Carnalval


Carnalval
Hernán Jaeggi
Babel Editorial, 2010
Poesía, 80 pp
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por Rubén Sacchi

Carnalval es un neologismo formado por las palabras carnal y carnaval, pero ¿pueden esas palabras separarse, diferenciarse?
El carnaval es lujuria, desenfreno. Momo, con su burla, se toma de la mano de Baco y, junto a los sátiros, inauguran la fiesta de la alegría del cuerpo, la celebración de la carne y el reinado del sexo. Por eso, la comparsa recorre los cuerpos en la carroza del deseo.
Carnalval es la cópula hecha verso, la poética del erotismo donde “van mis deseos/ como vacas/ a abrevar/ en tu ojo/ de agua oscura”.
Hay una suerte de canibalismo bienechor que habita en las palabras; órganos que se fagocitan de deseo, se entrelazan y absorben sus jugos en un “amor medieval”,
Hernán Jaeggi hace de la poesía un ritual festivo donde Dios es el gran ausente: “Dios solo,/ mirando./ Gran voyeur/ insatisfecho/ por toda/ la eternidad/ se pregunta/ ¿qué hice mal?/ ¿por qué me/ han abandonado?”. Allí, las imágenes se suceden con contundencia orgásmica dejando en claro que “sexo/ es una palabra/ que le pone/ el cuerpo/ a la muerte”.

Sentir óseo


Sentir óseo
María Victoria Verzura
Viajera Editorial, 2010
Poesía, 146 pp.

por Rubén Sacchi

Sentir óseo se divide en tres partes, que a la vez se articulan en una historia de fracturas: del corazón, del hueso y de la vida.
La primera es contada desde el despecho por la traición. Le habla a quien no es más “el centro” pero al que, sin embargo, dedica la primera parte del libro. Quiere golpearlo, lastimarlo hasta la sangre y lo hace con palabras duras, secas, contundentes.
La segunda es un viaje trunco. Un camino hacia el dolor, al daño físico concreto que nos muestra el otro sufrimiento, más terrenal, y también otra pérdida. Pero, en el punto más álgido de esa parábola invertida se hace inevitable el balance, reagrupar las pocas fuerzas restantes si se desea salir de allí.
La tercera habla de la muerte y es, a la vez, una declaración de principios: “y desafiar a Dios/ .../ hasta lograr que lo olviden” o “ni estado/ ni papeles/ solo carne y piel” definen una ideología que enarbola quien lo perdió todo y aún desea “soñar con fuego”.
Verzura nos entrega un libro, quizás, demasiado catártico pero, como todo lo óseo, medular y descarnado; en definitiva, lo único que nos sobrevive a nuestro paso por este mundo.

Poesía argentina


Poesía argentina
Autores varios
Univ. Nac. de Quilmes, 2010
Poesía, 368 pp.

por Rubén Sacchi

La publicidad de la primera edición de esta obra rezaba: “Un volumen de 312 páginas con lo más representativo de la poesía argentina actual”. Obvia­mente que toda selección implica discutibles subjetividades, pero el valor de este libro es inobjetable, como lo es el hecho de que, aún hoy, la poesía sigua siendo un género rehuído por los editores y falto de difusión masiva. Desde esa perspectiva, la iniciativa de la Universi­dad de Quilmes es altamente loable.
Raúl G. Aguirre, Rodolfo Alonso, Edgar Bayley, Alberto Girri, Julio Llinás, Francisco Madariaga, Enrique Molina, H. A. Murena, Olga Orozco y Aldo Pe­lle­grini son los autores escogidos y a cada uno de ellos se le dedicó una veintena de páginas, no poco espacio, lo que ayuda a que los lectores puedan tener un panorama bastante aproximado de sus diferentes poéticas. Muchos de ellos resultaban prácticamente inhallables a no ser en librerías de viejo.
En el prólogo original, a cargo de Enrique Oteiza, una sentencia final sintentiza el espíritu que condujo a los editores: “El día que nos reencontremos, encontraremos la poesía o, quizás, el día en que encontremos la poesía, nos reencontraremos”.

Miradas


Miradas
Martín Andrade
Proa Amerian Editores, 2010
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

“Cuando yo sólo sea la imagen de una antigua fotografía, miradla piadosamente”, tal sentencia el epígrafe con que Martín Andrade abre su último libro de poemas y que la humildad del autor implora, cuando, en verdad, más allá de la imagen lo sobrevivirá su obra, lúcida y profunda.
¿Cuál de los cinco sentidos es más importante para el hombre? difícil decirlo, cada quien arrisgará una opinión diferente, mas me atrevo a afirmar que es la vista. A través de ella podemos imaginar al resto, por lo tanto, no es descabellado que en el poema La creación apócrifa sea la que reemplace al verbo.
Luego de ese génesis, cada verso pasa por los ojos: imágenes que entran, se elaboran o escapan de ellos, sin interesar de quiénes sean, pueden pertenecer a un enigmático viajante, a un niño que, inocente, mira por vez primera el mar o a un torvo traficante de armas, al Cristo en su martirio o a la incorporeidad del tiempo; la mirada será siempre la gran protagonista.
En este libro se percibe un aire de ausencia y honestidad, que se define en dos versos del poema final Escritura: “Si el amor escribe, que no explique /.../ Si el ojo escribe, que no mienta”.

El médano


El médano
Gabriel Bellomo
Paradiso Edicones, 2010
Novela, 204 pp.

por Rubén Sacchi

Dicen que uno de los acontecimientos más difíciles de remontar es la amnesia. Aún para aquellos que añoran el olvido, es inaceptable esa mancha lechosa en la gráfica de nuestra historia; porque una cosa es tapar un hecho puntual, molesto o doloroso, y otra muy distinta no recordar nada de lo que nos ha pasado durante cuatro meses de nuestra vida. Eso le ocurre a Roberto Ballestrero, víctima de una exótica enfermedad marroquí (lugar que jamás visitó) y que despierta, luego de un coma, en un hospital, junto a una joven que vela por su cuidado, a la que tampoco conoce, pero que le habla de su vida con total familiaridad.
La novela transcurre en ambas márgenes del Plata, entre Palermo y Valizas, una pequeña playa uruguaya. Aunque bien podría ubicarse en otra geografía, porque contempla características universales.
A través de los intentos de reconstrucción de su pasado, el personaje ahonda en el alma humana, haciendo eje en la vejez y lo que ésta conlleva: la cuota de soledad, manías arraigadas y el miedo a la decrepitud.
Un médano puede verse como algo sólido, pero está a merced de una constante mutación. El viento y el agua modifican su estructura, así como el tiempo hace otro tanto con el hombre.

Soma, El árbol de la vida


Soma
El árbol de la vida
Pablo Banini
Taller Palabras, 2010
Novela, 496 pp.

por Rubén Sacchi

Quienes contamos algunas décadas, supimos hamacar las hojas de aquellos volúmenes de tapa amarilla y rígida de la Colección Robin Hood. Muchos, yo entre ellos, aún conservamos no pocos ejemplares en nuestras bibliotecas.
Desde sus páginas, héroes y aventureros, como Sandokán o Bomba, acompañaron nuestra infancia, pero aquellas historias tuvieron siempre parangón en otras épocas. Tal es el caso de Soma, el árbol de la vida.
En el tradicional estilo de las sagas, Banini nos hace atravesar los escenarios más diversos, donde hallaremos bosques de eternas lluvias e imaginarios monstruos de piel más gruesa que el muro de un castillo, que no puede ser atravesada por espada alguna.
Los nombres de lugares y personajes ambientan la historia en una atmósfera medieval, propia del género, habitada por caballeros y maleantes que confrontan permanentemente los poderes del bien y del mal.
Una obra, en definitiva, que apunta al lector joven, pero que bien puede leer cualquier adulto que no haya perdido el don de la fantasía. Además, es industria nacional.

Arraigo inasible


Arraigo inasible
Julio Bepré
Ediciones Ultimo Reino, 2006
Poesía, 48 pp.

por Rubén Sacchi

El tiempo, su paso inexorable, ha sido tema constante del pensamiento humano. Pero ¿por qué ese desvelo en destejer los intrincados hilos que construyen el tejido de los días? ¿por qué esa obsesión en contabilizar el minuto? Es que, junto al tiempo, transcurre también la vida, que comparte con aquel un mínimo segmento de esa infinita recta y el ser humano es el único animal que percibe esa fatalidad.
Arraigo inasible parte de un oxímoron para mostrar ese conflicto que nos ocupa y que, quizás, sea el motor de la creación artística.
En él, el poeta habita un pasado de impronta tan contundente que lo lleva a ocupar el hoy, haciendo del presente una imagen deslucida por su brillante reflejo. Es que la conciencia nos lleva, impiadosa, hacia la temida meta donde no sólo acaban animales y plantas, sino “también esa piedra que los años desgastan”.
Sin embargo, pese a la dureza de lo vivido y la felicidad esquiva, el autor encuentra una salida en la poesía. Se extasía en “las miles variables de una nube” y se esperanza compartiendo “simplemente el arribo del día”.

