Dido, Reina de Cartago

Dido, Reina de Cartago
Christopher Marlowe
Traducción y notas: Mónica Maffía
Editorial Nueva Generación, 2014
Teatro, 160 pp.

por Rubén Sacchi

Dicen que la justicia, aunque tarde, siempre llega. Más allá de acordar o no con dicha sentencia, es claro que para ello es condición necesaria la aparición de un justiciero. Más de cuatro siglos pasaron desde la publicación de la primera edición de esta pieza teatral, y aún hoy continuaba inaccesible para los lectores que no dominaran, en profundidad, el idioma inglés.
La obra, editada al año siguiente de su temprana muerte, es la primera que escribió el gran dramaturgo inglés Christopher Marlowe y se basa en La Eneida, poema de Virgilio que relata las peripecias de Eneas, luego de la caída de Troya, y su llegada a Cartago antes de continuar su derrotero hacia la Península Itálica donde, por designio divino, deberá fundar Roma. Una sucesión de hechos culminará en tragedia, trama común en el teatro isabelino, que también desarrollará su famoso contemporáneo William Shakespeare.
La versión estuvo a cargo de la actriz, directora de teatro, autora y traductora Mónica Maffía quien, tras una concienzuda tarea que le ocupó dos años, logró un fascinante resultado que mantiene el espíritu y la frescura de la lírica latina antigua y el estilo teatral renacentista. Sin embargo, el trabajo no concluye con la traducción, sino que la obra se acompaña de una notación profusa y más que ilustrativa que pone al lector en contexto y lo ilustra acerca de las creencias mitológicas comunes en la antigüedad y que atravesaron los escritos de aquellos autores, de lo que Virgilio no fue excepción.
La traducción de Dido, reina de Cartago no es un hecho aislado ya que, como bien apunta Jorge Dubatti, en el país han visto la luz, por primera vez en castellano, textos como El teatro y su doble, de Antonín Artaud; Esperando a Godot, de Samuel Beckett o Ubú Rey, de Alfred Jarry, entre otros, lo que mueve a celebrar esta gratificante costumbre local.
Otro hecho para celebrar, sin dudas, es la autoritaria desobediencia de César Augusto, primer emperador romano, quien ordenara a los albaceas literarios de Virgilio no cumplir con la última voluntad de su representado. Este, en su lecho de muerte, había expresado la voluntad de que se quemase el manuscrito en el que había trabajado los últimos diez años de su vida, por considerarlo inacabado. Ironías del destino: hoy sigue siendo objeto de inspiración.

Molly Bloom puesta en boca

Molly Bloom puesta en boca
James Joyce
Adap. y Traducción Cristina Banegas y ot.
Editorial Leviatán, 2012
Teatro, 72 pp.

por Rubén Sacchi

Una noche de insomnio. Molly se revuelve en la cama sin poder conciliar el sueño. Mientras intenta contar, sus pensamientos recorren su vida amorosa. Una serie de ideas, aparentemente inconexas, se van desarrollando y forman el entramado de una relación, con sus frustraciones y algún que otro recuerdo feliz. También hay un repaso de las infidelidades y los deseos insatisfechos que hacen de ella un ser triste.
Molly Bloom, el personaje que cierra el hermético Ulises, de James Joyce, acerca la intimidad de una mujer joven de la burguesía inglesa bajo preceptos rígidos de moral, pero invadida de las urgencias con que la naturaleza nos dotó desde el origen de los tiempos.
Una buena pieza para ser representada sobre las tablas. Tarea que desarrollaron Cristina Banegas, Laura Fryd y Ana Alvarado en una excelente adaptación, supervisada por Carlos Gamerro, escritor que deconstruyó la novela y dejó escrita una especie de exégesis en la que abrevan quienes quedaron a mitad de camino en la comprensión de ese texto onírico.
Con producción fotográfica de Andrés Barragán esta traducción, que tuvo su puesta en febrero de 2012 en el Centro Cultural de la Cooperación, evidencia lo que puede lograrse con un buen trabajo en equipo.

