Pasiones que matan


Pasiones que matan
Trece crímenes argentinos
Rodolfo Palacios
Aguilar, 2011
Relato, 256 pp.

por Rubén Sacchi

Quizás Horacio Quiroga fue el responsable de inaugurar la hermandad de esos tres excesos humanos que agrupó en una cadena de eslabones inseparables: el amor, la locura y la muerte. ¿A qué otra comunión puede acudirse para explicar las historias que se narran en Pasiones que matan?
El autor se interroga en el prólogo: “¿Qué lleva a un hombre a comerse a su padre o matarlo y velarlo en una extraña ceremonia? ¿Qué impulso puede llevarlo a enterrar a su mujer debajo de su cama o matarla en un pacto de amor y locura que no está dispuesto a cumplir? ¿Por qué un padre puede ser capaz de matar a su hija?...” Estos y otros acertijos conforman el nudo central de los relatos y muchos quedarán sin resolver.
En ellos podemos reconocer sonados casos que ocuparon, por varios días, la imprescindible cuota de sangre que los pasivos espectadores necesitan, quizás, para no convertirse, ellos mismos, en asesinos. Con una dinámica atrapante, Palacios nos va introduciendo en cada drama de la manera más natural, como si se tratara de cualquier otro acontecimiento cotidiano. Como si esos trece crímenes vinieran a sacudir, por un momento, la densa monotonía de los días.

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