Camino


Camino
Cuartoelemento
Producción independiente, 2009

por Rubén Sacchi

Nuestra tierra ha dado muchísimos músicos de excelente nivel, pero muy pocos tan versátiles a la hora de definir estilos como Rubén "El Mono" Insaurralde. Su última banda, Cuartoelemento, da sobradas muestras de esta aseveración.
Ha pasado, entre otros, por el retorno de Piero y su grupo Prema a inicios de los 80 y, ya en democracia, por la mítica banda del Chango Farías Gómez: Músicos Populares Argentinos.
Esta nueva formación la integra con Néstor Gómez en guitarra y voz, Matías González en bajo acústico y voz y Horacio López en percusión y voz y ya llevan grabados 3 compactos. Los anteriores, Cuartoelemento (2005), Premio Gardel en el rubro “Mejor Álbum de Tango Nuevas Formas” y Alquimia (2007), grabado en vivo en Ciudad Vieja de La Plata, prefiguran la línea de Camino, lo que ya marca un estilo.
Temas propios y versiones de grandes compositores, como Atahualpa Yupanqui, los Hermanos Abalos, Joao Bosco y Antonio Carlos Jobim, en el cancionero latinoamericano o el músico de jazz Bill Evans, hacen las delicias de quienes esperamos una actitud más fresca, que aporte aires de desenfado a la hora de improvisar y dejar paso a la creatividad.

Museo Ezeiza: 20 de junio de 1973

Museo Ezeiza: 20 de junio de 1973
de Pompeyo Audivert y Andrés Mangone
Centro Cultural "Francisco Paco Urondo" de la
Facultad de Filosofía y Letras, UBA
25 de Mayo 221 , esquina Perón
Del 14 al 18 de diciembre - 21 hs.

por Rubén Sacchi

"Estos cortaron una ruta a lo largo, no a lo ancho". La frase la dice un personaje con aspecto de servicio de inteligencia, y ninguna figura metaforiza mejor la magnitud de las interminables masas populares que, desde los cuatro puntos cardinales del país, acudieron a Ezeiza en junio del 73 para presenciar el regreso del exilio de su líder: Juan Domingo Perón.
La obra se define acertadamente como "instalación teatral", pues es un intermedio entre una pieza dramática y un museo viviente. El famoso palco, donde se pudo apreciar el choque de los sectores en disputa, preside un ala del salón. A sus pies se extiende un tendal de caídos, entre los que operan algunos sectores represivos y el espectador deambula libremente entre ellos, quienes refieren sus historias: "Señor, yo no sé qué hago aquí, me arrastró la multitud"; "soy poeta y mis versos abren los ojos de los difuntos"; "mi nombre es Iñíguez y estuve encargado de armar el escenario"; "nosotros somos peronistas", son algunas de las frases que dicen mirando a los ojos en abierta súplica, que genera un sentimiento de culpa al abandonarlos para pasar a la siguiente víctima.
Cuarenta actores representan impecablemente esos hechos luctuosos que preanunciaban lo que vendría en los años siguientes. Una obra fuerte, descarnada, que no rescata la alegría previa sino el dolor posterior a los disparos, el físico, por supuesto, y el que produce la certeza del sueño roto, partido en mil pedazos, como la metralla. Un sueño inalcanzable, como el avión que pasó de largo alejándose de los miles de cabecitas negras.
Leonardo Favio, presente en el acto, cantaba Fuiste mía un verano. Al día siguiente, comenzaba el invierno del 73, un invierno que sería eterno para más de 200 compañeros.


Dirección: Pompeyo Audivert y Andrés Mangone
Asistencia de dirección: Fernando Kabhie, Lucas Olmedo y Gino Fusco
Música, composición y ejecución: Claudio Peña
Paisaje de sonidos: Mirko Mescia

Elenco:
Adela Busquet, Adrián Barrionuevo Díaz, Ana Audivert, Carlos Gonzáles, Clarisa Staracci, Danae Cisneros, Diego Martínez, Esther Misgalov, Federica Presa, Federico Alonso, Francisca Rivero, Gabriela Ram, Gloria Slemenson, Gustavo Enrietti, Gustavo Marzo, Hugo Cardozo, Ignacio
Litvac, Ivan Balsa, Janet Bar, Juan Carlos Antón, Julieta D´Amore, Laura Brisighelli, Liliana Catalán, Liliana Cobe, Lucía Calvo, Lucía Rabey, Macarena Aniyar, María Pía Poveda, Martín Scarfi, Maya Sarasúa, Nara Mansur, Nelson Agostini, Nicolas Lisoni, Pablo Díaz, Romina Soler, Rosario Ferreiro, Rubén Parisi, Sabrina Pérez, Sergio Fernández y Valeria Di Toto.

