Con el alma dividida

Con el alma dividida
Nahuel
Producción Independiente, 2015
Folklore, 11 pistas

por Rubén Sacchi

Cantaba don Atahualpa Yupanqui esa zambitatriste que musicalizó Nabor Córdoba y que se llamó La añera: “Cuando se abandona el pago/ y se empieza a repechar,/ tira el caballo adelante/ y el alma tira pa' trás”, y ese sentimiento de desgarro es el que sobrevuela el tema que nombra y abre el disco de Carlos Porcel de Peralta (Nahuel).
Con el alma dividida es un disco de canciones suaves en su melodía y profundo en sus letras. Además de temas propios, incluye media docena de poemas adaptados de otros grandes, como Alfredo Zitarrosa, Juan L. Ortiz, Jorge Boccanera y Juan Carlos Muñiz, que el cantautor musicaliza.
Buen compositor, Nahuel es un poeta con compromiso. Sus letras profundizan en la problemática social y política. Desde los desaparecidos hasta el desastre ecológico de Yaciretá, plasma en el paisaje cotidiano del
terruño la universalidad y la pertenencia “pequeña patria para el bolsillo/ del lado zurdo que no es casual”.
El trabajo participa de algunos invitados especiales, como Franco Luciani, Francisco Romero, Luis Mejía Godoy, Ignacio Copani y Diego Rolón, quien estuvo a cargo de la producción musical, grabación y mezcla. También intervinieron Federico Núñez, Agustín Barbieri, Néstor Acuña y Fernando Correa, quedando las
guitarras acústicas y criollas a cargo de Nahuel.

Sólo pido que sea presentable

Sólo pido que sea presentable
Mirta Ovsejevich
Ed. Deldragón, 2015
Novela, 120 pp.

por Rubén Sacchi

El libro, es la primera novela de la autora, aunque no su primer trabajo narrativo, ya que precedentemente ha experimentado el guión de largometraje cinematográfico.
De estilo fluido, pinta un personaje interesante: mujer en la cincuentena, hija de familia de tradición judía y posición burguesa, no se le conoce trabajo pero detenta un holgado pasar económico que proviene de la renta que le deja el alquiler de inmuebles. Reside en Las Cañitas y exhibe un buen abanico de frivolidades que van desde una colección de perfumes importados hasta el deambular entre centros de estética y alta costura y, si el nene aprueba, le paga un viaje al Caribe, allí no pierde oportunidad para decir que “en la Argentina las mujeres nos cuidamos mucho, (...) envejecer está mal visto” en obvia reducción del análisis a su clase social. Su entorno es acorde: la felicidad es en función del triunfo económico y su hija adolescente es una consumista compulsiva.
Sin embargo, acepta el devenir del tiempo con estoicismo, rechaza todo tipo de cirugías y tratamientos invasivos, dice: “el espejo es la ciencia al servicio de la realidad”. Su vida amorosa intenta ser independiente, pero encuentra el límite en el mandato paterno, que maneja su vida y pretende arreglar su segundo matrimonio con alguien de la colectividad. A partir de allí, una serie de acontecimientos le ponen sal a la historia y precipitan el final.

La que va

La que va
Patricia Díaz Bialet
Editorial Atuel, 2015
Poesía, 228 pp.

por Rubén Sacchi

Como en su anterior poemario, Agualava (Ed. Atuel, 2009), los poemas poseen sendos acápites y notas al pie. Estas sitúan en tiempo y espacio la experiencia que ofició de disparador del hecho poético, sin obedecer a un patrón determinado ni unidad cronológica alguna, lo que da al libro cierto carácter de antología de poesía selecta, pero no caprichosa, ya que también las citas pueden incorporarse al poema como parte integrante de él.
El trabajo conserva una unidad temática: el deseo, pero la variedad y riqueza de las figuras da conciencia de las infinitas formas que este puede adoptar. La metáfora es la gran invitada, prodigando figuras de gran belleza, tales como “me desenhebro del mundo”, de sencillez contundente.
El amor en todas sus formas se da cita, el audaz clandestino, en el que “la cama esculpe las fauces de sus huéspedes” o el del ocaso, donde “ya casi no hay sol en este atardecer en este pueblo en esta entrepierna”, pero siempre los sexos en igualdad de condiciones mostrando “ambas nervaduras de los falos”.
Omnipresente, el amante, es la suma del sentido, “sin él la vida será coartada insegura” porque es “faltante de todo lo áspero”, pero siempre renovado, ya que “lo letal consiste en creer que todo se repite”, pues “el amor será un hervor de flujos atávicos”.
Una frase de Gonzalo Rojas abre la segunda parte de la obra: “Inútil escribir y escribir,/ (...)/ ¿Para qué tanta tinta, si el mundo sólo nos pide fuego?”, sin embargo, a lo largo de más de 200 páginas, la poeta derrocha litros de tinta encendida; en actitud sacrificial, desafía: “Engarza tu colmillo en mí/ Yo me ofrezco”. En su derrotero amoroso, los hombres son hitos que conforman el mapa del cuerpo y comparten el goce con múltiples rostros pero en definitiva poseen una única identidad.
También pinta vivencias de sus primeros años, de la inocencia de los niños “que no saben/ que sabrán más adelante”. De los descubrimientos y pérdidas tempranas, de la terca juventud en los años de plomo. Tampoco olvida hablar de pérdidas, de adioses y de muerte, “porque el que muere se funde en el otro/ y nada holgadamente en sus fluidos”.

