Cuaderno del pirómano
Agustín Campos
De los Cuatro Vientos Editorial, 2017
Novela, 86 pp.
por Rubén Sacchi
Todo hecho artístico habla mucho de su creador, sea por similitud o por antonimia. Sin ser un diario íntimo ni un cuaderno de bitácora, Cuaderno del pirómano se me antoja semejante a lo que el autor escribe de Clint Eastwood por su película Los imperdonables: es un lugar donde poder dirimir sus problemas morales, bajo el manto protector de la ficción.
Pese a lo oscuro de la historia, es una novela fresca que transita por un tramo de la vida de Nicolás Costas, un joven que se busca a sí mismo en ese laberinto llamado juventud, plagado de minotauros y en la total ausencia de un hilo de Ariadna que lo guíe a la salida.
Si bien el nudo se presenta como un caso policial, la historia habla de otra cosa. Trata de la complejidad que atraviesa la juventud en una sociedad decadente, con pocas imágenes concretas y abundantes espejismos y de cómo la enfrenta alguien inquieto y cuestionador.
Entre infinidad de citas literarias y fílmicas con las que se acompaña el relato, todo va marchando hacia la paradoja. Los distintos actores se conjugan de manera tal que el final se precipita de acuerdo a un concepto vertido al inicio: “La información hoy siempre nos llega mediatizada, al punto de que a veces llego a creer que a lo mejor lo real ni siquiera existe”.
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