La tarde del elefante
Luis Benítez
Buenos Aires Poetry, 2014
Poesía, 66 pp.
por Rubén Sacchi
El poema que da nombre al volumen, La tarde del elefante, plantea una contradicción primaria que se reitera a lo largo del libro, la misma que atraviesa, con diferentes actores, la totalidad del planeta: civilización y barbarie o, como lo expresa Benítez, “cinco mil quilogramos de pacífica selva/ aplastando el asfalto” y, como también ocurre en el orbe todo, sólo hay que decidir qué es lo que se ubica en cada término de la ecuación. El poeta y crítico literario escocés Neil Leadbeater, escribe en el prólogo: “Como sucede con todos los grandes escritores, sus temas son universales”, y es en esa globalidad que se inscribe la obra.
Podría decirse que es un libro de la naturaleza. Habla del equilibrio esencial, de la regulación inevitable entre las especies y, en los escasos poemas que mencionan al hombre, también aparece un gran depredador que lo pone en caja: la ciudad.
La poesía de Benítez es profusa en figuras, así, en el poema Un sonido inquietante, que filtran las paredes, son las hormigas; la metáfora del insecto para expresar la eterna estupidez humana que, en su ignorancia, cree dominarlo todo. O la compasión por los animales de La pesca, donde un oxímoron desgarrante nos abre los ojos a un “cruel pacto unilateral” entre el pescador y su presa, el verdugo y su víctima.
Una enorme sensibilidad recorre sus textos. Tras el poema El zorrino de Juan Cristóbal, se esconde la denuncia de discriminación, la “mala prensa” que primero extirpa la naturaleza del animal y luego lo asesina; o el “agua aceitosa” de los ríos, “regalo de la industria y el odio a lo vivo” que en El extravagante viajero, río arriba, nos habla de la contaminación que no vemos por nuestra “candidez empecinada en creer”.
El poeta nos invita a reflexionar acerca del mundo que nos rodea y de la relación con nuestros vecinos, los animales. De esa contemplación puede depender el futuro de la humanidad.
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