Sombra vana



Sombra vana
Jane Hervey
La Bestia Equilátera, 2017
Novela, 272 pp.

por Rubén Sacchi

“Ciertamente el hombre pasa como una sombra vana, y así en vano se conturba: atesora y no sabe para quién congregará aquellas cosas”. Las palabras del clérigo ante el féretro de Alfred Winthorpe expresan la idea que da título al libro.
En una situación de lo más sencilla y cotidiana, como lo es la muerte de un anciano, la autora despliega una inteligente trama de intereses y actitudes que van marcando el ritmo del relato. La desaparición física del jefe de la familia, un ex-militar que no era precisamente muy amado, no implica su ausencia total, ya que su fantasma parece seguir allí y su voluntad se agiganta en la firmeza de su testamento, mediante el que sigue manejando los destinos del grupo.
Esa circunstancia deja aflorar una infinidad de conflictos no resueltos, donde juegan los celos, las infidelidades y los desencuentros de pareja. Todo en medio de un clima denso, en el que lo económico domina y las diferencias de clase social se muestran evidentes.
El industrial y ensayista francés Auguste Detoeuf, dijo: “Un buen entierro no se improvisa: es preciso consagrarle la vida entera”. Un sarcasmo muy cierto, aunque en la novela todo se le dedica después. La historia se precipita desde ese punto y se disponen los preparativos para la despedida que durará cuatro días y en los que todo se desarrolla y revela.
Ante lo inapelable, hay una reflexión de la pérdida: “Su rostro estaba lleno de dolor (...) no por lo que había perdido, sino por lo que nunca había tenido la fuerza de buscar”; también la hay del desamparo: “Aquello era el fin. El pasado estaba muerto y sellado en esa caja de madera. (...) los viejos tiempos se alejaban para siempre”. La muerte del coronel representa magníficamente la transición de dos épocas, es un ícono de ruptura. Un parto, doloroso como todos, pero necesario para dar oportunidad a una vida nueva.

Encefalografía de un hombre sensible



Encefalografía de un hombre sensible
de Martín Montes De Oca y Jorge Rua
Teatro El Desguace
México 3694, CABA
Domingos 18:30 hs.

por Rubén Sacchi

Dos amigos se encuentran en un bar. Uno es un oscuro oficinista preso de la gris rutina, que tan bien pinta Roberto Arlt en sus aguafuertes; el otro, un pícaro que está más allá del bien y del mal y aprovecha sus pocas luces para divertirse a su costa, sumergiéndolo en profundas disquisiciones y entregándolo a la máxima Tuñoniana de “con la filosofía poco se goza”.


En 1962, el cineasta aragonés Luis Buñuel filmó una de las películas más geniales y controvertidas de su serie mexicana: El ángel exterminador. En ella, un grupo de burgueses regresa de una función de ópera a su mansión para disfrutar del resto de la velada. Cuando los invitados deciden partir a sus casas, se dan cuenta de que no pueden salir. Algo similar les pasa a los protagonistas de Encefalografía de un hombre sensible, encerrados en un bar en una noche eterna en la que el tiempo parece haberse detenido. El Gallego, dueño y mozo del lugar, remeda al nuevo emisario apocalíptico.

La pieza plantea varios interrogantes, uno de ellos es "¿Cómo se construye la realidad?”. En la sociología contemporánea hallamos una primera explicación. Los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckmann proponen en su tesis que “la realidad se construye socialmente”, premisa que los actores desarrollan sumándose uno a uno a la percepción de que algo terrible sucede.

El Gallego asiste a la agonía de la concurrencia impasible, tomando notas en un cuaderno, por lo que bien la historia puede ser una ficción propia de su imaginación o lo que ellos llaman “un agujero de gusano”, que no es otra cosa que el atajo por alteración del espacio-tiempo que retomó Einstein en su Teoría de la relatividad.
A partir de asumirse en medio de ese túnel, los protagonistas en su desesperación proponen diferentes alternativas, que incluyen el suicidio. Muchas alimentadas por el Gallego, en su papel ambiguo de ángel y demonio. Los parlamentos su construyen con una riqueza atrapante, apelando a lo más profundo de la filosofía que puede abordar el hombre común ante lo desconocido y amenazante.