Fósforos gemelos

Fósforos gemelos
Luis Duarte
Grupo Editor Latinoamericano, 2014
Cuento, 200 pp.

por Rubén Sacchi

Con un manojo de historias de disímil factura, Luis Duarte acerca la melodía del barrio, con toda la fantasía que ello implica, sus penas y su humor. También sus miserias.
Porque ¿qué es el barrio sino aquella aldea de la que hablaba León Tolstoi y se proponía como reflejo del mundo? Por ello, cuando el autor se desprende de los Fórforos gemelos que nombran al cuento homónimo, ese acto de solidaridad de clase para con el grupo piquetero que le cierra el camino, se convierte en un gesto que intenta ser universal y ejemplificador.
Hay cuentos para todos los gustos, crueles, hilarantes o melodramáticos, pero la frutilla del postre se la lleva Media naranja, un relato que retoma el mejor estilo del querido Osvaldo Soriano, fluctuando entre el drama y el absurdo, con villanos y anti-héroes, donde el bien gana, aunque no quede muy claro con qué utilidad.
Fósforos gemelos transita por ese mundo paralelo que es la imaginación, pero sabiendo que entre una punta y otra del camino hay una aparente sutileza: “La diferencia entre una calesita y un geriátrico es que, en un geriátrico, la sortija no existe”.

Cuentos desde la oscuridad


Cuentos desde la oscuridad
de Flor de María Canales Bastidas
Raíces Teatro, calle Agrelo 3045
Viernes y sábados de noviembre, 21 hs.

por Rubén Sacchi

El escritor y Premio Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa dedicó un libro a un personaje entrañable que ha sido central en la cultura de ese país. Se trata de El hablador y cuenta la historia de un antiguo habitante de la selva, que recorría las aldeas llevando noticias y tradiciones. Narraciones ancestrales que se decían para que no se olvidaran y fueran transmitidas de generación en generación.


Pareciera que esa buena costumbre no se ha perdido. Testimonio de ello lo da la narradora peruana Flor de María Canales Bastidas, que trae un espectáculo tan rico en costumbres y fantasías como fuerte en su mensaje, algo que concuerda con el ciclo de unipersonales del que formó parte, denominado Rebeldías, realizado en el Centro Cultural Raíces entre julio y diciembre del corriente año, en homenaje al actor Miguel Dedovich y que entre sus consignas levanta la del cacique Qom Mártires López, muerto sospechosamente en 2011: Por un teatro que dé vuelta el viento.

La puesta rebosa de sencillez, porque la verdadera riqueza está en el protagónico. La actriz exhibe una versatilidad notable para mixturar recursos. Así, a la narración le suma canto y baile, acompañado de música afroperuana, conformando una agradable pieza teatral para todo público.

Cuentos desde la oscuridad no habla de la noche ni se refiere a la lobreguez del alma o la mente, sino que exalta la negritud y, a su través, reivindica la igualdad y la tolerancia mediante historias tradicionales y cuentos de autor. Desde la tozudez de los esclavos para tocar su música a la historia de amor entre el sol y la luna, pasando por las peripecias de un conejo que quería ser negro o la leyenda del origen de los colores de la piel, el espectáculo conmueve y deja con ganas de más. Una buena muestra de cómo un género poco difundido como la narración oral puede atraer la atención del público sin que decaiga en lo más mínimo.

