Aún el viento. El nudo de sangre

Aún el viento. El nudo de sangre
de Máximo Salas,
sobre idea de Silvia Kalfaian y Máximo Salas
Teatro Pata de Ganso
Zelaya 3122, CABA
Sábados 20:30 hs.

por Rubén Sacchi

Un lugar en Latinoamérica, cordillera de Los Andes. A un refugio de montaña llegan un chamán, una hechicera y una mujer blanca, que no es cautiva sino una europea que ha sido infiel a su esposo: un conquistador.


La blanca está embarazada y a punto de parir, hecho que le cuesta la vida, la que sólo conservará mediante un artilugio milagroso por parte del hechicero, quien confía el niño a la población autóctona. A partir de ahí, invasión española mediante, ese refugio pasará a ser una especie de escondite, donde los tres convivirán con los dioses antiguos, con fantasmas de otros tiempos.
Los diálogos nos llevarán por la suerte de un pueblo pacífico que solo quería vivir en armonía con su tierra, pero que la codicia y el odio empujó hasta diezmarlo y lo obligó a mudar de hábitat. Sin embargo, ellos ansiaban seguir el camino del jaguar azul que, "como el viento, viene de muy lejos".
La obra apunta a mostrarnos el entorno mágico en que se desarrollaba esa cultura y logra recrear ese clima en el espectador. Las muy buenas actuaciones pueden transportarnos en ese encantamiento, evidenciando, sobre todo en las miradas, gran consustanciación con el personaje. Hay buen aprovechamiento de los recursos, lo que hace que la sencilla escenografía contenga la pieza sin fisuras distractivas, elementos que se apoyan en luces y sonido propicios.


ELENCO:

Nicté: Mirta Demestri
Ella: Silvia Kalfaian
Hechicero: Enrique Oliva Zanibelli
Coliquma: Enrique Canellas
Octú: Javier Ferri

EQUIPO:

Foto y Video: Pablo Tesoriere
Diseño Gráfico: Lado Visual
Diseño Sonoro: Enrique Landea
Diseño de Iluminación: Oscar Salorio
Realización escenográfica: Sebastián Fertitta
Escenografía y Vestuario: Julio Suárez
Prensa: Fabiana Angeloni
Asistencia de Dirección: Florencia Carboni
Dirección: Máximo Salas

Uno y todos los posibles


Uno y todos los posibles
Enrique Campos
Paradiso Ediciones, 2011
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

Este segundo poemario de Enrique Campos se presenta profuso de figuras, signos y metáforas. A partir de allí, al lector le corresponden las múltiples interpretaciones posibles. Una de ellas es la vida, que es de uno y todos los posibles.
Hay en la primera mitad, Fingiendo alegría, un paisaje de infancia: un osito y una cigüeña, “...la cara del ángel que fue en los comienzos” y el lenguaje secreto de los mayores velado a nuestros oídos. Un tiempo donde el domingo es “sólo un día más” y todo lo cubre la magia.
A partir de allí, el crecimiento y la búsqueda personal en medio de una sociedad que ha fabricado ya los moldes donde los jóvenes deben acomodarse: “Suelto en una cárcel de ideas que acepta como propias, intenta distraer a un instinto que lo llama a los gritos”, dejando “que el alma juegue con las posibilidades que el destino guardó para otras vidas”. Sin embargo, la omnipotencia porpia de esos años lo hacen expresar: “No habrá vejez. No habrá muerte”. Por momentos se percibe el desánimo: “Su lápiz, su mente, su hacha, todo ha perdido ya su filo en un mundo que guarda a los hijos bajo tierra” y “Todo se ha vuelto un cuento”.
La segunda mitad, Fingiendo horror, remite a la rutina: “Se levantan temprano y solo se enteran de la hora a la que deben partir”; “Sobre el diván descansan sus piernas sin haber dado un solo paso/.../ Un fantasma en ese hogar de ciegos sólo parece cobrar vida con los tiembres chillones de los teléfonos...”. También a la vejez: “Las ovejas grises que se hacen blancas con la nieve del invierno/.../ una primavera cada vez más corta”.
La denuncia “Juegan los burgueses oliendo sus copas, masticando despacio las comidas y las palabras” se consuela con la sentencia que rasa “La noche fría cae para todos alguna vez...” Hacia el final, el necesario balance: “De un lado la vida, y del otro se desatan las posibilidades perdidas en el tiempo./.../ Con la boca seca ve la fuerza de la culpa golpeando...”.
Finaliza con un desenlace, en secuencia casi cinematográfica: “El cuerpo que lo transporta/.../ comienza a fallar”; “De golpe el vacío. El miedo, un escalofrío en la espalda”; “Desde arriba, las voces temblorosas de los ángeles cantan”; “El alma se desprende de un corazón abarrotado de dudas”; “A sus pies descansa el cuerpo quen no logró explicarse”; “Sobre el calendario, el código que encriptaron sus padres”.

