restos de restos

restos de restos
Nicolás Prividera
Libros de la Talita Dorada, 2012
Poesía, 116 pp.

por Rubén Sacchi

Como si hablara por boca de otro, Nicolás Prividera apela a las palabras de Sylvia Plath para abrir su libro: “jamás conseguiré recomponerme del todo,/ unir, pegar tus pedazos, juntarlos como es debido”.
Restos de restos es, primero, el libro de un hijo de desaparecidos, alguien que busca restos, dato no menor al momento de tener en cuenta que, en algún momento su vida sufrió un quiebre, una fragmentación; pero también es el libro de un cineasta, alguien que puede, mediante el montaje, hacer una obra con el descarte de un rodaje.
Su poesía -sería difícil de otra manera- está marcada por los acontecimientos que rodearon su nacimiento y prefiguraron el escenario que dominaría la historia inmediata, aunque sea “el mismo mecanismo de la memoria el que irremediablemente falla”.
Contiene en parábolas la historia del peronismo, desde el 17 de octubre del 45 hasta la Triple A., planteando: “Hay que morir joven y dejar un himno”.
Hay desazón en estos versos, “la historia es una fosa común”, afirma, para concluir: “Dios no ha muerto, agoniza/ en la eternidad y sólo// nos queda/ velarlo”.

Mapas

Mapas
Gabriel Bellomo
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 224 pp.

por Rubén Sacchi

Pocas veces una prosa reviste un carácter tal que se mimetiza con el título que la nombra. Es el caso de Mapas, de Gabriel Bellomo, una historia descripta con la minuciosidad de un cartógrafo. Cada límite e hito en su lugar, los detalles mínimos componiendo la orografía de la historia, como para poder hallar un norte.
Una antropóloga y su padre, fotógrafo, van a recorrer una geografía frágil: la de sus vidas y las relaciones que los unen y separan.
Hay un indagar en el vacío en la obra de Bellomo. En su anterior trabajo, El médano, el personaje sufría una amnesia y transitaba parajes desolados. Aquí, la ceguera progresiva del padre y el entorno hostil del paisaje “¿Qué otra evidencia hay del hombre en esta tierra que la de su muerte?” ubican la historia en un clima semejante.
El libro habla de las cuestiones que se tornan obsesivas, vitales, todas diferentes entre sí, y de los ocultos sentimientos que se enmascaran tras nuetras actitudes aparentes.
Un trabajo notable, que reafirma al autor dentro de una narrativa contemporánea, intimista, que interpela lo más profundo del alma humana.

La tendencia materialista

La tendencia materialista
Comp. V. Kesselman, A. Mazzoni y D. Selci
Paradiso Ediciones, 2012
Poesía, 336 pp.

por Rubén Sacchi

“El que avisa no traiciona”, reza un viejo dicho popular, y eso es lo primero a tener en cuenta al disponerse a leer esta antología. El título es llano, franco. Sin medias tintas.
Hecha la advertencia, no entiendo a quienes se horrorizan ante la evidente ideología de los autores antologados.
¿Están ante una rareza? Más pienso en un desacostumbramiento, pues sucede que, quienes apuestan al fin de la histora, pensaron que los González Tuñón, Tejada Gómez, Neruda o Lima Quintana jamás volverían a enrojecer las páginas de la tierna poesía y, mucho menos, a ser reivindicados en una antología tan meritoria como ­necesaria.
Los compiladores no pretendieron establecer un canon de la década, creo que simplemente, intentaron un muestreo serio -lógicamente arbitrario, como cualquiera- de una franja de la lírica obviada por casi todos los círculos académicos.
Pasajes como: “Edad de piedra. Edad de agua./ El relámpago define la edad/ del futuro. La edad del futuro es/ un esqueleto hecho de relámpagos” ó “Los vecinos no saben tomar té/ leponen leche y azúcar para apagarle/ el gusto asiático. A malaria”, pertenecientes al libro Seudo (Vox, 2000) de Martín Gambarotta, pueden resultar molestos a quienes añoren el viejo colonialismo o ansíen uno nuevo, flamante, libre de ese polvillo sigloveintesco de fines de la primera Gran Guerra.
Los poetas escogidos para este libro son Fabián Casas, Washington Cucurto, Juan Desiderio, Fernanda Laguna, Alejandro Rubio, Martín Gambarotta y Sergio Raimondi. En la introducción podemos leer que los distingue: “La conciencia de que la poesía no tiene que aislarse del mundo práctico y de la época presente”, y creo que siempre es así, salvo que algunos hablan del propio presente y el mundillo que creen personal y exclusivo y otros, más sensibles al entorno, aplican una mirada más amplia.
Una reseña histórica, muy bien documentada, precede esta selección, allí podemos encontrar información acerca de las bases históricas que sustentan a esta generación y el contexto que los enmarca. Así también, de las publicaciones contemporáneas de la corriente y más de una referencia a publicaciones que, quien procure una mayor aproximación, debe necesariamente consultar.

Lado géminis

Lado géminis
Virginia Janza
Viajera Editorial, 2012
Poesía, 152 pp.

por Rubén Sacchi

Géminis, signo zodiacal que representa la dualidad. ¿Cuál es el Lado géminis? La idea propone una suerte de continuidad. Dos mitades componen Géminis pero, si todo éste es un lado, el hecho supone la existencia de otro u otros, que funcionen como opuestos o complementarios.
La poesía de Virginia Janza es arriesgada. Bajo el mito geminiano, expone la diversidad humana y el disenso como alternativa motriz: “el antagonismo nos pareció lo más apropiado/ para ser siempre opuestos/ y de esa forma no/ pertenecernos nunca”.
El libro se divide en cuatro partes, pero unas y otras recurren indefectiblemente a la exploración del yo, “esa ligera sensación de que sabemos algo sobre/ nosotros” o “-tal vez el cuerpo constituya/ algún límite posible-”.
Los dos últimos capítulos indagan en la niñez o en esa dualidad mujer-niña que acompaña al crecimiento, pidiendo “quisiera dormir con la luz prendida” y pensando “que la libertad es cosa de mayores/ y yo sigo siendo tan chiquita”.
Lado Géminis fue engendrado libre, como el desear “parir de uniforme/ manchar la pollera gris (...)/ con todos los líquidos que anuncian la vida”.

Brazos de ningún vacío

Brazos de ningún vacío
María Chemes
Paradiso Ediciones, 2012
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

El libro de María Chemes intenta contener, en el hueco que forman los brazos en el gesto de abarcar, la totalidad de un recuerdo, esa presencia subjetiva que da sentido al título, negando rotundamente la hoquedad. Sin embargo, la falta del ser amado se percibe a través de los poemas. Una ausencia que llena y se reafirma como imperante.
“Sin el cuerpo, todo parece eternidad”, sentencia la autora, y agrega: “canto que canta el silencio/ cuando todo amor es memoria”.
Hay dos mundos que coexisten en esta historia, separados prolijamente por las sábanas, como si el dormir fuese un bálsamo para olvidar el dolor y la ausencia.
En esa realidad, Chemes escribe: “me abandono a la palabra/ como al consuelo de la voz”, y en la dura batalla que entabla se propone “quiero morir al miedo”, reemplazando al verbo matar, quizás consciente de que en ello le puede ir la vida y apuesta “o llaga/ o cuna”, como alternativas de dolor o refugio.
Busca la respuesta en la niñez, en una canción de cuna, pero asume la inexorable madurez: “crecerá vestida/ hasta que el traje se rompa/ y desnuda/ tenga que salir a vestirse”.

Sombras nada más

Sombras nada más
Luis Benítez
Ediciones Doble Hache, 2012
Novela, 160 pp.

por Rubén Sacchi

¿Qué tienen en común Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Osvaldo Soriano? Salvo que los tres hayan nacido bajo el mismo cielo y se hayan dedicado a la literatura, es difícil hallar otras similitudes. Claro que esa dificultad persiste si los cotejamos en las letras, pero un análisis que trascienda su expresión artística los ubicará, políticamente, en la vereda opuesta al peronismo. Los tres, desde diferentes ópticas, fueron críticos de ese movimiento que, con infinidad de vaivenes, aún atraviesa la escena ciudadana.
¿Por qué hago referencia a estos autores? Porque su fantasma, sin dudas, recorre estas páginas con más de un guiño del autor, y la mezcla sutil de sus climas es posible gracias a la maestría narrativa de Luis Benítez, poeta de la generación del 80 que, de tanto en tanto, derrocha las palabras ahorradas en la lírica para regalarnos una prosa ágil y adictiva, no exenta de un humor ácido que oxigena las situaciones más cargadas de dramatismo.
El maestro Borges aparecerá para abrir y cerrar la historia, una crónica de sangre con un cruce de cuchilleros que incluye ¿casualmente? a un tal Funes. “Aldao cayó de rodillas, sosteniendo todavía eso inútil en la derecha (...) Asombrado se quedó quieto y asombrado se murió”, es un párrafo digno de las cuerdas del Tata Cedrón.
La segunda parte de la historia es todo el andamiaje que sostiene la parábola con que comienza y acaba la novela; allí el existencialismo cortazariano da vida a personajes que danzan al compás de una necrológica: la muerte de Eva Perón, y un país que, a partir de su deceso, será otro, mientras los sueños de millones de argentinos se irán pudriendo, sin la posibilidad de ser embalsamados como el cadáver.
El resto, necesario nexo entre estas dos partes, será una road movie, con protagonistas de la picaresca vernácula, propios de las disparatadas historias que relatara el Gordo Soriano, por esos pueblitos inverosímiles del interior de la provincia de Buenos Aires.
Benítez define la novela como “del peronismo mágico”, concepto que suena a sarcasmo, si pensamos que el protagonista y narrador profesa ideas yrigoyenistas. Como sea, en la trama que urde las historias se entretejen veladas opiniones ­políticas, que el escritor desarrolla sutilmente y permiten una segunda lectura, más profunda e ideológica.