Ficha:

Actuación y Dirección: Flor de María Canales Bastidas
Prensa: Laura Castillo

El que lee mis palabras está inventándolas

El que lee mis palabras está inventándolas
Liliana Díaz Mindurry
La Letra Eme, 2014
Novela, 102 pp.

por Rubén Sacchi

Suele decirse que hay muchos mundos posibles, pero que inevitablemente están en éste. Tal vez sea la explicación de lo que le ocurre al matrimonio que protagoniza la última novela de Liliana Díaz Mindurry, una historia que se mueve en un paisaje desmesurado, excesivo, propicio a la locura y dominado por el cosmos y el magnetismo de una luna viva, latente, ubicado en un pueblito chaqueño llamado Campo del Cielo, sitio castigado por la constante caída de meteoritos.
Los dieciocho capítulos que la componen se engarzan y juegan con una especie de leitmotiv: la ignorancia o, para ser precisos, la ausencia de saber. Eso pone en tela de juicio toda acción y ­circunstancia, su veracidad y hasta su misma ­existencia.
El escrito puede hablar de muchas cosas, del agotamiento de una relación amorosa; del desequilibrio emocional y psíquico; del ostracismo de la comunidad toba; de la exhuberancia o, incluso, de un segmento de nuestra historia reciente en que el país atravesó el final de la crisis devastadora del neoliberalismo, pero su tema principal es la palabra. La palabra como deidad capaz de crear o deshacer todo lo que nos rodea, de modificar la realidad a su antojo, determinante del destino. La palabra como metáfora del poder.
El que lee mis palabras está inventándolas nos define protagonistas de esta novela atrapante, que reafirma a su autora como una de las voces destacadas de la narrativa contemporánea.

Los días sin López

Los días sin López
Luciana Rosende y Werner Pertot
Editorial Planeta, 2013
Ensayo, 344 pp.

por Rubén Sacchi

A poco de haberse hallado el cuerpo del joven Luciano Arruga, desaparecido desde el 31 de enero de 2009 a manos de la policía bonaerense, vuelve a cobrar fuerza la exigencia de “aparición con vida” de Jorge Julio López quien, lamentablemente, permanece en esa condición desde septiembre de 2006.
Ambos hechos no resultan únicos ni aislados. Se engarzan en una cadena de episodios de violencia institucional de diversa índole, que incluye torturas, ejecuciones sumarias y armado de causas, entre otros, que reviven lo peor del terrorismo de estado y ponen en tela de juicio la efectividad del proceso democrático como estadio pleno de derechos y garantías ciudadanas.
Los autores, ambos jóvenes profesionales del periodismo, exponen un grado de compromiso destacable y llevan adelante una investigación que, por momentos, recuerda a la inquisidora pluma de Rodolfo Walsh trazando las líneas de Operación Masacre. Han apelado a diversas fuentes, tanto testimoniales como documentales, dejando a la luz las graves falencias y anomalías existentes en las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial.
Los días sin López es un trabajo preciso que sintetiza las carencias e intereses del poder político, más preocupado en mantenerse a flote que en afianzar la endeble democracia que lo contiene. Es también una visita guiada al universo de Franz Kafka: el terrible reino de la burocracia.
El ensayo, profuso en datos y referencias, posee sin embargo un ritmo que lo vuelve atrapante, cercano a la narrativa. El estilo no evita describir duras imágenes pero lo hace de manera seria, eludiendo la morbosidad a la que apelan otras obras que especulan con el efectismo.

La boca seca

La boca seca
Marcelo Carnero
Mardulce Ediciones, 2014
Novela, 184 pp.

por Rubén Sacchi

El excelente trabajo de Marcelo Carnero puede inscribirse en la literatura fantástica, con una historia trabajada de manera novedosa en la que se advierte una visión de nuestra historia que podría asumirse como circular, ya que su desarrollo se intuye en el futuro pero se da en un escenario que bien podría pertenecer al Buenos Aires colonial. Claro que también cabría entenderla como una descarnada metáfora del presente.
Lírica y narrativa se dan la mano para elaborar un texto atrapante. Imágenes como “El viento corría por las calles del pueblo, (...), sin llevar voces en su lomo”, llenan de poesía una ficción caracterizada por la dureza de las situaciones y la crueldad de sus personajes.
La pampa dejó de ser “la despensa del mundo”, pero no abandonó sus peores prácticas. Allí, la peste se mezcla con la tortura y la esclavitud mientras los hombres buscan trascender, ocupar un lugar en la historia, pese a saber que no saldrán vivos de ella.
La guerra, ese deporte favorito de la humanidad, atraviesa la crónica y deja la idea de que, en el porvenir y pese a ser convencionales, las confrontaciones no serán eliminadas.
Con una mezquina oferta de información, la novela avanza escamoteando datos para dejar siempre la duda de saber qué acontece en realidad, qué buscan los protagonistas y a dónde encaminan sus vidas, que desarrollan en mundos construidos desde un aparente vacío interior, en un paisaje del que “para salir hay que llenar una ausencia”.

