Pequeño circo casero de los hermanos Suárez

Pequeño circo casero de los hermanos Suárez
de Gonzalo Demaría
Sala: AB del Centro Cultural Gral. San Martín
Sarmiento 1551, CABA
Martes y miércoles 21 hs.
(Hasta el 2 de diciembre)

por Rubén Sacchi

“Circo, circo/ de los hermanos Suárez./ Circo, circo/ pero sin malabares”, sincera el jingle que el elenco en pleno canta y musicaliza agregando la ausencia de leones, payasos o equilibristas, y es que el pequeño circo casero no es más ni menos que la vida en un pueblito perdido de la mano de Dios; o simplemente la vida, a secas.
Tras la estructura circense, la obra expone una terrible historia de vida que, de no ser por lo desopilante de los cuadros arrancaría más de una lágrima y haría del público pura congoja, cosa inevitable en toda historia de perdedores que no se contrapese con un formato de comedia.
Cada uno a su vez relata el devenir de la familia Suárez, o lo que sobrevive de ella: dos hermanos que hace años no se ven y, acorde a sus diferentes capacidades y sentires, desarrollaron vidas muy distintas en apariencia. Ambas, sin embargo, signadas por la miseria, la violencia y la carencia de afectos.
El retorno del hermano mayor sacude el precario esquema fraternal y fuerza un desenlace donde la impronta de un padre golpeador y alcohólico, más una madre sometida y desalmada ocupan una presencia casi concreta y ejercen, aún después de muertos, un poder real en la familia.
La obra emite opiniones diversas, desde la violencia doméstica y de género hasta la policial. También se toma un tiempo para hablar de la institución familiar, la amistad y la fidelidad. Aporta, además, una mirada sobre la propiedad privada y la relación con el mundo animal, siendo los perros una metáfora siempre presente y de diversa interpretación.
El trabajo actoral es destacable y parejo, de gran versatilidad. Es notable el manejo de la voz de Gonzalo Suárez, Calandria, que logra atrapar la atención de la audiencia con sus desafinados trinos. La puesta, con gran economía de elementos, cumple muy bien con la dualidad que se propone: circo-pueblo, y el sonido e iluminación la acompañan y resaltan de manera correcta.
En síntesis, una interesante propuesta, tanto divertida como profunda, por la que vale la pena apostar.

Elenco:

Fernando Sansiveri: Maestro de Ceremonias
Matías Teres: Cirquito
Marita Ballesteros: Gladys
Gonzalo Suárez: Calandria
Luciano Castro: José Suárez
Marco Antonio Caponi: Andrés Suárez

Ficha tecnica:

Asistente de Dirección: Martín Coman
Producción: María Vélez
Realización Escenografía: Agustín Garbellotto
Realización Vestuario: Ana Chispy Leiva
Diseño Iluminación: Gonzalo Córdova
Música Original: Gerardo Gardelín
Dirección de Arte: Eugenio Zanetti
Prensa: DucheZarate
Dirección: Luciano Cáceres

Desde el aire

Desde el aire
Mariela Ghenadenik
Díaz Grey Editores, 2012
Novela, 150 pp.

por Rubén Sacchi

Hay diferentes tipos de violencia, puede ser física o verbal; también psicológica. Se puede desarrollar en el ámbito social, laboral o sexual. En Desde el aire, el lector asiste a todas esas variantes, con la carga de perversión y sumisión que suelen conllevar tales situaciones. La protagonista argumenta: “Una vez, un vendedor de rezagos militares le dijo que los seres humanos se acostumbran a todo”.
La novela es la historia de Laura, una joven mujer con la autoestima apenas visible, que soporta un trabajo absurdo bajo la tiránica dirección de Malena, una encargada perversa. Completa el cuadro una relación amorosa en la que “sólo podía haber persianas bajas por donde se colara la luz sobre un secreto”. Una infidelidad que justifica casi filosóficamente: “Mantener dos identidades no es una estafa, es tal vez la sincera expresión de quien necesita vivir dos vidas que suceden a la par, para ser algo más que un testigo sedentario del paso del tiempo”.
Para Laura, todo transcurre como en una película ya filmada, mientras se dice que “si la vida no tuviera música de fondo todo sería menos interesante”. Pero siempre ocurre algo que puede torcer el curso de nuestra historia, algo que confirma que “hay personas que vuelven a visitar ciudades, que miran otra vez una película o reviven un amanecer sólo para ver la emoción en los ojos del otro”.