Basada en textos de Roberto Arlt, Leopoldo Marechal y Enrique Carné, la obra propone una mirada al comportamiento humano en situaciones límite y en lo particular a las pequeñas miserias que componen la cotidiana existencia.

Buen trabajo actoral, sin fisuras. Una curva narrativa in crescendo que mantiene en vilo al espectador, sólo suavizada por abundantes sarcasmos e intervenciones humorísticas que distancian por un momento del drama presenciado. Un buen manejo de luces y sobria escenografía completan esta propuesta que vale la pena acompañar.


Elenco:

Rubén González
Alberto Raul Nores
Pablo Trevisan
Jorge Rua


Equipo:

Escenografía e iluminación:Félix Padrón
Diseño de vestuario: Liliana Piekar
Música incidental: Jorge Rua
Diseño gráfico: Inés Viqueira
Técnica: Rocío Nani
Asistencia de dirección: Alicia Ricagni
Dirección: Jorge Rua y Gabriela Blejer

Dibujo sobre un vidrio empañado



Dibujo sobre un vidrio empañado
de Pedro Sedlinsky
Teatro IFT
Boulogne Sur Mer 549, CABA
Viernes 20:30 hs.
Duración: 75’

por Rubén Sacchi

Los puertos son como las fronteras, lugares de leyes ambiguas y parámetros difusos. Quienes deambulan por esos turbios confines suelen acarrear una muerte. Propia o ajena, da igual, pero casi siempre llevan un cadáver a sus espaldas. Hoffman, un oscuro violinista, también carga con el suyo, es como un suicida, pero cree poder escapar del crimen perpetrado contra su alma.


Los puertos necesitan lugares para que los prófugos de la vida distraigan su angustia. Para ello está el Sagitario, un cabaret regenteado por el Sr. Conrado y el Duque, su brazo ejecutor. Allí, noche tras noche, la joven Mirna baila su desencanto, llenando con su vacío la vacuidad ajena. Ellos cruzarán sus vidas dando nacimiento a una historia de amor y de muerte.

La obra es, como su título anticipa, difusa. Parece delinearse claramente pero vuelve a borronearse. Sin embargo, aborda con claridad conflictos que son comunes a todas las latitudes como la trata, las mafias, el poder y el mundo de la noche. También habla de bordes, físicos y virtuales y qué suerte puede llevar aquel que se anime a transponerlos. Quizás, lo que rige el destino de los actuantes es aquel pensamiento del filósofo Arthur Schopenhauer: “No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.

La trama se basa más en lo que insinúa que en lo que muestra. Cada personaje oculta algo y el parlamento escamotea la información que aporta. La definición de propósitos es escasa, a veces contradictoria, quizás dirimida entre el apresar y el huir. Todo lo domina una luna sangrienta que presagia desgracia y la amenaza de un temporal a punto de desatarse.

Hay un buen trabajo actoral que logra mantener una atmósfera de indefinición, apoyada por luces precisas y un sonido que soporta muy bien el clima propuesto. La escenografía se apoya en dos puntales que se alternan según la iluminación de cada cuadro y un vestuario y producción adecuados.