Tributo de la sombra

Tributo de la sombra
Gustavo Lespada
Paradiso Ediciones, 2013
Poesía, 108 pp.

por Rubén Sacchi

Hay poesía descriptiva, contemplativa, vivencial o épica, la de Gustavo Lespada es ensayística. Interpela al lector y se pregunta a sí mismo. Propone axiomas y los desbarata. Crea teoremas y supone soluciones que siempre quedan a medias en la etapa de la demostración.
Escribe el autor: “poesía es lo que nadie/ espera (de pronto la palabra es/ otra cosa)”, la palabra como elemento metamórfico, transformador, que dice una cosa pero puede significar otra. Un objeto inasible que, sin embargo, posee la capacidad de hacer mutar lo tangible.
En una redoblada apuesta, define la escritura como aquello que da entidad al ser humano, porque el hombre es, a través de la mente, fragua de ideas, “el camino entre el paramecio y dios”, porque la palabra “No ha venido a curar, sino a meter la espada”.
No obstante, encuentra su esencia de bien social, que recrea costumbres ancestrales “compartir la palabra/ como el pan y los peces/ obra el milagro”.
Formas de la sombra: el paso del tiempo, la ausencia, la noche o la falta de luz; la oscuridad de la letra sobre el papel en blanco, pero también la deliberada ausencia de la humanidad, “cuando un niño ay sin pan y sin palabra”.

Intento poético

Intento poético
José Alejandro Arce
Azahar Ediciones, 2014
Poesía, 68 pp.

por Rubén Sacchi

La poesía puede ser un arma cargada de futuro pero, sin dudas, también es un presente el que se agazapa en ese mecanismo liberador.
¿Cuál es la manera de conjugar la angustia o retener la alegría que escapa a la poetización de la realidad? No la hay. Todos los diferentes métodos de interpretación de la vida que no transitan ese camino, serán sólo máscaras para ocultar nuestra perpejlidad ante el devenir.
Pero la poesía no es un logro, es siempre un intento. Como la búsqueda del vellocino de oro que obsesionó al marino Jasón, el poeta busca la palabra exacta que lo confirme como tal. Persigue la ­utopía.
José Alejandro Arce realiza aquí su aporte en la permanente exploración de la lengua; la lengua, como única e imperfecta transmisora de sensaciones y vivencias, que el poeta ve como un “ave maldita”, que en su doble función de aclarar y confundir, nos recuerda siempre la condena bíblica de aquellos viejos habitantes de Babel.
Asiendo la metáfora a la que apela el vate, es un proceso similar al orgasmo. Pero como todo acto amatorio, se origina en el conciente concreto y deviene en frenesí hacia otros lugares cerebrales, parajes indómitos para el común de los mortales y sólo apenas más transitables para esos seres que arriesgan sus versos en ese intento permanente de aprehender la vida. Ese sitio en el que se adentran los desesperados e insatisfechos, los locos y los sedientos, ese espacio eterno del que ya no se regresa.