A qué sabe el deseo?

A qué sabe el deseo?
Daniel Reyes
Editorial Quelión, 2015
Poesía, 60 pp.

por Rubén Sacchi

En el primer poema, una larga enumeración intenta explicar lo que el título del volumen alude. Tan vasta y variopinta es la lista que lleva a la conclusión de formar una entelequia. Lo inexplicable del deseo, aún
con Freud, lleva al autor a asimilarlo al gusto, y la multiplicidad de tópicos conduce invariablemente al lector a una definición: es el sabor de la vida.
Daniel reyes concluye: “...cuatro manos que se agitan como banderas muertas/ sobre el campo de batalla”. Una batalla donde ambos contendientes comparten destino, declinando banderas, para acabar fundiéndose en un mismo final que los confunde y aúna.
Entre ese largo peregrinar de sabores, dulces y amargos, que contienen la imagen deseada, la distancia es de las más acerbas, en ella los amantes quedan “...muertos de olvido/ sin epitafios”. También la ausencia gravita en la densidad de los versos, la ausencia y la percepción de la relatividad del tiempo en el amor: “¿Cuántos días eran uno mientras nos bebíamos/ nuestros cuerpos?” y “...la distancia/ es un hueco oscuro en las entrañas”, cuando el deseo sabe a soledad.
El poeta, en definitiva, ensaya sobre esa pulsión vital y permanente que ocupa nuestras acciones y motoriza la vida.

Poesía Militante

Poesía Militante
Antología personal (1958-2014)
Saúl Ibargoyen
Editorial Serapis, 2015
Poesía, 124 pp.

por Rubén Sacchi

“Qué sangre encontrarás que sea/ solamente la tuya?”, tal es la línea rectora de la poética de Saúl Ibargoyen, vate de la vecina orilla que, como tantos otros de allí y de aquí, debió exiliarse para poder seguir escribiendo; se interroga: “Quién eres tú/ Después de todos los año/ Usados en pensarte?”.
El poeta, crítico del sistema capitalista imperante, arremete contra la farsa “Pensando en la Democracia/ Que a cada individuo da lo justo:/ Miseria coca-cola o dividendo” y desnuda a la clase política y eclesiástica disparandole duras metáforas, porque “Los templos masacran neuronas/ Y siegan orejas y torpes conciencias”.
Recorre pasados desolados, como el Japón devastado por la bomba atómica o los campos de concentración nazis, pero su palabra se emparenta en tiempo y geografía cuando, rememorando las jornadas de diciembre de 2001 en Argentina, pregunta: “¿Quién se pondrá/ la ropa rajada de los muertos?”. También denuncia, a través de la catástrofe de Haití, el “pretexto de conquista actualizada” encarado por las Naciones Unidas y la hipocresía del aséptico televidente con su “lamento vacío en pantallas sangrientas”.
En estas páginas no encontraremos la palabra dicha desde un pedestal, el hombre habla desde el llano y se confunde entre otros hombres, aprehende de ellos cuando determina: “Debo salir a buscar entre nosotros/ El alimento que todos necesitan”. Se carga de desesperanza cuando afirma que “en los fulgurantes fotones de cada mañana/ Hay coágulos de luto que no dejan de caer”, para inmediatamente decidir que “Ni existen soberbios poderes/ Que un viento de abajo no destruya”, en relación al genocidio en Palestina.
Poesía militante, un título tan directo disparado al corazón de una sociedad frívola y desideologizada, nombra un libro necesario contra esa corriente de pensamiento que nos habla de la felicidad hueca, para unos pocos seres humanos, mientras a nuestro alrededor “Suceden niños con ojos/ Adónde nunca llegará el mar”.