Bicho de luz

Bicho de luz
Jorge Dana
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 272 pp.

 por Rubén Sacchi

El novel autor de este volumen es cineasta. Su debut en el papel, sin embargo, debe sustentarse en una larga historia de guiones que le han
dado a su pluma la suficiente ductilidad para plasmar esta historia.
El trabajo, no deja de nutrirse de aquella disciplina. No ya en las fotografías que, como storyboard, acompañan estas páginas, sino que se evidencia en la minuciosidad de las descripciones, algo que convierte este libro en una obra cuasi visual.
Jorge Dana escribe su biografía. Lo hace como un racconto de su vida. Por allí desfilan personajes que lo marcaron y situaciones entrañables. Para quienes cargamos unos cuantos años, es inevitable conmovernos con esa pelota de goma, marca Pulpo, que solía colgar en bolsas de redecillas en los escaparates de quioscos y librerías y que comprábamos en grupo, rascando monedas del fondo de nuestros magros bolsillos.
Una ópera prima de buen nivel, de gran atractivo para los amantes del cine y el fútbol, máxime si de hinchas de San Lorenzo se habla, pero también ofrece una prosa cuidada, fresca y precisa, quizás debido a las sutilezas que los cineastas logran hacer con el montaje.

Los arrecifes de coral

Los arrecifes de coral
Horacio Quiroga
Editorial Punto de encuentro, 2012
Poesía, 136 pp.

por Rubén Sacchi

Horacio Quiroga es uno de esos autores reeditados hasta el cansancio. Sus obras se incluyen en variadas colecciones de literatura, ya sean argentinas, uruguayas o latinoamericanas. También fue traducido a diferentes idiomas y llevado al cine. Este caso es diferente. La edición que nos ocupa rescata una faceta poco conocida del gran escritor: la de poeta.
La obra solo vio la luz en dos momentos: en 1901, año de su primera edición dedicada a Leopoldo Lugones y en 1943, única reedición realizada en Uruguay. Con pésima recepción de la crítica, salvo honrosas excepciones, el libro quedó en el olvido.
Por fortuna, con estudios de Gito Minore y Stella Calloni, hoy accedemos a esta reimpresión, que viene a cubrir un bache inexplicable en el quehacer editorial.
El escritor Pedro Orgambide, su biógrafo, escribó que “la poesía fue para Quiroga un refugio, no una morada; un refugio demasiado frágil para albergar su vida”. Esas palabras encierran solo parte de la verdad, porque en realidad en la literatura no encontró su morada, como tampoco la halló en la locura o el ostracismo, por eso buscó más allá.

Cálculo y presentimiento

Cálculo y presentimiento
Silvia López
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 192 pp.

por Rubén Sacchi

Una vieja casona de estilo Tudor sobre la calle Bonorino, en el barrio de Flores es el marco que Silvia López elige para desarrollar su novela, un thriller que se mezcla con el grotesco de manera equilibrada, desdramatizando situaciones que de otra manera resultarían terribles.
Relata la historia de una pareja de diferente extracción social que, sin puntos en común, deciden el matrimonio. Ella, de la rancia oligarquía de Martínez y él, miembro de una familia de la burguesía acomodada añorante, quizás, de mejores épocas, que se dedica al arte de fabricar y restaurar muñecas.
Las costumbres vulgares del marido -y de su círculo de amigos- incluyen extrañas salidas nocturnas, con sus manos enfundadas en guantes grises. Lo que podría parecer una aventura, se va mostrando de una manera macabra en su realidad.
Con un estilo trabajado, va tejiendo diferentes líneas narrativas con la incorporación de nuevos personajes, que no hacen más que atizar la hoguera que enciende la curiosidad del lector.
Interesante trama, donde nada es como se muestra y una sucesión de engaños, nos conduce hasta el final.

Virgencita de los muertos

Virgencita de los muertos
Nicolás Correa
Libros de la Talita Dorada, 2012
Poesía, 44 pp.

por Rubén Sacchi

Nicolás Correa es un joven narrador que viene haciendo surco desde hace unos años. De ese trabajo febril, tres brotes fructificaron en sendos libros de cuentos. Este, su primera entrega en el género, lejos de apartarlo de ese camino, no hace más que ir consolidándolo como un escritor versátil, que pone el cuerpo donde hay que ponerlo y, para ello, busca la manera expresiva que considera más apropiada.
Los poemas muestran a un observador que, desde el purgatorio de la infancia, ve transcurrir un tiempo suave, al que inevitablemente sucederá “...la vida/ ese dolor” y ese planteo se corresponde con la dedicatoria: “A Candela”, la niña de Hurlingham salvajemente asesinada un año atrás sin que haya un sólo culpable preso y un estado que, a veces, en su solemnidad, excluye: “entre tanto ruido de himno/ te caíste de la bandera”.
Virgencita de los muertos exorciza la vida humilde de tanto dolor “hoy vamos a enterrar a nuestros muertos/ que dejen de estar/ el sueño de muertos que le han confinado” porque “el olor a polvo de la tierra calle/ lo único que lo calla es la lluvia” y “la insoportable magia de los hombres/ cae con el manto negro de plástico”.

Gira la noche

Gira la noche
Lucía Mazzinghi
Paradiso Ediciones, 2012
Novela, 200 pp.

por Rubén Sacchi

Pocos títulos explicitan el contenido de una obra como el que nos ocupa. En estas páginas, la vuelta completa de una semana incluye otras rotaciones: ¿gira la noche o el día? ¿o lo que gira es la tierra y todas nuestras vidas dan vueltas asumiéndose como metáfora de ese movimiento cósmico?
Lucía Mazzinghi juega con el lenguaje, gira con las palabras: “Amén. Amen. Amense los unos a los otros...”, despliega un arte de asociaciones expresivas que llevan a una situación lúdica donde el drama está latente.
En la historia, gira la vida de Carmelo, un músico bohemio que se mantiene fiel a sus postulados de vida y, a su alrededor, giran un sinfín de personajes y situaciones en el pago chico de San Telmo y aledaños.
Todo se sucede en la semana de carnaval y la atmósfera está preñada de la magia propia de la celebración. El tiempo del relato se altera, imbuído en “ese terreno salvaje que es la memoria”.
Compuesta mayormente de imágenes, permanentes postales que grafican la escena donde se desarrolla, la acción nos inunda de magia, dejando claro que “los fantasmas no siempre se desvanecen con la luz del sol”.

En este nombre y en este cuerpo

En este nombre y en este cuerpo
Eugenia Cabral
Babel Editorial, 2012
Poesía, 60 pp.

por Rubén Sacchi

Através de los poemas, Eugenia Cabral exhibe un tratado erótico basado en supuestos libros ancestrales
que versan sobre el arte de amar y ser amado.
A través de los versos, pone el cuerpo en una erótica que raya lo mitológico. Una especie de Kamasutra poético que propone, en un cuidado lenguaje de época, los placeres más delicados del sexo.
Como una experimentada Afrodita, delinea las sutilezas de la carne, pero lo hace desde lo más profundo del alma, que es la lírica. Desde esa mirada se hace cargo personal de la vivencia y la ubica de manera personalísima.
Estos escritos, que intentan una antigüedad tal que los plantea como códices, comienzan con el concepto de ars erótica, tan estudiado por Michael Foucault, para culminar en el poema Domus aurea, que recuerda el recinto exótico erigido por Nerón, aquel considerado por la historia como el emperador de los excesos.
Dice Víctor Redondo: “la autora atestigua, interroga, examina y deja entre poema y poema el lapso oportuno para reflexionar sobre lo leído”, imprescindible actitud para la libre elaboración de nuestras subjetividades.

Se fue con su padre

Se fue con su padre
de Luis Cano
Teatro San Martín
Sala Cunill Cabanellas
Avda. Corrientes 1530, C.A.B.A.
Miércoles a sábados, 21:00 Domingos, 20:00
Duración: 75'

por Rubén Sacchi

Un paraje alejado en algún lugar de la costa. Un pueblo chico que inevitablemente encierra un infierno grande. Secretos y mentiras que se guardan a medias en un lugar donde, por el hecho de repetirse, todo se torna evidente. En el tema La lección del viajero, que cantaba Litto Nebbia, Mirtha Defilpo escribía: "El viajero me dijo que la boca se rompe si uno come palabras. Todo nuevo refugio es una antigua trampa”, y así, a fuerza de callar, la historia se construye en una jaula, como la que encierra a las cotorras, la silla colgante que usa la Hija, que pareciera tener barrotes y otros elementos de la escenografía que, más allá del clima opresivo general, transmiten la idea de encierro.
Se fue con su padre trata de la identidad pero fundamentalmente de la apropiación y, aunque ambientada en 1920, es inevitable establecer un vínculo con nuestro pasado reciente. En un juego esquizofrénico, el apropiador proteje la posesión hasta el crimen aunque, en contrapartida, castiga lo apropiado como reflejo de una absoluta ignominia.


