Carlos Aiub
Libros de La Talita Dorada, 2007
Poesía, 80 pp.
por Rubén Sacchi
Recuerdo que en los 80, en plena resistencia a la dictadura, con los compañeros nos referíamos a la década pasada como la belle époque, tal vez porque, a semejanza de aquel período europeo, había sucedido como un momento de explendor y pujanza; la expresión, claro, no estaba desprovista de nostalgia.
En nuestra bella época todos nos vinculábamos al arte en alguna de sus facetas, pero vivíamos de otra cosa. Concebíamos un arte popular, de masas, que no era contradictorio con la vida de cualquier obrero o empleado y estaba desprovisto de tintes elitistas. Era común, entonces, que en talleres, oficinas y establecimientos educativos circularan boletines con poemas, cuentos, dibujos, etc., que no perseguían otra finalidad que la divulgación de ideas entre unos y otros. Creíamos en la cultura como uno de los motores de los movimientos revolucionarios.
Muchas veces, la producción era más tímida y catártica y transcurría a solas. Cientos de cuadernos y libretas esperaban pacientemente en los cajones de alguna cómoda o mesa de luz a que llegara la noche y sus sendos escribas los revivieran para volcar su sentir y sus sueños en esas páginas. Muchos, la mayoría, no trascendieron esa pequeña tumba, otros tuvieron un destino más aciago y desaparecieron junto a sus dueños o, solitariamente, en infernales hogueras de censura. Unos terceros, los menos, rompieron el cerco sombrío.
De estos últimos hablamos hoy, de los treinta versos que el militante revolucionario Carlos Aiub -miembro del Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR-17)- dejara escritos en un cuaderno de espiral, de tapa azul, curiosamente de marca Exito, y que sus hijos Juan y Ramón rescataran del silencio para perpetuar el grito vivo de su padre, dando inicio a la colección Los Detectives Salvajes de la editorial Libros de la Talita Dorada, aunque no sin algún justificado titubeo: "No resultó fácil tomar la decisión de publicar estos poemas, fundamentalmente porque pesa sobre ellos la incertidumbre de conocer cuál es el destino que Carlos –nuestro padre- les había proyectado".
Carlos Aiub era poeta, pero también geólogo, vendedor de libros y militante revolucionario, también vecino, esposo y padre de familia. está desaparecido desde el 10 junio de 1977, treinta años después nos visita su palabra.
Gracias por comentarlo Ruben.
ResponderEliminarUn abrazo