Teatro independiente

De mi barrio, con amor

Texto y fotografías: Rubén Sacchi

“¿Quién dijo que todo está perdido?” no es sólo la famosa frase que acuñara nuestro querido Fito Páez, creo que debería ser una pregunta constante cuando la realidad fatalmente nos agobia.
No es una novedad que la libertad e independencia de los pueblos van de la mano de la cultura, será por ese motivo que siempre le dan de palos. No hablemos ya de las purgas a que nos sometieron los ilustres carniceros latinoamericanos, domiciliariamente custodiados y despedidos con honores a edades de geronte, sino de procedimientos más o menos sutiles. Por eso también, las épocas peor marcadas por la mediocridad fueron acompañadas por las inigualables escuelas shopping, de la mano de los cines-bingo jesucristosalvaysana.
No apelo al lugar común, pero nada más cierto que eso de “pinta tu aldea y pintarás el mundo”; yo agrego: y viceversa. Eso explica fácilmente que en Lanús, donde otrora contábamos los cines y teatros por decenas, donde las bibliotecas y centros vecinales funcionaban en cada barrio como verdaderos motores del conocimiento y más de un laburante llevaba un libro bajo el brazo, ya no quede una sola sala cinematográfica y se hayan reducido los espacios culturales a lugares de enseñanza de técnicas y oficios, faltos de presupuesto y políticas adecuadas.
Pero también es cierto eso de que el deseo es el límite de lo posible, por eso, de entre las siniestras torres construidas sin planificación alguna, los baches lunares y las nauseabundas napas freáticas que nos ahogan en cada tormenta, van brotando espacios de esperanza, imaginación y, sobre todo, futuro. Y cuando uno piensa en esa palabra el presente cobra sentido.

“Crece la pared, por hiladas, crece la pared
crece desde el pie, amurallada, crece desde el pie”
(*)

Cuando lo que viene de arriba no es bueno la gente sabe ejercitarse desde abajo. Es el caso del grupo Karumanta, uno de los tres nacidos en el Teatro Espacio del Sur, dirigido por Omar García, que este año adaptó “Dorkas y la vereda hechizada”, sobre monólogos de Alejandro Dolina. La obra, presentada en el Teatro Atenas, cuenta la historia del desdichado Dorkas, enamorado de una hechicera que lo embruja y condena a caminar sin parar por el resto de sus días. Su mal, sin embargo, tiene una solución basada en cinco objetivos que nuestro infortunado trotamundos va logrando a lo largo de su eterno deambular por el barrio de Flores y en su trato con personajes de lo más diverso. Un chico de la calle que filosofa acerca de la desaparición del juego de la bolita, el dios Hermes, con sus sandalias aladas, una dama afrancesada y hasta un arlequín son algunos de los pintorescos partenaire del caminante. El tema central es el amor y las distintas apuestas en ese juego eterno de las relaciones humanas, donde se gana y se pierde con placer y dolor, pero al que todos nos entregamos como pródigos confesos.
En esta obra llena de magia y frescura, Karumanta logra una buena puesta, con notable trabajo del elenco y correcto desempeño del equipo técnico.
(*) “Crece desde el pie” Daniel Viglietti.

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