El niño elefante

El niño elefante
Mad Vélez
Expreso Nova Ediciones, 2014
Novela, 100 pp.

por Rubén Sacchi

Si es menester definir el libro, diría que trata de la difícil relación del hombre con los animales, más problemática cuanto más se aleja éste de lo natural.
Mad Vélez aborda la temática a través de un niño huérfano y semianalfabeto que debe enfrentar los rigores de la vida y tiene un particular vínculo con los animales, dejando en evidencia esa contradicción que ya se expresaba en el Génesis, de La Biblia, donde leemos en 1:28: “multiplicaos; llenad la tierra, sojusgadla y señoriad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven”, mientras que en 6:19, dice Dios a Noé: “Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán”.
La piedad y la crueldad se enfrentan en dura batalla, donde el dinero siempre estará al lado de esta última. También la fidelidad y la traición jugarán un papel fundamental en la historia que, entre otras cuestiones, pone en discusión la utilización de animales para divertimento.
El niño elefante también instruye sobre el efecto terapéutico que tienen sobre nosotros esos seres que suelen parecernos tan tiernos o tan monstruosos pero que, nos guste o no, comparten con el hombre la pertenencia al mismo reino.

Amaneceres en Jenin

Amaneceres en Jenin
Susan Abulhawa
Ediciones Nuevos Tiempos, 2014
Novela, 384 pp.

por Rubén Sacchi

A pocos días de haberse perpetrado otra impune matanza de palestinos en la Franja de Gaza, el libro de Susan Abilhawa nos muestra que sólo fue una más de las remakes que suele protagonizar Israel contra ese ancestral pueblo que vivía en paz hasta que “recibió la visita de la historia”.
La novela cuenta la vida de Amal y, a su través, la de varias generaciones que habitaron Ein Hod, una primitiva aldea al este de Haifa que vivía de los frutos de la tierra y en armonía con ella. Pero en ese relato es inevitable decir también cómo fue el establecimiento y desarrollo del sionismo y el genocidio palestino en sus manos, desde ya antes de la creación del Estado de Israel. Donde “Un segundo puede aplastar un cerebro y cambiar el curso de una vida”, porque “el año 1948 en Palestina cayó del calendario al exilio”. El lector crítico seguramente hallará comportamientos análogos a los de las más feroces dictaduras.
Su lectura no puede menos que producir pena y estupor, mientras transmite el sentimiento de rabia e impotencia que soporta aquel pueblo hasta hacerlo carne. Para expresarlo de manera más gráfica, puede condensarse en el aullido de una madre a la que le es arrebatado su bebé: “Si Dios existe, oyó el lamento”.
Repasa la crónica año tras año pero, mientras deviene la crueldad y la pérdida, también se anotan y describen las costumbres y cultura de los oprimidos, de manera tal que nos acerca a ellos haciendo que no parezcan tan lejanos y abstractos, que no sean sólo eso que rellena los noticieros de algún canal amarillista. Nos lleva a ver a esos semejantes como un reflejo posible, de tantos, en un mundo signado por el capitalismo y sus nefastas estrategias.
Para quienes trabajamos con la palabra, la valoramos y en ella vemos una herramienta eficaz para la unión de los seres humanos, muestra cómo la realidad puede reescribirlas y el vocablo ejemplo pierde su significado de arquetipo para convertirse en una joven víctima, un escarmiento para el resto. Las palabras “convertidas en despiadadas y crueles para ganar poder, a pesar de la razón o la historia”.
Jenin, un campo de refugiados donde las personas malviven hacinadas y rodeadas de metralla, es un ejemplo de resistencia. La autora nos dice: “En su voz había agonía suficiente para rasgar el cielo”, resta pensar ¿cuándo podrá rasgarse la tela de la injusticia?