Elenco:

Juan Marcelo Duarte: Hoffman
Diego Gens: El Duque
Jorge Prado: Sr. Conrado
Micaela Racciatti: Mirna

Equipo:

Vestuario: Vera Rinaldi
Diseño de escenografía: Héctor Calmet
Diseño de luces: Héctor Calmet
Diseño de sonido: Mariano Schneier
Realización de escenografía: Fernando Díaz
Fotografía: Gustavo Reverdito
Diseño gráfico: Gustavo Reverdito
Asistencia de dirección: Sara Sofía Hidalgo
Prensa: Ricardo Tamburrano
Producción ejecutiva: Sebastián Berenguer
Dirección: Natacha Delgado

Enamorarse es hablar corto y enredado

Enamorarse es hablar corto y enredado
De Leandro Airaldo
Nün Teatro-Bar
Ramírez de Velazco 419, CABA
Jueves 21 hs.
Duración: 50’

por Rubén Sacchi

La plaza del pueblo reúne en un banco dos universos. Uno, el del campo, representado por Pedro; el otro, el de la ciudad, expresado por la joven Ana. Nada sabemos de cómo llegaron a encontrarse allí. La mezquina información no permite que atendamos más que a ese encuentro de soledades. Ellos tampoco conocen nada el uno del otro, pero hay un punto en común -siempre lo hay- del que se dispara la maravilla de las relaciones humanas: una pequeña mariposa que los sobrevuela.


La obra, a grandes trazos, tiene dos puntos de observación. El del cuadro, donde no puede esperarse más que lo que pueden ofrecer dos personas sentadas en un banco a la sombra de un árbol, termo y mate en mano, y que no se mueven de allí en toda la función. La riqueza está en lo que subyace, donde la potencialidad de dos excelentes actores debe dar fuerza a ese proceso interior que conecta a un individuo con otro, genera un clima pregnante y un interés que crece en esa aparente estática en tensión con el deseo común de los personajes. El conflicto se ve reflejado en la incapacidad de todo lenguaje de poner en palabras lo que pasa por la mente del orador. En este último tópico desarrolló Airaldo una particular dramaturgia, que convierte el hecho cotidiano y universal en una pieza artística.

Homenajeando al título, los diálogos son pequeños pases de balón que cada protagonista toma y devuelve. En algunos momentos, lo detiene un instante viendo cómo jugarlo mejor, en otros sólo reacciona con un rebote, como para sacárselo de encima como una papa caliente. El enredo es propio de quien necesita disimular lo evidente, juega al doble sentido y echa mano a cuanto artilugio verbal conoce, lo que genera un hilván humorístico que recorre el trabajo de manera relajada y rompe con el estereotipo de la ignorancia del hombre de tierra adentro en cuestiones filosóficas o metafísicas.

La escenografía sencilla se adapta a lo necesario, con el agregado de un piso giratorio que permite suponer, en las sucesivas vueltas, quizás el paso del tiempo. El sonido acompaña, y a veces refuerza, la atmósfera humorística, mientras que las luces hacen lo suyo correctamente, al igual que el vestuario.

Enamorarse es hablar corto y enredado formó parte y fue ganadora del Torneo de Dramaturgia Transatlántico Argentina vs Cataluña, dentro del Festival Temporada Alta, en el Teatro Timbre 4. La obra es un claro ejemplo de lo que decía Jean-Paul Sartre: “para que el suceso más trivial se convierta en aventura, es condición necesaria y suficiente contarlo”.
Para quienes tomen mi recomendación, van dos plus insoslayables: a la salida, cada asistente recibe un mini paquete de yerba agroecológica, para degustar el mate tal como Ana y Pedro. También ellos, ya fuera de su personaje y en la despedida, se preguntan con el público, al igual que este cronista: “¿Dónde está Santiago Maldonado?”.


Ficha técnico artística

Actúan: Soledad Piacenza y Emiliano Díaz

Escenografía: Miguel Nigro
Iluminación: Luciana Giacobbe
Música y diseño de sonido: Silvia Vives
Vestuario: Alicia Macchi
Diseño: Nadia Estebanez y Verónica López
Realización de escenografía: Manuel Escudero
Asistencia de dirección: Nadia Estebanez
Producción: Nadia Estebanez
Dramaturgia y dirección: Leandro Airaldo