Otro lugar


Otro lugar
Elena Bossi
Ediciones Del Copista, 2008
Novela, 116 pp.

por Rubén Sacchi

Hay dos grandes maneras de contar la historia: desde una posición general, pararse arriba y contar, casi como un dios, qué les pasa a los mortales, o desde lo individual, a través de esos pequeños acontecimientos que suelen pasar desapercibidos para los demás pero, sin los cuales, el resto no sería posible.
Elena Bossi parte de esta última, intentando universalizar los hechos para llegar a aquélla.
Patricia juega a ocultarse debajo de la mesa bajo el mantel y entre las piernas familiares, construye una máquina del tiempo que navega a través de la sangre ancestral hasta sus orígenes europeos.
En esos escenarios se encuentra su pasado, pero también el e tantos otros que llegaron a estas tierras empujados por el hambre, la guerra o alguna cuenta pendiente con un acreedor innoble, aunque poderoso.
Hay mucho de autobiográfico en estas páginas y como una música de cuenta saldada con quienes pasaron antes y son responsables de nuestro existir. Expone toda la crudeza cultural de antaño, pero sin morbosidad.
Otro lugar es el sitio al que alguna vez volvemos, indefectiblemente, en busca de nuestras raíces.

Trata de encontrar tu blues


Trata de encontrar tu blues
Flor de Corvette
Producción independiente, 2010

Por Diego Luis Forte
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Los sesenta han vuelto y aparentemente para quedarse. Trata de encontrar tu blues, el nuevo disco de Flor de Corvette parece sostener esta hipótesis desde varios ángulos. En una crítica anterior sobre uno de sus shows he hablado de la estética y las letras de la banda, así como también de su sonido en general. Este disco no varía en lo más mínimo ninguno de esos elementos, todo lo contrario, parece intensificarlos. Sonido crudo, básico y estridente. Las guitarras sucias, desprolijas de Chico Génesis crean un ambiente casi prostibulario. Podridas de a ratos, se mantienen precisas en su creación de climas sin abusar de la distorsión y los efectos. La base rítmica conformada por Blacky Moreno y Funny Rogers es impecable y hasta exuberante a veces. Las voces se insertan perfectamente dentro de la ya extensa tradición argentina de cantantes masculinos de blues, aportando un toque roquero que las ensombrece lo suficiente como para crear un buen ensamble con la guitarra de Chico. De cualquier forma este es un punto que necesita profundización: Las voces suenan perfecto, pero eventualmente los Corvette deberán decidir quién de ellos tomará la posta como vocalista y frontman. Blacky Moreno es nuestra primera opción.
Recomendaciones: Si no hay rock es una contundente introducción con muy buenas melodías vocales. Si bien Densorama puede ser clasificado despectivamente como “blusacho baladesco” es una gran canción que podría haber sido incluida en Let It Bleed si a los Stones se les hubiera ocurrido primero. Grag parece provenir de Alabama o cualquier otra parte del sur profundo de Estados Unidos, donde algún gringo ranchero podría escucharla mientras maneja su F100. Recuerda muy gratamente a Embryonic Journey de Jefferson Airplane. Finalmente la que merece una mención aparte es el track 9, Como pornostars. Es probablemente el track que más respeta el formato tradicional de canción, tanto por su estructura como por su melodía. En lo personal la consideraría como corte de difusión.
El disco es muy parejo y la banda presenta un sonido y una estética muy consistente. Cualquier persona que haya escuchado rock en los últimos treinta años considerará éste uno de los discos a tener en cuenta dentro de las bandas de los últimos años. En un marco donde la basura reina es imprescindible que las buenas bandas nos recuerden cómo era el rock.

Tracklist:

1. Si no hay rock
2. No es verdad (es falso)
3. Densorama
4. Trata de encontrar tu blues
5. El hombre de blues
6. Grag
7. Inapetente blues
8. El bozal
9. Como pornostars
10. Su cuerpo manda
11. Mr. Big

De diez en diez



Un relato ausente
de Pablo Baca
Intravenosa Ediciones, 2009
Poesía

por Elena Bossi

En 2000, hace diez años, presenté He visto vivir, el segundo libro de poemas de Pablo Baca, editado por la Universidad Nacional de Jujuy y lo que entonces era la Secretaría de Estado de Cultura de la Provincia de Jujuy. Su primer libro de poesías, que curiosamente lleva el título de Cuentos de la mujer y el solitario, data de 1989 y fue editado por la entonces Dirección Provincial de Cultura de Jujuy. Ahora, en este noviembre, me conmueve tener a cargo la presentación de Un relato ausente -Intravenosa ediciones-.
Su título recuerda el juego de géneros del primero: poesías a las que se les da el nombre de “cuentos” o de un “relato”. El epígrafe de Mark Strand sirve a modo de declaración para explicar lo de “relato” y, sobre todo, lo de “ausente”. Strand concibe el poema narrativo como relato ausente; esta ausencia se contagia al poeta y al lector que desaparece mientras aquel está todavía hablando. Estos relatos ausentes, según el subtítulo, fueron “escritos en la niebla” -que todo lo disuelve y desdibuja más todavía- y “reescritos” (es decir borrados o tachados y vueltos a escribir)- al “atardecer” -cuando el día se va borrando-. Dividido a su vez en cuatro libros que van desde los poemas más recientes hacia aquellos lejanos cuyas palabras el poeta ya no reconoce como propias, el volumen se presenta como los restos de un naufragio, aquello que permanece y se puede recoger a lo largo de una existencia.
Una mirada lúcida y nostálgica por la vida que se escurre, por lo poco que queda entre las manos, por lo mucho que se pierde y se olvida. Una vuelta de tuerca: se dice diciendo que no se dirá y las palabras y los lenguajes se arrastran como una carga pesada, una responsabilidad, por momentos, una deuda que se paga. Hay en el poeta una conciencia del modo en que lo ausente permanece en el recuerdo y en las palabras a pesar de su relación contradictoria con ambos:

Yo estuve a un costado de las vías del tren. Era verano
y por atrás de las cañas, corría una acequia. Había una
mesa y estaban mi padre y unos hombres. Esa
imagen es lo único que queda; lo demás ha sido
cortado por el vacío.

Fraile Pintado. Así dijo mi padre. Me llamó la atención
el nombre. Después he vuelto y lo recorrí de punta a
punta. Las vías estaban cubiertas de yuyos y no había
ninguna acequia.


Se escribe sobre lo que se pierde y se lo rescata diciendo que es imposible rescatarlo y advirtiendo al mismo tiempo que la belleza y la poesía no existirían de no ser por esa ausencia latente que amenaza, por ese naufragio. Se escribe para dar cuenta del tiempo y de la belleza que románticamente van siempre de la mano, pues el tiempo se escapa y esta condición nos hace temblar frente a la belleza.
Lo único que nos redime de la muerte es lo cotidiano: la mujer y los hijos seguros en casa al llegar la noche y algunas imágenes que logramos retener; el resto se resuelve en aceptar la nada y el sentido con el que podamos recubrirla.

Las distancias aumentan con la muerte.
Ya mi padre no puede atravesar el puente,
ir desde su casa a la ciudad.
Sus caminos han sido suprimidos;
todo es para él demasiado lejos.
Voy viajando a través de la frontera
y recorro una carretera que sigue y sigue.

Experiencia, Sensibilidad y Dialéctica


Manhattan Song (Cinco poemas occidentales)
de Luis Benítez,
Ediciones El fin de la noche, 2010
Poesía, 58 pp.

por Juan Arabia

“Luego el vaso blanco de su delicado y dignísimo gesto
Entre saltos y reverencias y miradas a otra parte
Sin abandonar el otro lado desde donde no nos miraba”.
Underground New York

