavo Ruiz
Jefe de Sala: Horacio Cortés
Mantenimiento: Diego More

Fotos: Gustavo Cilla
Prensa: Duche&Zárate



Marcelo Guardiola es el creador de la investigación Tango-Teatro que desde 1999 tiene como objetivo la creación de un nuevo tipo de espectáculo que integre la música, la danza y la poesía del tango. Con Giorgia Marchiori han integrado en 2003 este duo, cuya originalidad reside en contar una historia a traves del mimo y la danza. En 2004 recibieron en Buenos Aires el diploma de honor "Milongueros-bailarines: Nueva Generación", y fueron declarados de Interés Cultural por la Secretaría de la Cultura de Presidencia de la Nación. En 2016 la Academia Nacional del Tango de la República Argentina les otorgó el Auspicio Institucional como "Artistas de tango que difunden la cultura tanguera" algo que vienen realizando en Argentina, Brasil, Chile, Dinamarca, Eslovenia, Espaqa, Francia, Inglaterra, Italia, Qatar, Rusia y Suiza.

Palabra calcinada

Palabra calcinada
Veinte ensayos críticos sobre Juan Gelman
María A. Semilla Durán y Jorge Boccanera (Editores)
UNSAM Edita, 2016
Ensayo, 344 pp.

por Rubén Sacchi

El título del volumen es de lo más atinado para denominar a uno de los referentes de la generación que abrazó el fuego revolucionario. Gelman, junto a Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Francisco Urondo, Roberto Santoro o Miguel Bustos ardieron en la pasión popular y dejaron, como herencia, mucho más que simples cenizas.
Osvaldo Soriano, escribía en su relato Casablanca: “La memoria, si voraz y violenta, es una materia exquisita”. Y esa materia viva es con la que el poeta trabaja sus textos. Carlos Monsivais dice: “Cada poema de Gelman es un tejido orgánico donde el último verso ilumina al primero, y el primero le confiere su densidad al último”, quizás por eso no sea una tarea fácil abordar sus poesías “extendidas como testimonio”. Es que su obra interpela y universaliza; duda y explora: “...Hay/ rostros que van de espejo a espejo/ para buscar su nombre” (de Insistencias).
El análisis crítico de su obra importa una tarea ardua. Su lenguaje neologístico sumado a su frecuente utilización de la intertextualidad, que Eduardo Chirinos define en palabras de Julia Kristeva como “el desplazamiento de un sistema de signos a otro”, permite múltiples interpretaciones y lecturas. Sin embargo, Palabra calcinada es una obra necesaria aunque no exhaustiva para abordar ese territorio tan propio y de permanente exilio que es la expresión poética y, dentro de ella, la palabra mayúscula del poeta Juan Gelman.

Las aflicciones

Las aflicciones
Vikram Paralkar
La Bestia Equilátera, 2016
Novela, 152 pp.

por Rubén Sacchi

Lo que suele buscarse en un libro de literatura es que esté bien escrito. Lo que diga, si cuenta con esta cualidad, pasa a ser secundario. Si además el argumento es por demás original, uno se agarra a las páginas y las devora sin poder desasirse de ellas. El caso de Las aflicciones es uno de esos. Con una imaginación superlativa, que raya en el absurdo, y de ribetes surrealistas, expone un cúmulo de enfermedades que pueden hacer las delicias de aquellos lectores propensos a la literatura fantástica. La descripción de cada dolencia es un relato en sí mismo, que puede leerse con el placer de lo primigenio.
Estas historias, enhebradas con un hilo sutil, son la obra en sí misma, mientras que su eje central pasa a ser un agregado, necesario para aunarlas y del que el autor se vale, ya sea para evidenciar el nivel de ironía que posee su humor -uno de los personajes principales es un enano llamado Máximo-, o para formular alguna reflexión filosófica, tal como referirse a la enciclopedia, centro de la novela, impresa en pergaminos de piel de animal, diciendo: “¿Quién sabe cuántos animales se utilizaron para haces esta Encyclopaedia? Una Encyclopaedia para la curación. Escrita sobre la muerte”.
Cada padecimiento conlleva una paradoja. Así, el Torpor morum nos habla de la conciencia de la propia mortalidad y la relación con los demás seres vivientes; el Mal de Bernard refiere a indigentes y pordioseros, a punto de morir de hambre, cuyos recuerdos son de opulencia y extravagancia o el caso de la Intoxicación con Erysifia, una planta cuya infusión actúa de manera similar al suero de la verdad, que concluye con las palabras de un alquimista: “Todos creemos que la iluminación nos dará placer. Pero ninguno se atreve a mirar directamente el sol del mediodía”.
Vikram Paralkar es de origen hindú y médico de profesión. Ha escrito ensayos científicos que merecieron el premio académico de la American Society of Hematology. Este se supone su primer libro de ficción y vale detenerse a pensar ¿qué bagaje de realidad, acumulada en su profesión, lo llevó al desarrollo de semejante compendio?

