La ingratitud


La ingratitud
Matilde Sánchez
Mardulce, 2011
Novela, 176 pp.

por Rubén Sacchi

La ingratitud es materia de las relaciones humanas. Difícilmente las haya sin que, en algún momento, pensemos que no merecíamos esa devolución.
En la novela de Matilde Sánchez, las situaciones en general llevan a ese resultado: la relación de la protagonista con su lejano padre; la de Ramón y Georgia con su país natal; la de aquella con el turco y la de éste con su familia; también la de los vecinos polacos y la de ella con el perro de los mexicanos. Quizás, opera en todos una inercia contagiada del marco de soledad que da el paisaje del duro invierno alemán, interior y exterior y, concede el personaje: “aceptar siempre es más sencillo que negarse”.
Largas cartas a un padre que responde algunas líneas, todo inmerso en una lengua “que sirve solo para dar órdenes”, la búsqueda del teléfono como alternativa arroja similar resultado. Quizás, su propia reflexión acerque una respuesta: “...so­mos seres parlantes. Por eso, enmudecer es la primera condición para permanecer al margen”.
La sombra de Nietzsche sobrevuela la historia, aunque solo se lo aluda como el Filósofo y es ante su tumba donde atina una respuesta: “....todo el tiempo, mi padre y yo hemos estado viviendo en un mismo lugar".

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