Rescatar un momento histórico, “recuperarlo” en el sentido de fijar sus condiciones materiales, sociales y estéticas, significa –al menos en el ámbito de la poesía- un gesto además de heroico, imposible.
Tan difícil como explicar las causas que hicieron al hombre el portavoz de la poesía: género relativamente autónomo del ser; caprichoso, austero, esclarecedor de una fugacidad temporal y verídica.
Recuperar vestigios, combinar en ellos las grandes narrativas y los grandes estilos con la misma experiencia, supone no sólo la recreación de un sentimiento, sino también de una circunstancia, un tiempo y un lugar.
Dos palabras convendría por ahora retener para acercarnos al menos de una manera superficial a los gigantes cinco poemas que reúnen paradójicamente este pequeño volumen: sensibilidad y experiencia.
Pero es preciso, antes que nada, entender lo que estos términos nos han querido decir en un pasado no muy lejano.
Deberíamos desprendernos, primero, del sesgo de la sensibilidad como una cualidad personal, es decir emotiva, para reencontrarla con lo propuesto por T.S. Eliot en tanto disociación de la sensibilidad: una supuesta disyunción entre “pensamiento” y “sentimiento” que necesita ser unificada.
La misma generalidad, podríamos encontrarla también en la palabra experiencia, es decir, una experiencia que no sólo nos hable de lo vivido o lo conscientemente sujeto a una condición o estado. Podríamos pensar también en Blake o Burke, que en un mismo momento se atrevieron a comprender la experiencia en contraste con la inocencia.
Incluyo esta mínima reflexión, puesto que el mismo lector encontrará una advertencia muy parecida –y mucho más clara y bella- en el prólogo que reúne a los cinco poemas occidentales del Manhattan Song: “Hay aquí detalles que pertenecen a la realidad y otros que provienen directamente de la imaginación (…) todo poema es un fractal, una pieza anómala que altera el sistema al que corresponde, modificándolo y siendo modificado por otras parte del conjunto, en este caso, un libro”.
Y es que me atrevería a conjeturar que el lector no se enfrentará ni con un “poema” ni un “poeta”: el poema vendrá a sustituir lo que no se hace presente. Benítez nos invoca a un lugar vacío en muchos de sus versos, momentos que se inscriben fuera del tiempo y de lo discursivo.
¿Cómo llenar ese vacío? ¿Cómo recuperar lo perdido de la secuencia simbólica que a la vez vislumbra y traiciona ese mismo momento, dejándonos solos en medio del intelecto de la Nueva crítica, en la cueva que proponían esconderse los Confesionalistas, en el mural que proponía derribar la Generación beat?
Toda escuela, movimiento poético, estilos y vanguardias confluyen y se bifurcan en el Manhattan del multiculturalismo; la voz de Benítez deja de ser literal, se rompe y cada página se transforma en muchas voces.
Se trata de advertir al lector de un gesto que es promulgado por el mismo Benítez, pero que seguramente, es superado y doblegado de manera inconsciente por su cualidad misma de poeta.
Y es aquí donde me gustaría introducir una nueva palabra representativa del Manhattan Song: dialéctica vivencial y poética.
Luis Benítez no sólo nos presenta un determinado momento histórico, la sensibilidad misma confluye con su experiencia de escritor sudamericano, que lejos de su tierra natal intenta pero no puede cambiar de vestimenta: una cultura que lo ha atravesado se mezcla dentro de una nueva cultura que lo atraviesa en tiempo presente.
Comenzamos pronto a ver, a sentirnos extranjeros pero cómodamente. Ni Jim Morrison, ni la esplendorosa vista al Central Park o la misma Japanese Food, logran enajenar al amigo hispano que sabe que no hay un piso para él en aquella rota “pocilga”, del bárbaro que circula “en la farsa de Roma”.
La vida cotidiana se presentará sórdidamente. Tanto “Una tarde en el jurásico” o “Garbo´s building” nos ofrecen incluso hasta un trabajo etnográfico, que reconstruye con el registro directo las voces mismas de los personajes la vida de la clase obrera, de una raza o etnia en particular.
Es un Manhattan donde confluyen y se vislumbran los orígenes de la migración europea de principios de siglo. Una ciudad que se apodera del poeta y que desde su ventanales más íntimos logran y sienten ser sólo uno: desde un criminal, un drogadicto, hasta una asustada mujer universitaria que teme caminar por las calles en la noche.
Manhattan, entonces, no será más que una metáfora de la decadencia de la cultura contemporánea.
Si bien esta dialéctica, como dijimos, es representada temáticamente, encontraremos también en su forma retórica y enunciativa un nuevo desafío.
Dialéctica poética, por tanto, en el sentido de cómo se construyen los cinco versos occidentales: podríamos decir que sólo nos queda un idioma que nos permite leer; una moneda gastada, casi destruida, pero que sin embargo todavía insiste en su valor de cambio.
Benítez se valdrá, para realizar semejante empresa, de una pluralidad poética que no lo define sólo como escritor, sino como uno de los lectores más importantes del género en nuestro país.
Desde las improvisaciones de la Escuela de Nueva York, hasta romper con ellas; desde el Vallejismo que pulveriza formas estéticas y gramaticales, hasta hacer de ese acto lo representativo de la poesía; Benítez, con la síntesis de Borges por momentos, con el delirio exacto, medido y comprensible de Dylan Thomas, con su pluma misma hoy día ya inconfundible, nos deja un retrato necesario y maravilloso del género.

Si el lector permite las comparaciones, me gustaría terminar este breve artículo recordando otro gran poemario, que sin dudas el tiempo lo convertirá en hermano del Manhattan Song: hablo de Poeta en Nueva York, de García Lorca.
Como sabemos, los hermanos no sólo presentan similitudes –podemos pensar en el valor cultural emergente de ambas obras, por ejemplo- sino también claras y evidentes diferencias. Lo más importante del contraste, sin dudas, estriba en que Lorca intentaba denunciar un determinado modelo de sociedad; mientras que en Benítez lo denunciado ya se encuentra incorporado en su cuerpo, en sus palabras, en lo fijado nuevamente sobre la ennegrecida huella de la muerta hoja.
Que sean del lector y del poeta las últimas palabras:

“Aunque con pesar los modernos debamos
Lamentarnos de no poder escribir
Una larga oda de maldiciones
Al que cien años antes plantó
La encina que casi nos aplasta,
Como podía Quinto Horacio,
Ésta sigue siendo una buena inocencia”.

No tengo tiempo


No tengo tiempo
María Pía López
Novela, 120 pp.
Paradiso Ediciones, 2010

por Rubén Sacchi

Una vieja canción del grupo de rock Manal, compuesta por Javier Martínez, sentenciabaa: “... No hay tiempo de más, no hay tiempo de más, una hora es fatal, un minuto: igual...”, ese pánico de Cronos parece coincidir con la advertencia que abre el volumen: “la acción interna de la novela no es otra cosa que una lucha contra el poder del tiempo”. Sin embargo, la confrontación va más allá del tiempo porque, si bien éste es sinónimo de eternidad, para los humanos significa la muerte y esa es la real fobia que recrea la narradora.
La historia es el recorrido en la vida de una mujer adulta durante escasos once meses, a través de su diario íntimo. Elige ese medio porque todo es mentira, asevera, salvo, tal vez, la escritura; nada de fotos o recuerdos que nos confronten con un pasado del que no aceptamos el exilio.
La protagonista busca, quizás, un paraíso en el frecuente infierno de la soledad. Por las páginas desfilan las relaciones familiares, afectivas y amorosas. También todos los conflictos que puede arrastrar la única viva de cuatro hermanos que murieron al nacer antes que ella. La culpa del sobreviviente y la angustia de su existencia la llevan a analizar los hechos desde una perspectiva empirista, donde los nacimientos son “prueba y error” y “el suicida también cree que decidió”. Todo atravesado por la maternidad, que sobrevuela la historia desde el vínculo con su progenitora hasta los hijos que no tuvo.
No tengo tiempo es un libro profundo, que incursiona en el alma humana y se adentra también en el lenguaje, enarbolándolo como única verdad, para luego cuestionarlo evidenciando sus contradicciones: “A tener se llamaba falta, a no tener regla. Es raro el lenguaje”.
La autora es socióloga, ensayista, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires. Integró el grupo editor de las revistas El ojo mocho y La escena contemporánea. De ella, escribe Liliana Heer: “María Pía López, como Céline, excede la apuesta, pacta fractura, convoca el más acá de la pose, hace experimentar al lector el barro, la tregua, el entusiasmo y el hastío”.

Entre mujeres solas

Entre mujeres solas
de Jorge Palant
Teatro del Pasillo
Colombres 35, C.A.B.A.
Viernes, 21 hs.

por Rubén Sacchi

Se nace y se muere solo, sin embargo, en el medio de esos límites, la vida del ser humano suele transformarse en un acontecimiento gregario. Buscando razones a todo lo que compone su existencia, el hombre es el único animal que no sabe qué hacer con su presencia en la tierra y la socializa, para que el estar frente a tanta inmensidad sea menos vertiginoso. Pese a ello, las relaciones humanas son complejas y muchas veces nos empujan al ostracismo. Es en medio de esa vacuidad que las protagonistas de esta obra flotan o, mejor aún, se hunden.
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Dos piezas cortas, Griselda en la cuerda y Al pasar por un cuartel componen la propuesta, con la soledad como línea directriz. En ambas se vislumbra la obstinación en mantener el aislamiento que atraviesan y la dificultad en ceder espacios en pos de una mejor relación.
Con buenas actuaciones, ambas actrices delinean dos situaciones diferentes pero con un mismo nudo central. Como es habitual, Jorge Palant (Capítulo V: La cuestión armenia; Requiem; Tres piezas con prostitutas; Las visitas, entre otras) se vale de su experiencia como psicoanalista para sumergirse en lo más profundo de la mente y sus conflictos.


Elenco:

Beatriz Dos Santos
Dora Mils

Equipo:

Dirección: Jorge Palant
Asistente de Dirección: Agustina Suárez
Diseño escenográfico: Jorgelina Herrero Pons
Realización escenográfica: Leandro Illescas
Música (original): Antonio Zimmerman
Diseño de luces: Eduardo Safigueroa
Producción ejecutiva: Claudio Santibañez
Prensa: Laura Castillo

Con mis botas Kosakas


Con mis botas Kosakas
de Timo Berger
Editorial La Propia Cartonera, 2009
Cuento/poesía, 48 pp
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por Rubén Sacchi

Tres cuentos y una treintena de poemas componen el trabajo de Timo Berger, autor que en su vida cerró un periplo: Alemania - Latinoamérica - Alemania. Su origen se percibe en la temática, pero en su estilo es insoslayable su paso por estas pampas.
Los cuentos son historias duras, violentas, siempre sexuadas, como si ambas cualidades fuesen inseparables, inmersos en un clima de odio racial.
Los poemas son fotografías experimentales que no se contentan con describir situaciones, sino que denuncian la problemática social: “solidaridad resulta una palabra al sacar/ los muebles a la calle, heladeras en trueque” o “No teníamos para romper/ el ayuno, ni migas/ para las gaviotas”.
Todo llevado a través de un lenguaje rayano al lunfardo, donde palabras soeces encuentran un cauce adecuado y generan un clima marginal, cualidad que condice con el caracter under de las editoriales donde publica. Esas características no impiden que el autor se adentre en temáticas muy actuales, como la represión ilegal: “Haceme un escrache/ pero con tutti/ :huevos y color rojo fuerte/ los nombres de los milicos/ como bombones en tu boca”.