Vida de club

Vida de club
Ricardo González
La Parte Maldita, 2016
Cuento, 98 pp.

por Rubén Sacchi

La posmodernidad trajo consigo los llamados “no lugares”, esos sitios tan impersonales que se repiten más allá de la geografía que los contenga o el país que los albergue. Los aeropuertos, los shoppings o los hoteles cinco estrellas son ejemplos acabados de ello, pero existen otros enclaves que resisten esa uniformidad; en general no son espacios que aparezcan en las guías turísticas o de compras; no figuran en las cartografías como hitos destacados. Son pequeñas trincheras construidas en los barrios, donde se preservan la idiosincrasia y la cultura popular: a esos refugios los llamamos clubes.
En algún momento de nuestras vidas, deambulamos por esos sitios y supimos que teníamos allí un lugar de pertenencia. Vida de club recrea las vivencias de diferentes personajes que recorren canchas y vestuarios en ese día a día que, si bien aparenta monotonía construye, por el contrario, las historias que hacen a lo particular de cada individuo.
Desde Núñez hasta Sarandí, de Ranelagh a Palermo, las circunstancias pueden ser universales, pero hay algo que las hace únicas e irrepetibles. Seguramente parezcan hechos sencillos, hasta intrascendentes... casi seguro lo son pero, como decía el filósofo Jean-Paul Sartre: “Para que el suceso más trivial se convierta en aventura es condición, necesaria y suficiente, contarlo”.

Las carnes se asan al aire libre

Las carnes se asan al aire libre
Oscar Taborda
Mardulce, 2016
Novela, 192 pp.

por Rubén Sacchi

Hay escritores que, luego de producida su ópera prima, no vuelven a publicar. Para esos casos, los rumores se encargan de susurrar que los ha abandonado la inspiración, que entraron en el pánico de no poder superar la magnificencia de ese primer trabajo, en el que depositaron todo el talento del que pudieran disponer o que siguen escribiendo en silencio. No sé particularmente si Taborda encaja en alguna de estas categorías, pero personalmente lamento su largo silencio público, y hago esta aclaración porque cuando tenemos entre las manos una obra como Las carnes se
asan al aire libre
cuesta pensar en que ese silencio sea también hacia adentro. Quiero suponer, entonces, que el autor siguió produciendo trabajos de similar talla, los que algún día tendremos la suerte de leer, ya sea de su voluntad o algún necesario émulo de Max Brod.
En la novela hay dos elementos que me son familiares: el paisaje en el que abreva gran parte de la narrativa de su comprovinciano Juan José Saer y un estilo de escritura que, por momentos, me acerca a la prosa de ese notable escritor maldito de nuestras letras que fue -y es- Néstor Sánchez.
La historia trata de la inercia y el sinsentido. De vidas que obedecen a patrones cuasi mecánicos y que, puestos en movimiento, no son capaces de detenerse por sí mismos. Existencias que ni siquiera procuran el disfrute como objetivo y se mueven como cumpliendo con un sino inevitable que nos lleva a pensar en el poema de Raúl González Tuñón: “inocentes como animales y canallas como cristianos”.
No es un clásico road-movie, sucede en el agua, en esa inmensidad verde y marrón que es el delta paranaense. En sólo cuatro días de una salida de pesca, los tres personajes desarrollan facetas de su potencial que ni ellos conocían y que, probablemente, no perduren en el acervo de su embrutecida experiencia.
Uno, el Pelado y el Tercero, tales los nombres de los protagonistas (o su ausencia) abonan un clima de extrañeza, a la vez que de anonimato y universalidad. El mismo texto los define, a ellos y a su errático derrotero: “Obraban guiados por una fuerza tan recta en sus propósitos que podría confundírsela con la voluntad o una ley genética”.
Durante un largo fin de semana saturado de alcohol y en una atmósfera difusa y neblinosa como sus conciencias, los navegantes acuden a la imaginación para desarrollar historias disímiles y extravagantes, en las que llegan a asimilarse a los genocidas que arrojaban los cuerpos de los detenidos-desaparecidos al río o donde el protagonista entra en contradicción con el objeto de su función, como el caso del naturalista que acecha al ornitorrinco para matarlo, aprovechando el relato para describir toda la crueldad a la que puede llegar un ser humano.
Acertadamente, describe el aire como un “cosmos amoral”, en el que priman la insensibilidad ante la vida o la ingratitud hacia quien nos procura hospitalidad.
Con un final abierto, aunque a lo largo del texto algunas pistas delatan cierto futuro, el autor maneja un clima que no da tregua, que mantiene las tensiones al límite, que siempre deja la mecha muy cerca de la llama, con una alta probabilidad de que cualquier viento, por mínimo que sea, las junte.

