Dios lo bendiga, señor Rosewater

Dios lo bendiga, señor Rosewater
Kurt Vonnegut
La Bestia Equilátera, 2017
Novela, 200 pp.

por Rubén Sacchi

La novela habla de una fortuna acumulada en la avaricia y en la especulación, en un escenario tan desgraciado como lo es una guerra civil. De una fortuna y de su feliz y particular heredero.
Como toda obra de Vonnegut, el humor y la gracia son los vehículos para exponer temas más profundos, realidades y miserias que hacen presa de los hombres, entragados a las prácticas más viles. Así, la corrupción estatal durante la Guerra de Secesión, enfrentada a la falsa imagen del “sueño americano”, del “país de las oportunidades”, deja expuestos los slogans en toda su crudeza.
Ese capitalismo incipiente ya evidencia las fórmulas que, no por vetustas, serán menos efectivas en el futuro, o sea hoy, como la respuesta patronal a “los ciudadanos honrados, industriosos y pacíficos (que) eran clasificados como chupasangre si pedían que se les pagara un salario para vivir”, mientras para sí mantienen el lema “agarra a cuatro manos o no conseguirás nada”.
Hay pasajes verdaderamente memorables, repletos de frases que pueden componer un compendio de clase, como la que un abogado refiere a un heredero: “...cómo una universidad se atreve a enseñar compasión sin enseñar historia” o la conversación entre dos adinerados: “La gente recibe lo que merece, no es verdad”; “Es la primera ley de la vida”, para rematar en la criada que  debía prestar juramento, diciendo: “juro solemnemente que respetaré la sagrada propiedad privada de los otros y que me conformaré con la posición que Dios Todopoderoso me asigne en la vida”. (...) ¿Qué más puedo hacer por mi patrón, mi república y mi Dios?”, coincidente con la idea burguesa de que “todo lo que hay de bonito en el mundo es un regalo que ellos o sus antepasados les dan a los pobres”.
Leyendo la historia, es inevitable preguntarse ¿por qué las clases altas se aterran y arremeten contra la solidaridad de quien se salta de vereda social? La respuesta la da el mismo Vonnegut, en boca de su personaje: “Nadie puede trabajar por lo pobres sin pensar en Marx de vez en cuando”.

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