Luis Benítez, breve antología poética


Luis Benítez, breve antología poética
de Luis Benítez
Selección y notas: Elízabeth Auster
Ediciones Juglaria, 2008
Poesía, 112 pp.
.
por Rubén Sacchi

Acaba de publicarse, de manera digital a través de la editorial española Publicatuslibros.com y en tres tomos, la Obra completa de la poética de Luis Benítez. Ese maravilloso y arduo trabajo puede bajarse del sitio web de manera gratuita y viene a cubrir la ausencia de varios de los títulos que la integran, muchos de ellos inhallables.
Pero como siempre digo: soy un piojo de papel, aunque muchos lo tilden de anticuado, pero sé que tantos otros hay como yo. Por eso, y sin la mínima intención de quitar mérito a la iniciativa peninsular, que hace justicia en muchos aspectos, quisiera recomendar lo último impreso del autor, que no pretende ser un trabajo exhaustivo, pero que rescata para nuestros anaqueles parte de esa bibliografía ya de culto para los lectores de poesía argentina, en general, y de la generación del 80, en particular.
Buen trabajo de compilación de la escritora Elízabeth Auster, a cargo también de la introducción y las notas.
Por eso esta sugerencia, porque esta breve antología nos acerca una vez más este autor de elevada calidad, en tiempos que, a su decir: “apenas los ascensoristas/ se levantan de entre los demás”.

Siguiendo al conejo


Siguiendo al conejo
de Leónidas Lamborghini
Paradiso Edicones, 2010
Poesía, 56 pp.
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por Rubén Sacchi

Una imaginaria tertulia five o‘clock entre Lewis Carroll y su famoso personaje, Alicia. Como si se desarrollara, tras bambalinas, una charla entre el autor y el actor de una obra de la que ninguno de ambos tiene muy clara idea e intentan encontrar su significado.
A través de un inteligente ping pong (como el tic tac del reloj) de respuestas e interrogantes, desarrollan un juego de palabras cuyo tema central es el tiempo.
La locura y el infierno comparten un espacio que domina la charla, muy lejos del maravilloso mundo que creara el escritor inglés: “si no es loco no es verdad”.
Un aire de absurdo ronda el diálogo y nada es lo que parece. “Una sola palabra puede cortarte la cabeza si dices perecer por parecer”.
El hermetismo y el juego son características de la obra de Lamborghini, pero en esta ocasión no se ocupa de la problemática nacional ni de sus movimientos populares, sino de temas que ocupan el alma humana desde los albores de la humanidad.
Siguiendo al conejo se lee rápido, pero es un libro que requiere, y tiene, más de una lectura. No obstante, la clave la da el autor: “Si quieres entender una cosa del todo, no la entenderás jamás”.

De mar y madres


De mar y madres
de Silvia Loustau
Editorial Martin, 2010
Poesía, 64 pp.
.
por Rubén Sacchi

Dicen que el mar es el principio de la vida, que allí se originaron los seres vivientes que luego poblaron el planeta. Por eso ¿qué mejor analogía para el mar que la madre?
Pero esa dupla de creación, paradójicamente, nos remite a la muerte, a esos cercanos años en los que cuerpos llenos de sueños eran arrojados a las aguas para ser acallados. Entonces, también las Madres siguieron el derrotero de sus hijos.
De mar y madres es un libro de la memoria de la lucha y de su proyección al futuro: “crecerán nomeolvides/ en cada huesito”. También es la poesía de la esperanza, la que burla al mal y resucita en esas viejas ceremonias de ocultar lo prohibido y esperar, pacientes, su desentierro al sol: “ensombrece el miedo./ palabras guardadas en cestos secretos./ palabras sembradas/ en las quintas de Magdalena./ salvadas del hurto/ de la hoguera./ .../ hoy brillan/ junto a las manzanas/ que están permitidas morder”.
En absoluta concordancia con lo expresado en A manera de epílogo, afirmo que la poeta da voz al silencio y agrego que arroja un cándido rayo de luz sobre las oscurecidas almas.

Cuentos Breves


Cuentos Breves
de Rafael Barrett
Grupo Mil Botellas, 2009
Cuento, 120 pp.
.
por Rubén Sacchi

Es increíble la vigencia de este libro que el año entrante cumplirá un siglo de editado. La única obra de ficción que escribiera Barrett está imbuida de actualidad.
Esas historias pueden ser escritas únicamente por alguien que conoce en profundidad la vida y el alma humanas, así como sus miserias: “En aquellos tiempos compraba el amor hecho, como las camisas (..). Ahora me lo encargo a la medida”.
De ideas libertarias, expone los manejos del capitalismo con destreza: “Había allí varios reyes de productos textiles, metalúrgicos y alimenticios, los únicos reyes auténticos de la tierra, capaces de comprar naciones y con derecho de vida y muerte sobre cientos de miles de proletarios”. Basta este párrafo para describir las ideas que desarrolló en diversos ensayos y que en el Paraguay le costaran la tortura y la deportación.
La crueldad social aparece también en metáforas: “Los árboles parecen soñar, balanceando apenas su follaje. Me temo que se trata de una paz fingida: bajo tierra las raíces se estrangulan entre sí”, sintetiza su oscura visión de ayer, tan sugerente de nuestros días.

Las irregulares


Las irregulares
Bs. As. horror tour
de Massimo Carlotto
Babel Editorial, 2009
Novela, 248 pp.
.
por Rubén Sacchi

Daniel Viglietti cantaba: “Los ríos son como venas/ de un cuerpo entero extendido/ y es el color de la tierra/ la sangre de los caídos”.
Ese cuerpo único y sufriente es una gran cicatriz provocada por un daño que, si bien infligido en sitios diversos, apuntaba
al mismo blanco.
Las irregulares, Buenos Aires horror tour es un recorrido por los años más infaustos de la reciente historia argentina sobre la directriz de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Dentro del gran relato de un turista comprometido con la lucha por los derechos humanos, se despliega un intrincado enjambre de otros tantos que van conformando el duro rompecabezas de ignominias que debieron atravesar los desaparecidos.
El protagonista realizará una serie de paseos nocturnos que lo irán adentrando en ese otro país, ese que el extranjero no suele conocer.
La narración llevará a otras latitudes que atraviesan una historia común, demostrando que nada de lo ocurrido fue un hecho aislado o producto de algún trasnochado demente, sino un macabro
plan finamente concebido en aras de implementar la dependencia.

La logia de los anillos de amatista


La logia de los anillos de amatista
Jorge A. Colombo
Grupo Ed. Latino­­­americano, 2010
Novela, 240 pp.
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por Rubén Sacchi
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El desarrollo del pensamiento, que debiera ser el objetivo último de la humanidad para confirmar su condición de “animal inteligente” fue, por el contrario, combatido, perseguido y condenado reservando, en actitud oscurantista, su privilegio solo a unos pocos elegidos.
“El pensamiento libre solía ser una mercancía muy cara que hasta podía pagarse con la vida”, dice el padre Vicario a sus interlocutores y el lector no puede menos que remitirse a aquel clérigo, pionero del librepensamiento, que fue Giordano Bruno.
En medio del paisaje de la Colonia, atmósfera en que se mueve como pez en el agua, Jorge Colombo alterna una narración que llega hasta nuestros días, jugando con personajes y hechos de la historia y valorando el legado que los grandes pensadores y humanistas intentaron dejar a las generaciones venideras, quizás en el espíritu de evitar que el mundo se pierda en un caos sin valores.
Mediante una prosa rica y atrapante, nos sumerge en pozos del tiempo a través de los que los protagonistas rescatan sucesos de antaño, en una ciudad donde “la ambición del lucro inmobiliario parece condenar las memorias ocultas a la triste muerte de la destrucción y el olvido”.

Detrás de la forma

Detrás de la forma
de Alfredo Martín
Andamio 90, Paraná 660, C.A.B.A.
Viernes, 22:30 hs

por Rubén Sacchi

Intentar llevar Ferdydurke al teatro es una empresa arriesgada. Difícil hacer una abstracción de lo que Ernesto Sábato definía como "especie de grotesco sueño de un clown, con páginas de irresistible comicidad", pero Alfredo Martín lo logra maravillosamente a través de una adaptación que no deja detalle del libro fuera. Resulta una obra un tanto larga, pero que no aburre en ningún momento.
El duro y difícil proceso para salir de la inmadurez, el abandono de la inocencia, importa un parto, el nacimiento de una nueva persona con responsabilidades, que ya jamás podrá mostrarse ante una sociedad hipócrita de la misma manera que antaño sin recibir la censura más despiadada.
La palabra inocencia automáticamente remite a su opuesto, de lo que deviene que, si se perdió su condición, se es culpable. ¿Y de qué es culpable el hombre adulto? Basta mirar alrededor y darse cuenta del mundo que construye y sobre qué pilares lo asienta.
Ese tema es el que el escritor Witold Gombrowicz, descendiente de la nobleza polaca, planteaba en su novela, allá por el año 37, tópico que escapa a su tiempo y conforma la trama de sucesivas obras de arte. Tal vez, la más recordada sea la ópera rock The Wall, del grupo Pink Floyd, en que al joven se lo intentaba uniformar convirtiéndolo en "un ladrillo más en la pared".


Económica en escenografía, apenas unas cuantas sillas y un par de mesas procuran lo necesario para representar los diferentes ámbitos; todo acompaña para que la atención recaiga en los actores, de muy buen desempeño en general.
Con momentos desopilantes, y entre juegos y risas, la pieza expone planteos sociales, sexuales y clasistas. Una mirada cáustica y existencialista de un modelo de vida perimido pero que se resiste a morir.

Elenco
(por orden de aparición)

Guillermo Ferraro
Gabriela Villalonga
Fidel Cuello Vitale
Martín Savo
Gonzalo Camiletti
Julian Belleggia
Rubén Di Bello
Francisco Gonzalez Franco
Ignacio D’Olivo
Cecilia Antuña
Luis Dartiguelongue
Luciana Procaccini
Victoria Fernandez Alonso
Alberto Astorga
Alfredo Martín.

