
Los niños de la soja

siempre tu palabra cerca

Rigor mortis

La rigidez que adquieren los músculos cuando pierden la vida se denomina rigor mortis pero Chelo Candia usa esta expresión para nombrar lo inapelable de la muerte, su rigurosidad.
La Patria también es mujer

Diario del insomnio

O Misiones

La selva fría

Silvia Castro
Ediciones en Danza, 2006
Poesía, 100 pp.
En La selva fría, la autora nombra su tierra natal. Nacida en Roca, Río Negro, está impregnada del paisaje y la historia patagónica, aunque los vientos la hayan empujado suavemente hasta Buenos Aires.
Cuatro partes componen este volumen; la primera, haciendo referencia a la leyenda del pehuén (o araucaria) apela a lo ancestral, a la generosidad de la Madre Naturaleza que provee lo material y lo intelectual “tu rebaño/ trae a los hombres la lana de la escritura”. Rebosante de figuras mitológicas, donde un perro puede mudar de piel y tiene anillos de serpiente, nos sumerge en una cosmovisión originaria y original.
Los dos capítulos siguientes esgrimen la denuncia de crímenes ecológicos cometidos en nombre del “progreso”, allí donde “la espesura dilata las pupilas” y “el alambre es un reptil de ciudad”, desde la introducción de especies foráneas hasta la explotación minera.
Por último habla de la quila, en un territorio donde se trastocan los valores asumidos, como “el tejido elástico del agua” y, para explicarlo, acude a la sabiduría y paciencia oriental del bambú: “el tiempo se detiene en la madera” y ocupa “60 años entre una floración y otra”.
La ciudad distante

Cora Cané
Pirca Ediciones, 2010
Poesía, 40 pp.
por Rubén Sacchi
Esperada reedición de este poemario, publicado hace casi cincuenta años y que mereciera el premio Alfonsina Storni, Consejo del Escitor.
El volumen incluye veinticinco poemas portadores de una notable actualidad, que los convierte en atemporales.
En sus versos se evidencia el dolor, fruto de la pérdida de su esposo en días no muy lejanos, pero aflora un sentimiento de amor que trasciende el hecho aciago y lleva luz a la palabra.
V
Recorrí con mis manos
tu cárcel de madera.
Quise imaginarte en otro tiempo,
libre y dueño.
Alta y pura era tu frente.
Con un poco de infancia. Y de desvelo.
El amor fue simple y claro.
Sagrado como el pan. Noble como el vino.
Había un cielo, es cierto.
Un cielo.
Antes de tí todo estaba muerto.
Tu mano inventó mis primaveras.
Dura cárcel, dura cárcel...
Hazle dulce el sueño.
La omisión de la familia Coleman
de Claudio Tolcachir
Teatro Timbre 4
México 3554, CABA
Funciones: Viernes a las 21.30;
sábados a las 21 y 23:15;
domingos a las 19 y a las 21:15.
por Rubén Sacchi
Dos tremendos almohadonazos marcan, desde el comienzo, el clima de la obra, que habla de una familia golpeada por la vida y por ellos mismos. En el ámbito de los Coleman, el fin último es la supervivencia y la procurarán por encima del amor que puedan, en su inmadurez y locura, profesarse.
Una abuela, una madre y cuatro hermanos, tres apellidos diferentes; dos padres. De este grupo, tres de ellos son Coleman.
Este intríngulis, que se irá desvelando en el transcurrir de la pieza, es apenas una de las tantas cuestiones que arrastra la familia.
Los Coleman no tienen una "omisión", están repletos de ellas. En su transcurrir cotidiano, todos se cuecen en el mismo caldo y nadie se hace cargo de nada. La carencia de límites de una madre que más parece una hermana, la falta de recursos económicos y las manías patológicas de los integrantes hacen de la vida un caos, menos para Verónica, única "felizmente casada" y con dos hijos, que no vive con ellos, pero que arrastra lo suyo y sucumbirá a su herencia de sangre.
Una comedia deliciosa que, tras cada carcajada, oculta la sombra de un tremendo drama. Las actuaciones son impecables en general, destacándose las de Perotti y Odorico, en los papeles de Marito y Memé, respectivamente.
Un planteo escenográfico sencillo, resuelve correctamente la necesidad de dividir en dos los espacios en que transcurre la historia, completándose con la multiplicidad de puertas por las que los actores aparecen y desaparecen.
Las luces, acompañan sencillamente las situaciones sin grandes despliegues pero de manera justa y se percibe un buen trabajo de producción.
Mención aparte merece el parlamento, que se escucha correctamente desde toda la audiencia, más allá de los matices y los tonos de los personajes, lo que obedece más a un buen trabajo de dicción que a la acústica propia de la sala.
En definitiva, una pieza de lujo del teatro alternativo, multipremiada en el extranjero, que merece ser vista por sus connacionales.
Libro y dirección: Claudio Tolcachir
Asistencia de dirección: Macarena Trigo
Iluminación: Omar Possemato
Producción: Maxime Seugé y Jonathan Zak
Prensa: Duche & Zárate
Elenco:
Abuela: Araceli Dvoskin
Meme: Miriam Odorico
Verónica: Inda Lavalle
Marito: Lautaro Perotti
Gabi: Tamara Kiper
Damián: Diego Faturos
Hernán: Gonzalo Ruiz
Medico: Jorge Castaño
La playa
