La mediocridad y su dones

La mediocridad y sus dones
Mariano Díaz Barbosa
Ediciones Lacre, 2018
Novela, 246 pp.

por Rubén Sacchi

Como es común a toda su obra, Díaz Barbosa ahonda en las profundidades del alma humana y vuelve a teorizar sobre el hecho artístico. Tal como escribiera en su libro Diáspora, sólo “excavando entre el asco y la nada”, el artista logra hallar la iluminación, aunque ésta lo lleve al abismo.
La novela cuenta la historia de un pintor marginal, entrado en años, que asume su “locura por exceso de racionalidad”, su vínculo con la que devendría su musa inspiradora; el hallazgo de su verdad artística y su desbarranco.
En el medio, una cantidad de relaciones que van desde las humanas a las de mercado, referidas con un lenguaje particular que aborda lo descriptivo desde cierta transgresión del standard narrativo, por momentos recordando la prosa de Néstor Sánchez.
Hay un fino trabajo en el detallar qué ocurre en un lugar y en un instante determinados, con precisión de cirujano. Cada elemento y hasta las luces y las sombras cobran protagonismo. La historia es muy visual y sus descripciones cromáticas, propias de un artista plástico. Cada objeto conlleva una analogía figurativa, donde el marco de una puerta tiene “grietas como várices” y transcurren “los minutos cayendo como costras”, llevando a que la metáfora otorgue una carga extra de dramatismo.
La historia es una tragedia de amor, de muerte y de locura. Una dolencia que no termina de definirse, pero puede interpretarse como la enfermedad de la vida, que sólo admite una terapia de curación. El protagonista asume que la verdad del alma es la más grande de todas las mentiras y que “el infinito no puede ser completo. La perfección no puede detenerse. Si lo hace, está perdida”.


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