Versamorfosis

Versamorfosis
Gustavo Santiago Morinigo
Tahiel Ediciones, 2021
Poesía, 78 pp.

por Rubén Sacchi

Que el arte posee un poder transformador es una verdad inobjetable. En particular la poesía, ese concepto tan inasible y materia de innumerables ensayos intentados para definirla, convierte lo vulgar de la existencia en un hecho único y colmado de magia. Morinigo avanza en ese proceso y encuentra su propia expresión de ruptura, su personal Versamorfosis. Sólo en la poesía pueden coexistir universos incompatibles en los que “espinas en las manos/ (...)/ donde solo susurran/ las mariposas desveladas”.

Adrián Terracciano, en su prólogo, afirma que “no es de merecer la palabra poesía”, en el sentido de que el vocablo es escaso para describir la obra. Sin ánimo de polemizar, creo que la contiene, la abarca y la define.

El poeta recurre para sus versos a los elementos naturales que nos rodean a diario. El sol, la luna, la nada, así como las nubes y el río son algunos de los disparadores de sus profundas reflexiones. Vuelve a los planteos que ocupaban la cosmovisión de las poblaciones originarias a sabiendas de que sólo en armonía con el entorno podremos lograr la plenitud. Capta y se apropia del entorno conformando “los vitrales de nuestro ser”.

Pese a eso, el cotidiano lo atormenta como a cualquier mortal y lo sumerge en la pesadilla diaria sin solución de continuidad. Manifiesta tener “el alma en catarsis” y vislumbra un “olviducto del recuerdo”, neologismo que quizás aluda a la memoria como el conducto por donde se va perdiendo el registro de nuestros recuerdos. Interpela “¿Qué podemos esperar del hombre?/ Si su conciencia/ se halla vedada/ del espíritu”, para más tarde proponer “construir tu propio paraíso/ a pesar de tantos infiernos que te rodean”.

El libro encierra un tenaz, un excesivo esfuerzo por vivir: “tanto viento sangra bajo las alas/ que volar no es placer”, pero abraza la esperanza proclamando “en ese compás/ de acorde disminuido el hombre se proclama/ ¡Vivo!/ A instancias de tanta muerte encendida”. Es que esta Versamorfosis, que hasta incluye un original cadáver exquisito, actúa sobre lo lúgubre y lo exorciza, lo hace a través de un conjuro sencillo y accesible, que late como propuesta superadora de toda mediocridad “A veces/ un soñador recupera sus ganas de sonar/ y/ sueña”.

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