La historia transcurre en un establo pero, a diferencia del mítico pesebre, nada hay de celestial en el comportamiento de seres embrutecidos por la miseria, lejos de cualquier redención que no sea la locura o la muerte.
La obra no tiene desperdicio. Cuatro actrices impecables atraviesan el drama de la vida evidenciando gran maestría, con una María Eugenia López excelente en sus alteraciones de ánimo e impostación de voz. El trabajo de marcación y el despliegue en escena logran un aprovechamiento del espacio que mantiene la atención en cada punto, absorben al espectador.
Las luces y el sonido no van en zaga y trabajan reforzando la carga argumental. La escenografía se muestra muy lograda en ambientación e incluye una tormenta real que le da un toque distintivo impactando en la participación del espectador. En síntesis: un hermoso libro y una puesta bien lograda.

















Elenco:
Hija: María Eugenia López 
Tía: Elida Schinocca
Madre: Mercedes Fraile
Madia hermana: Lola Banfi

Equipo:
Coordinación de producción: Macarena Mauriño
Asistencia de dirección: María Leiva y Juan Quiroga Lavié
Asistencia de escenografía y Vestuario: Agustina Filipini
Asistencia artística: Mailen Niño
Supervisión de voces: Tian Brass
Supervisión de movimiento: Luciana Acuña
Diseño sonoro y música original: Pablo Bronzini
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Vestuario y Escenografía: Cecilia Zuvialde
Dramaturgia: Luis Cano
Dirección: Lorena Ballestrero


12 rounds

12 rounds
Autores varios
Comp. Juan Almada y Belén Kozodij
Ediciones Lea, 2012
Cuento, 160 pp.


por Rubén Sacchi

El libro reúne una docena de relatos con un conductor común: el boxeo. 12 rounds con historias inquietantes, que ponen al lector contra las cuerdas pero, a diferencia del legendario deporte, ninguno estará esperando ser salvado por la campana.
Son muchos los escritores que se ocuparon del tema, en la lista vernácula baste recordar Cuarteles de invierno, de Osvaldo Soriano o Kid Ñandubay, de Bernardo Kordon. Algunos subieron la apuesta y se calzaron literalmente los guantes, ya no literariamente, entre ellos, Abelardo Castillo y Ernest Hemingway. Sin embargo, estos cuentos no miran desde el ring side, sino desde otros lugares que también habita el púgil, pero son menos frecuentados por la literatura del cuadrilátero.
Sería una metáfora fácil decir que 12 rounds es un uppercut a la mandíbula del lector; en contraposición diré que cada cuento es la esponja que refresca, luego de cada gong, con una pluma bien entrenada. Mérito que comparten con agradable homogeneidad los autores compilados, sin menoscabo del prólogo que, a manos del ex boxeador Sergio Víctor Palma, pone broche de oro al volumen.

Biografía futura de Latinoamérica

Biografía futura de Latinoamérica
Carlos Loprete
Latemendia Casa Editora, 2012
Ensayo, 128 pp.

por Rubén Sacchi

Contraponiendo las ideas del alemán Oswald Spengler, del letón conde de Keyserling, del uruguayo José Rodó, del boliviano Alcides Arguedas y los argentinos Carlos O. Bunge y Ezequiel Martínez Estrada, el autor da el puntapié inicial para desentrañar la identidad latinoamericana, tan rica como compleja, resistiéndose a la simplificación de las dicotomías.
Observando la tapa del volumen, el lector puede abonar una idea errónea de su contenido, toda vez que Loprete cultiva una opinión diversa en cuanto a las raíces de nuestros pueblos, viendo con sumo interés los aportes de otras culturas, sobre todo la del conquistador español.
Resulta interesante leer autores que, pese a los tiempos que corren, adopten la posición liberal del negacionismo: “Es un abuso semántico calificar a la gesta española de ‘genocidio’, como se ha hecho en alguna ocasión”.
El autor apuesta al progreso de manera peligrosa “El pasado indígena es en gran parte anacrónico” pero acepta que el “ultraje racial se ha mantenido a lo sumo como injusticia social o voracidad económica”. Y sintetiza: “Una nación grande es lo que queda de ella después de haberle quitado sus pequeñeces”.

Aviones enterrados en la playa

Aviones enterrados en la playa
de Luis Cano
Espacio NoAvestruz
Humboldt 1857
Domingos 21 hs.
Duración aproximada: 50 minutos.

por Rubén Sacchi

 Una playa en algún lugar lejano del sur. Un lugar que, por habitado, guarda historias que contar, comunes e individuales. Historias que la arena entierra, como un avión de telgopor que un niño olvidara en el pasado, pero que el viento de los recuerdos descubre alguna vez.
La palabra como eje central de la historia, la palabra como bien de uso y de cambio, la que se da y la que se espera.
Hay un niño entre dos tiempos: el presente y el pasado y un clima de desolación, ya que la palabra parece no ser escuchada o entendida. Cada quien narra su relato, pero el discurso no se socializa, nada vuelve, ni siquiera como acto de compasión. En la playa, quienes deambulan son una suerte de fantasmas buscando asirse a una realidad.


Luis Cano dijo: "Escribo teatro, pero pienso poesía" y eso es lo que hace en cada una de sus piezas, poemas un tanto herméticos pero con suficientes indicios, como puertas por las que se puede penetrar y lograr la comprensión a través de la identificación.
Una escenografía despojada (como salvo raras excepciones acostumbra el autor) presenta una suerte de muelle y tres cajas de madera ¿de pescados? que, usados como asientos o como instrumentos de percusión, están repletas de hormas de zapatos, que los actores desparraman como piedras en la orilla. ¿Qué significado tienen esas piezas de madera esparcidas en la playa? quizás el de la infinidad de pasos que dejaron su huella en esa vieja arena, que seguirá allí cuando los protagonistas no estén y otros vengan a ocupar su espacio.
Un paisaje rústico y duro une esas historias de pérdidas. La iluminación dirige la mirada del espectador a cada una de ellas y una extraña música acompaña los relatos. La tensión acumulada hacia el final se rompe maravillosamente, convirtiendo el dolor en una murga. ¿Por qué los personajes eligen ese horizonte? La respuesta quizás esté impresa en el programa, que dice: "No tenemos nada que ver aquí, pero nos colocamos en este lugar donde vaciarnos".

Elenco:
Federico González Bethencourt: El muchacho
Francisco Grassi: El hombre en piyama
Leonardo Murúa: El lobo marino
Román Lamas: El padre
Mauricio Minetti: El pescador


Equipo:
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Dirección de voces: Tian Brass
Música: Federico Marrale
Escenografía y vestuario: Mercedes Arturo
Fotos: Paola Toriano
Piezas gráficas: Laura Rovito
Producción ejecutiva: Alejo Sambán
Producción artística: Constanza Balsátegui
Coordinación de producción: Gabriel Cabrera
Asistencia de escenario: Diego Becker
Asistencia de dirección: Micaela Picarelli
Dramaturgia y dirección: Luis Cano



La razón blindada

La razón blindada
de Arístides Vargas
Teatro Andamio'90
Paraná 660, CABA
Sábados 22:30 hs.

por Rubén Sacchi

La escena puede ubicarse en un manicomio o una prisión. No importa el lugar, lo importante es la condición de encierro, esa que le quita al hombre su bien más preciado después de la vida: la libertad.
Un prisionero común puede aceptar esa realidad, pero para un alma inquieta la fuga es un objetivo primario, es lo que le permitirá reintegrarse a la lucha. Para ello, De la Mancha y Panza (personajes dentro de los personajes) trazan un plan: proyectan un túnel que construirán domingo a domingo. Claro que, ante la imposibilidad de uno concreto, harán uno intangible, palada a palada de la imaginación.


¿En qué consiste el túnel? En la recreación de un mundo imaginario donde sumergirse y así superar la dura realidad que les toca vivir. Para ello, eligen la historia del Quijote de la Mancha y se valen de una utilería tan pobre, que solo la voluntad de superar su tragedia los lleva a obviarla.
Bajo estricta vigilancia, los transgresores llevan adelante su plan poniendo en tela de juicio más de una verdad revelada. El tiempo y el espacio son dos variables modificables a su antojo y el lúdico manejo de la irrealidad los protege: "lo que no sucedió no puede morir, lo que no existe no puede morir… ¿Será por eso que Dios aguanta tanto?".
Con poca escenografía y una iluminación sin estridencias, los actores filosofan lo profundo de la vida. Se preguntan, a la vez que interpelan a la sociedad: "¿Qué mal hemos hecho aparte de ser buenas personas?" ó"¿Quién está dentro y quién está fuera? (...) si las rejas se abren quién sale y quién entra, si estás fuera estás preso de la ignorancia, si estás dentro estás preso de la injusticia".