El tiempo mata


El tiempo mata
Agustín Gribodo
Ediciones de La Cultura, 2009
Novela, 90 pp.

por Rubén Sacchi

Jacinto Benavente escribió: “En cuestión de árboles genealógicos es más seguro andarse por las ramas que atenerse a las raíces” y muchas veces es así, una familia puede integrarse de perfectos desconocidos o disputar despiadadamente una herencia, como quien apuesta en la ferocidad de los mercados.
Un caserón, cuatro hermanos. Cada uno llevó una vida diferente, pero una fotografía los junta en otra época, inconfundiblemente, dentro del mismo marco. Cuatro vidas con sus visiones particulares del futuro, distintas necesidades y proyectos.
En ese escenario y entre esos personajes se desarrolla la novela de Agustín Gribodo, que obtuvo una Mención en el Premio Bienal 2008, del Consejo Federal de Inversiones. Una historia que troca del drama familiar al policial negro.
Con una prosa atrapante, nos muestra el nivel de alienación en que puede caer un ser humano cuando su vida se circunscribe a un solo objetivo y su universo, que podía aparecer como amplio y contenedor, puede desaparecer de un día para el otro, como lo representa el sarcasmo de su principal personaje, Gustavo: “Serás lo que puedas ser o no serás nada”.

La isla de los pingüinos


La isla de los pingüinos
Anatole France
Editorial Claridad, 2009
Novela, 336 pp.

por Rubén Sacchi

“En la situación presente -dijo con tranquilidad- se imponen tres medios de acción: contratar a los matarifes, corromper a los ministros y secuestrar al presidente...”. Esta frase, de increíble actualidad, bien podría ser parte de un diálogo entre el presidente de facto de Honduras, Roberto Miche­letti y los generales golpistas, la madrugada del 28 de junio pasado, antes de perpetrar el golpe de estado; también cabría la posibilidad de que fuese la confabulación entre el genocida Augus­to Pinochet y su jefe de inteligencia, Manuel Contreras, en setiembre del 73. Pero no, fue escrita en 1880 por Anato­le France, Premio Nobel de Literatura.
Esta notable parodia de la historia de la civilización nos hace ver que nada ha cambiado desde que el mundo es mundo y el hombre comenzó a hacer uso de la razón para imponerse por la fuerza.
Es de celebrar que se realicen reediciones de estas grandes obras de la literatura, generalmente olvidadas de los catálogos de las grandes editoriales, y que poseen un inestimable valor para quienes buscan, a través de viejos pensadores, acercarse a la comprensión del presente.

Apuntes para una biografía


Apuntes para una biografía
Alberto Ramponelli
Ediciones Simurg, 2009
Novela, 192 pp.

por Rubén Sacchi

¿Cómo escribir una biografía? La primera exigencia, según aseveran los cánones cientificistas, es la veracidad, sin embargo, Juan José Saer dijo que eso es solamente un supuesto retórico del género. Por ese motivo, el autor sugiere al lector no abandonar en ningún momento la actitud de desconfianza.
El biografiado, Edward Echenique, llega a Buenos Aires deportado de EE.UU., casi a inicios de los 70, fecha que da a la novela un marco de referencia de gran movimiento social y cultural.
El personaje deambulará por el escenario under, donde aparecerán Javier Martínez -baterista del grupo Manal- o la mítica Cofradía de la Flor Solar, agrupamiento platense pionero del hippismo vernáculo. Para quienes provenimos de esa generación, cada pasaje nos hará revivir frescos de época, cuando los OVNIS, Isaac Asimov y Yosip Ibrahim hacían pensar en visitar Ganímedes.
Una trama que retrata una época de gran esfervescencia, pero no deja de lado el trabajo intimista, que sólo se logra modelando delicadamente la arcilla de cada personaje, asumiéndolo a un entorno conflictivo, donde la dictadura instalada en 1976 también juega su papel.

