Encefalografía
de un hombre sensible
de Martín
Montes De Oca y Jorge Rua
Teatro El Desguace
México 3694, CABA
Domingos 18:30 hs.
por Rubén Sacchi
Dos amigos se encuentran en un bar. Uno es un oscuro
oficinista preso de la gris rutina, que tan bien pinta Roberto Arlt en sus
aguafuertes; el otro, un pícaro que está más allá del bien y del mal y
aprovecha sus pocas luces para divertirse a su costa, sumergiéndolo en
profundas disquisiciones y entregándolo a la máxima Tuñoniana de “con la filosofía poco se goza”.
En 1962, el cineasta aragonés Luis Buñuel filmó una de
las películas más geniales y controvertidas de su serie mexicana: El ángel exterminador. En ella, un grupo
de burgueses regresa de una función de ópera a su mansión para disfrutar del
resto de la velada. Cuando los invitados deciden partir a sus casas, se dan
cuenta de que no pueden salir. Algo similar les pasa a los protagonistas de Encefalografía de un hombre sensible,
encerrados en un bar en una noche eterna en la que el tiempo parece haberse
detenido. El Gallego, dueño y mozo del lugar, remeda al nuevo emisario
apocalíptico.
La pieza plantea varios interrogantes, uno de ellos es "¿Cómo se construye la realidad?”. En la sociología contemporánea hallamos una primera explicación. Los sociólogos
Peter Berger y Thomas Luckmann proponen en su tesis que “la realidad se construye socialmente”, premisa que los actores desarrollan
sumándose uno a uno a la percepción de que algo terrible sucede.
El Gallego asiste a la agonía de la concurrencia impasible, tomando notas en un cuaderno, por lo que bien la historia puede ser una ficción propia de su imaginación o lo que ellos llaman “un agujero de gusano”, que no es otra cosa que el atajo por alteración del espacio-tiempo que retomó Einstein en su Teoría de la relatividad.
El Gallego asiste a la agonía de la concurrencia impasible, tomando notas en un cuaderno, por lo que bien la historia puede ser una ficción propia de su imaginación o lo que ellos llaman “un agujero de gusano”, que no es otra cosa que el atajo por alteración del espacio-tiempo que retomó Einstein en su Teoría de la relatividad.
A partir de asumirse en medio de ese túnel, los
protagonistas en su desesperación proponen diferentes alternativas, que
incluyen el suicidio. Muchas alimentadas por el Gallego, en su papel ambiguo de
ángel y demonio. Los parlamentos su construyen con una riqueza atrapante,
apelando a lo más profundo de la filosofía que puede abordar el hombre común
ante lo desconocido y amenazante.
Basada en textos de Roberto Arlt, Leopoldo
Marechal y Enrique Carné, la obra propone una mirada al comportamiento humano
en situaciones límite y en lo particular a las pequeñas miserias que
componen la cotidiana existencia.
Buen trabajo actoral, sin fisuras. Una curva narrativa in crescendo que
mantiene en vilo al espectador, sólo suavizada por abundantes sarcasmos e intervenciones
humorísticas que distancian por un momento del drama presenciado. Un buen
manejo de luces y sobria escenografía completan esta propuesta que vale la pena
acompañar.
Elenco:
Rubén González
Rubén González
Alberto Raul Nores
Pablo Trevisan
Jorge Rua
Equipo:
Escenografía e iluminación:Félix Padrón
Escenografía e iluminación:Félix Padrón
Diseño de vestuario: Liliana Piekar
Música incidental: Jorge Rua
Diseño gráfico: Inés Viqueira
Técnica: Rocío Nani
Asistencia de dirección: Alicia Ricagni
Dirección: Jorge Rua y Gabriela Blejer
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