Desparpajo. Sucio sin fin.

Desparpajo. Sucio sin fin.
de Sandra Medina
Mimoteatro Escobar-Lerchundi.
Defensa 611, CABA
Sábados de agosto y septiembre, 21:30 hs.

por María Antonacci García

Como en una moderna stultifera navis, deambulan un hombre y siete mujeres intentando exorcizar sus propios demonios, encerrados en sí mismos sin lograr en ningún momento dejar de lado su obsesión. En una búsqueda constante dan vueltas siempre sobre las mismas huellas de su locura, que ahondan aun más. Limpian compulsivas, como si quisieran llegar hasta la médula para borrar cualquier desvío del único y rígido camino posible. Registran minuciosas el más mínimo detalle. Se buscan en el cuerpo una y otra vez para sentir y darse cuenta de que están vivas. Las angustia la alienación cotidiana, repiten los mismos gestos hasta el cansancio, corren sin saber adónde van. Se resisten y vuelven a caer. Tienen miedo, abren una puerta pero no se animan a salir y se congelan en el punto de partida para volver a empezar. Cada personaje está encasillado de manera definida y clara y desde allí envía su mensaje de miedo, de soledad y también de humor, en un perfecto y significativo ensamble corporal desde el que se retroalimenta y exaspera.


La música, muy bien elegida, marca los tiempos en este excelente espectáculo que combina técnicas de danza, mimo y teatro físico, donde las palabras casi no existen ni son necesarias para poner de relieve la angustiante falta de rumbo que produce en la humanidad el siglo que comenzó hace poco. Los intérpretes demuestran un destacado nivel de solvencia, dejando todo su bagaje de experiencia y su emoción en el escenario. El desarrollo técnico es una cabal demostración de los años de esfuerzo de cada uno de ellos, que se muestran como un grupo homogéneo y perfectamente compenetrado, fuerte y vital.

Sandra Medina, coreógrafa y directora, despliega en Desparpajo toda su creatividad y potencia, logrando una obra acabada y plena de simbología, sin fisuras. Demuestra una vez más su talento que crece con el tiempo.

Una obra necesaria, que nos hace preguntarnos, en la era de Pockemon Go, cuando la realidad se trivializa hasta hacerla perder sentido y quedamos a solas con nuestro horror, si la locura será la única salida.


Equipo:

Actúan:
Adriana Lanteri
Carolina Villa
Daniela Beron
Florencia Poma
Gina Muerza
Jenifer Ferraro
Mariano Damonte
Melina Forte

Realización de Vestuario: Danais Anja Bozac
Fotografía: Diego Carrizo
Iluminación: Vilo
Diseño Grafico: Estefanía Aguero
Idea, Dirección General y Coreográfica: Sandra Medina
Prensa: Eva Candendo Prensa Mimo Teatro Danza.

Al cruzar el Río Salado

Al cruzar el Río Salado
Jorge Alejandro Flores
Ediciones Ultimo Reino, 2014
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

El río quizás sea la metáfora de las metáforas. En su figura caben el tiempo, la palabra y la vida misma.
El Río Salado es para Jorge Alejandro Flores un cauce con dones de eternidad, donde sus aguas reflejan una y otra vez los momentos de su vida. Es también una frontera, ausente de toda cartografía, que separa el ayer del hoy; esa que la fantasía puede cruzar a gusto y riesgo cuantas veces lo desee, ya que “la mirada y el lenguaje se entrecruzan al infinito”.
Es inevitable que, camino hacia el dolor, el doliente atine a retroceder. Lo hace en pos de otro momento y otro lugar en los que el precario equilibrio de la vida daba la sensación de estabilidad y hasta de felicidad, incluso antes de nuestra existencia.
Con paisajes de pobre arrabal y su miseria, esboza un adiós con aire de tango. Taxativo, sentencia: “lo real propone, lo imaginario dispone”, como un ardid anticipatario de lo inevitable, esa sentencia inapelable a cualquier justicia que escapa al pasado, a las tardes en familia y a los primeros atisbos del amor: la muerte. Ese presente continuo que el futuro nos depara inexorable. Peor aún, la muerte de un ser querido, porque “finalmente la muerte no perdona. Tampoco la vida”.
Al cruzar el Río Salado es un pequeño diario de viaje, un viaje que conlleva otros, más inciertos e indeterminables, porque ocurren “en la región/ donde el olvido es apenas un mísero/ servidor inválido que siempre incumple”.