Confieso que vi la obra ignorando la temática y dedicatoria final, pero el haber regresado el viernes último de la ciudad de Trelew, donde se recordaron los 40 años del fusilamiento de presos políticos en la base Almirante Zar fue un factor determinante para comprender que, detrás del arte, también hay un tremendo compromiso del autor. Esa circunstancia hace que frases como "¿Cuánta llanura cabe en la palabra llanura?" dejen de ser mera especulación filosófica y se asimile automáticamente a la meseta patagónica que los evadidos de la cárcel de Rawson debieron recorrer hasta el aeropuerto que los llevaría ¿fuera?.
La excelente puesta y la calidad actoral de Begino y Monzo engalana tamaña pieza teatral y la empatía que transmiten logra la complicidad del público, que participa solidariamente de esa fuga y, así, se torna masiva. Porque la solidaridad es la base ideológica de esos condenados: "aquí no nos podemos sentir solos, aquí, si usted existe, yo existo, si usted desaparece, yo desaparezco… Si alguien no me dice: oiga, usted, no sea tan llorón, ¿cómo voy a saber que ese escándalo gutural que sale de mi garganta se llama llanto?".
En definitiva, la historia trata de los revolucionarios,que no son otros que aquellos que dan todo por los demás, sin precio ni tasaciones. Como adultos que mantienen la pureza del niño, porque "solo una inocencia radical puede hacernos creer que este mundo merece ser…".


Arístides Vargas ha dirigido importantes grupos y compañías latinoamericanas de teatro. Es fundador de uno de los grupos más prestigiosos de América Latina: Grupo Malayerba de Ecuador, que dirige en la actualidad. Entre otras, es autor de las siguientes obras: Jardín de Pulpos, Pluma, La edad de la ciruela, Donde el viento hace buñuelos y Nuestra señora de las nubes. La temática de su dramaturgia gira en torno a la memoria, el desarraigo y la marginalidad. La suya es una escritura poética no carente de humor pero también de cierta amargura y, pese a esta última, de la inocencia suficiente para creer que el mundo puede ser cambiado. Asimismo, su escritura tiene la crueldad de negarse esa esperanza y caer, por momentos, en la desesperación total.


Elenco:
Daniel Begino: De la Mancha
Roberto Monzo: Panza

Equipo:
Dirección: Florencia Suárez Bignoli
Asistente de Dirección: Gonzalo Ramos
Diseño de Iluminación: Esteban G. Lahuerta
Ilustración: Dalmiro Zantleifer Ojeda (www.dalmiro.com)
Arte: Cecilia Catalina Quesada
Música y videos: Grupo Malayerba
Diseño General de Puesta: Arístides Vargas - Grupo Malayerba
Producción: Tamara Arce y Martina Cuadrado
Produce: GMG Producciones
Prensa y comunicación: Marisol Cambre



Gotas de crítica común

Gotas de crítica común
Emiliano Bustos
Libros de la Talita Dorada, 2011
Poesía, 104 pp.


por Rubén Sacchi

Julián Axat escribe: “La lectura de estos poemas confirma un recorrido intrincado con la idea de legado, vislumbra la puerta de acceso a un nosotros imantada a un sujeto político”, y no es para menos, si tenemos en cuenta que el autor es hijo del poeta Miguel Angel Bustos, escritor y militante desaparecido por la última dictadura militar.
El libro está atravesado por permanentes alusiones a situaciones o figuras de los años 60 y 70 contrastadas con el presente: “Grité, ahora hablo; calé hondo, ahora educo/ (...)/ Estoy viejo. (...)/ ...en la estampida un tropezón es caída” o, en referencia al Torino, industria nacional: “...ayer fiera,/ hoy fierita”.
Hay postales perfectas, está Ezeiza: “y nosotros, que olfateamos/ a los imberbes dentro y fuera del bosque,/ podemos, sin la derecha subiendo de los pelos/ a la izquierda, aterrizar” o la acogida de criminales nazis: “...desenrollamos/ ciertas alfombras cuando el Reich cayó/ (...)/ Llegan los apóstoles y besan el suelo;/ como en un juego diabólico,/ nadie mira/ Los equipajes pasan”.
Y en la ausencia del padre: “no somos un equipo./ Vos no estás”, tiene fe en concluir su lucha: “Algo trunco inconcluso./ Una mochila un puño cerrado bastarán”.

Pasala Leonel, pasala

Pasala Leonel, pasala
Gito Minore / Isidoro Reta
Fabricacuentos, 2012
Cuento, 16 pp.


Por Rubén Sacchi


Esta segunda entrega de Fabricacuentos, de la dupla Minore-Reta nos trae, como la anterior, una historia sencilla, totalmente cotidiana, pero que juega como herramienta para la transmisión de un mensaje intrínseco.
La historia trata de un equipo de fútbol de barrio, conformado por niños que juegan en una de esas rara avis que en otras épocas abundaban y se conocían  como terrenos baldíos. El potrero en cuestión, uno de esos predios que se salvaron del boom inmobiliario por hallarse debajo de una autopista, está administrado por un tal Aldo que, además de permitirles jugar a los niños, oficia de árbitro.
En este escenario, la figura de Leonel, un crack tan habilidoso como individualista, malogra las espectativas de todo el conjunto frente al equipo rival, lo que da pie a plantearse que el verdadero trabajo es el que se realiza en equipo.
Pasala, Leonel, pasala reafirma la idea de que “nadie se salva solo” y que la pertenencia a un grupo necesariamente nos hace proveedores y subsidiarios del mismo.
Como siempre, hermosamente ilustrado por el plástico Isidoro Reta.

Una perra

Una perra
Liria Evangelista
Paradiso Ediciones, 2012
Poesía, 48 pp.

por Rubén Sacchi

Liria Evangelista plantea un relato retrospectivo de su infancia en Parque Chas a través del sexo. Del sexo como la escritura. La compulsión de escribir como una puta busca sexo: “amo amo/ dame le dije/ putita empapelada y entintada/ te lo voy a contar todo”.
Muestra una infancia edípica: “y aunque tu verga poderosa quiera hacerse falo/ minga” y la masturbación como in crescendo: “me contemplo: quién era, quién soy, quién voy a ser/ desespero/ a la entrepierna llego acariciando/ reinado de mis polvos de mis estruendos mudos”. Tampoco es ajena al paso de los años: “un pelo blanco/ juera bicho quiero gritar y el espejo me devuelve/ mi sino de viejita”. Asume la instancia como un otoño, con guiños a Jorge Manrique y Rubén Darío.
Un repaso por los hombres que poseyó: “...tantos nombres olvidados/ hombres que me fuiste ¿un rostro? ¿más que muchos? fueron voces ecos apagados en la mueca del orgasmo” produce un balance negativo: “de algunos ni las sombras/ de otros nada/ ni el acaso” y en ese transitar la experiencia sexual: “lamí tragué escupí asqueada” los hombres “perforaron hendieron mutilaron” y dejaron una imagen de derrota: “...volví desnuda de percal/ yo también un tango trágico yo sonatina/ y becqueriana/ (...)/ monstruoso el gozo única la pena/ extraordinaria”.
La soledad se muestra en un juego de palabras: “soy sombra enfalecida/ (...)/ ahora soy mujer que vive de su espera/ enfaltecida” y el falo vuelve con su carga edípica: “él tiene eso: oscuridad canosa de entrepierna/ (...)/ este es el cuerpo del que nunca lameré los bordes/ (...)/ ni su flora ni su fauna nada de él/ pura vergüenza...”, en el duro momento de la pérdida del padre.
¿Por qué el sexo tan lejos del placer? quizás la experiencia que vio en la madre “me dice el tano bruto/ ¿de qué te quejás?/ las de mi pueblo parían en el campo/ (...)/ ese dolor es el que vale/ (...)/ ¿capisce?/ pobre de mi/ (...)/ sometida a los acentos de su voz/ a la repetición de sus orgasmos”, una experiencia de sumisión de una madre envejecida: “la vejez es su falta de luz”; “le imagino los pulmones el riñón/ lo que no se ve y el tiempo fue pudriendo”. Una anciana que se vuelve niña al momento de la muerte: “le entrego a la muerte este fetito/ duermasé le canto mi chiquita/ mamita duermasé”. Y la proyección del propio final: “cuando yo esté volviendo a la sombra perfecta que me hizo”; “quiero mi lengua natal la verdadera”.

Todo es vida

Todo es vida
Salomón Touson
Ventana Editorial, 2012
Ensayo, 200 pp.


por Rubén Sacchi

Haciendo honor al título, Salomón Touson plasma en estas páginas diversas historias que, puede adivinarse, lo contaron como protagonista. Habla de las vivencias desde sus primeros años en relatos que describen de manera sencilla diferentes momentos, sin aparente moraleja, pero deslizando una posición personal respecto a hechos de la cotidianidad.
Por momentos parece una suerte de diario, donde su autor refiere los acontecimientos que considera personalmente relevantes o le dejaron alguna impronta. En uno de ellos, El aspecto valioso, repite un párrafo de Milan Kundera: “Uno puede reprocharse tal acto, tal palabra pronunciada, pero no puede reprocharse un sentimiento, simplemente porque no tiene poder alguno sobre él”, a lo que agrega: “Nada ni nadie carece de un aspecto valioso”. Tal aseveración pareciera ser la línea directriz de la obra.
También hay un capítulo dedicado a otros autores, donde selecciona algunos párrafos de escritos que van de Jorge Luis Borges a Omar Kayam.
En síntesis, definido como Antología, reúne sus condiciones: un libro ecléctico, con pasajes interesantes.

