Prohibido morir aquí

Prohibido morir aquí
Elízabeth Taylor
La Bestia Equilátera, 2018
Novela, 256 pp.

por Rubén Sacchi

Que todos nacemos y morimos solos no es algo nuevo, pero ¿qué pasa en medio de esos dos extremos? Prohibido morir aquí no lo responde, pero acerca una idea de eso que llamamos vida cuando se aproxima a su final.
Desde las primeras páginas nos adentramos a un tratado ­acerca de la soledad y de cómo combatirla o engañarla, si eso fuese posible. También del desamor y lo relativo de los vínculos familiares.
La economía de ambientes en que transcurre la historia es la perfecta metáfora de la vida en la ancianidad y la reducción que sufre la propia movilidad. El Claremont, hotel donde se desarrolla la crónica, hace las veces de antesala del tan temido geriátrico en donde, quienes atraviesan ese tramo de la vida, exprimen sus últimas horas de cuasi libertad que en aquel establecimiento perderían.
Cada uno con sus miserias y sus virtudes cargadas a cuestas en la mochila de la existencia, construyen una trama de pequeños conflictos, que subyacen las cuestiones en apariencia banales, abonadas por conversaciones frívolas con las que transcurrir el tiempo que, aunque veloz hacia el seguro abismo, se insinúa relativamente inmóvil.
Taylor trabaja con exquisitez el perfil de los personajes, que se van delineando a través de las capítulos. El ansioso, el desinhibido, el alcohólico o el xenófobo se darán cita en las instalaciones del hospedaje. La protagonista, intenta superar esas mezquindades y la relación con un joven escritor es su válvula de escape.
Temáticas interesantes, tales como la obsolescencia de la monarquía; los derechos de los inmigrantes; la tecnología y los medios audiovisuales, así como también la economía y el patriarcado, son tratados con sutileza y acompañan un relato entrañable, donde la dignidad prevalece frente a toda adversidad, llevando a reflexionar sobre ese trayecto que todos alguna vez transitaremos, mal que nos pese.