Había una vez un circo


Circo Rodas
Playón del Walmart Avellaneda-km 9. Aut. Bs. As. La plata (Ex Auchan).
Funciones: Lunes a Viernes a las 18 y 20:30 hs. Sábados, domingos, feriados y vacaciones de invierno a las 15:30, 18 y 20:30 h., durante julio y agosto.

por Rubén Sacchi


Antes de comenzar, debo reconocer que hace años que no entraba a la carpa de un circo. La última vez que lo hice, aún los espectáculos se basaban principalmente en la interacción con animales y recuerdo haber llevado a mi pequeña, años a, cuando todavía la elefanta Mara y su domador Blas eran la cara visible de la fiesta. Si bien acuerdo totalmente con la medida de su prohibición, tengo que convenir en que el esquema que los shows proponían debió cambiar radicalmente ya que, aún en los momentos en que el centro de atracción era el humano y su habilidad, se apelaba a alguno de nuestros cohabitantes. Así, más allá de la destreza del mago, palomas y conejos salían de su galera y, pese al infinito equilibrio de los acróbatas, lucían su gala sobre el lomo de algún corcel. 

Los tiempos cambiaron y hoy la calidad de un circo depende exclusivamente de la destreza y capacidad del hombre. No es fácil montar un espectáculo exitoso y renovarlo permanentemente para que no decaiga el interés del público, pero el Circo Rodas lo viene logrando desde hace 36 años y el último verano obtuvo el Premio Estrella de Mar 2016, al mejor espectáculo.

El anuncio de “renovado elenco y nuevas atracciones” incluye un considerable combo de más de 50 talentosos artistas, con payasos, malabaristas, acróbatas y equilibristas de notable calidad; el infaltable cuadro de magia a cargo del Mago sin Dientes y la distensión a que nos lleva un buen número de variadas coreografías, con trajes incrustados con piedras Swarovski, del Lido de París, bajo la dirección artística de María José Pintos. El relax supremo llega con el de Show de aguas danzantes, que mediante un manejo computarizado de más de 25 bombas y 700 picos, emite cuatro conjuntos de chorros de agua que se combinan con luces de colores y efectos especiales al compás de la pieza de ópera clásica Caballería ligera, de Franz Von Suppe. Sin dudas, el momento límite de adrenalina lo define el Globo de la muerte, dos esferas de metal dentro de las que seis motociclistas se entrecruzan a una velocidad de más de 80 km/h., y hasta en completa oscuridad, arriesgando su integridad a cada segundo.
 
La vida de circo posee una mística especial. El desarraigo a que lleva el nomadismo de un show itinerante hace muchas veces que las familias se unan en torno al espectáculo y desarrollen, padres e hijos, diferentes aptitudes. Uno de esos casos es el de Stanko -responsable del cuadro que da en llamar Antipodismo Moderno, consistente en malabares realizados con los pies y utilizando elementos de los más diversos-, cuyas hijas integran el elenco estable del Rodas, una de ellas, Johana, de tan sólo 22 años, entrega una muestra de contorsionismo que bien recuerda los famosos versos del Tata Cedrón: “no debe tener esqueleto”, ya que no es fácil imaginar huesos que resistan posiciones tan extremas llegando al punto de, apoyada en sus manos, tensar con sus pies un arco y acertar con la flecha en un blanco, entre otras proezas físicas.

Un cartel reza: "El circo es el único lugar del mundo donde se puede soñar con los ojos abiertos", de que eso suceda se encarga su creador, Jorge Ribeiro Soares y cuenta para ello con la colaboración de su director artístico, Ariel Heredia. Ellos, junto a un maravilloso grupo de virtuosos, ofrecen un espectáculo digno de verse.

Fotografías: Maximiliano Martino 
Prensa: Alfredo Monserrat