Isidro Velázquez. Retrato de un rebelde

Isidro Velázquez
Retrato de un rebelde

Pedro Jorge Solans
M&D Editores, 2010
Ensayo, 160 pp.

por Rubén Sacchi

Siempre presentes en la memoria popular, se hicieron masivamente notorios en 2001, a través de la obra musical del cantautor León Gieco, Bandidos rurales.
Los hubo muy conocidos, como Juan Bautista Vairoletto; Segundo Peralta, conocido como “Mate Cosido” y Antonio Gil, el famoso “Gauchito”, pero hay otros personajes que, sin ser tan difundidos, dejaron huella en el territorio donde ejercieron influencia. Tal es el caso de Isidro Velázquez.
Sin una ideología definida como algunos de sus pares, pero con evidente inclinación de clase, despojaba a quienes más tenían y era generoso con los necesitados.
Tan autoritario como valiente, ­manifestaba prepotencia y arbitrariedad a la vez que se mostraba sensible, tal era la contradictoria personalidad de Velázquez.
Como en todos los de su estirpe, su vida acaba en tragedia y su memoria se continúa en leyendas que no hacen más que alimentar el mito de su santidad, trascendiendo, a veces, lo regional.
Una obra de interesante investigación histórica, que se abona con profuso material fotográfico y testimonial.

Las filosofías de la revolución

Las filosofías de la revolución
Silvana Carozzi
Prometeo Libros, 2011
Ensayo, 386 pp.

por Rubén Sacchi

Hablar de la Revolución de Mayo, a poco tiempo de haber celebrado su bicentenario, es un lugar felizmente recurrente. La bibliografía reciente se ocupó del tema en abundancia, así como la cinematografía. Se recrearon las vidas de algunos de aquellos próceres a quienes debemos la Patria y se ha generado más de un debate desde las diferentes tendencias de interpretación de la historia: liberal, revisionista o materialista.
Pero más allá de las palabras entendidas, el aficionado a la historia que busca a su través comprender, o acercarse al menos, la entelequia que nos llevó a la situación actual, necesita bucear en las fuentes originales, y nada mejor para ello que las páginas de las publicaciones pioneras de aquella gesta, como La gaceta, El correo de comercio, Mártir o libre, El grito del sud y La gaceta ministerial, donde se puede analizar, en las propias palabras de sus actores, las ideas reinantes por entonces, sus orígenes y los movimientos internacionales que influyeron en aquellos sucesos.
Silvana Carozzi acerca las figuras de Belgrano, Moreno o Monteagudo despojadas del bronce y en todas sus jovenes contradicciones.

Infidelidad

Infidelidad
Susana Aguad
Paradiso Ediciones, 2012
Relato, 136 pp.


por Rubén Sacchi

Cuando la palabra infidelidad resuena en nuestros oídos, llega a nuestro cerebro en su acepción más universalizada: la que ocupa las relaciones de pareja.
Sin embargo, esa imagen casi excluyente del imaginario popular, deja fuera otras tantas variables posibles, algunas de ellas quizás mucho más crueles que la anterior.
Es que las relaciones que incluyen a los humanos nunca son lineales. Suelen tener muchos recodos en su recorrido, detrás de los cuales puede encontrarse la traición en sus múltiples formas: a la pareja, al amigo, al compañero o a uno mismo.
De algunas de ellas se ocupa Susana Aguad en esta serie de relatos, algunos con final abierto a múltiples resoluciones, en un estilo narrativo que en nada se aproxima a su última novela Lejana y oscura.
Diversos también son los sitios que sirven de escenario a la autora, quizás una manera de hipotetizar que la infidelidad no respeta confín alguno. Tal vez pueda asimilarse a la frase de Ricardo en el relato Retrato de muchacha: “La cuestión reside en el cómo, cómo lograr hacerlo lo mejor posible”.

Los invertidos y otras obras

Los invertidos y otras obras
José González Castillo
Ediciónes Razón y Revolución, 2011
Teatro, 284 pp.

por Rubén Sacchi

Recorriendo el barrio de Boedo uno puede tropezarse con decenas de íconos que nos recuerdan a personajes fundamentales de nuestra cultura. La más conocida es la esquina de San Juan y Boedo, donde se emplaza un bar fundado en 1927, hoy bautizado Homero Manzi. En diagonal a esa esquina, el paseante encontrará a otro homenajeado: José González Castillo y quizás se interrogue acerca de esta figura.
Quienes gustamos del teatro y admiramos las obras comprometidas con su tiempo, conocemos muy bien a este anarquista rosarino que, en su corta vida (1885-1937), produjo una buena cantidad de obras teatrales y guiones de cine.
Si bien lograron, en su tiempo, una importante audiencia, quizás la que más trascendió hasta nuestros días fue Los invertidos. En ella, González Castillo aborda un tema difícil, aún en nuestros días: la homosexualidad, pero la enfoca desde la hipocresía y el prejuicio social. La obra, representada en el Teatro Nacional, fue prohibida por el Intendente Anchorena y tildada de inmoral. El autor, defendiendo el derecho de exhibición -al mejor estilo que Raúl Barón Biza lo hizo con su libro El derecho de matar- argumenta por el absurdo, teniendo en cuenta su ideología libertaria. Aludiendo al número creciente de homosexuales censados diría: “...entraña una amenaza gravísima y un peligro constante para la salud moral y física de nuestra sociedad”, para agregar: “Evitar el peligro, combatiendo el nefasto y repugnante vicio (...) es hacer obra buena y moralizadora (...) Eso es lo que se ha pretendido hacer (...) en los límites reducidos de la obra...”.
Acompañan el volumen, El mayor prejuicio, El hijo de Agar y La mujer de Ulises, tres piezas que, aunque menos difundidas, se ocupan de temas que hacen también a las actitudes de una sociedad de falsas apariencias, que tanto puede mantener una vida disipada que no se sostiene en llo económico o arrojar a la ignominia a un pobre niño, nacido de una relación extra matrimonial.
Los personajes son recurrentes: hay militares, doctores, curas y abogados, todos representando un poder y una moral: los de la burguesía. Las historias pueden, mediante pequeñas adaptaciones, leerse con sorprendente actualidad y, si bien han cambiado algunas cosas, en lo fundamental las relaciones de dominación se mantienen intactas.

Historias sin tiempo

Historias sin tiempo
Martha Oya
Editorial Dunken, 2011
Cuento, 112 pp.


por Rubén Sacchi

Quien busque un libro de cuentos con historias sencillas, algo que no es sinónimo de vulgaridad, seguramente encontrará una buena opción en el volumen de Martha Oya, La historia ­perdida, que reúne catorce cuentos frescos y agradables, agrupados bajo una hermosa portada de la artista plástica Virginia Palomeque.
Y eso no es todo. Hay un plus nada despreciable hoy en día: los relatos están bien escritos, cuidados y se aprecia buen manejo del lenguaje.
No hay una línea conductora en estas páginas. Las temáticas son diversas, casi cotidianas y desarrollan situaciones del día a día. Algunas, con resoluciones que sorprenden dando una vuelta de rosca interesante a un final que parecía previsible y no lo era tanto; otras, quizás de finales anticipables, donde el esfuerzo de la escritora recayó en el desarrollo del texto.
Escribe César Melis en el prólogo: “Las palabras se entretejen y despliegan a nuestros pies una alfombra viviente, una vegetación que nos cubre del desamparo, que nos desnuda en un abrazo o en una caricia para testimoniar la condición humana”. Habrá que animarse y comenzar a transitarla.

ranamadre

ranamadre
Nadina Tauhil
Viajera Editorial, 2011
Poesía, 112 pp.


por Rubén Sacchi

Sería sencillo decir que ranamadre es un libro acerca de la madre y la maternidad. No estaría equivocado, pero seguramente simplificaría la complejidad de la poética de Nadina Tauhil.
Los versos “Porque las madres somos/ así protectoras”, serían una prueba de ello, pero la maternidad conlleva otras cuestiones. No está ausente el mensaje edípico: “Las ranamadres no sólo pierden a sus hijos, también pierden la piel: quedan en carne viva”, “los que alguna vez fueron mis hijos (...) volvieron a mi útero”; además del cambio de rol y el consecuente temor al crecimiento: “ya no queda nada de mí en la bolsa/ me asfixiaba/ me fui” y el rechazo al diván: “no quiero que miren mis cicatrices/ que miren para atrás y lean/ todo eso/ que yo no quiero decir”.
El cantautor Moris decía: “estoy muy encerrado en mi prisión de carne y hueso”, quizás sea el sentimiento de una madre mientras toda su atención se centra en ese cuerpo, que es muchos cuerpos, cuando la sexualidad pasa a un segundo plano: “quiero ser muñeca/ de ojos azules/ y levantarme el vestido/ y tener las piernas cosidas// nada entra y nada sale”, sólo queda ese “temor agazapado/ en lo más hondo de mí”.

