Teatro Desocupado
Lunes, Jueves y Sábados, 20:30 hs. en La Máscara, Pan y Arte y La Revuelta respectivamente.
por Eva Candendo
El teatro, como manifestación cultural del hombre, es una expresión de su manera de verse y de ver el mundo que lo rodea y, por ende, de su problemática individual y de la sociedad en la que vive.
El teatro argentino fue un firme luchador
contra las injusticias sociales y a favor de las libertades de expresión y de
pensamiento y también del acceso a la cultura, para sacar de lo puramente
mercantilista al espíritu colectivo, y poder elegir otra forma de vida. Así, en
la colonia desafió a la rígida moral eclesiástica; con la ola inmigratoria
aparecieron otras formas que mostraban el dolor y la nostalgia de los sufridos
trabajadores y, años más tarde, Leónidas Barletta fundó el Teatro del Pueblo.
Un hito muy importante fue Teatro Abierto, en 1981, durante la dictadura cívico
eclesiástico militar, que no solo ahogaba económicamente sino que limitaba de
manera feroz las libertades individuales. Con el tiempo aparecieron autores que
hicieron hincapié en estas temáticas, y los teatros comunitarios con la
participación de los vecinos en obras de creación colectiva. La autogestión
obrera brindó nuevos escenarios nocturnos donde, durante el día, funcionaban
fábricas como por ejemplo, el caso de IMPA. Cerraron muchas salas grandes pero
abrieron otras pequeñas que fueron refugio de las nuevas expresiones.
En estos años, con el triunfo del despiadado
neoliberalismo que empobrece el bolsillo y reprime cualquier voz en su contra, surgió
una nueva versión de resistencia teatral, el Teatro Desocupado. El 14 de agosto
se estrenó un ciclo de obras breves que pretende, al igual que Teatro Abierto,
recuperar al público masivo por el bajo costo de su entrada, y ser un fenómeno
social: “Somos teatristas, actores,
dramaturgos, directores y nos parece necesario y oportuno compartir, desde
diferentes elencos y espacios teatrales, el abordaje de una temática social,
fundamentalmente en lo referido a la actual desocupación y a las dificultades
laborales, algo que nos involucra y nos afecta como ciudadanos y también como
trabajadores de la cultura”.
Este lunes se presentaron las obras Los Hambrientos del Sur, de Hugo Asensio,
y La Palabra
del Señor, de Guillermo Farisco. En la primera, una pareja debe encontrar
el modo de sobrevivir sin los ahorros de toda la vida. La segunda, es una divertidísima
forma de mostrar lo que puede aceptar una persona con tal de no caer en la
desocupación. Con escenografías simples, las obras se sucedieron sin demasiado
despliegue escenográfico, nada más poniendo en las tablas el virtuosismo
actoral, el de la dirección y por supuesto el de los autores que debían
resolver en poco tiempo un tema tan espinoso como el de la falta de trabajo.
No se puede menos que felicitar a los que
tuvieron la idea, a los que la apoyaron y se pusieron sobre los hombros la
tarea de dar vida a la propuesta sin rédito económico alguno. Dice Mauricio Kartun, en un texto sobre la hermosa experiencia que
fue Teatro Abierto, que “el arte puede ser un elemento de lucha,
pero no es el artista quien lo empuña sino el espectador. A nosotros sólo nos
cabe la responsabilidad de hacer el mejor acero, el más insidioso y afilado, el
más certero”
El mejor acero está listo, esperemos que el
público haga lo demás.
El ciclo se presentará tres veces por semana,
con dos obras de media hora de duración cada una, en tres diferentes salas,
Teatro La Máscara,
Pan y Arte y La Revuelta,
los días lunes, jueves y sábados respectivamente a las 20:30, con una entrada
económica de $ 50.
Este jueves, en Pan y Arte, Boedo 880, se
representará Nebulosa de Roberto
Cortizo Petraglia y Dos palomas, de
Walter Ferreyra Ramos. El sábado, en La Revuelta, Boedo 1040, se
pondrá en escena La Fiesta Rota o La Patria Deshuesada,
de Marcelo Mangone.
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