Cómo nadar estilo mariposa


Cómo nadar estilo mariposa
Mariel Manrique
Paradiso Ediciones, 2011
Poesía, 80 pp.

por Rubén Sacchi

El estilo de natación llamado “mariposa” consiste en brazadas simétricas, donde el cuerpo se sumerge para luego, propulsado por los brazos que van hacia atrás y aprovechan la resistencia del agua, emerger por breves segundos, dando tiempo de respirar antes de volver a hundirse. Basada en esta técnica, Mariel Manrique propone una poética que, a intervalos, ahoga y oxigena. Es el método que encuentra para avanzar en este mar adverso que se llama vida y donde se encuentra “secuestrada/ por el reflejo invertido de una ciudad/ enferma”. Tomás Rodríguez Arias escribió “Debería haber muerto el día que comencé a quedar/ pegado en los hilos de la mente”, similar reflexión sobreviene a la autora, que confiesa “la cultura ya tiene mis libras de carne./ mi déficit de dicha. mi tributo a la comunidad”. En esa carga del conocimiento, enfrenta la autoridad como en un juego de ajedrez en el que el poder supremo todo lo controla: “el Rey no tiene párpados”, y el tiempo implacable se evidencia en “el mecanismo violento de los cronómetros”.
Como una droga apela al olvido, también al origen del ser primitivo, animal, instintivo. El poder se muestra como una bestia, el hombre se convierte en lobo del hombre y sólo la firme determinación de la propia soberanía, como “una bala de plata” llevada al cuello, puede ponernos a salvo, por ello, parafraseando al Principito, no pide el dibujo de un cordero, sino letras afiladas como cuchillos: “cada palabra definida es un puñal/ que con su abrazo aniquila las dudas”.
Ya la nadadora está a medio camino, ese sitio donde retroceder se torna inútil, y avanza (”los trenes obedecen el pulso de las arterias”) entre recuerdos de tiempos mejores, “el recuerdo de un cuerpo/ donde esa cicatriz no estaba/ (...)/ esa incisión implacable de los relojes”. El entorno es cada vez más hostil: “no hago pie en el mundo/ (...)/ las familias(...)/ tiran a la ruta los peros que sobran”. Sumergida en una sociedad egoísta asume que “no puedo sola” y en línea al mayo francés propone un cambio necesario: “lo viable nos ha consumido./ que lo incomprensible haga su tarea”, “viví para experimentar,/ (...)/ no atarás mis tobillos a la pena”.
Toda mudanza supone una ruptura. No hay mundos simultáneos, sino que uno nuevo se erige necesariamente sobra las ruinas del anterior, lo que implica enfrentar el dolor: “no llores porque se parte el alma”.
Nadar estilo mariposa representa la metáfora de la búsqueda: “la mariposa adora lo imprevisto.”, esa candidez la lleva hacia la luz y hacia la muerte. Sin embargo, se trata de sobrevivir, por eso “somos legiones../ (...)/ nuestros cuerpos escitos y marcados/ hacen (...)/ el mismo formidable movimiento/ para sacar la cabeza del agua”.

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