Ramona

Ramona
de Melina Forte
Mimoteatro Escobar Lerchundi
Defensa 611, C.A.B.A.
por María Antonacci García

Afines de los 60 Antonio Berni concibió a Ramona Montiel quien, según sus palabras, era “de la General Paz para el lado del centro. Puede ser de Pompeya o Villa Crespo. Ramona es la "milonguita", la "costurerita que dio aquel mal paso, imágenes de Carriego y también ciertos personajes de Borges” poniendo en evidencia con ella y sin juzgar, la realidad de la mujer a quien no tocó la varita mágica de la fortuna y que para luchar día a día por la supervivencia puso su cuerpo en juego.

El pasado 3 de junio y en coincidencia, no casual, con las marchas que se realizaron en todo el país con el lema NI UNA MENOS, se estrenó Ramona, de y por Melina Forte. La historia que cuenta es la de una chica dulce e inocente que va a la ciudad con la frescura de su juventud y la seguridad de poder remontar la pobreza con la fuerza de su trabajo. Ella cree y confía, pero alguien se apodera de su cuerpo como de un
objeto, como una mercancía a su servicio y transformará su vida. A Ramona no le hacen falta palabras para transmitir el cambio que se produce en ella, de la muchacha esperanzada del comienzo a la que lucha por su libertad, el incremento de la tensión dramática a medida que transcurre el tiempo pone en vilo al espectador.
Dice Foucault que “el cuerpo está también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos". El cuerpo se valora como un instrumento productivo y a tal fin se hace caer sobre él su peso perverso. Desde su cuerpo torturado Ramona interpela sobre el dominio del hombre que la fuerza para quebrarla, para que sea una dócil muñeca que cumpla con sus deseos, desvalida víctima de su mando y de la hipocresía de los clientes, que pasan uno a uno por su lecho de esclava.


Ramona transita la poética de la inocencia, de la decepción, de la angustia y de la rabia debido al extraordinario trabajo de Melina Forte, quien luce sus cualidades de actriz, mimo y bailarina, desdoblándose en los personajes de víctima y victimario, realizando una labor plena de fuerza e interioridad.
Hacia el climax, la música adquiere un protagonismo especial, representando el quiebre de la voluntad del pesonaje en la repetición de No me arrepiento de este amor, cantado por Gilda, una y otra vez, a la manera de un viejo disco rayado, acompañado en esa vorágine por el cuerpo de la actriz.
El trabajo de las luces y el sonido completan y terminan de dar forma a la obra, logrando los climas necesarios para las diferentes situaciones.
Por todo lo dicho y porque la trata es una de las más terribles formas de violencia de género, Ramona es altamente recomendable.

Ficha:

Actuación, Guión y Dirección: Melina Forte
Visuales, Sonido y Producción: Jesica Grecco
Música: Carolina Castellani
Iluminación: Stefany Briones Leyton y Sebastián Coronel
Vestuario: Eva De Bartolo
Prensa: Eva Candendo

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