Poesía y teatro. Obra completa

Poesía y teatro. Obra completa
Humberto Costantini
Ediciones Razón y Revolución, 2012
Poesía y teatro, 514 pp.

por Rubén Sacchi

En el excelente y profuso prólogo a este libro, la Licenciada en Letras Rosana López Rodríguez escribe: “Igual que sucede con la producción cuentística, finalmente el hombre es uno solo, la poesía y el teatro de Costantini se resumen en un finteo permanente con la vida concreta, con la vida social, es decir, con el amor y la política”. No podría ser de otra manera, cuando el arte es atravesado por la ética militante y el compromiso con la humanidad.
Humberto Costantini integró el FATRAC, Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura, órgano cultural de Partido Revolucionario de los Trabajadores que funcionó bajo esa sigla entre 1968 y 1972, llevando a ese ámbito los cuestionamientos de la violencia revolucionaria. El presente volumen viene a completar el rescate de su obra literaria, comenzado con la edición de sus Cuentos completos 1945-1987, de la misma Editorial. Y debemos hablar de rescate, porque su notable obra que mereció, entre otros galardones, el premio Casa de las Américas y hasta la adaptación al cine de su novela Háblenme de Funes, por el realizador Raúl de la Torre, curiosamente no tuvo la trascendencia que merece. Tampoco su vida, tenaz y consecuente, fue objeto de estudio y difusión masiva.
Costantini decía: “Hay que atornillarse a la silla”, y era lo que hacía con más amor. Escritor incansable, el cáncer lo encontró trabajando, dejando inacabada la novela La rapsodia de Raquel Liberman, donde abordaba un tema tan actual como es la trata de blancas, entonces por la Zwi Migdal, mafia de origen judío. Toda su obra mantiene una feroz vigencia, no podría ser de otra manera, mientras las mismas injusticias siguen castigando al pueblo.
Conciente de que “Nos estamos ocupando de un tipo especial de comunicación entre los hombres: un tipo de comunicación profunda, de adentro, parecida al amor...” su poesía interpela la rutina “el viejo embozalarse en molinetes,/ el viejo insomnio trepando pasamanos” o “Ellos esperan,/ (...)/ te ofrecen su fraterno aburrimiento,/ te muestran lindos nichos,/ te convidan.”; y denuncia la democracia represiva de la Triple A: “la vida no era/ ese derecho innato, indiscutible,/ (...)/ la vida.../ (...)/ en esta hermosa, pródiga y parapolicial/ República Argentina,/ no vale una puteada”.
No caeré en el lugar común de llamar a éste un libro necesario, sólo agregaré  lo que el autor decía, un verdadero artista planta siempre su “bandera de dignidad”.

El topo

El topo
de Luis Cano
Teatro La Comedia
Rodríguez Peña 1062, C.A.B.A.
Sábados 21:15 hs. - Domingos 20:30 hs.

por Rubén Sacchi

Como en una especie de caja china, el fantasma de un teatro contiene y convoca a otros fantasmas, ecos de personas que, al salir, no dijeron: "eh, vos, veni", para evitar que una parte suya quedara atrapada adentro para siempre. Ese es el caso de El Topo, un singular personaje que deambula entre artefactos, decorados y bambalinas desde su nacimiento, parido huérfano allí, contrahecho y arrojado a la soledad y la insatisfacción, quien nunca salió del teatro y estará condenado a no poder abandonarlo. El afuera le da alas, pero el adentro lo llama como un sino inevitable.


Con una magistral interpretación de Luciano Suardi, la historia transcurre con una escenografía frugal, compuesta de un decorado, un vaso de agua y un sillón inapelable; sin embargo, esos escasos recursos son suficientes para dar dinámica y movimiento al cuadro, apoyado por la luz básica de un seguidor que alterna la gelatina, creando tonalidades y oscurecimientos.
El texto, de fuerte carga dramática, puede enmarcarse en una poética del dolor y su tiempo bien puede asimilarse a la forma que Walter Benjamin denominaba Constelación, "un montaje de diversos elementos reunidos por el acto de una escritura que enlaza pasado y presente".
En tiempos de auge del negocio inmobiliario, la pieza se permite abordar el tema mostrando la corrupción del poder, que no tiene nada en consideración mientras pueda traducirse en ganancias. Donde gobiernos y empresarios se asocian a la hora de decidir los destinos de históricos edificios que, durante años, albergaron y promovieron la cultura popular, reflejando eso que Víctor Soliño escribiera e inmortalizara la magistral interpretación de Los Olimareños: "la piqueta fatal del progreso" y que algunos reescriben como el progreso fatal de la piqueta.
La obra sacude profundo. Es un monólogo fuerte, que no permite disyuntivas, como lo sentencia el padrino de El Topo en un momento de decisión: "El teatro es como la vejiga, hay que ir o ir".


Elenco:

El Topo: Luciano Suardi

Equipo:

Diseño de escenografía y vestuario: Rodrigo González Garillo
Realización de escenografía: Gustavo Di Sarro
Pintura del telón de fondo: Marcelo Seoane
Realización de vestuario: Patricio Delgado
Zapatería: Julio Dozo

Fotografía: Lucía Galli
Piezas gráficas: Lía Parsons

Música original: Diego Vila
Texto y Dirección: Luis Cano