A qué sabe el deseo?
Daniel Reyes
Editorial Quelión, 2015
Poesía, 60 pp.
por Rubén Sacchi
En el primer poema, una larga enumeración intenta explicar lo que el título del volumen alude. Tan vasta y variopinta es la lista que lleva a la conclusión de formar una entelequia. Lo inexplicable del deseo, aún
con Freud, lleva al autor a asimilarlo al gusto, y la multiplicidad de tópicos conduce invariablemente al lector a una definición: es el sabor de la vida.
Daniel reyes concluye: “...cuatro manos que se agitan como banderas muertas/ sobre el campo de batalla”. Una batalla donde ambos contendientes comparten destino, declinando banderas, para acabar fundiéndose en un mismo final que los confunde y aúna.
Entre ese largo peregrinar de sabores, dulces y amargos, que contienen la imagen deseada, la distancia es de las más acerbas, en ella los amantes quedan “...muertos de olvido/ sin epitafios”. También la ausencia gravita en la densidad de los versos, la ausencia y la percepción de la relatividad del tiempo en el amor: “¿Cuántos días eran uno mientras nos bebíamos/ nuestros cuerpos?” y “...la distancia/ es un hueco oscuro en las entrañas”, cuando el deseo sabe a soledad.
El poeta, en definitiva, ensaya sobre esa pulsión vital y permanente que ocupa nuestras acciones y motoriza la vida.
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