Una novia para King Kong


Una novia para King Kong
Eduardo Espósito
Ediciones Amaru, 2005
Poesía, 128 pp.

por Rubén Sacchi

Escribe Marcos Silber en el prólogo: “La poesía -la poética- de Eduardo Espósito revela claramente un trabajo de cincelado, de gubia celosa guiada por la madurez de toda empresa responsable”, y no se equivoca ni apela a complacencias.
Los poemas recorren la cotidianidad del autor y describen con inigualable precisión nuestra historia reciente, ya sea la fugaz primavera democrática iniciada en el 73 como el largo invierno de la última dictadura, en Mundial 78 (Retrospectiva): “y mientras Kempes era vivado por Massera/ por un segundo gol de atropellada/ (...)/ y Clemente arengaba a multitudes/ con la euforia del tiren papelitos/ (...)/ junio los preparaba y/ Agosti se los llevaba/ (...)/ era un tiempo en pretérito discreto/ y nosotros aullábamos/ y vosotros aullabais/ y ellos (sobre todo ellos) aullaban/ con un eléctrico ardor/ como en el tango”.
Una novia para King Kong es la metáfora del amor imposible, pero es a la vez un libro crudo, que tanto desenmascara una sociedad cruel como se pone frente a un espejo para reírse de sí mismo con una aguda causticidad. Un conjunto de poemas fáciles de tragar pero difíciles de digerir de una vez, ligeramente.

Agualava


Agualava
Patricia Díaz Bialet
Ediciones Atuel, 2009
Poesía, 208 pp.
por Rubén Sacchi

¿Hay algo que conjugue en sí mismo el ardor volcánico y el bálsamo sanante? El amor, en su expresión carnal, quema y sosiega a la vez. El sexo, como una milenaria terapia animal que derrama en su éxtasis el agualava, un neologismo compuesto de dos vocablos que expresan, más que el súmmum de los dioses, un néctar bien humano.
Seis capítulos componen este volumen y, en ellos, muchos poemas precisan un origen o una fecha: un pueblo en el Norte, un lugar en la calle Humahuaca, que seguramente serán, por publicarse, hitos de relevancia en la vida de la poeta. Sin embargo, algunos datos nos transportan irremediablemente a un pasado tan común como terrible: Buenos Aires, 1977 “En lo externo se degollaban hombres y animales./ El vicio era feroz./ Imperaba la potestad del matadero,/ el latir de la furia”.
Agualava es un libro franco y expuesto, aunque no por ello previsible. Cada verso nos sorprende con “tres bocas de fuego para royerte la lengua”; la lava fluye incandescente “y te llamo cien veces a mi cuerpo/ a mi cóncava cueva de planeta parcial e inhabitado”, en la conciencia de que “Después del amor/ viene en una bandeja oscura el extenuado sueño sombrío”.

mínimamente


mínimamente
Gito Minore
Edición de autor, 2009
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

Mi primer contacto con Gito Minore fue a través de una hoja de poesía que él editaba en la segunda mitad de los 80: Cielorrasos. Desde entonces vengo siguiendo sus pasos -que el poeta se encarga de mantener presentes mediante el envío de sus “poemas quincenales”-, en los que se percibe un crecimiento literario.
Su poesía logra una interesante síntesis entre mensaje y metáfora, típica de quien trabaja la palabra en el intento de la exactitud, la búsqueda de la piedra filosofal que dé a nuestros textos la eterna juventud.
Los poemas de mínimamente rezuman tristeza y fracaso. Una mirada desesperanzada, pero también crítica, hacia el mundo cotidiano propone “Descartar todo lo que nos ciudadanice,/ nos esclavice, nos domestique./ Habrá que volvernos/ indigentes de civilización”.
Interesante trabajo que nos empuja a desechar lo banal, “...el cartón pintado/ que decora el escenario kitsch de la vida”, ahondándose en “el orden ilógico de las pesadillas” y sentenciando que “Lo sagrado será/ al fin de cuentas/ volvernos humanos”.