El padre muere


El padre muere
Ana Emilia Lahitte
Editorial Vinciguerra, 2006
Poesía, 36 pp.

por Rubén Sacchi

La muerte del padre es lo más natural que puede acontecernos aunque no por eso menos traumático. El dolor ante la muerte es atávico; sin embargo, no terminamos de aceptar esa inapelabilidad. ¿Cómo enfrentar el trance, entonces? Mediante la catarsis de la palabra.
La autora exorcisa el desconsuelo mediante la poesía y lo hace de manera magistral y minuciosa, tanto, que los detalles nos llevan a participar del momento necrológico acariciados por el bálsamo de los versos.
Pocas veces lo terrible puede resultar bello, pasa sólo cuando ocurre esa maravillosa alquimia practicada por el arte. Lahitte describe la agonía: “Viejos olores/ músicas unciones/ se mezclan con sudor./ Sólo la muerte abierta/ huele a parto./ A humanidad./ A llaga cancelada”.
Esa lenta despedida produce una ruptura inevitable “Quien muere/ quiebra el tiempo de los vivos”, pero todo caos se equilibra, es ley natural que cada esquema se reacomode con las piezas restantes cuando “El vacío/ del pulso/ nos deslumbra./ Es la serenidad.// Ya nada existe/ sino esa extraña máscara/ dormida”.

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