Relatos verdes
Diego Vásquez
Ilustró: Nave
Sátira Ediciones, 2016
Cuento, 202 pp.
por Rubén Sacchi
No es un libro de los comúnmente llamados “cuentos picantes”, su título no se refiere a historias subidas de tono. Su denominación alude al color de la planta de cannabis y los textos se enmarcan en esa cultura milenaria, a la que un buen sector social intenta hoy reivindicar en sus diferentes usos.
Los relatos flotan en esa atmósfera voluptuosa que provoca el humo de la marihuana y, como tal, tiene idéntica consistencia: etérea. Pueden hablar de situaciones sensuales, violentas o introspectivas, pero estarán marcadas por esa otra lógica que el cerebro aborda bajo los efectos del THC.
Vásquez desarrolla una narrativa descriptiva, propia de un estado de ensimismamiento, con figuras interesantes, como en el coito: “murmullas alientos sobrantes, los sueltas, se van en forma de quejidos”. Le da a la marihuana un carácter litúrgico, emparentado a lo religioso, donde fumar “es justo y necesario”, asumiendo la insignificancia del hombre: “la vida no es más grande que la cordillera, y el mundo es más pequeño que los ojos de un gato”.
La luz es un factor omnipresente a través de la narrativa, quizás en asociación con la iluminación que conlleva una apertura mental bajo la llave de la droga. Relatos verdes propone una mirada diferente de la vida, en la que no cambia el paradigma capitalista y patriarcal contra la existencia, sino que modifica la forma personal de afrontarlo.
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