Letra marginal

Letra marginal
Leonardo Gastón Herrmann
Editorial Dunken, 2011
Novela, 88 pp.

por Rubén Sacchi

El título de la novela de Herrmann es el apropiado para la historia que relata, lo que debe plantearse es ¿de qué lado se ubica la marginalidad en sus actores?
Retomando la línea de la novela pionera en la materia, Villa Miseria también es América, de Bernardo Verbitsky desarrolla, al igual que aquella, la historia de un grupo de gente que sobrevive en condiciones por demás precarias, pero la novedad consiste en que la coyuntura que acompaña la problemática es sensiblemente diferente a la anterior.
La primera reflexión que provoca la novela no puede ser otra que: pasan los gobiernos y los problemas quedan. Y es así, se repiten hasta el cansancio y se les suman otros que hacen más difícil su resolución.
Los personajes fueron trabajados desde cierto este­reo­tipo, recurso válido que utiliza el autor para evidenciar las gruesas diferencias del accionar de unos y otros; para dejar bien claro quiénes están de cada lado. Están el puntero traidor y el viejo militante de la izquierda revolucionaria, pero también una enormidad de seres comunes,  con la sola experiencia de su vida, capaces de darla para defender su familia y su derecho a una vida digna.
En Letra marginal hay héroes y villanos, pero si bien este último es corporativo también aquel se muestra agrupado, cobrando valor el héroe colectivo sobre el individual.
La historia no puede llamarse original. Lamen­tablemente, estamos habituados a verla a diario en los noticieros televisivos, lo novedoso consiste en el punto de vista: el lector deja de ser el espectador cómodo en su sillón frente a la inocua pantalla. Aquí, el conflicto lo verá desde adentro.

Habitar el estado

Habitar el estado
Sebastián Abad y Mariana Cantarelli
Ediciones Hydra, 2010
Ensayo, 124 pp.

por Rubén Sacchi

El Estado es el paradigma moderno de la organización política y social. Su dimensión e injerencia expresa ideología. No hace demasiado, el Estado Argentino fue un gigante represor que, paradójicamente, difundía el slogan: “Hay que achicar el Estado para agrandar la Nación”.
Presente o ausente, la institución camina de la mano de la política, de modo que la degradación de una provocará necesariamente la del otro.
En los 90, la política que se delineó para el mundo occidental, conocida como neoliberalismo, trató de eliminar o disminuir al máximo la figura del Estado, prevaleciendo los intereses individuales de una minoría y adquiriendo caracter mercantilista. En ese proceso, tuvo un papel preponderante la propaganda que se multiplicó a través de los medios de comunicación afines a aquellas políticas o beneficiarios directos de ellas. Como consecuencia, la población tomó una posición ajena a los intereses colectivos, situación que, en la práctica, sólo puede conducir al abismo.
Este posicionamiento se denomina a-estatal y en el ensayo que nos ocupa, Abad y Cantarelli lo analizan en profundidad y pretenden “hacer visible cierta posibilidad de articular una ética en el seno de la construcción política estatal moderna”.
Haciendo un recorrido por nuestra historia reciente, atravesando la última dictadura, la crisis del 89 y el estallido de 2001, ahonda en los motivos que llevaron a que “el entusiasmo político acumulado” comenzara “a diluirse al ritmo de un cúmulo de acusaciones contra la ‘clase política’”, pero también de su reflejo “en la sociedad civil: falta de participación, demandas irrestrictas, silencios inadmisibles, (...), ausencia de organización”.
Un buen aporte para abordar estos  tiempos, donde la humanidad debe comprender que su salvación es únicamente colectiva.

Hundan el Belgrano

Hundan el Belgrano
de Steven Berkoff
Portón de Sánchez
Sánchez de Bustamante 1034, CABA
Sábados, 23 hs.

Por Esteban Lozano

Hundan el Belgrano” dirigida por Claudia Marocchi, es una obra teatral que no deja títere con cabeza, ni de uno ni de otro bando, comenzando por Margaret Thatcher, a quien se le adjudica el nombre de Amargas Cachas. Los apelativos de los personajes son sólo parte de la pirotecnia que la obra lanza sobre el espectador, como si de un verdadero ataque misilístico se tratase, aunque lo que causa las explosiones aquí no es pólvora sino materia gris.


Steven Berkoff, autor del texto, es un actor y dramaturgo inglés de prolífica carrera cinematográfica y televisiva (entre otros lujos, trabajó a las órdenes de Stanley Kubrick en Naranja mecánica y Barry Lyndon) que aborda el, para muchos -sean del Atlántico Norte o del Atlántico Sur- espinoso “asunto Malvinas” con tal desenfado que uno, como espectador, se siente avasallado por la energía y la desmesura que emanan de su farsa, grotesco, parodia, caricatura: éstas y otras etiquetas caben a la hora de calificar ese despliegue verbal-gestual que tiene lugar en el escenario y al que también le cabría la definición de “maniobras histriónicas”, subgénero de un hipotético “arte dramático castrense”, si tal cosa existiese (en todo caso, Berkoff lo inventa con esta obra que en su país le valió, a apenas cuatro años de la guerra de Malvinas, amenazas y disgustos). Los parlamentos rimados aportan un plus al clima demencial de esta cantata profana, y sin conocer el texto original uno puede imaginarse el arduo trabajo que a Rafael Spregelburd —uno de nuestros más importantes actores-dramaturgos-directores— le insumió la traducción.
En un elenco homogéneo destaca, con ígneos estallidos, Monina Bonelli, que se “come la obra” en el papel de Amargas Cachas: una verdadera dínamo, comparable a aquel inolvidable James Cagney de Uno, dos, tres, la comedia de Billy Wilder. La nave de guerra que torpedea al Belgrano se compone de una soldadesca que por momentos parece emular al grupo Village People o, más cerca de nuestros días, a los marines de Su Majestad que realizaron el muy difundido videoclip con la canción de Mariah Carey All I want for christmas is you mientras volvían a casa a bordo de una de las naves de la flota británica.
A Berkoff no se le escapó nada a la hora de sentarse a escribir Hundan el Belgrano (Sink the Belgrano en el original inglés) e incluye, como una puntada más en el colorido y políticamente incorrecto tapiz de su obra, el comentario de que los soldados británicos van a la guerra como voluntarios (agreguemos “y bien pagos”, nada de lo cual puede decirse de nuestros soldados). Hundan el Belgrano cuenta, apelando al humor negro, a la poesía y a la música, la historia de dos naciones que buscan en el conflicto armado la resolución de sus respectivos problemas internos. Ojalá la historia no se repita, ni siquiera si el conflicto armado es reemplazado por las guerras verbales de la diplomacia y las amables invitaciones de “sentarse a dialogar”, tecito con scons y matecito con bizcochos de grasa mediante. Mientras tanto, los soldados británicos de Berkoff, lejos de los Juegos Olímpicos de Londres, entrenan en suelo argentino: más precisamente en El Portón de Sánchez

Elenco:

Monina Bonelli (Amargas Cachas)
Gastón Rodriguez (Alcahuete/Almirante)
Estanislao Milicich (Piojo/Comandante/Buchón)
Lucas Lagré (Coro)
Alejandro Cop (Presidente de la argentina /Patas)
Gonzalo Pastrana (Granjero 2/Marinero)
Gustavo De Filpo(Granjero 1/Marinero)
Carlos Cano (Marinero)
Luciano Ricio (Marinero/Razón)

Equipo:
Autor: Steven Berkoff
Traducción: Rafael Spregelburd
Musica original y en vivo: Pablo Vázquez
Coreografía: Eugenia Di Marco
Escenografía: A77. Gustavo Dieguez y Lucas Gilardi.
Vestuario: Pablo Graziano
Iluminación: Alejandro Le Roux
Peinados y pelucas: Alejandro Granado
Relato sonoro: Tián Brass
Puesta de sonido: Daniel Uhalde
Fotografía: Maruja Bustamante
Diseño gráfico y web: Walter Montes de Oca
Prensa y Comunicación: Octavia Comunicación
Dirección: Claudia Marocchi

más información: www.stevenberkoff.com

¿Qué, cómo?

¿Qué, cómo?
de Martín Seijo
Teatro Regina/TSU
Avda. Santa Fe  1235, CABA
Lunes, 20:30 hs

por Rubén Sacchi

Un fantasma recorre Buenos Aires, es el fantasma de Errico Malatesta. Aunque lejos ya de la atmósfera decimonónica en que creara la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, su prédica en el gremio mantiene algunos acólitos que se divierten bautizando las facturas con alusiones políticas. Hoy ya no son los revolucionarios vigilantes, bombas, cañoncitos o bolas de fraile, la nueva creación incluye letras K, triangulitos PRO y bigotitos.
Pero no sólo son PRO los triangulitos. La mujer del panadero forma un isósceles perfecto, donde los lados más largos son ella y el ayudante, situación que pone en jaque las prácticas libertarias de los ácratas y, aunque el marido se reivindica nieto de Malatesta, lo asalta ese visceral sentido de la propiedad privada, cuando de nuestra mujer se trata. Como si eso no bastara, una inspección municipal acorrala la microempresa y pone en el tapete la ideología frente a la coima y los juegos de azar. También la fidelidad será puesta en duda.


¿Cómo se podrá resolver este intríngulis? De una manera moderna y frívola: a través del juego. Pero ¿será suficiente una compulsa azarosa para dirimir estas cuestiones? Quizás, aunque siempre hay otra vuelta de tuerca y se compruebe una vez más que el crimen no paga.
Una comedia fresca e incisiva, que trata con desprejuicio las posiciones ideológica se interpela al público en el sentido de cuán aferrados estamos a las ideas que enarbolamos. Con menciones de la historia reciente, los inteligentes comentarios provocan más de una carcajada, pero no vacía, sino cargada de reflexión hacia la política y hacia nosotros mismos.
Hermosas voces que incluyen una versión anarquista del Himno Nacional, acompañan esta pieza que, rompiendo esquemas acartonados, apela a una puesta multimediática que vale la pena ver.