Mamushka zombie mambo



Mamushka zombie mambo
Somáticos, 2014

por Rubén Sacchi

Nada mejor para definir este primer disco de Somáticos que su nombre: Mamushkas..., porque cuando uno encuentra una forma, una imagen que aparenta el todo, sólo debe separarla en dos y dentro encontrará otra. Eso pasa cuando se intenta definir el estilo del grupo, lo más aproximado sería, básicamente, un mix entre Bersuit Vergarabat y la No Smoking Orchestra, que regentea el cineasta Emir Kusturica. Sin embargo, otros aportes transitan esas partituras, desde la cumbia hasta la canzonetta italiana y un dejo de cuarteto cordobés. Una verdadera mezcla que puede reforzar la definición de “orquesta delirante”, con que ellos mismos se califican.
Con una sólida interpretación, los músicos hacen gala de profesionalismo, mientras (se) divierten. Con letras que a veces abordan el mensaje desde una posición cáustica y hasta irónica, intervienen en la realidad que los rodea y en la que están inmersos. Los temas transitan tanto la cuestión socio-ambiental, como en Rompe garpa, o la marginalidad “Te comiste los barrotes y así andás/ explotando desde adentro”. 
Esta verdadera súper banda -cuenta con diez integrantes- incluye diversos instrumentos, como saxos, violín y percusión, que propician una variedad de arreglos interesantes, permitiéndose agregar como invitados algunos otros menos convencionales, tales como djembé y banjo.
Claro que este contenido debía contar con un estuche de lujo. Para ello, lo dejaron en manos de El Sike, artista plástico que supo hacer su trabajo maravillosamente, con una variedad de atractivas muñecas rusas de tinte macabro.
Somáticos son: “Leo San” Sales, en guitarras; Gonzalo Arévalo “Ferré”, en batería; Mauro Freire “El Sensei”, a cargo de saxo barítono, soprano y armónica; Luciana Gabe  se ocupa del saxo alto y José "Jowe" Sterren, saxo tenor; Lucas “Perro Malo” Olloqui, en violín y coros; Emmanuel Barrenechea, en bajo y coros; Carlos “El Beto” Gatto, en coros; Armando Prieto López “El Colombiano”, en percusión y voz, mientras que la voz principal queda en manos de Luciano Fernández.

Mis peores poemas de amor

Mis peores poemas de amor
Karina Macció
Viajera Editorial, 2014
Poesía, 136 pp.

Por Rubén Sacchi

Como en un viejo disco de vinilo, la música tiene dos lados opuestos. Esa música es el amor, donde “la voz es una partitura que se puede/ reproducir/ y yo/ sólo dos/ tonos/ vivir morir”.
El lado A, corresponde al fracaso, al desencanto del fracaso. Es todo derrumbe y naufragio en el que cualquier madero proporciona la sensación de sobrevida; esa tabla a la que se aferra es la adolescencia, lugar mítico de felicidad, si los hay.
El lado B, practica un ejercicio de reclamo y entrega, pide “decí sin afilar/ la voz”, “como si vivir fuera un sentido/ (...)/ como si morir fuera una elección”. Muestra una imagen vampírica de “este corazón amplificado”, desmesurado, al que hay que acallar: “lo lleno de estacas y de cruces”.
Generosa obra musical, obsequia un Bonus track, que aprovecha la minuciosa deconstrucción de Keanu Reeves para adentrarse en cuestiones más filosóficas, como la identidad “la muerte infinita de ser un apellido todos los días” y la comprensión de que “nada tiene un sentido sino un millón”, denunciando la cultura light “pleno de ideales sin ideología”.
Un libro en dos lenguas que se complementan, dos formas de comunicación que plantean la necesidad de explorar otras maneras de decir, quizás sin la palabra.

Blues del desarmadero

Blues del desarmadero
Francisco A. Chiroleu
Lexia Libros, 2009
Poesía, 88 pp.