Equipo
Dirección: Alfredo Martín
Asistente de dirección: Natalia Vozzi
Asistente artístico: Marcelo Bucossi
Asistente de movimiento: Armando Schettini
Escenografía: Alejandro Alonso
Iluminación: Pehuén Stordeur
Vestuario y Utilería: Ana Revello
Gráfica: Julieta Selem
Fotografías: Daniel Goglino
Prensa: Simkin & Franco

Album de esperas y otros asuntos



Album de esperas y otros asuntos
Jorge Prieto
Ediciones El Mono Armado, 2010
Poesía, 76 pp.



por Rubén Sacchi


El libro cuenta la historia de un hombre en la vorágine cotidiana, inmerso en la angustia diaria, que sobrevive gracias al amor, o a su recuerdo.
La espera es la acción que lo conduce aunque no es, ni más ni menos, que una de las tantas representaciones del tiempo; un tiempo inexorable, que suele tomar la forma del viento para barrer los instantes, dejando permanentemente ausencias y nostalgias.
En tiempos en que la memoria está en primer plano, es necesario reflexionar que una cosa es lo colectivo, lo social y otra muy diferente, lo íntimo. Allí puede ocurrir, y es lícito que sea, que “la memoria y el olvido,/ por un rato/ se amigan/“.
En esas esperas transcurre toda una vida, allí se suceden todos los acontecimientos que encontraron “la única grieta que él mismo olvidó tapiar” en la pared del olvido, desde los proyectos de un mundo más justo: “A los que hasta ahora, luchamos y perdimos/ saber que no estamos solos, no alcanza” hasta los muertos en Cromagnon, en el poema Bengalas.
Album de esperas y otros asuntos plantea una urgencia de vivir lo efímero, como las palabras de Mario Trejo con que abre el libro: “El mejor modo de esperar es ir al encuentro”.

Escombros e ilusiones
De tardecita
más apaciguado el viento
y después de barrer las sombras
voy a desatar
el imprudente
paquete de palabras
que fui juntando en la vida.

Todos los grandes gobiernos han evitado el teatro íntimo

Todos los grandes gobiernos han evitado el teatro íntimo
de Daniel Veronese
Teatro Camarín de las Musas
Mario Bravo 960, CABA
Viernes, 21 hs; Sábados, 22:30 hs

por Rubén Sacchi

Hedda y Jorge Tesman regresan de un viaje y se hospedan en la casa que les ofrece el asesor Brack. La vivienda no es tal, sino el decorado de una pieza teatral: Casa de muñecas, haciendo un guiño al autor del libro original y al trabajo anterior del director. En esta atmósfera de utilería percibimos que el matrimonio no es bien avenido y rápidamente se evidencian rasgos de aburrimiento e insatisfacción. Una antigua compañera de estudios de Hedda trae la noticia de la visita de Lovborg, un escritor notable que pudo dejar temporalmente su afición al alcohol y publicó un interesante ensayo. A partir de su encuentro, los tres hombres deciden asistir a una fiesta, a la que Lovborg lleva el manuscrito de su nuevo libro, una obra genial titulada El desarrollo de la generación venidera. En este esquema, desarrollarán su papel las diferentes pasiones humanas. En la obra, nadie juega limpio y de esa mezcla difícilmente surja la felicidad. Muchos puntos hay de contacto entre los personajes, que llevarán a un desenlace fatal.

En su estreno en 1891, su autor, Henrik Ibsen, fue criticado por dar a su personaje un perfil que rompía con las premisas morales de la época, no obstante, hoy Hedda sigue siendo una personalidad urticante. Fría y calculadora, acostumbra manejar las situaciones a su voluntad.
El recurso del parlamento superpuesto, genera una sensación de ansiedad en los personajes mientras, por otra parte, escamotea información al espectador. En síntesis, una puesta sencilla: vestuario adecuado, luces y decorado correctos, pero sin sobresalir, como para dejar protagonismo a la acción, de gran carga dramática.

Elenco:
Jorge Tesman: Claudio Da Passano
Hedda Gabler: Silvina Sabater
Señora Elvsted: Elvira Onetto
Asesor Brack: Aldo Barbero
Ejlert Lovborg: Marcelo Subioto

Equipo:
Dirección: Daniel Veronese
Asistente de dirección: Felicitas Luna
Adaptación escenográfica: Franco Battista
Producción: Sebastián Blutrach
Prensa: Duche & Zárate

Diseño gráfico: Estudio Papier

Freshwater

Freshwater
de Virginia Woolf
Domingos 20 hs.
Ciudad Cultural Konex: Sarmiento 3131

por Rubén Sacchi

Estrenada profesionalmente off-Broadway en 2009, llega a Buenos Aires en su primera versión castellana, cuando el mundo de la cultura está por celebrar los 130 años del nacimiento de la escritora.


Virginia Woolf no se caracterizó precisamente por una pluma ligera y la comedia no era su fuente de inspiración. Esta pieza fue escrita como divertimento cuasi privado para su grupo de entorno, se representó en el estudio de arte de su hermana en 1935 y durmió en un cajón hasta el 69, para ser considerada recién en nuestros días.
La obra satiriza la sociedad victoriana, donde la burguesía parecía dormir un letargo que no presentía sobresaltos y descansaba sobre la riqueza que expoliaban de sus colonias. Woolf utiliza para su historia algunos personajes reales del mundillo artístico de entonces, como la fotógrafa Julia Margaret Cameron; el pintor George Frederic Watts y su joven novia, la actriz Ellen Terry y el gran poeta Alfred Lord Tennyson y los ubica en otro punto del tiempo.
La obra, pese al carácter desopilante y absurdo de la historia, mantiene los tópicos de la prosa de la escritora: la liberación femenina y la crítica a una sociedad con la que no se identificaba, que añoraba la bonanza de las colonias, pero que al final quería descansar en un ataúd de la metrópolis.
Con excelente vestuario y decorado barroco, aunque económico, se pueden apreciar actuaciones correctas, con matices interesantes. Para disfrutar y también para realizar varias lecturas entre líneas.
Elenco:

Marcela Bea: Julia M. Cameron
Félix Tornquist: Charles H. Cameron
Miguel Amestoy: George F. Watts
Guillermo Somogyi: Alfred Lord Tennyson
Manuela Fernández Vivian: Ellen Terry
Victoria Páez: Mary M., la criada
Gabriel Schapiro: John Craig

Equipo:

Dirección: María Emilia Franchignoni
Diseño de vestuario: Sofía Di Nunzio
Asistencia de vestuario: Emilia Tambutti
Realización de vestuario femenino: Mirta Dufour
Realización de vestuario masculino: Vladymyr Hlavadskyy
Realización de calzado: José Romero
Realización de barba: Eugenia Palafox
Estampas: Muchatela
Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez
Asistente de iluminación: Bettina Sara
Escenografía: Julieta Ascar
Asistencia de escenografía: Lucrecia Marchese
Realización de escenografía: Juan Carlos Pinilla
Diseño de sonido: Robertino Franchignoni
Diseño gráfico y retoque digital: Bruno Rafaelli
Fotografía: Pilar Benítez Vibart, Luciana Damiao
Producción general: Maria Emilia Franchignoni
Producción ejecutiva: Martin Lavini
Asistente de producción: Marisol Delgado
Prensa: Duche & Zarate
Dramaturgismo y puesta en escena: Maria E. Franchignoni
Dirección de actores: Alejandra Flores

¡No, mi Dios! ¡Otra antología de poesía argentina!


La Poesía del Siglo XX en Argentina
Autores varios
Selección de Lic. Marta Ferrari
Poesía, 560 pp.
Visor, 2010

por Luis Benítez

¿La poesía nacional, se está convirtiendo en un microrrelato?
Son conocidas mis diferencias respecto de lo realizado por el Lic. Monteleone, sobre lo que ya me expresé dilatadamente, resaltando el respeto que siento por la obra y la persona de cada uno de los incluidos en el volumen 200 años de poesía argentina. Del mismo modo que creo, pese a que hayan surgido algunas opiniones en contra, que la diputada tucumana que propuso declarar el volumen de Alfaguara como “de interés legislativo”, en definitiva estaba contribuyendo a resaltar el papel de la poesía argentina en nuestra sociedad, nada menos que al fundamentar su pedido en que la aparición de un libro titulado 200 años de poesía argentina era entendible como “un homenaje a la Revolución de Mayo” en medio del Bicentenario: nuestra sufrida poesía argentina, antes entendida como un género prácticamente marginal.
Supuse que ello iba a dar el positivo saldo de una razonada discusión entre pares, pero aprecio que el asunto no deja de estar manchado aquí y allá por agrios enfrentamientos, que no creo que lleven algún beneficio al género. Ahora, con el mayor estupor, y en coherencia con lo que antes expresé, me veo en la paradójica instancia de “defender lo establecido por el Lic. Monteleone”, al compararlo con la antología de poesía argentina recientemente editada por Visor, en España, 560 páginas, una colección dirigida por García Montero, donde la compiladora reduce un siglo de poesía argentina a... ¡33 poetas! La obra es: La Poesía del Siglo XX en Argentina. Creo que es injusto no sólo con los autores que no están incluidos en 200 años de poesía argentina; también con los que sí lo están en la obra de Monteleone, definitivamente. ¿Es que se está reduciendo la poesía argentina a un microrrelato? ¿No alcanzan 560 páginas para incluir una visión más realista de la poesía argentina del siglo XX? Esta es la nómina, tan breve, que puede copiarse aquí sin mayor esfuerzo: Raúl González Tuñón, Amelia Biagioni, Alberto Girri, César Fernández Moreno, Jorge Leónidas Escudero, Roberto Juarroz, Leónidas Lamborghini, Raúl Gustavo Aguirre, Juan Gelman, Horacio Castillo, Santiago Sylvester, Diana Bellessi, Néstor Perlongher, Jorge Boccanera, Héctor Freire, Osvaldo Picardo, Fabián Casas, Enrique Molina, Jorge Calvetti, Edgar Bayley, Olga Orozco, Joaquín Giannuzzi, Mario Trejo, Francisco Madariaga, Alfredo Veiravé, Gianni Siccardi, Alejandra Pizarnik, Hugo Mujica, Arturo Carrera, Daniel Samoilovich, Abel Robino, Alejandro Schmidt y Macky Corbalán. Estos nombres y obras forman parte, indiscutiblemente, de la poesía argentina. Mas son tantos los nombres que faltan en ese más que medio millar de páginas que, insisto, me veo en la obligación moral de cuestionar por qué no figuran en esta obra aquellos que incluyó Monteleone -además de otros que no incluyó- que bien ganado tuvieron su espacio en esa selección, como remarqué ya en mi artículo Carta abierta al lector de poesía argentina. No puedo hacer un listado sin ser injusto, pero no entiendo por qué no están en una obra llamada La Poesía del Siglo XX en Argentina, por ejemplo, Bustriazo Ortiz, Víctor Redondo, Susana Villalba, Concepción Bertone, María Elena Walsh, Paco Urondo, María del Carmen Colombo, Aldo Luis Novelli, Ricardo Rubio, la Andruetto; remarco, apenas por dar algunos nombres de los mejores de la poesía argentina, que el Lic. Monteleone sí incluyó, ciertamente con mejor criterio que la Dra. Ferrari, aunque a Monteleone se le hayan quedado en el tintero tantísimos otros.