Elenco:
Paula Banfi, Paolo Baseggio, Natalia Fernández Acquier, Ernesto Fontes, Daniel Miranda, Natalia Olabe y Guillermo Valdéz

Equipo:
Luces: Fernanda Balcells
Fotografía: Jorge Marino
Música: Alejandro Millán Pastori y Sebastián Pandolfelli
Prensa: Claudia Mac Auliffe
Dirección de video, realización y diseño: Paolo Baseggio
Actuación en video: María Abadi y Claudia Mac Auliffe
Producción: Natalia Fernández Acquier, Julieta Gibelli y Leandro Ibarra
Dramaturgia y dirección general: Martín Seijo

Trece


Trece
Premio Alejandría 2011 de Cuento Breve
Autores varios
Grupo Alejandría, 2012
Cuento, 152 pp.

por Rubén Sacchi

Lejos de aquellas noches en Bartolomeo, asistimos a la consolidación del Grupo Alejandría con esta tercera antología, una iniciativa que aglutina a escritores y difusores culturales que, luego de varios años, forma con un equipo de cuatro: Clara Anich, Nicolás Hochman, Yair Magrino y Edgardo Scott.
En esta oportunidad, las trece piezas integrantes tienen una calidad notable. Difícil debió ser el trabajo del jurado -de lujo- integrado por Elsa Drucaroff, Luis Chitarroni y Gustavo Ferreyra.
Los textos poseen ritmo y clima; las historias son, en general, lo bastante originales como para hacer que un viejo lector de narrativa se acople a su lectura y arremeta de un tirón hasta llegar al índice.
Los relatos poseen un común denominador: la actualidad. Abordan temas contemporáneos o de la historia reciente, que aún tiene heridas sin restañar, y lo hacen de manera fresca, desprejuiciada y original, encarando tópicos como el incesto o la homosexualidad, pasando por la guerra de Malvinas y la última dictadura, sin caer en la mera denuncia, el panfleto fácil o el efectismo forzado. Los hechos pasan de la mano del tiempo, tan lento o tan veloz como la vida misma y los creadores así lo expresan, con la misma cadencia de los días.

La señorita Julia

La señorita Julia
de August Strindberg
Teatro La Tertulia
Gallo 826, C.A.B.A.
Domingos 21 hs.

por Rubén Sacchi

"... en la noche de San Juan,/ cómo comparten su pan,/ su mujer y su gabán,/ gentes de cien mil raleas.// Apurad/ que allí os espero si queréis venir/ pues cae la noche y ya se van/ nuestras miserias a dormir..." nos dice la canción Fiesta, de Joan Manuel Serrat, y pinta maravillosamente el marco donde se desarrollará la historia de La señorita Julia. Claro, la obra original no fue concebida en España, pero la celebración y temáticas resultan tan universales que la pieza no dejó de representarse desde su estreno en 1888.
El armazón de la historia es simple: una joven de la nobleza, bella y aburrida, que por las noches sueña con bajar hasta el fondo más abyecto de la condición social. Acostumbrada a realizar sus caprichos, aprovecha los festejos para mezclarse entre la plebe y seducir a un sirviente. Y he allí el primer escollo, que el hombre en cuestión experimenta sueños opuestos, el de elevarse en la escala y salir de ese agujero. Para ello, y pese a las apariencias, no tendrá escrúpulo alguno.


Un fresco interesante de la diferencia de clases, la hipocresía y la condición humana, que pone de manifiesto las miserias que uno y otro -seguramente desde intereses diametralmente opuestos, como lo son el divertimento y el instinto de supervivencia- oculta en su yo profundo y salen a la luz cuando el momento lo propicia, dejando entrever los traumas que carga la vida y cada quien acarrea como mejor puede. Es un relato, también, de lo aparente, donde nada es tal cual uno lo concibe y a esta muchacha, cual la Viridiana de Buñuel, no le irá demasiado bien saltando la tapia.
Buenas actuaciones del terceto, con un Augusto Britez sólido que maneja la voz y el espacio con solvencia y se pone a la altura que el personaje requiere. La escenografía y el vestuario fueron escogidos cuidadosamente y son acordes a la época. Luces y sonido tan sencillos como efectivos, acompañan sin estridencias la actuación, agregando los acentos justos y un punto que nos recuerda el final de la canción: "Se acabó,/ que el sol nos dice que llegó el final./ Por una noche se olvidó/ que cada uno es cada cual.// Vamos bajando la cuesta/ que arriba en mi calle/ se acabó la fiesta".

Elenco:

Juan: Augusto Britez
Señorita Julia: Laura Sardin
Cristina: Graciela Bonomi

Equipo:

Vestuario: Cristina Tabano
Estenografía y diseño de iluminación: Jorge Leiba
Maquillaje y peinado: Silvia Savaglia
Diseño gráfico: Dante Rodríguez
Fotografía: Ana Devanna y Mariana Varela
Prensa: Laura Castillo.
Música original: Marcelo Ferreyra
Asistente de dirección: Cristian M. Alvornos
Versión y Dirección General: Gabriel Molinelli

cuerpoadentro


cuerpoadentro
Belara Michán
Viajera Editorial, 2011
Poesía, 112 pp.

por Rubén Sacchi

El libro es pura experimentación. Hay una exploración de la palabra como poderosa herramienta, donde su fluir roza, por momentos, los confines de la escritura automática. También procura un reconocimiento del ser, pero no circunscripto a sus contornos, sino que husmea en su interior. Cuerpoadentro, entonces, es un acercamiento a lo que somos: cuerpo y palabra (tan asimilada a eso que llaman alma) que bucea en sus más recónditos rincones: “meterme adentro hasta la médula”.
Hay un momento en que la vida se nos plantea en toda su dimensión y renegamos de “tanta ceguera de tanto haber vivido sin mirar”, es entonces cuando el cuerpo es uno y, a la vez, otro, cuando miramos hacia atrás con nostalgia, extrañando la irresponsabilidad de “bailar sin palabras/ hablar sin coreografía”, pero debemos “cruzar el umbral hasta lo más profundo del concepto” y nos acosa el miedo “de enrollarme en otro/ que no sea yo”.
Esa búsqueda arriba a la adultez, a “tener que ir preguntando mi nombre/ a cada herida y olvidarlo”, “desabrocharse hasta el infinito” y saber que “entonces/ el deseo ya no es deseo/ sino dejar de morirse/ por un rato en el cuerpo”.

Cómo nadar estilo mariposa


Cómo nadar estilo mariposa
Mariel Manrique
Paradiso Ediciones, 2011
Poesía, 80 pp.

por Rubén Sacchi

El estilo de natación llamado “mariposa” consiste en brazadas simétricas, donde el cuerpo se sumerge para luego, propulsado por los brazos que van hacia atrás y aprovechan la resistencia del agua, emerger por breves segundos, dando tiempo de respirar antes de volver a hundirse. Basada en esta técnica, Mariel Manrique propone una poética que, a intervalos, ahoga y oxigena. Es el método que encuentra para avanzar en este mar adverso que se llama vida y donde se encuentra “secuestrada/ por el reflejo invertido de una ciudad/ enferma”. Tomás Rodríguez Arias escribió “Debería haber muerto el día que comencé a quedar/ pegado en los hilos de la mente”, similar reflexión sobreviene a la autora, que confiesa “la cultura ya tiene mis libras de carne./ mi déficit de dicha. mi tributo a la comunidad”. En esa carga del conocimiento, enfrenta la autoridad como en un juego de ajedrez en el que el poder supremo todo lo controla: “el Rey no tiene párpados”, y el tiempo implacable se evidencia en “el mecanismo violento de los cronómetros”.
Como una droga apela al olvido, también al origen del ser primitivo, animal, instintivo. El poder se muestra como una bestia, el hombre se convierte en lobo del hombre y sólo la firme determinación de la propia soberanía, como “una bala de plata” llevada al cuello, puede ponernos a salvo, por ello, parafraseando al Principito, no pide el dibujo de un cordero, sino letras afiladas como cuchillos: “cada palabra definida es un puñal/ que con su abrazo aniquila las dudas”.
Ya la nadadora está a medio camino, ese sitio donde retroceder se torna inútil, y avanza (”los trenes obedecen el pulso de las arterias”) entre recuerdos de tiempos mejores, “el recuerdo de un cuerpo/ donde esa cicatriz no estaba/ (...)/ esa incisión implacable de los relojes”. El entorno es cada vez más hostil: “no hago pie en el mundo/ (...)/ las familias(...)/ tiran a la ruta los peros que sobran”. Sumergida en una sociedad egoísta asume que “no puedo sola” y en línea al mayo francés propone un cambio necesario: “lo viable nos ha consumido./ que lo incomprensible haga su tarea”, “viví para experimentar,/ (...)/ no atarás mis tobillos a la pena”.
Toda mudanza supone una ruptura. No hay mundos simultáneos, sino que uno nuevo se erige necesariamente sobra las ruinas del anterior, lo que implica enfrentar el dolor: “no llores porque se parte el alma”.
Nadar estilo mariposa representa la metáfora de la búsqueda: “la mariposa adora lo imprevisto.”, esa candidez la lleva hacia la luz y hacia la muerte. Sin embargo, se trata de sobrevivir, por eso “somos legiones../ (...)/ nuestros cuerpos escitos y marcados/ hacen (...)/ el mismo formidable movimiento/ para sacar la cabeza del agua”.

