El baile de la yegua
Eduardo Silveyra
Expreso Nova Ediciones,
2017
Novela, 64 pp.
por Rubén Sacchi
“Yegua, puta y
montonera”, tales los apelativos con que se la denominó a la ex presidenta
Cristina Fernández, tratando de ofenderla. Claro, para el gorilaje son palabras
despectivas. Será que todas se vinculan a lo popular y eso es pecaminoso para
la clase dominante. Esa en donde las mujeres son finas de modales y nunca
putas, sino de conducta liberal en aspectos amorosos. Por el tercer mote, la
sola mención de la palabra les produce una urticaria insoportable.
Dejando de lado las posiciones favorables o no a su gestión,
es innegable que marcó un hito en la política nacional. Por ello, Silveyra la
toma en su sola dimensión de yegua, como objeto de deseo en el que dos
pulsiones se conjugan: la del sexo y la del poder.
La historia tiene sabor a barrio, a barrio de historia
peronista, y si trata de monstruos sagrados, sólo faltaba la aparición de El Pisto, el legendario Jorge Pistocchi,
fundador de una de las revistas de rock y cultura alternativa más importantes
de la Argentina, en plena dictadura militar: Expreso Imaginario.
El autor maneja un lenguaje certero y su impronta
lamborghiniana es de lo más adecuado para el clima cuasi grotesco que va in
crescendo, mientras se arma la fiesta con Cristina como invitada central. Por
si quedaran dudas, el guiño es más que evidente: “Tengan cuidado con el estanque de los camalotes, a ver si meten las
patas en la fuente”.
Los infaltables choripán y vino dan paso al final, trágico o
premonitorio, como si fuese una lógica nietzscheana del peronismo: después de
la fiesta hay un muerto pero, mientras se sustancia un animado velorio, ya se
habla de resurrección.
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