Vida de club
Ricardo González
La Parte Maldita, 2016
Cuento, 98 pp.
por Rubén Sacchi
La posmodernidad trajo consigo los llamados “no lugares”, esos sitios tan impersonales que se repiten más allá de la geografía que los contenga o el país que los albergue. Los aeropuertos, los shoppings o los hoteles cinco estrellas son ejemplos acabados de ello, pero existen otros enclaves que resisten esa uniformidad; en general no son espacios que aparezcan en las guías turísticas o de compras; no figuran en las cartografías como hitos destacados. Son pequeñas trincheras construidas en los barrios, donde se preservan la idiosincrasia y la cultura popular: a esos refugios los llamamos clubes.
En algún momento de nuestras vidas, deambulamos por esos sitios y supimos que teníamos allí un lugar de pertenencia. Vida de club recrea las vivencias de diferentes personajes que recorren canchas y vestuarios en ese día a día que, si bien aparenta monotonía construye, por el contrario, las historias que hacen a lo particular de cada individuo.
Desde Núñez hasta Sarandí, de Ranelagh a Palermo, las circunstancias pueden ser universales, pero hay algo que las hace únicas e irrepetibles. Seguramente parezcan hechos sencillos, hasta intrascendentes... casi seguro lo son pero, como decía el filósofo Jean-Paul Sartre: “Para que el suceso más trivial se convierta en aventura es condición, necesaria y suficiente, contarlo”.
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