Isla de edición


Isla de edición
Rodrigo Alvarez
Paradiso Ediciones, 2011
Poesía, 64 pp.

por Rubén Sacchi

Para leer este libro es necesario tener en cuenta las palabras de Waly Salomão, que el autor elige para abrir su obra: “a memoria é uma ilha de edição”.
Así resulta que todo recuerdo es un punto de vista particular del autor, un recorte de la realidad y, como tal, dista de ser verídico pero no alcanza a ser falso, remitiendo al pensamiento shakespeareano: “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira".
El poeta divide el trabajo en dos partes bien defnidas; la primera, donde los empalmes de la edición incluyen tomas de una infancia en el Tigre, un padre ausente, el accidente en un tobogán que le acarrea un sinfín de trastornos, el paso por la enseñanza religiosa y dos más, que actúan como punto de inflexión: el mítico disco que Vinicius de Moraes grabara en La Fusa, allá por el año 71 y la muerte de un ser querido.
La segunda, pega imágenes que remiten a la pérdida del amor, tema excluyente, desarrollado en diferentes escenarios: España, Francia, Brasil.
Como confesión de parte, termina admitiendo la parcialidad: “sin bozal/ mi cabeza/ tiempo todo ladraría// no quieras saber/ qué muerde este silencio...”.

Lejana y oscura


Lejana y oscura
Susana Aguad
Paradiso Ediciones, 2011
Novela, 318 pp.

por Rubén Sacchi

Lejana y oscura es la historia de una familia cordobesa: un médico pródigo, que despilfarra el dinero en mesas de “juego fuerte” en el Jockey Club y un ama de casa que, en la pasividad, cría a sus cuatro hijas. También es la historia de un tiempo convulso, devenido tragedia, circunstancia que, en mayor o menor medida, atravesaron los paises del Cono Sur con sendor gobiernos dictatoriales, agrupados en el nefasto Plan Cóndor.
No es una imagen grosera, sutiles pinceladas delinean un paisaje generoso en promesas, el de la juventud -“Al menos ahora teníamos ese refugio al que podíamos volver cuando quisiéramos y sentir, cada vez, que éramos jóvenes y que nunca moriríamos”-, donde colores luminosos se mezclan a los pastel, para terminar cubiertos por el negro más negro.
Ese proceso en la paleta de Susana Aguad desemboca en el exilio, como única alternativa de revertir aquel tono sombrío.
Con una notable capacidad descriptiva, casi de cartógrafo, nos permite recorrer las calles, bares y edificios parisienses por los que deambulan los personajes en el duro oficio de sobrevivir en ese clima adverso, donde todo les es ajeno y lo único que les pertenece son ellos mismos y el drama que los contiene en la unidad.

El aroma del paraíso


El aroma del paraíso
Gito Minore
Ilustrador: Isidoro Reta
Fabricacuentos, 2011
Cuento infantil, 12 pp.

por Rubén Sacchi

Una interesante propuesta dirigida a niños en edad escolar es la que acerca Fabricacuentos. En esta oportunidad, la flamante colección propone la historia de Luciano, un pequeño que ha perdido a su abuela y enfrenta con angustia esa experiencia tan misteriosa como ininteligible que es la muerte.
A través de esa sencilla trama, se rescatan los valores del amor y la amistad, los que dan fuerza al protagonista para resurgir de ese duro trance.
El instrumento para que eso ocurra es un pajarillo, que hace las veces de mensajero celeste. Apela a la metáfora de compartir el pan con los semejantes, que puede asimilarse tanto con los episodios descriptos en la última cena, como la actitud solidaria y militante dada en las capas más humildes de la sociedad de manera casi expontánea.
Como yapa al final, se agrega la receta para la preparación del pan relleno, detallando ingredientes, proceso de amasado y cocción. Util iniciativa que puede funcionar como disparador para que los niños aprendan a procurarse el sustento diario. También para asumir, desde pequeños, que no sólo de pan vive el hombre, también necesita de buena literatura.

Las malas palabras

Las malas palabras, Virtudes Terapéuticas de la Obscenidad
de Ariel Arango, adaptado por Daniel Kuzniecka
Teatro Porteño
Av. Corrientes 1630
viernes a las 21 y domingos a las 19:30
Reservas: 4372-5474

por Rubén Sacchi


Esta semana, dos hechos auspiciosos se dieron cita. El estreno de Las malas palabras, unipersonal de Daniel Kuzniecka y la apertura, para ese estreno, del Teatro Porteño. Para el evento, los asistentes pudimos disfrutar de deliciosas variedades de pizza y un tinto adecuado, una excelente manera de anestesiar nuestros oídos, que iban a escuchar todo un rosario de -aunque parezca un juego gramatical- las mal llamadas malas palabras.
Esta precaución tuvo Kuzniecka, quien cada tanto, durante el transcurso de la obra, leía párrafos de pretérita literatura que harían sonrojar al más mentado cantante de cumbia villera. Para el caso, cobraba coraje mediante largos sorbos del etílico brebaje.
La pieza es un recorrido en el tiempo y la cultura de la mano del lenguaje erótico. La literatura, la pintura y la escultura son los ámbitos donde el actor encuentra un terreno propicio para mostrarnos, psicoanálisis mediante, qué es lo que los hombres (y las mujeres) tenemos en la cabeza.