Por Rubén Sacchi

Un desarmadero de barcos. Triste cuadro donde los otrora imponentes señores del agua esperan resignados el desguace. Como si ese fuera el paisaje dominante, como si lo abarcara todo, ocurren otros desmantelamientos: del amor, de la vida... del país.
Blues del desarmadero habla de pequeñas y sucesivas muertes, donde “Toda la tierra es una tumba”, quizá la mejor imagen para poder conjurar la ausencia de nuestros queridos 30 mil desaparecidos.
En ese lento desprenderse pieza a pieza, en ese devenir del tiempo por “antiguos decretos nunca escritos”, uno siente “Morirse de nostalgia/ poco a poco/bajo el cielo oxidado del suburbio”.
Es un libro de metáforas duras, lacerantes, quizás una sola gran metáfora que deviene una “Hoja de afeitar oxidada/ rasgando los testículos/ de un sueño”, un sueño que estuvo al alcance de la mano, una utopía abortada pero realizable.
Al respecto escribe Rubén Vedovaldi en el prólogo: “haber tenido que seguir sobreviviendo y sobremuriendo”, en consonancia con los versos del autor, quien reflexiona que “Ser joven no garantizaba nada,/ solamente/ que la vida/ pasaría sobre nosotros”.

Me desconozco pero tengo memoria

Me desconozco pero tengo memoria
de Leandro Airaldo
Vera Vera Teatro, calle Vera 108
Viernes de septiembre, 21 hs.
Sábados de octubre y noviembre, 21 hs.

por Rubén Sacchi

Salí del teatro con un blues en mi cabeza. Se trataba de Un blues para Adelina, que compusiera Edelmiro Molinari en 1973 para su grupo, Color Humano. La letra reza: "Y lo peor de todo es que yo también
me siento ambiguo, mama,/ porque sólo palos y besos puedo dar"
, y se condice maravillosamente con la historia. Es que Verónica narra sucesos que parecen claros, pero permanentemente escamotea datos y oculta circunstancias que no permiten garantizar que lo que acontece sea sólo eso. Detrás del relato de la muchacha flota una atmósfera densa y el espectador termina suponiendo infinitas tramas.


Me desconozco pero tengo memoria cuenta la historia de una muchacha que amanece en un bar, tan perdido en la nada como el pueblo que lo contiene. Allí cuenta, a quien quiera oirla, una sórdida historia que incluye toda la opresión y tedio que puede contener la vida pueblerina: una historia familiar machista y un mandato difícil de romper.
La obra tiene dos puntos fuertes fundamentales: el libro y la actuación. El primero es un trabajo preciso, donde el microcosmos, lo pequeño, es cuidado y, más que formar parte del contexto, le da sentido a lo grueso, integra el conflicto. La expresa indeterminación de algunas señales (la protagonista aparentemente llega al bar, pero está descalza y sus zapatos están desparramados por el piso; el llanto del padre que no está al teléfono pero es oído) generan un clima de incertidumbre donde las más dispares conjeturas son válidas.
La representación es excelente, muy buen manejo de la escena y las tensiones en un cuadro estático, donde el interés se vuelve difícil de sostener y queda en manos de un monólogo que incluye sutiles movimientos, precisos y bien aplicados para que el hilo mágico que lo une al público se mantenga tenso pero no se corte.
Otro acierto es el sonido directo y real, la escasa intervención de fuentes que se encuentren fuera de la vista, proporcionando una idea de vacuidad, como si se tratara de un bar fantasma y sólo Verónica viera a sus habitués.
El resto del equipo acompaña adecuadamente la pieza, mostrando un cuidado trabajo en vestuario, escenografía y luces.


Elenco:
Verónica: Sol Rodríguez Seoane


Equipo:

Vestuario: Mary Lopez
Escenografía: Miguel Nigro
Realización de objetos y utilería: Eugenio Fernández Beltrán, Franco Marful, Damián Vargas y Enrique Norberto
Iluminación: Luciana Giacobbe
Diseño: Nadia Estebanez
Música, sonidos en escena: Leandro Airaldo, Sol Rodriguez Seoane
Asistencia, producción y fotografía: Nadia Estebanez
Dramaturgia y dirección: Leandro Airaldo

La compañía de los hombres

La compañía de los hombres
Mariano Díaz Barbosa
textosintrusos, 2014
Relato, 200 pp.

