Las dos en punto

Las dos en punto
de Walther Sánchez Rodríguez
Auditorio Kraft
Florida 681, CABA

por María Antonacci García
 
Para los argentinos que descendemos de inmigrantes europeos, la historia de sus tierras nos llega muy de cerca, y sus luchas y sufrimientos nos duelen en carne propia. Cuántos de nuestros abuelos llegaron después de un penoso viaje escapando del hambre y la miseria, o tal vez perseguidos por ideales diferentes a los de aquellos que detentaban el poder en su país. Algunos pudieron huir y venir a ganarse el pan, no sin enormes sacrificios, a América. Otros, en cambio, víctimas de la violencia política, sufrieron la persecución, el tormento físico, el hambre y el desprecio en su suelo natal. Tal el caso de la familia española, oriunda de Galicia, Fandiño Ricart, cuyos hijos mayores eran militantes anarquistas y, luego de la toma del poder por Francisco Franco, fueron encarcelados y torturados. Pero no menos terrible fue lo que les sucedió a las hermanas, Maruxa y Coralia, que vivían en el hogar paterno y sufrieron su violencia simplemente por el lazo familiar que las unía a ellos pero también por ser mujeres, en una época en que la iglesia enseñoreaba sus valores machistas y dejaba para el género femenino las tareas domésticas y el culto religioso, castigando duramente a las que osaran transgredir las normas. La irrupción en la casa a cualquier hora de la noche por parte de las huestes falangistas, los golpes y las violaciones fueron moneda corriente para las dos. El miedo logró que los vecinos dejaran de relacionarse con ellas, quienes envejecieron solas y en la miseria. Pero, como la vida continuaba, encontraron en la locura la forma de defenderse y rebelarse. En la oscuridad de la España franquista, ellas se vestían de vivos colores y salían a las dos en punto a la plaza del pueblo para piropear a los estudiantes universitarios.

Al comenzar la obra, Zapatones, el mítico peregrino gallego, introduce la historia y, de manera poética, la pone en contexto; reaparece otras veces acompañando la transformación de las hermanas, desde su juventud, cuando trabajaban en la costura, hasta su fuga hacia la locura y la libertad.

Pese a la dramaticidad de la historia, la obra es fresca porque no asesta golpes bajos y muestra a las protagonistas con una mezcla de ternura e inocencia, aunque el final nos arranque lágrimas. La dramaturgia no esconde el oscurantismo del momento en la península ibérica, revelándolo sutilmente en el cambio operado en las Fandiño. Las actuaciones demuestran una gran ductilidad, con un vasto trabajo interior de las actrices, sacando a la luz la decisión y el coraje para resistir la dureza de sus vidas, sin caer en estereotipos. Muy buena y sencilla la puesta que dice lo necesario dejando el lucimiento a los actores. El vestuario, acertado, recuerda la estatua erigida en su recuerdo en la plaza de su pueblo natal. Un espectáculo necesario para mantener viva la memoria colectiva.

Elenco:

Maruxa Fandiño Ricart: Marcela Fernández Señor
Coralia Fandiño Ricart: Liliana Olmo
Peregrino: Walther Sánchez Rodríguez

Equipo:

Dramaturgia: Walther Sánchez Rodríguez
Colaboración Artística: Marisa Villar
Vestuario y Escenografía: Lucía Trebisacce
Diseño de Iluminación: Débora Ruiz y Lucía Trebisacce
Asesoría en Maquillaje: Mercedes Lagunas
Música: Xeito Novo
Fotografía: Joaquín Amoia
Video: Pamela Fadiga
Diseño gráfico: Florencia Pignataro
Producción: Verónica Torres Bugallo
Dirección: Débora Ruiz

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