Carta abierta al lector de poesía argentina

200 años de poesía argentina
Selección y prólogo de Jorge Monteleone
Poesía, 992 pp
Alfaguara, 2010

por Luis Benítez

La importancia del género
Sea usted exclusivamente lector del género o también poeta y/o crítico, académico o no, argentino o extranjero, seguramente habrá llegado a sus oídos el revuelo que ha causado la publicación del volumen 200 años de poesía argentina (Ed. Alfaguara, Buenos Aires, 1.008 págs., ISBN 978-987-04-1401-8) o, caso contrario, pronto le llegará. Es que a meses de su presentación formal en sociedad, cuando los ecos de la aparición de cualquier otro libro deberían haberse convertido en un susurro, particularmente por lo específico del género que trata, ha desatado controversias llamativas, que van desde las más pomposas alabanzas hasta el elogio que quiere ser razonado; desde el rechazo argumentado hasta los denuestos más feroces. ¿Cómo es que un libro que habla –bien o mal- de poesía, provoca una reacción tan notable? ¿No era la poesía un género casi marginal? ¿Dónde quedaron las décadas de lamentaciones al respecto, las mesas redondas, simposios, conferencias, encuentros literarios, donde la situación de la poesía se evaluaba como prácticamente inexistente en un mercado alimentado por best-sellers, operado por el marketing de las grandes empresas editoriales, decíamos, que desdeñaban incluir en su catálogo obras del género, porque es nulo el margen de ganancia que devengan? ¿No era la poesía algo que sólo nos importaba a nosotros, sus lectores, fuéramos o no, además, poetas, críticos, académicos?
En momentos en que le escribo a usted, ya no se oyen las salvas de artillería de la Feria del Libro, que saludó al de referencia como un acontecimiento en medio del Bicentenario; tampoco el recibimiento triunfal que se le brindó en un acto de la Biblioteca Nacional, celebrado en el salón mayor, que lleva el nombre de Jorge Luis Borges. Los diarios y periódicos que festejaron su existencia encontraron el destino final de esos medios gráficos, siempre el mismo; los blogs y páginas Web que se ocuparon del nacimiento siguen allí, y la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina considera un proyecto, elevado al Presidente de la Comisión de Cultura de ese organismo legislativo, el diputado Roy Cortina, por su par la legisladora por la provincia de Tucumán, Norah Susana Gastaldo (Nº de Expediente 4286-D-2010, Trámite Parlamentario 077, del 16/06/2010), para “declarar de interés de la Honorable Cámara de Diputados la edición del libro 200 años de poesía argentina, en homenaje al bicentenario de la Revolución de Mayo”.
Por la otra punta del ovillo, desde Italia, el poeta argentino Gabriel Impaglione, editor de la bien conocida revista Isla Negra, envió una carta abierta a la Honorable Cámara resistiendo esa iniciativa; en la misma revista, el poeta argentino Eduardo Dalter cuestionó duramente el criterio que animó al antólogo y las omisiones de poetas connacionales en la obra, artículo abundantemente reproducido ya en los blogs, a lo que sumó Dalter una carta dirigida a la diputada tucumana que propuso la medida legislativa; el poeta santafesino Rubén Vedovaldi sumó lo suyo, criticando otros aspectos de la antología de Alfaguara; la autora Miriam Cairo agregó también su opinión negativa sobre la obra de Monteleone en un artículo publicado por el diario Página 12, en su edición rosarina: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-25079-2010-08-28.html (toda esta documentación la puede usted leer en revistaislanegra.blogspot.es).
A estos primeros pasos de la oposición a la obra, se suma algo que no por no aparecer en los blogs y los medios gráficos, deja de ser de fundamental importancia: los mensajes personales en torno al mismo tema, la franca mayoría de ellos de índole “no positiva”, por emplear este curioso y célebre eufemismo de origen preclaramente legislativo.
Como verá, lector, su género preferido, para casi no existir, hace bastante barullo en la República Argentina. ¿Cómo nos explicamos esto? ¿Es el género en sí, o factores extraliterarios aquello que agita las aguas antes supuestamente estancadas de la poesía nacional? Y la cuestión principal y definitiva: ¿Le sirve esto al género o va a ir en su desmedro? Veamos.