por Rubén Sacchi

Si fusionamos fotografías y crónicas, inevitablemente recalamos en la idea de cine, y nada hay más cercano a la escritura de Díaz Barbosa que el séptimo arte. No sólo en la plasticidad de las imágenes, repletas de metafórica poesía, sino en la estructura misma del texto.
El lenguaje cinematográfico atraviesa el libro, pero algunos de los relatos de La compañía de los hombres son recortes que se inscribirían en un gran film, ocupando el lugar del clímax, pero respetando el esquema narrativo global. Allí, todo el argumento apenas sugerido justifica el punto de crisis que desarrollan los protagonistas.
Las temáticas son diversas. Desde un partido de fútbol menor, donde se juega más que un resultado o el maquinista que se topa con un suicida, pasando por la denuncia de la manipulación genética y las salvajes corridas de toros, hasta un paseo por la Cueva de las Manos, donde seres que existieron se cruzan con otros que no llegaron a hacerlo. El relato que nombra el libro se centra en la mirada y, a través de un conflicto psicológico, desnuda cuán complejas que pueden ser las relaciones humanas. Claro está, nada sería posible sin la compañía de los hombres.

Antonio Birabent y su trío eléctrico



Antonio Birabent y su trío eléctrico
Interpretara las canciones de su ultimo disco Lapiz, papel y guitarra
Sala Siranush. Armenia 1353, CABA
Jueves 7 de agosto

por Diego L. Forte

En una época en la que el rock tiene cada vez menos que ofrecer, el retorno a los ámbitos intimistas parece ser una apuesta viable para acercarse a un público que consume cada vez menos discos. Pero inserto en este mundo capitalista ultramoderno, todo se aggiorna, incluso los espectáculos de rock. Pensándolo desde esta perspectiva, la sala Siranush brinda un tiempo prudencial para que los parroquianos beban y se llenen de alimento, sin opción vegetariana, antes del comienzo del show. Una especie de bacanal pasada por el tamiz de los tabúes modernos occidentales.


Pero luego de atravesar la espesa bruma con que la modernidad cubre al espectáculo, finalmente llega la luz. El telón se corre y la banda finalmente aparece. Con un comienzo tenue apenas logran que el público separe sus ojos de la comida. Pero lentamente despiertan hasta llegar a un sonido bastante compacto y potente.
Teniendo en cuenta que Birabent nunca se ha caracterizado por tener un sonido arrollador, es muy interesante el hecho de que su trío eléctrico devenga en power trío gracias a la sólida base que le proveen Alejandra Moro y Mauro Scarparro. Claro que, una de las desventajas de un power trío consiste en que el bajista considere su deber llenar todos los espacios vacíos y, por ende, abuse de su instrumento. Por momentos Scarparro parece caer en la tentación y coquetea con el abuso pero finalmente hace lo correcto y muestra por qué es un gran bajista.
Alejandra Moro merece un capítulo aparte. Su clara formación jazzística aplicada a la construcción de una topadora de sonido da como resultado un complejo entramado de ritmos, completamente funcionales a las melodías de la voz de Birabent.
El propio Antonio ofrece una gran performance vocal, mostrando matices que por momentos parecen transformarlo en Sting, por momentos en Cerati. La simpleza de sus canciones, combinada con sus voces emocionales convence y conmueve, recordándonos que no todo está perdido. Destacaron “Hoy ya no soy yo” de Cerati-Melero, con un pequeño homenaje a Gustavo; una gran versión de “Río en espiral”; “Brasilero y guaraní”; “Río Abajo”; “Aishteru”; “De vuelta”; “El sol es de los dos” y “En altamar”.
Birabent confirma así que su pertenencia a la realeza del rock argentino no solo se debe a cuestiones sanguíneas. Su música se inscribe dentro de la tradición que comienza en Spinetta y continúa, reelaborada, en la obra de Cerati, Coleman, incluso Babasónicos. Su sonido en vivo y su calidez con el público son su mayor atributo y bien valen su precio.