Nada se salva del análisis freudiano en esta clase magistral de 90 minutos, en la que Daniel Kuzniecka hace gala de una memoria envidiable y una pícara destreza en el manejo del discurso. Excelente sonido e iluminación adecuada completan el marco intimista que el tema requiere.
Claro que las malas palabras no refieren sólo al tabú sexual, también la sociedad pacata incluye entre ellas lo escatológico. Para el caso, un bloque especial diseñado como videoconferencia, las recrea y reproduce, arrancando más de una carcajada.
El autor del libro, el psicoanalista rosarino Ariel Arango, ex Decano de la Universidad Nacional de Rosario y ex Profesor de Psicoanálisis de la UNR y de la Universidad de Belgrano, es un especialista en sacudir moralinas. Sus obras se encargan de ello, tanto el texto en cuestión como sus anteriores: La madre voluptuosa, Los genitales y el destino y la trilogía de Don Juan, matrimonio que desinfla el deseo.

Equipo

Nicolás Yannicelli – Director General
María Paz Zabaleta - Asistencia de dirección
Patricia Tiscornia – Directora Artística
José Carlo – Director Musical
Julieta Zara – Directora Ejecutiva
Patricio Barbaresi - Diseño de luces
Diego Krasuk - Operación sonido
Benjamín Engranff – Técnico Sonido e Iluminación
Duche-Zárate – Agentes de Prensa
Claudia Mazer – Coaching EmpresarialGodesign – Diseño y Arte
Punto Idea - Realización audio visual

Elenco

Daniel Kuzniecka

Las Mujeres que (m)aman demasiado

Las Mujeres que (m)aman demasiado
de Eduardo Grilli
Paseo la Plaza. Espacio Colette
Avda. Corrientes 1660
Sábados de junio, 19:30 hs

por Diego Luis Forte

Nada más interesante para el género masculino que espiar una reunión de mujeres. Nos encanta mirar por la cerradura y ver lo que hacen las chicas. Sobre todo si son lindas y están realizando una ceremonia vudú que incluye alcohol, gritos y discusiones sobre hombres.
La idea de un exorcismo con el objeto de lavar sus penas de amor lleva a las chicas a una situación que se parece más a una conjura diabólica. Al intentar unirse y deshacerse de los malos espíritus terminan invocándolos y enfrentándose unas con otras.
Las mujeres… parte del ridículo para evidenciar la generalidad de ciertos comportamientos emocionales y sus resultados. Los cuatro personajes apuntan a estereotipos bien definidos que convierten las situaciones cómicas en dramáticas y su cruzada por la verdad develará que nada es lo que parece.
Esta nueva puesta parece haber renovado el texto. Si bien las actuaciones siempre estuvieron a la altura, en esta nueva etapa las chicas parecen más asentadas en sus roles. La improvisación le otorga a la obra más soltura y los personajes funcionan mejor. Pero independientemente del lugar que el guión le otorga a cada personaje, cada una de las actrices parece posicionarse de un modo personal en el escenario: Martina Zapico (Fantina) presenta un personaje muy firme, la seriedad de su actuación casi organiza el comportamiento de sus compañeras en escena. Susana Giannone (Maleva) es probablemente quién más improvisa. Su personaje inyecta libertad en la obra pero su actuación le aporta naturalidad. Julieta Cajg (Erica) es enérgica, la dinamita que mantiene tensa la soga en todo momento. Julieta Oliva (Hermosilla) dota a su personaje de una gracia estilizada que permite mantener el balance entre fuerzas dispares.
La idea tribal de la ceremonia vudú establece un contexto en el cual todo comportamiento se desarrolla de acuerdo a la naturaleza del rito. Si bien las organizadoras del ritual no están al tanto hasta el final de la obra, el encantamiento quizás pueda exorcizar fantasmas o quizás no, pero lo que sí logra son merecidos aplausos.



Equipo:
Idea y Dramaturgia: Eduardo Grilli
Dirección: Pablo Rodríguez Albi
Asistencia: Vanesa González Gallo
Fotografía: Daniel Bericua (Daniel Bericua Studio)
Vestuario: Fernanda Álvarez
Maquillaje: María Laura Gantus
Diseño Gráfico: Pablo Tajer

Elenco:
Martina Zapico (Fantina)
Susana Giannone (Maleva)
Julieta Cajg (Erica)
Julieta Oliva (Hermosilla)