Masked
de Ilan Hatsor
Teatro El Nudo
Av. Corrientes 1551
Sábados y Domingos 20.30 hs.
por Rubén Sacchi
Toda obra artística es indivisible, pero Masked debe abordarse en dos partes. La primera es la representación: hay un trabajo logrado por parte de los tres intérpretes, buen manejo de la tensión dramática creciente, que es la columna vertebral de la obra, aunque una mención especial merece el trabajo del estadounidense Alok Tewari con impecable manejo de la voz y el cuerpo.
La escenografía, consistente en una vivienda con ribetes de pobre carnicería casera, incluye elementos clave que generan puntos de atención interesantes, como si la tragedia flotara en ese ambiente de desgracia y opresión. Una sobria iluminación acompaña la escena.
El segundo tópico es la dramaturgia y el mensaje contenido en ella. Toda manifestación artística está embebida conciente o inconcientemente por la ideología de su autor y lo que representa es, sin dudas, su punto de vista.
"Escribí Masked en 1990, durante mi primer año de estudio de teatro en la Universidad de Tel Aviv. La primera Intifada había estallado tres años antes y este fenómeno extremo, que destrozó la vida de palestinos e israelíes, no se había visto reflejado en los escenarios de Isreal. Yo sentí que muy cerca de nuestros hogares estaban ocurriendo dramas tremendos, dramas que implicaban dilemas y decisiones relativos a la vida y a la muerte, y necesitaba escribir sobre ello". El párrafo, entre otras acotaciones, se reproduce en el programa con el título Nota de autor, quien lo firma en Nueva York en 2007. Hatsor habla desde palestinos, pero no puede dejar de hacerlo como israelí y su discurso, aunque mucho más benigno, contiene características del discurso oficial. Para él, la Intifada es un "fenómeno extremo" que lo mueve a escribir su reflexión; sin ánimo de llegar a la deconstrucción del lenguaje, la obvia definición de extremistas al pueblo oprimido que, ante la acción reaccionaria y salvaje de su opresor resiste, como mejor puede, su extinción, es el argumento que esgrimió el estado de Israel para ejercer su actual política sostenida por décadas. En el mejor de los casos, equipara culpas en el estilo de la tristemente célebre Teoría de los dos Demonios. No resulta agradable que, desde esa perspectiva, aborde el tema y exponga los "trapos sucios" de un pueblo sufriente.
Hecha la salvedad, la pieza merece ser vista y aplaudida. Se percibe la notable dirección de Lorenzo Quinteros y un sólido equipo tras bambalinas en el cuidado de los detalles.
Elenco:
Alok Tewari: Daoud
Andrés Irusta: Khalid
Héctor Segura: Na'im
Equipo:
Dirección: Lorenzo Quinteros.
Asistencia de dirección: Alejandro Somoza y Paola Santaran.
Traducción: Romina Moretto y Rosana Cervini.
Escenografía y vestuario: Gabriela Aurora Fernández.
Prensa: Castillo-Arango.
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