La importancia de que se publique una obra de valor genuinamente histórico
El lector de poesía, como usted y yo, es uno de los más específicos, exigentes y reducidos, en relación a las escalas a las que se destinan los productos editoriales de alcance masivo. Para presentarle a usted una obra, las editoriales saben que deben afinar la puntería y confiar el trabajo a alguien que domine el tema destacadamente. Para un lector especialista, se necesita un autor altamente especializado. Más aún cuando el proyecto atiende al abarcamiento de la completa historia de la poesía argentina, desarrollada a lo largo de muy complejos doscientos años de acontecimientos literarios, sociales, políticos y económicos, una intrincada sinergia que originó el fenómeno de que se trata.
Queda claro que usted y yo somos un segmento de lectores, además de exigente, sumamente sensible a adulteraciones, atento a leer agudamente entre líneas: las miríadas de supuestas antologías realizadas por cuatro hampones literarios a tanto por cabeza, en las últimas décadas; los supuestos concursos literarios con la cláusula opcional de integrar una “antología colectiva”, donde decenas de “terceros premios” y “menciones” tienen la “posibilidad” de publicar al lado de cualquiera, mientras se tenga para el alquiler de las páginas, no nos han engañado nunca.
Por parte del Grupo de Empresas Santillana una obra de esta envergadura jamás iba a ser confiada a un inepto ni a un ignorante, por el segmento de lectores al que se dirige, por la imagen de la compañía que financió la obra y porque el Grupo es consciente de la relevancia que tiene invertir en un proyecto así, lanzado en medio de los fastos, las declamaciones y los buenos sentimientos que despierta nada menos que el segundo centenario de la patria, algo que lleva a una diputada de la Nación a esgrimir como argumento de su pedido de declaración de la obra como de interés parlamentario, el que constituye un “homenaje a la Revolución de Mayo”. La sufrida poesía argentina. La que usted y yo leemos desde hace décadas, porque tiene un valor específico, porque tiene unos alcances y una trayectoria meritorias, porque aportó muy lo suyo al conjunto de las letras en nuestro idioma, y, fundamentalmente, por la sempiterna razón que nos lleva a abrir un libro y no dedicarle esas horas maravillosas a otra cosa, tal vez la mejor razón de todas: porque nos gusta.
En función de esta exigencia, estoy seguro, el Grupo Santillana se dirigió a un referente del estudio de la poesía argentina. Aunque en base a los resultados del proyecto muchas voces se alcen para desestimar la competencia del Lic. Jorge Monteleone y su equipo de colaboradores, creo que las particularidades de su formación lo señalaban para el puesto.
Monteleone nació en Buenos Aires en 1957 y es crítico literario y traductor; es investigador en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), con sede en el Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1992, dirige allí el Boletín de Reseñas Bibliográficas. Obtuvo dos veces la beca del Deutsches Akademischer Austausch Dienst (DAAD, por sus siglas en alemán, que significan Servicio Alemán de Intercambio Académico), establecida por la República Federal de Alemania, para ejercer la docencia y la investigación en la Universidad de Colonia (RFA). Su especialidad es la crítica de la poesía hispanoamericana en general y de la argentina en particular. En su especialidad ha firmado una centena de ensayos y artículos académicos en medios de América y de Europa. Es periodista cultural en distintos medios gráficos y audiovisuales de Buenos Aires, señaladamente en el diario La Nación. Un típico representante del medio académico –ámbito que todavía no dijo ni “a” sobre el espinoso asunto- cuyo CV se ve que era más que adecuado para lo que buscaba el Grupo Santillana: the best boy.
Dudo mucho que el Grupo haya querido invertir en este proyecto todo lo que invirtió, no sólo en la edición en sí, sino también en su difusión, por el simple afán de lucro, legítimo y común a toda empresa comercial; se trata de un libro caro para los menguados bolsillos latinoamericanos y, gracias a la crisis mundial, también caro para los particulares extranjeros; estimo que su intención estuvo orientada más a producir un título de obligada consulta, presente en las bibliotecas de las universidades, un título que no puede ser obviado, no sólo porque desde la edición de la Antología de la poesía argentina, compilada por Raúl Gustavo Aguirre (Ediciones Fausto, Buenos Aires, 1979, ISBN 9504580000) y que necesitó tres tomos para abarcar su objeto en aquel tiempo, ninguna otra obra de similar envergadura salió a la venta; también tiene que haber motivado al Grupo la certeza de que su imagen empresaria quedaría todavía mejor asentada al haber colaborado a dotar de un instrumento sistematizador y crítico de esta importancia a nuestro sistema de valores literarios.
El prestigio es otra de las motivaciones, además del afán de lucro, de todas las corporaciones empresariales, que pueden darse de tanto en tanto estos “lujos”, habida cuenta de las altas facturaciones que obtienen con cada balance anual, con crisis mundiales o sin ellas. Una buena obra, bien seleccionadas sus partes, bien introducida por un best boy, bien difundida a través del aparato propagandístico de la corporación, que se constituya en el referente de toda la poesía argentina, acogida positivamente por todo el establishment literario, bendecida por los medios y por todos los sectores de la poesía argentina, lanzada oportunamente en medio de la celebración del bicentenario del país, se constituye obligadamente en el aporte bibliográfico sobre el género más importante en casi medio siglo de esas dos centurias a las que se refiere.
En ocasiones, los intereses de las grandes corporaciones establecen alianzas reales con los intereses literarios de una época y lugar dados; cuando existe comunidad de intereses –hoy la base de toda negociación, el común beneficio de las partes- generalmente los proyectos prosperan. El proyecto de Alfaguara, empresa miembro del Grupo Santillana, era por igual beneficioso para la empresa como para el conjunto de la poesía argentina; por ello, el anticipo de su lanzamiento generó tanta expectativa. Entonces... ¿por qué fracasó?
Me explico, colega lector: no fracasó porque el Grupo Santillana sea una entidad perversa, al estilo de los Illuminati del inefable Dan Brown, empecinada en destruir el mundo y específicamente, sembrar la confusión en la cultura (no me cabe duda de que las intenciones del Grupo eran bien otras y, ya vemos, lejos del afán de lucro y más cerca de los intereses de los lectores de poesía) y no fracasó porque no llenara las expectativas del establishment literario local, que hubiese aplaudido de igual forma cualquier obra, incluso una peor realizada por Monteleone y sus adláteres, porque el establishment necesitaba un título y no una obra; no fracasó porque Monteleone sea un obtuso que, misteriosamente, llegó a uno de los estamentos más altos de la carrera, examen tras examen, postulación tras postulación, porque cuenta con un velo mágico que hace invisible su supuesta ignorancia a los ojos de los demás (en realidad, creo que sabe de poesía argentina mucho más que el común de los que la leemos, particularmente en cuanto a teoría y datos al respecto, y era por ello uno de los sujetos mejor indicados para trasmitir esos conocimientos); no fracasó porque haya incluido en su selección a autores que, con toda justicia, trabajaron muy talentosamente para ganarse ese lugar (ni uno solo de los canonizados por el best boy sobra, nos guste o no nos guste su estilo o su poética); cualquier aseveración en nombre de esas falsas interpretaciones lo único que hace es embarrar la cancha y confundir el juicio objetivo en cuanto a lo sucedido, que es mucho más grave.
Y es grave porque con la aparición en escena de 200 años de poesía argentina, que contó con el apoyo económico y propagandístico de una corporación editorial de las grandes, capaz de brindarle una distribución a escala de todo el territorio hispanoparlante, en comunidad de intereses con el lector de poesía; con la anuencia del establishment político, periodístico y cultural local; con la selección y la introducción a tan complejo fenómeno como es la historia completa de la poesía a lo largo de 200 años - todos los que cuenta- puesta en manos del mejor muchacho y su seleccionado de intérpretes de la realidad, se ha desperdiciado un oportunidad única de dar cuenta del asunto, leal y francamente resuelta mediante un trabajo que debía ser de excepción.
Y no fue tal por impericia de los encargados de llevarlo a cabo, sino por su intención. Esto es, ellos pusieron por encima de los intereses del género sus intereses personales, el flaco afán de figurar como árbitros de la elegancia –el arbiter elegantiorum de la antigua Roma-, de erigirse como capaces de señalar quién es quién y quién no es –o sea, no nació, no escribió, no existe, es alguien desaparecido- en la historia de la poesía argentina.
Porque desde el título la obra proclama su ambición –que era lo que los lectores de poesía argentina estábamos esperando, una obra que se ajustara a aquello que aspiramos a leer alguna vez, y que definitivamente, no es ésta- se invalida su contenido. No contiene esa obra que dé cuenta de 200 años de poesía argentina. No están en ella las referencias claves a todo su acontecer, a cada una de sus partes y el razonamiento sobre el conjunto, ni contiene el conjunto de los nombres que hicieron esa historia. Si se titula así, debe cumplir con lo que promete cuando uno, lector de poesía, abre el libro. Debo en esta lectura disentir con mis colegas Eduardo Dalter y Rubén Vedovaldi (ver sus textos en la fuente citada) cuando expresa el primero que Monteleone (y todo su grupo de investigadores, no los dejemos afuera del asunto, que también llevan lo suyo) obraron así por desconocimiento; creo haber argumentado lo suficiente, antes, para dar por descartada esta hipótesis de Eduardo Dalter. Respecto de algo aseverado por Vedovaldi, opino todo lo contrario: él manifiesta que las 24 páginas de introducción del prólogo de Monteleone son algo excesivo, yo creo que son tan cortas para la ambición de reseñar el fenómeno del que se ocupan, que ponen a lo escrito por Monteleone a la altura de los logros alcanzados por la sección final del célebre Reader’s Digest, capaz de resumir La Ilíada en un par de pliegos. ¿Pueden 24 paginitas resolver el intrincado espectro de 200 años de poesía argentina? ¿Tan poco sucedió en dos centurias? Creo que no, que un argumento tan simple como éste, tan obvio, invalida lo expuesto por Vedovaldi. Sí coincido con lo señalado por ambos autores respecto de las exclusiones concretadas por Monteleone, aunque insisto en que no tienen una causa tan inocente como la ignorancia, sino el fin bien determinado de establecer un canon legitimante no dirigido en realidad a un beneficio de los canonizados –que ya lo estaban antes del advenimiento de Monteleone como sumo sacerdote de la poesía argentina, porque por obra y también por gracia de la poesía, los nombrados no necesitaban de ningún espaldarazo del Conicet ni de la virgen desatanudos- sino a ungir al best boy como aquel que determinó el Who is Who poético nacional. Lo que no es poca cosa y vieja aspiración de muchos, desde los tiempos en que la todavía distribuida revista Diario de Poesía proclamaba, en los 80, que primero el neo-barroco y después el neo-objetivismo eran los cánones a seguir por la muy diversa –por suerte- poesía argentina.


