Aviones enterrados en la playa

Aviones enterrados en la playa
de Luis Cano
Espacio NoAvestruz
Humboldt 1857
Domingos 21 hs.
Duración aproximada: 50 minutos.

por Rubén Sacchi

 Una playa en algún lugar lejano del sur. Un lugar que, por habitado, guarda historias que contar, comunes e individuales. Historias que la arena entierra, como un avión de telgopor que un niño olvidara en el pasado, pero que el viento de los recuerdos descubre alguna vez.
La palabra como eje central de la historia, la palabra como bien de uso y de cambio, la que se da y la que se espera.
Hay un niño entre dos tiempos: el presente y el pasado y un clima de desolación, ya que la palabra parece no ser escuchada o entendida. Cada quien narra su relato, pero el discurso no se socializa, nada vuelve, ni siquiera como acto de compasión. En la playa, quienes deambulan son una suerte de fantasmas buscando asirse a una realidad.


Luis Cano dijo: "Escribo teatro, pero pienso poesía" y eso es lo que hace en cada una de sus piezas, poemas un tanto herméticos pero con suficientes indicios, como puertas por las que se puede penetrar y lograr la comprensión a través de la identificación.
Una escenografía despojada (como salvo raras excepciones acostumbra el autor) presenta una suerte de muelle y tres cajas de madera ¿de pescados? que, usados como asientos o como instrumentos de percusión, están repletas de hormas de zapatos, que los actores desparraman como piedras en la orilla. ¿Qué significado tienen esas piezas de madera esparcidas en la playa? quizás el de la infinidad de pasos que dejaron su huella en esa vieja arena, que seguirá allí cuando los protagonistas no estén y otros vengan a ocupar su espacio.
Un paisaje rústico y duro une esas historias de pérdidas. La iluminación dirige la mirada del espectador a cada una de ellas y una extraña música acompaña los relatos. La tensión acumulada hacia el final se rompe maravillosamente, convirtiendo el dolor en una murga. ¿Por qué los personajes eligen ese horizonte? La respuesta quizás esté impresa en el programa, que dice: "No tenemos nada que ver aquí, pero nos colocamos en este lugar donde vaciarnos".

Elenco:
Federico González Bethencourt: El muchacho
Francisco Grassi: El hombre en piyama
Leonardo Murúa: El lobo marino
Román Lamas: El padre
Mauricio Minetti: El pescador


Equipo:
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Dirección de voces: Tian Brass
Música: Federico Marrale
Escenografía y vestuario: Mercedes Arturo
Fotos: Paola Toriano
Piezas gráficas: Laura Rovito
Producción ejecutiva: Alejo Sambán
Producción artística: Constanza Balsátegui
Coordinación de producción: Gabriel Cabrera
Asistencia de escenario: Diego Becker
Asistencia de dirección: Micaela Picarelli
Dramaturgia y dirección: Luis Cano



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