Esa puta memoria
de Eduardo Silveyra
Editorial Leviatán, 2009
Novela, 252 pp.
por Rubén Sacchi
La novela, de marcado perfil autobiográfico, habla del Río de la Plata, pero no es un ensayo sobre el acuífero que baña estas costas, sino un fresco de su gente en una época en que ambas márgenes, al igual que en otras latitudes, transitaban un mismo momento histórico y respiraban similar deseo: la revolución socialista.
La historia está acompañada de un fondo musical. Suena a jazz pero sabe a tango, es un libro de pérdidas y abandonos, de nostalgia con dejo arrabalero, donde destaca la presencia del macho con un toque que huele a misoginia.
A través de un estilo coloquial y un lenguaje marcadamente poético, se percibe un trabajo interior que atraviesa la historia poniéndola a flor de piel y haciendo que algunos párrafos estén maravillosamente logrados, dotados de una alta dosis de sensibilidad.
El protagonista, cual eximio actor titiritero, hace danzar en su entorno a un grupo de personajes que interactúan entre sí y a través del tiempo en un ambiente convulso y en constante alteración, donde los hechos y las ideas construirán tendencias políticas y, de ellas, devendrán las ideologías o, lo que es lo mismo, la ética con que cada uno enfrente la vida.
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