La compañía de los hombres

La compañía de los hombres
Mariano Díaz Barbosa
textosintrusos, 2014
Relato, 200 pp.

por Rubén Sacchi

Si fusionamos fotografías y crónicas, inevitablemente recalamos en la idea de cine, y nada hay más cercano a la escritura de Díaz Barbosa que el séptimo arte. No sólo en la plasticidad de las imágenes, repletas de metafórica poesía, sino en la estructura misma del texto.
El lenguaje cinematográfico atraviesa el libro, pero algunos de los relatos de La compañía de los hombres son recortes que se inscribirían en un gran film, ocupando el lugar del clímax, pero respetando el esquema narrativo global. Allí, todo el argumento apenas sugerido justifica el punto de crisis que desarrollan los protagonistas.
Las temáticas son diversas. Desde un partido de fútbol menor, donde se juega más que un resultado o el maquinista que se topa con un suicida, pasando por la denuncia de la manipulación genética y las salvajes corridas de toros, hasta un paseo por la Cueva de las Manos, donde seres que existieron se cruzan con otros que no llegaron a hacerlo. El relato que nombra el libro se centra en la mirada y, a través de un conflicto psicológico, desnuda cuán complejas que pueden ser las relaciones humanas. Claro está, nada sería posible sin la compañía de los hombres.

Antonio Birabent y su trío eléctrico



Antonio Birabent y su trío eléctrico
Interpretara las canciones de su ultimo disco Lapiz, papel y guitarra
Sala Siranush. Armenia 1353, CABA
Jueves 7 de agosto

por Diego L. Forte

En una época en la que el rock tiene cada vez menos que ofrecer, el retorno a los ámbitos intimistas parece ser una apuesta viable para acercarse a un público que consume cada vez menos discos. Pero inserto en este mundo capitalista ultramoderno, todo se aggiorna, incluso los espectáculos de rock. Pensándolo desde esta perspectiva, la sala Siranush brinda un tiempo prudencial para que los parroquianos beban y se llenen de alimento, sin opción vegetariana, antes del comienzo del show. Una especie de bacanal pasada por el tamiz de los tabúes modernos occidentales.


Pero luego de atravesar la espesa bruma con que la modernidad cubre al espectáculo, finalmente llega la luz. El telón se corre y la banda finalmente aparece. Con un comienzo tenue apenas logran que el público separe sus ojos de la comida. Pero lentamente despiertan hasta llegar a un sonido bastante compacto y potente.
Teniendo en cuenta que Birabent nunca se ha caracterizado por tener un sonido arrollador, es muy interesante el hecho de que su trío eléctrico devenga en power trío gracias a la sólida base que le proveen Alejandra Moro y Mauro Scarparro. Claro que, una de las desventajas de un power trío consiste en que el bajista considere su deber llenar todos los espacios vacíos y, por ende, abuse de su instrumento. Por momentos Scarparro parece caer en la tentación y coquetea con el abuso pero finalmente hace lo correcto y muestra por qué es un gran bajista.
Alejandra Moro merece un capítulo aparte. Su clara formación jazzística aplicada a la construcción de una topadora de sonido da como resultado un complejo entramado de ritmos, completamente funcionales a las melodías de la voz de Birabent.
El propio Antonio ofrece una gran performance vocal, mostrando matices que por momentos parecen transformarlo en Sting, por momentos en Cerati. La simpleza de sus canciones, combinada con sus voces emocionales convence y conmueve, recordándonos que no todo está perdido. Destacaron “Hoy ya no soy yo” de Cerati-Melero, con un pequeño homenaje a Gustavo; una gran versión de “Río en espiral”; “Brasilero y guaraní”; “Río Abajo”; “Aishteru”; “De vuelta”; “El sol es de los dos” y “En altamar”.
Birabent confirma así que su pertenencia a la realeza del rock argentino no solo se debe a cuestiones sanguíneas. Su música se inscribe dentro de la tradición que comienza en Spinetta y continúa, reelaborada, en la obra de Cerati, Coleman, incluso Babasónicos. Su sonido en vivo y su calidez con el público son su mayor atributo y bien valen su precio.

Teatro de operaciones

Teatro de operaciones
María Pia López
Paradiso Ediciones, 2014
Novela, 144 pp.

por Rubén Sacchi

Si los grupos de Florida y Boedo fueron el paradigma de la historiografía cultural argentina de principios del siglo XX, el escenario que plantea María Pia López recrea satíricamente ese clima de disputas.
En medio de un proyecto literario teatral, que procura una performance de la obra Los siete locos, de Roberto Arlt, un grupo de actores improvisa la adaptación de las maneras más disparatadas posibles.
El libro rezuma política por todas partes y no deja de sentar posición frente a la historia: “Creían que se podía tratar el pasado mejorándolo y no como presos encadenados a su repetición”; a través de sus páginas se van enunciando diversos antagonismos que atravesaron nuestros anales.
Si bien evidencia una postura encuadrada en el peronismo y hace más de un guiño al proceso político contemporáneo, ejerce con valentía la autocrítica y hasta desnuda los contrastes ideológicos del movimiento, dándoles un tono hilarante y desprejuiciado: “tras mandar cartas pidiendo rescate que tuvieron menos respuestas que las que Cooke mandaba a Perón instándolo a trasladarse a Cuba”.