Rojos
globos rojos
de Eduardo Pavlovsky
Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini
Av. Corrientes 1543, CABA
Sábados 20:30 hs
por Rubén Sacchi
La luz cae sobre dos mujeres, las
Popis; su aspecto anacrónico nos remonta al viejo varieté. Entre ellas, emerge
la figura de El Cardenal, ataviado como un maestro de ceremonias circense.
Ellos vienen a contar la difícil situación que atraviesa la pequeña sala
teatral Globos Rojos por culpa de la crisis económica y social imperante. El
teatro tiene sus cuentas en rojo y, de no mediar una pronta solución, deberá
cerrar sus puertas.
El texto deviene en lo personal. La
alocución adopta un carácter íntimo y los personajes van a ir relatando sus
vivencias, miedos, proyectos y frustraciones, con evidentes guiños a otros
trabajos del notable dramaturgo (La muerte de Margarite Duras; Cerca;
Paso de dos y Cámara lenta), recurso más que válido si consideramos la obra de
Pavlovsky como un todo que se interreferencia de manera permanente.
Buena
parte de los escritos del autor ejercitaron una feroz crítica al posmodernismo.
Rojos globos rojos se ubica en el
centro de la serie, como bastión simbólico contra la banalización de la cultura
y la vida misma. El autor escribió: “una cierta ideología que se relaciona
con la micropolítica de El Cardenal (…) con una manera de percibir el mundo
hoy, pero con una estética diferente”.
El conflicto evidente de los actores encierra
otros subyacentes, que hacen a su propia vida y se exhiben como universales:
la sinrazón de la vida, la soledad y el vacío en un mundo donde,
paradójicamente, lo único real es la ficción. Una frase de El Cardenal lo
resume todo: “No
actuar significa morir de vacío”.
La puesta de
Forteza especula con un esquema semi estático, de escasos movimientos de cuadro,
que pone toda la dinámica en un parlamento shockeante y un juego de luces excelente
y muy preciso. La crudeza del texto se apoya en “crear líneas de fuga, escapando siempre de los territorios duros”, al decir del filósofo y psicoanalista francés Félix Guattari; todo
acompañado por una música sobria y un vestuario adecuado.
Pavlovsky decía: "Vivimos en una cultura donde las caras, las imágenes, nos atrapan
independientemente de lo que digan”. Por eso, secundando la palabra, el lenguaje
gestual cobra una dimensión fundamental que los actores utilizan con destreza.
Los sutiles gestos y miradas permanentes refuerzan o contradicen los dichos de
El Cardenal y llevan al espectador atento a poner la dosis de dramatismo en
cada frase.
“Cada
minuto que pasa el proceso revolucionario se detiene y nosotros acá, jugando y
pasando el tiempo”, se lamenta Pipi.
Es que Rojos globos
rojos, parece querer remarcar desde su título ese color
con el que se tiñen la pasión, la sangre y la revolución, tan alejado de los
globos amarillos que representan la decadencia y puerilidad de la política
actual, tan parecida al país que descibe Pipi, donde "la mayoría de la gente inteligente dependía de un grupo de idiotas". Pavlovsky pintó a El Cardenal como el “héroe de la micropolítica de la resistencia”, una definición que Gilles Deleuze equipara en importancia a la
mismísima revolución: “hay que producir
microacontecimientos todos los días. Porque los fenómenos de producción de
nuevas subjetividades son los que producen el devenir revolucionario”. Ese personaje, enfrentando el final, exclama: “Todo no Cholo, todo no se puede entregar, hermano. ¡Todo no
se puede entregar! ¡Todo nooooooo! Estrenamos aquí con las Popis, Cholo, hacer
teatro aquí es mi manera de resistir, mi única manera de resistir...”.
Elenco:
Jorge Lorenzo: El Cardenal
Lorena Penón y Gabriela Perera: Las Popis
Equipo:
Vestuario: Mario Pera
Música
original: Elena Avena
Fotografía: Sebastián Ochoa
Diseño de luces: Horacio Novelle
Prensa: Alfredo Monserrat
Adaptación,
dirección y puesta en escena: Christian
Forteza.
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