Sábado 20 de Junio de 2009
por Diego Luis Forte
Normalmente cuando alguien define la diversidad de forma positiva está mintiendo. O al menos intentando una justificación para evitar quedar mal con alguien en algún aspecto. Debo decir que definitivamente éste no es el caso. El show de Kuref Kushe, Tómalo y Flor de Corvette el 20 de Junio demuestra fehacientemente que es posible combinar sonidos completamente diferentes y lograr una totalidad contundente.
Abrir un show para varias bandas siempre es una tarea complicada. Kuref Kushe puede definirse no sólo por su sonido prolijo sino también (y quizás sobre todo) por su amabilidad. Verlos en vivo lo convence a uno de que una banda no necesariamente necesita una actitud ofensiva para comerse al público, sino que también hacerse amigo del auditorio puede rendir sus frutos. Es bueno recordar cómo suena el rock cuando comienza.
Tómalo es, en oposición, pura actitud. Aplastan todo lo que se les cruza por adelante, incluyendo por momentos a su sonidista y eso no siempre puede ser considerado un logro feliz, aunque esa situación puede revertirse pidiéndole al bajista que baje el volumen de su equipo de escenario. De cualquier forma la contundencia del buen hard siempre deja una marca.
El caso de Flor de Corvette es, acatando el concepto de pluralidad esgrimido más arriba, tangencialmente diferente: grandes músicos con un gran sonido y una gran actitud para una gran banda que realiza su primer show en vivo. Si los años sesenta dejaron música además de ideologías y experiencias fundamentales para formar el paradigma occidental tal como lo conocemos, Flor de Corvette lo entendió perfectamente. Una estética acorde con su sonido y buenas canciones que funcionan como declaración de principios hacen que el cierre sea inmejorable.
Tres propuestas diferentes para un todo compacto y completo. Una pluralidad que, a diferencia de otras, realmente suma.
Abrir un show para varias bandas siempre es una tarea complicada. Kuref Kushe puede definirse no sólo por su sonido prolijo sino también (y quizás sobre todo) por su amabilidad. Verlos en vivo lo convence a uno de que una banda no necesariamente necesita una actitud ofensiva para comerse al público, sino que también hacerse amigo del auditorio puede rendir sus frutos. Es bueno recordar cómo suena el rock cuando comienza.
Tómalo es, en oposición, pura actitud. Aplastan todo lo que se les cruza por adelante, incluyendo por momentos a su sonidista y eso no siempre puede ser considerado un logro feliz, aunque esa situación puede revertirse pidiéndole al bajista que baje el volumen de su equipo de escenario. De cualquier forma la contundencia del buen hard siempre deja una marca.
El caso de Flor de Corvette es, acatando el concepto de pluralidad esgrimido más arriba, tangencialmente diferente: grandes músicos con un gran sonido y una gran actitud para una gran banda que realiza su primer show en vivo. Si los años sesenta dejaron música además de ideologías y experiencias fundamentales para formar el paradigma occidental tal como lo conocemos, Flor de Corvette lo entendió perfectamente. Una estética acorde con su sonido y buenas canciones que funcionan como declaración de principios hacen que el cierre sea inmejorable.
Tres propuestas diferentes para un todo compacto y completo. Una pluralidad que, a diferencia de otras, realmente suma.
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