Crónicas de muertes dudosas


Crónicas de muertes dudosas
Bruno Di Benedetto
Ediciones En Danza, 2011
Poesía, 110 pp.

por Rubén Sacchi

Crónicas de muertes dudosas es una sucesión de relatos de vida en forma de poema. Sin embargo, la obra excede el género y la lírica es sólo una de las tantas estructuras posibles que el autor eligió para plasmarlas. Como sea, el hecho estético se logra maravillosamente.
¿Qué tienen en común las historias que acerca Bruno Di Benedetto? Ellas hablan de personajes que hacen a la Historia, pero la escriben de manera casi anónima, desde sus suburbios, con ese trazo demorado, perezoso de los días de la existencia. También desde la transgresión ya que, en algún momento, hay una pared que se salta. Otra cualidad común es la de estar atravesadas por la desgracia y la muerte.
Los escenarios en que se desarrollan van, desde la ribera bonaerense hasta las costas de la meseta patagónica y el Océano Atlántico es mudo testigo de ellas. El agua siempre presente, como un universo infinito.
¿Por qué las muertes de estos infelices son dudosas? Quizás porque dudosas son sus vidas y solo pueden derivar en esa suerte (pocos o nulos datos encontramos de su paso por este mundo). Tal vez porque sus historias son comunes a otras que se seguirán sucediendo hasta el fin de los días.
También podríamos encontrar una respuesta en las palabras de uno de los personajes del libro, Sir Thomas Doughty, quien dice: “No es cierto entonces/ que el alma es desalojada del cuerpo/ en el momento de morir./ No, el alma es pájaro asustadizo/ y lo abandona un tanto antes./ El cuerpo queda sólo con la apariencia de la vida,/ animado por sus humores y electricidades/ y, temo tener que decirlo,/ por miedo a la inmovilidad,/ su enemiga natural”.
Quince personajes desfilan por este trabajo delicadamente concebido, desde un relojero suizo que, enloquecido, vino con sus engranajes a Carmen de Patagones; un portugués asesino y avaro; una familia de Gales signada por la desgracia, hasta un hachero que escucha las campanas de la muerte. También los hay universales, que en la narración abarcan la suerte que sufrió todo un pueblo, como los esclavos africanos, nuestros originarios o los combatientes revolucionarios; ellos más un hipotético heredero de Jorge Luis Borges, único relato fechado en el futuro (agosto de 2036). Son ellos quince y una pluma que, con maestría, viene a contarnos cómo fue que vinieron por aquí a dejar sus huesos.

Granos de Uva en el Paladar

Granos de Uva en el Paladar
de Susana Hornos y Zaida Rico
Centro Cultural de la Cooperación, Sala González Tuñón
Av. Corrientes 1543, CABA
Jueves de febrero y marzo a las 21 hs.

por Rubén Sacchi

Granos de uva en el paladar es la representación de ochenta años en la historia contemporánea de España, atravesando el drama de la Guerra Civil y la dictadura franquista, pero con un aire de esperanza para las nuevas generaciones, en tiempos en que aún las instituciones están contaminadas de conservadurismo y los últimos días hemos asistido, con asombro, al desafuero del juez Baltasar Garzón, quien impulsaba las investigaciones de los crímenes de la Falange.
Una puesta absolutamente moderna y despojada asombra por su efectividad. En el escenario, sólo media docena de jóvenes actrices y sendos mantones serán lo absolutamente necesario para representar las diferentes historias y componer
el vestuario apropiado para recrearlas. Seguramente, el espectador compartirá que eso es más que suficiente si de buen manejo del oficio se trata.


"Cuando yo me muera, tengo ya dispuesto en el testamento que me han de enterrar en una bodega, al pie de una cuba y con un grano de uva en el paladar” cantan los jóvenes al comienzo y la felicidad es una sola cosa gigante que ocupa corazón y mente de esos jóvenes que van abriendo sus ojos al amor. Claro que nada es tan idílico y la diferencia de clases se evidencia: "al labrador usted sabe que no le gustamos los señores, que como somos dueños de todo, somos distintos".
La historia, guionada por dos mujeres, tiene un inevitable punto de vista femenino y hace hincapié en su papel dentro de la República, ya que quizás fue la protagonista más evidente de los cambios que se producían en el seno de la sociedad y encontraba toda una vida fuera de los límites del hogar y la familia, ya sea estudiando, trabajando o incorporándose a las filas revolucionarias, claro que eso no era bien visto por las capas más altas ni por la Iglesia.
La pieza es conmovedora y quien haya apreciado lo desgarrador de la suprema obra de Pablo Picasso, el Guernica, podrá verlo representado en una escena de gran simbolismo y carga pictórica, para lo que también se echa mano a una iluminación sencilla pero tremendamente efectiva. La música original, a cargo de Gonzalo Morales, sustenta una pieza coreográfica notable.
La obra es la fusión de tres cuentos de Susana Hornos: Chusa, Adelina y La uva en el paladar y refleja hechos históricos de gran similitud con nuestro pasado reciente que conmueve y subleva. El elenco está integrado por actrices que, pese a su edad, reúnen un currículum nutrido y gran experiencia en las tablas.

Elenco:
Arantza Alonso: Miguel.
Lucía Andreotta: Chusa; Presa 1; Monja 1; Carmen.
Marta Cuenca: Paco; Pastora.
Clara Díaz: Paisana; Adelina; Milagros.
Sauce Ena: Doña Esperanza; Presa 2; Monja 2; Luis.
Ruth Palleja: Rosa; Presa 3; Monja 3; Felisa.

Equipo:
Dramaturgia y dirección: Susana Hornos y Zaida Rico
Iluminación: Mariano Arrigoni
Escenografía: Alejanro Mateo
Realización escenográfica: Cinthia Chomsky
Caracterización y vestuario: Néstor Burgos
Banda Sonora: Gonzalo Morales
Diseño de caracterización y vestuario: Néstor Burgos
Coreografía "Paco y Rosa": Antonio Luppi
Producción ejecutiva: Cooperativa "Granos de uva en el paladar"
Productor ejecutivo: Pablo Silva
Fotografía: Akira Patiño
Diseño gráfico: Sergio Calvo

Acerca de las directoras:

Susana Hornos
(La Rioja, España.1972)
Actriz, escritora y directora

Actriz licenciada en la Escuela de Arte Dramático de Zaragoza, complementa su formación con John Strasberg, Bernard Hiller, Assumpta Serna, Mariano Barroso, Helena Pimenta, Augusto Fernándes entre otros.
En España, comenzó en la compañía estable Teatro de La Estación, durante tres años trabajo en numerosos montajes de teatro clásico y contemporáneo. En Madrid trabaja bajo la dirección de R. Ballesteros y Cristina Marsillach y recorre el territorio español. En cine trabajó a las ordenes de Federico Luppi en la película Pasos, con guión de la propia actriz (revelación en el Festival de Toulouse ).
En Argentina en cine actuó en Verano Amargo, de J. C. Desanzo, La patria equivocada de C. Galletini, y La pasión de Verónica Videla de C.D.Pellegrini. En teatro en Buenos Aires estrenó en el 2010 La casa de Bernarda Alba, con dirección de Gonzalo de Otaola, y Don Juan, dirigido por Yoska Lázaro.
Dirigió a Mireia Gubianas y Zaida Rico en “Cómo si fuera esta noche” y recientemente “Ana y el Once de Marzo”, ambos dentro del ciclo Scriptum Est. Actualmente ensaya “La noche del Ángel” dirigida por Federico Luppi.


Zaida Rico
(Madrid, España.1983)
Actriz, dramaturga y directora.

Actriz licenciada en Arte Dramático por la Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia. Complementa su formación actoral con Emiliano Bronzino del Piccolo Teatro di Milan; Arístides Vargas; Raúl Serrano; Assumpta Serna; Juri Krasovskij de la Academia de Arte Teatral de San Petersburgo; Jorge Sánchez y Ricardo Bartís.
Recibe la Beca de Casa de América de estudios de dramaturgia y dirección con Rodrigo García, Sergi Belbel, Fernando Rubio, Santiago García y Benjamin Galemiri. Además complementa su formación en dramaturgia con José Sanchis Sinisterra.
Diplomada en Ballet Clásico perfecciona diversas técnicas de danza contemporánea con Marta Carrasco, Butoh con Hisako Horikawa y entrenamiento corporal con Viviana Iasparra.
En España trabaja como actriz bajo la dirección de Cruz Hernández en “La traición en la amistad” y “La sangre de Antígona”; con Ximo Flores en “Parpadeos”; con Yoana López en “Container 26”; con Jorge Sánchez en “Mierdra! Ubu Rey”.
En Argentina trabaja como actriz en “De mí” dirigida por Juan Coulasso y Daniela Cuculiansky. Desde 201o forma parte de AEBA - Actores Españoles en Buenos Aires- y, además de ser parte del equipo de gestión y dirección, realiza diferentes trabajos como actriz: “La casa de Bernarda Alba” por Gonzalo de Otaola; “Don Juan Tenorio” por José Gamo; “Como si fuera esta noche” y “Ana el once de marzo” con Susana Hornos. Su último trabajo como actriz corre a cargo de Dora Milea en “Mujeres de ambas clases”.
Su primera obra como co-dramaturga y co-directora, junto a Susana Hornos, es “Granos de uva en el paladar”.