La importancia crucial de que una antología no sirva para establecer un canon
¿Qué es un canon? Con magistral claridad, el mismo Monteleone responde esta pregunta, en su “ensayo” preliminar, fundiendo adrede el significante “antología” con el significado de canon: “Tal vez no sea un conjunto más o menos razonado o azaroso de inclusiones, sino un sistema de ausencias” (0p. cit., pág. 13).
Salpimentado aquí y allá con algunas observaciones sobre el desarrollo general de la poesía argentina, sí de índole literaria, el meollo del supuesto ensayo no es otro que la justificación del establecimiento de ese canon, por la fácil vía de declararlo como el único medio posible para discernir en el asunto: un sistema de ausencias, esto es, que su primera medida no es incluir, como se supondría, sino lo opuesto, excluir, establecer un espacio “exclusivo”, al que no se pueda ingresar sin el visto bueno de Monteleone; ello lo ubicaría, tal su pretensión, como el guardabarreras de la poesía argentina, un sistematizador de la ausencia. El determinaría así quien aparece y quien desaparece de la historia. Hábilmente, entre los canonizados ubica a autoras y autores cuya pertenencia a la historia resulta irrefutable, no por mérito de Monteleone, como aquel que supo discernir que eran “joyas escondidas” de esa historia, sino por mérito propio de los canonizados, que mucho antes de que Monteleone comenzara a hacer su listita, ya se habían ganado con creces su espacio propio en la poesía argentina. Es que hay un movimiento sutil en la obra: mientras que aparentemente Monteleone es quien legitima a los canonizados, en realidad son los canonizados los que lo legitiman a él. Buen intento del best boy, sólo que olvida que abre un punto muy flaco en la defensa de la validez de su obra: el canon es un procedimiento extraliterario, si se inserta como procedimiento en una obra que se denomine 200 años de poesía argentina. Lo esperable en algo así titulado es una descripción muy completa y razonada de todo y todos aquellos que hicieron esa historia, detallada y dividida en movimientos, características, modificaciones y sus causas, cronología y todo un amplio sumario que Monteleone conoce muy bien, tan bien como nosotros, los lectores de poesía.
En cambio, empotra en el cuerpo de una pretensión literaria de tales dimensiones, como hilo conductor, el establecimiento de un canon, que es un artefacto propio de esa odiosa palabra, maistream. Como bien sabemos, mainstream es un término que define las predilecciones y preferencias que son aceptadas por la mayoría en una sociedad. No en balde se la emplea abundantemente para referirse al universo de lo mediático. Ahora sí, encaja mejor la destacada presencia de la obra de Monteleone en los medios, se explica su aceptación inmediata por parte del establishment, se entiende la discordancia extraña entre lo prometido por el título continente y el verdadero contenido. Entendido como agente del maistream, el trabajo de Monteleone no ofrece fisuras y lo consagra, sólo que en un lugar ubicado fuera de lo literario. 200 años de poesía argentina, pese a su título, es un fenómeno propio del universo mediático, no del universo literario. Si tal era su pretensión –muy bien lograda, por cierto- entonces no es criticable desde un punto de vista propio de lo pop; resulta el equivalente entrometido en las letras de lo farandulesco, lo mediático; tiene que ver más con el ámbito televisivo y el resto de los medios de comunicación de masas, que sí, como Monteleone, establecen un canon, porque lo necesitan para excluir y modelizar, amasando las opiniones de los espectadores hasta obtener una pasta más o menos homogénea, que es –precisamente- la esencia misma del maistream, la corriente generalizada de opinión, una sola. Suena totalitario, pero así es como se maneja el mainstream: excluyendo, y de ninguna manera 200 años de poesía argentina deja entonces de ser un auténtico producto de él. Quien hace ese trabajo para el mainstream, estableciendo una opinión uniformizadora en cualquier terreno: la belleza, la política, la economía, el deporte, etc., recibe una recompensa que habitualmente implica dinero y fama; en letras, que no es una actividad relevante para la sociedad, aunque conserva algún medio apagado brillo de prestigio, la recompensa para el amansador de divergencias será sólo... el prestigio en su campo. El problema surge cuando en ese campo los lectores opinan lo contrario. Porque volvemos a la misma diferencia entre lectores: el de poesía es uno sumamente especializado, hábil para leer entre líneas, educado por sus mismas lecturas, que apelan a los mecanismos de elusión y alusión continuamente; ¿cómo resultaría posible venderle maistream en lugar de criterio literario? El asunto de 200 años de poesía argentina falla por la base.
Además de la incómoda situación en que queda ubicado Monteleone –tal vez, lo menos importante- se abren otras inquietantes perspectivas. ¿Es realmente adecuado el lugar donde quedan ubicadas esas obras canonizadas por este agente del maistream? Se trata de obras definitivamente importantes, constitutivas de la historia de la poesía argentina.
Tal vez, a una escala local –recordemos que el Bicentenario se produce en medio de la globalización de la información y el contacto inmediato entre culturas- el maistream criollo les pueda dar su difusión (siempre a escala de la aldea), pero, ¿qué pasará cuando llegue esa difusión, impulsada por los puntos de venta de la corporación editorial que tuvo la buena idea de editar una obra llamada 200 años de poesía argentina, a otros lectores de poesía, no menos entrenados que los locales, y algunos más especializados todavía, porque disponen de mayores aparatos de información, para contrastarla con lo realizado por Monteleone? En concreto: ¿qué le sucederá a un lector de poesía argentina extranjero, por el caso con formación académica, con acceso directo desde su universidad a fuentes de información directas, que recibe y estudia libros de poesía argentinos, cuando contraste lo que ya sabe con lo que expone Monteleone? ¿No notará las ausencias? Tal vez para algunos este personaje suene utópico, pero existe y muchos de nosotros, por ejemplo, nos comunicamos por Internet con numerosa gente que lee poesía argentina en lugares muy distantes y la sigue atentamente. Como el lector de poesía local, ellos no encontrarán aquello que buscan en el trabajo para el mainstream impecablemente realizado por Monteleone...
Si el trabajo de Monteleone hubiese sido editado antes de Internet, es probable que hubiera logrado pasar como única fuente de información respecto de la poesía argentina para el exterior (al menos, en parte); pero en este contexto, llega demasiado tarde: es mucho mayor la información sobre la diversidad de nuestra poesía contenida en las páginas de Internet que la contenida en las mil páginas del canon mainstream: el Sr. Google es implacable, está siempre listo y es abundantemente consultado.
Si solamente se hubiese editado 200 años de poesía argentina antes de Internet.
Otro espinoso problema que se desprende y se relaciona con lo anterior, es el relativo a lo que les sucede a los cánones una vez que son establecidos: provocan una reacción en su contra, proveniente del mundo académico, del ámbito de los mismos creadores o surgido del colectivo de lectores, que pueden y tienen a orientar sus referencias y preferencias hacia otras direcciones. Salvando las distancias, veamos sino lo que sucedió con El canon occidental (The Western Canon: The Books and School of the Ages. Ed. Harcourt Brace, New York, 1994. Edición en español: El canon occidental: La escuela y los libros de todas las épocas. Ed. Anagrama, Barcelona, 2005. ISBN 84-339-6684-7), la obra maestra del gran Harold Bloom, indiscutiblemente una de las mayores mentes de la crítica literaria: su obra sirvió de referencia, sí, pero precisamente para opinar en contra de partes o el conjunto de lo afirmado por Bloom, el talentoso Bloom, el celebérrimo Bloom, el notoriamente erudito Harold Bloom. Y Harold Bloom definitivamente sí era un gran teórico.

La importancia de que a una antología total de la poesía argentina la acompañe un auténtico ensayo crítico-descriptivo
El texto que buscaba el lector de poesía en esas mil páginas de 200 años de poesía argentina no era canónico; era descriptivo. No excluyente sino todo lo contrario: incluyente; incluyente de todo el fenómeno en sí; esto es, precisamente, 200 años de poesía argentina. Porque a la poesía argentina la hicieron todos los poetas argentinos, durante dos siglos, es que la mayoría de los poetas argentinos no están presentes en la obra de Monteleone.
Es falaz de toda falacia argumentar que para ello la obra hubiese tenido que alcanzar un número incalculable de páginas, algo irrealizable como proyecto editorial: hubiese alcanzado conque la obra –si coherente con el enunciado de su título hubiese sido su intención- hubiese dividido sus capítulos en verdaderas “constelaciones” -eufemismo de Monteleone por corrientes estéticas- y sencillamente elegido algunos representantes de esas ”constelaciones” para ilustrarla y nombrado a todos los otros. Asimismo es falaz de toda falacia argumentar que dicho trabajo hubiese insumido mucho más de un año, el período declarado por Monteleone y su grupo de investigadores de la realidad para establecer, como resultado último, este canon del maistream que se nos presenta como el adecuado para ocupar el legítimo espacio de una historia de la poesía argentina: para aquellos que cuentan desde hace dos décadas con el aparato del Conicet y de la Universidad Nacional de Buenos Aires, con los que no cuenta el lector de poesía habitual, resulta ciertamente muy simple llegar a ese resultado, porque es precisamente aquello sobre lo que han trabajado –con becas que se pagan con los impuestos de cada ciudadano, sea o no lector de poesía- durante igual período, un año de trabajo. ¿Cómo, entonces cualquier lector de poesía –y los desafío a hacer esa experiencia- puede usar la página 972 de la obra, que está en blanco, para escribir los nombres de los autores que faltan, y verá que aun empleando cursivas de pequeño tamaño, esa página no le alcanza?

La importancia de la opinión del lector presente y futuro
Como dijimos al comienzo, la pregunta principal que podemos plantearnos los lectores de poesía ante este fenómeno es si opera a favor o en contra del género.
La intención de Alfaguara, desde el punto de vista de los intereses de los lectores de poesía, me parece meritoria. De todas maneras, aunque muy parcialmente, contribuye a la difusión de nuestro género en su amplia área de distribución comercial. Esto es que, de todas formas, es mucho mejor que exista una obra de esta envergadura a que no exista, aunque se haya perdido la oportunidad de volcar al mercado el tipo de obra que era de esperar; lo grave es pensar cuándo será la próxima vez que se presente la factibilidad de concretarla, habida cuenta de que pasaron 31 años entre la publicación de los tres tomos de la antología de Raúl Gustavo Aguirre y la edición del único tomo de Monteleone, facilitada esta última por la oportunidad de celebrarse el Bicentenario.
Nos corresponde a los lectores de poesía argentina - sea usted exclusivamente lector del género o también poeta y/o crítico, académico o no, argentino o extranjero- dialogar y argumentar sobre esto.
Entonces la obra de Monteleone habrá servido, involuntariamente, para algo más que para establecer un canon.

Exaltación de la Cruz, Provincia de Buenos Aires,
4 de septiembre de 2010




El sobreviviente


El sobreviviente
Jorge A. Colombo
De los Cuatro Vientos, 2008
Novela, 64 pp.

por Rubén Sacchi

En este trabajo, Jorge Colombo se aparta del escenario al que nos tiene acostumbrados. La historia no transcurre en los lejanos tiempos de la Colonia, sino que se proyecta a un futuro trágico, quizás no tan lejano.
¿Novela corta o cuento largo? no son patrones que interese determinar, porque la extensión es la justa para el desarrollo de la trama.
Un grupo de amigos asiste al teatro a presenciar una obra que, en parte, los refleja y continúa. En ese contexto los personajes se entremezclan y confunden en una suerte de círculos concéntricos, donde uno es contenido por otro mayor y así la realidad de éste es la ficción del aquél.
El libro apela a la reflexión acerca del futuro de la especie y la necesidad de modificar la conducta que nos rige. Denuncia un sistema que flota en su obsolescencia y que sólo la ceguera del poder no percibe como suicida.
En medio de la telaraña, la presencia de un personaje solitario, una especie de Gilgamesh o de Noé, es la clave para comprender la historia y lo que nos espera de continuar ese derrotero; pero también representa la esperanza de que no todo está perdido.