Fábricas de músicas
Marina Cañardo
Gourmet Musical Ediciones, 2017
Ensayo, 312 pp.
por Rubén Sacchi
Uno de los recuerdos más caros de mi infancia es la quinta de mi abuelo. Un terreno de los de antes, esos de 10 x 50 mts., sembrado con toda clase de verduras. Al fondo, un níspero estaba rodeado de una montaña de escombros y deshechos varios. Entre ellos, lo que luego supe que era, la bocina de un gramófono.
Con los años, pude conocer los aparatos que nos regalaban su mística y para los que no se necesitaba contar con instalación eléctrica. En aquellos artefactos, o en las victrolas, escuché los primeros discos que mi padre hacía sonar. Esos de pasta, de una o dos canciones por lado. Con las reproducciones, la música se acompañaba de un ruido de fondo, tan particular, que aún hoy puedo recordar.
En este ensayo, Marina Cañardo evoca los primeros pasos de la industria discográfica vernácula, desde el establecimiento, en 1919, de Odeón hasta el gran desarrollo de los años 30. Dos décadas en las que se prensaron miles de títulos, que hacen a nuestra historia musical y afirma que “la fijación física del sonido lo volvió tangible y acumulable por primera vez”.
Profusamente documentado, el ensayo es un trabajo de investigación exhaustivo e impecable. Hoy, a cien años del comienzo de aquella carrera, aún giran aquellos ejemplares, haciendo eco a las palabras de Julio Cortázar: “...a Gardel hay que escucharlo en la victrola, con toda la distorsión y la pérdida imaginables; su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podía escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas...”
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