No tengo tiempo


No tengo tiempo
María Pía López
Novela, 120 pp.
Paradiso Ediciones, 2010

por Rubén Sacchi

Una vieja canción del grupo de rock Manal, compuesta por Javier Martínez, sentenciabaa: “... No hay tiempo de más, no hay tiempo de más, una hora es fatal, un minuto: igual...”, ese pánico de Cronos parece coincidir con la advertencia que abre el volumen: “la acción interna de la novela no es otra cosa que una lucha contra el poder del tiempo”. Sin embargo, la confrontación va más allá del tiempo porque, si bien éste es sinónimo de eternidad, para los humanos significa la muerte y esa es la real fobia que recrea la narradora.
La historia es el recorrido en la vida de una mujer adulta durante escasos once meses, a través de su diario íntimo. Elige ese medio porque todo es mentira, asevera, salvo, tal vez, la escritura; nada de fotos o recuerdos que nos confronten con un pasado del que no aceptamos el exilio.
La protagonista busca, quizás, un paraíso en el frecuente infierno de la soledad. Por las páginas desfilan las relaciones familiares, afectivas y amorosas. También todos los conflictos que puede arrastrar la única viva de cuatro hermanos que murieron al nacer antes que ella. La culpa del sobreviviente y la angustia de su existencia la llevan a analizar los hechos desde una perspectiva empirista, donde los nacimientos son “prueba y error” y “el suicida también cree que decidió”. Todo atravesado por la maternidad, que sobrevuela la historia desde el vínculo con su progenitora hasta los hijos que no tuvo.
No tengo tiempo es un libro profundo, que incursiona en el alma humana y se adentra también en el lenguaje, enarbolándolo como única verdad, para luego cuestionarlo evidenciando sus contradicciones: “A tener se llamaba falta, a no tener regla. Es raro el lenguaje”.
La autora es socióloga, ensayista, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires. Integró el grupo editor de las revistas El ojo mocho y La escena contemporánea. De ella, escribe Liliana Heer: “María Pía López, como Céline, excede la apuesta, pacta fractura, convoca el más acá de la pose, hace experimentar al lector el barro, la tregua, el entusiasmo y el hastío”.

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