restos de restos
Nicolás Prividera
Libros de la Talita Dorada, 2012
Poesía, 116 pp.
por Rubén Sacchi
Como si hablara por boca de otro, Nicolás Prividera apela a las palabras de Sylvia Plath para abrir su libro: “jamás conseguiré recomponerme del todo,/ unir, pegar tus pedazos, juntarlos como es debido”.
Restos de restos es, primero, el libro de un hijo de desaparecidos, alguien que busca restos, dato no menor al momento de tener en cuenta que, en algún momento su vida sufrió un quiebre, una fragmentación; pero también es el libro de un cineasta, alguien que puede, mediante el montaje, hacer una obra con el descarte de un rodaje.
Su poesía -sería difícil de otra manera- está marcada por los acontecimientos que rodearon su nacimiento y prefiguraron el escenario que dominaría la historia inmediata, aunque sea “el mismo mecanismo de la memoria el que irremediablemente falla”.
Contiene en parábolas la historia del peronismo, desde el 17 de octubre del 45 hasta la Triple A., planteando: “Hay que morir joven y dejar un himno”.
Hay desazón en estos versos, “la historia es una fosa común”, afirma, para concluir: “Dios no ha muerto, agoniza/ en la eternidad y sólo// nos queda/ velarlo”.
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